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Argentina: Respuesta a Vicente Balvanera

Primera Parte, 16 de marzo, 2002

La LRP recientemente publicó en su pagina Web una declaración política acerca del levantamiento argentino (ver Argentina: Crisis y Programa Revolucionario). Ahora deseamos empezar a contestar las críticas en su contra hechas por Vicente Balvanera, publicadas en el foro de discusión "Argentina Solidarity" (Solidaridad Argentina) el 4 de marzo. Para no dilatar más nuestra respuesta, damos solamente una respuesta parcial. Otras cuestiones más importantes como la consigna de la Asamblea Constituyente van a ser discutidas con posterioridad. (En este momento sólo indicamos que algunas criticas sobre el uso de esta consigna en la situación presente ya han sido hechas en "Solidaridad Argentina".)

Unas de nuestras mayores críticas es que la izquierda argentina no ha luchado por un liderazgo revolucionario y una acción masiva de la clase obrera dentro de los sindicatos mayoritarios, las dos CGT y la CTA. Usamos al Partido Obrero (PO) y al Partido de los Trabajadores por el Socialismo (PTS) como ejemplos prominentes, aunque el problema es más general. Señalamos el hecho de que aún cuando la demanda de la huelga general se ha lanzado, no ha sido propuesta como un desafío o reto para los líderes principales de los sindicatos.

En su defensa del PO y del PTS, el camarada Balvanera nunca niega nuestra critica fundamental ni tampoco trata de demostrar que estamos errados. En verdad, él dice que nuestra declaración es "un documento serio e internacional escrito por una organización seria." Él nos concede, entre otras cosas, haber hecho una exposición "excelente de los sucesos en Argentina como prueba viviente de la teoría de revolución permanente." Pero a pesar de eso él está "apasionadamente opuesto a las conclusiones alcanzadas."

He aquí una parte clave de nuestra conclusión:

La única manera de superar a la burocracia sindical es desarrollar la lucha dentro de los propias sindicatos en favor de la acción y por alcanzar el liderazgo. La burocracia no puede ser evadida. Atada al llamado de una huelga general se encuentra la necesidad de formar comités de trabajadores para que conduzcan la huelga. Dichos comités se desarrollarán como el estadio para la lucha por un liderazgo alternativo que desplace a los burócratas a medida que los trabajadores se den cuenta de su propio poder. También, señalamos que estos comités pueden ser el embrión para los soviets o los consejos de los trabajadores, instituciones que son inequívocamente proletarias.

La demanda por una huelga general se debe tambiín plantear en otras formaciones y organizaciones de masas existentes además de en los sindicatos, esto significaría principalmente en las organizaciones y/o las agrupaciones de los desempleados. Comités de acción o comités de apoyo a la huelga pueden ser formados entre los desempleados para desarrollar paros estratégicos y otros actos masivos de protesta, que sean coordinados con la huelga. Los comisiones mixtas o comités comunes entre los trabajadores empleados y desempleados son ya en si una necesidad de la lucha y serán vitales para el éxito de la huelga general.

A la vez, deben de formarse comités de acción en los barrios, y las áreas no-urbanas, para coordinar el aprovisionamiento de alimentos y productos esenciales a la población -- así como para construir protestas y acciones. Toda la evidencia señala el hecho de que la clase media está dominando generalmente en las asambleas populares existentes en los barrios y otras localidades a pesar de que los trabajadores están también a menudo presentes. Las capas de la clase media, específicamente las capas más bajas y medias, son necesarias y bienvenidas a la lucha. Pero no pueden ser la fuerza principal si la lucha es para tomar una dirección seriamente anti-capitalista.

Rechazando esta propuesta, Balvanera señala las asambleas populares y, en particular, las decisiones de la Asamblea General de Piqueteros como alternativas al camino que nosotros proponemos. Él argumenta que nosotros ignoramos el valor y los logros de estas luchas. Pero en realidad la verdad es lo opuesto. Somos nosotros quienes vemos el panorama global. Estos logros son frágiles y estas luchas permanecen vulnerables si se mantienen aisladas de los sindicatos, que representan el núcleo industrial de la clase obrera, así como también la gran mayoría de los trabajadores empleados. En Salta y en todas partes los piqueteros son golpeados y encarcelados. Mientras el desempleo, el hambre y desesperación entre las masas está aumentando terriblemente, el FMI y los EE.UU. impunemente azotan sin cesar, demandando más sangre/dinero. Mientras tanto la prensa clama el creciente peligro de "anarquía" en la sociedad, un ardid político para justificar la represión armada por venir.

Lo que hace que todo esto sea posible es la vergonzosa alianza de los sindicatos con el gobierno de Duhalde, el cual está fortaleciéndose más cada día. Este es el presente escenario político porque los grandes batallones de las masas trabajadoras no están al frente de la batalla. Para cambiar sustancialmente el balance de poder, el proletariado revolucionario tiene que utilizar la táctica del frente único, como Trotsky proponía, y usarla como un desafío al presente liderazgo de las organizaciones de masas. La demanda a los sindicatos de movilizar y usar todos sus recursos para una huelga general en contra de los ataques actuales está diseñada para exponer a los falsos líderes. Como señalamos, "Esta forma de reclamo a los burócratas fue siempre una parte crítica de las propuestas de acción de Trotsky en los lugares donde los sindicatos no estaban bajo el control comunista." O ellos llevan a cabo la demanda o asumen el riesgo de ser expuestos delante de las bases si se niegan. Si los burócratas sindicales acceden a la presión de las masas y hacen un llamado a huelga general, los trabajadores revolucionarios necesitan continuar advirtiendo que los lideres sindicales inevitablemente van a traicionar la huelga. Ellos tienen que ser honestos y difundir el hecho de que sólo un liderazgo revolucionario luchará hasta el fin por los intereses de los proletarios y por lo tanto es urgente construir el liderazgo de este partido.

Esta campaña por una huelga general proveerá un impulso para crear la tan necesitada oposición dentro de los sindicatos. Los líderes sindicales demostraron el poder decisivo que tienen sobre la clase trabajadora empleada cuando se negaron a llamar a una huelga general el 19-20 de diciembre, habiendo demostrado el 13 de diciembre que un día de huelga "general" pasiva del transporte puede ser tan poderoso como para amenazar el sistema. Así fue como esencialmente la clase obrera organizada fue mantenida pasiva en los días decisivos. Pero no sólo esto. Después de ponerse a la cabeza de la segunda asamblea de piqueteros en septiembre, los líderes de los sindicatos se negaron a llamar a una tercera asamblea antes o durante los días decisivos de diciembre; por lo tanto el militante movimiento de los piqueteros, la chispa más grande en toda la lucha de los últimos años también estuvo lejos de estar al mando.

Si hubiésemos tenido la suerte de contar con fuerzas en Argentina, ahora y en las décadas pasadas, nos hubiésemos concentrado en crear una oposición revolucionaria dentro de los sindicatos y lugares de trabajo; mantenemos que esta cuestión es central para la revolución en Argentina.

El camarada Balvanera dice que "nosotros deberíamos basarnos en los acontecimientos reales de las organizaciones de la clase obrera, considerando como son en verdad con sus contradicciones, movimiento y desarrollo." Seguramente, hoy estaríamos participando en las asambleas de piqueteros; en estas asambleas estaríamos haciendo campaña por la estrategia de una huelga general, además de apoyar muchas de las demandas ya hechas. (Nosotros también lucharíamos por ganar adeptos a nuestra estrategia en las asambleas populares, donde los trabajadores y la clase media participan.) Pero los revolucionarios no pueden rechazar tener raíces en los sindicatos, la forma central de organización de la clase obrera en Argentina. Los revolucionarios deben tratar de convencer a los trabajadores desempleados, así como también a los trabajadores empleados que asisten a las asambleas de piqueteros, de la necesidad de forjar una lucha contra los líderes sindicales. Simplemente denunciándolos desde afuera, y aún llevando a cabo luchas locales combativas no es suficiente. Los trabajadores combativos, empleados y desempleados, tienen que desafiar a los sindicatos a que movilicen todos sus recursos para defender a la clase obrera. Otra vez, nosotros debemos exponer la traición de los líderes sindicales mediante la acción frente a sus bases. Este es el único modo de ganar la confianza de las masas que están ligadas a estos líderes y que responden a sus llamados -- esto es, la gran mayoría de la clase trabajadora. Solamente ganando la mayor parte de los obreros, no solamente una pequeña vanguardia de los obreros en lucha que ya son militantes, la tremenda barrera de la burocracia sindical será desplazada por un nuevo liderazgo.

Esta correlación entre el sectarismo y el oportunismo queda demostrada por el rechazo del PO, del PTS y de otros grupos a abogar por esta estrategia entre los trabajadores empleados y los desempleados. Este aspecto sectario es exactamente el rechazo a luchar por un frente único de trabajadores. De esta manera el desdén retórico de la izquierda por los líderes de los sindicatos Peronistas en la practica llega a ser un desdén o menosprecio por las masas de obreros que actualmente los siguen. La izquierda impulsa las luchas combativas de los desempleados, una ejemplar lucha de trabajadores en Neuquén y Córdoba, así como también las asambleas populares que se están expandiendo. Pero esto es hecho de una manera que crea ilusiones en que estas luchas pueden crecer y unirse, sin directamente atacar a la burocracia central de los sindicatos. En vez de hacer un llamado por un frente único de los líderes y las bases de las organizaciones de masas -- los sindicatos -- la izquierda reclama que las filas de la clase obrera acudan al llamado de la izquierda por una huelga general y rompan con los actuales líderes antes de ir a la huelga. Esto no es sólo una fantasía, sino también una variación de la táctica izquierdista stalinista de "el frente único desde abajo," contra el cual Trotsky luchó en Alemania en la década de los 30. La hostilidad del Partido Comunista Alemán para con los líderes de la socialdemocracia, que dirigía a las masas de obreros, fue catastróficamente usada como excusa para rechazar la única táctica que hubiese podido forjar un frente único de los trabajadores comunistas con los trabajadores que erróneamente siguieron a la socialdemocracia.

Como Trotsky dijo en aquella época, en la sección "No es una cuestión de los trabajadores que ya se han ido de la socialdemocracia, sino de aquellos que están en ella", de su artículo Por un frente único contra el fascismo (Dic.8, 1931):

Decirles a los trabajadores de la socialdemocracia: "Pongan a sus líderes a un lado y únanse a nuestro frente único 'sin partido'," significa añadir una frase hueca a miles de otras. Nosotros debemos en realidad entender como separar a los trabajadores de sus líderes. Indudablemente habrá obreros socialdemócratas que estén preparados para luchar mano a mano con los trabajadores comunistas en contra de los fascistas, a pesar de los deseos o aún en contra de los deseos de las organizaciones socialdemócratas. Con tal elemento progresista es necesario establecer el más intimo contacto. En el presente no son muchos en número. El trabajador alemán ha sido educado en el espíritu de organización y disciplina. Esto tiene tanto sus puntos buenos como sus puntos malos. La gran mayoría de los trabajadores socialdemócratas lucharán en contra de los fascistas, pero -- por en este momento por lo menos -- sólo junto a sus organizaciones. Esta etapa no puede ser saltada. Nosotros debemos ayudar a los trabajadores socialdemócratas en la acción -- en esta nueva y extraordinaria situación -- y probar el valor de sus organizaciones y líderes en este momento...

Así deben los trabajadores dirigidos por los peronistas en Argentina ser ayudados a someter a prueba el valor de sus líderes en este momento.

Cuando la izquierda se abstiene de llevar a cabo una lucha en contra de los burócratas sindicales, la consecuencia práctica es oportunismo. La dominación de la burocracia y la aristocracia laboral sobre todo el movimiento obrero es aceptada. (Así es que en realidad la táctica de la izquierda en lo referente a los sindicatos encaja con el más obvio oportunismo de su llamado a la Asamblea Constituyente.) El argumento puede ser que es imposible luchar directamente y abiertamente en contra de la burocracia sindical peronista por la manera violenta y agresiva que usan para controlar su aparato. Esta no es una cuestión que se debe tomar a la ligera. Pero no puede ser dicho, desafortunadamente, que tal agresión de parte de los burócratas sindicales es algo particular de los burócratas sindicales argentinos. Los obreros revolucionarios alrededor del mundo enfrentan estos problemas. Reconocemos que flexibilidad en la táctica y precaución son necesarias. Pero rechazamos cualquier argumento que sostenga que este aparato burocrático representa una barrera insuperable para la formación de una oposición revolucionaria dentro de los sindicatos.

¿Asambleas populares dirigidas por la clase obrera?

Para evadir enfrentar los puntos débiles de la presente lucha de clases, el camarada Balvanera tiene que exagerar los logros del proletariado con la actual estrategia del PO. Y así, por ejemplo, ¡él dice que la clase obrera ya está liderando las asambleas populares "completamente"!

Es verdad, las asambleas populares se están expandiendo a los vecindarios de la clase obrera y militantes obreros representando las luchas actuales participan en las asambleas populares hombro a hombro con la clase media. Pero nuestro punto es válido todavía; estas son formaciones mixtas y los obreros allí no están participando como obreros concientes, representado a la clase obrera. El rol principal de la clase media en las asambleas populares representa el creciente peligro de un populismo radical que dominará al movimiento si este no es ganado por una política conciente de la clase obrera.

Como el camarada Balvanera, nosotros consideramos a los maestros, los cajeros de bancos, los empleados del gobierno y los trabajadores del transporte como parte de la clase obrera. Pero fuerzas significativas de la clase media están participando en las asambleas populares. Estas no pueden ser tratadas como una "presión" marginal o simplemente ser identificadas como un sector minúsculo de la pequeña burguesía, como él parece indicar.

Por otra parte, solamente en situaciones excepcionales las delegaciones de la clase obrera están basadas en luchas de sindicatos y lugares de empleo -- porque estas luchas actualmente son en sí mismas excepcionales. Dada la falta de una lucha central por parte de la clase obrera, esta no puede ocupar el rol decisivo de dirigir las asambleas populares. Más aún, no puede empezar a formar sus propios órganos independientes para la lucha, los consejos de obreros. Nosotros no negamos la necesidad de asambleas o consejos representando a la clase media. Pero las asambleas populares, que fueron puestas en marcha por los cacerolazos, no se están convirtiendo en soviets de obreros por el simple hecho de que los obreros están concurriendo a ellas. El camarada Balvanera ni siquiera reconoce la necesidad de tal desarrollo independiente de la clase obrera.

Claramente, los soviets de obreros no aparecen por decreto o porque la izquierda haga un llamado. Los soviets de obreros son el resultado de las luchas de la clase obrera como la huelga general que proponemos. Pero el principio de luchar por el liderazgo e independencia de la clase obrera, lo cual Trotsky abogaba, es reducido por nuestro crítico a una "predica desde arriba de una montaña", "mera propaganda abstracta" y cosas por el estilo.

Tanto Lenin como Trotsky enfatizaron la necesidad de profundizar la conciencia de los obreros avanzados, aún cuando la vanguardia está tratando de influenciar a las masas. Esquivar la tarea de identificar a la capa más avanzada es puro oportunismo y equivale a subvertir la tarea vital de constantemente expandir los cuadros del partido revolucionario, lo cual es la clave de todo. La propaganda es precisamente el método bolchevique de alcanzar obreros más avanzados con ideas específicas de cual es la mejor manera de movilizar a nuestra clase como una fuerza independiente y dirigente. Considerar que esto es "abstracto" es peligroso como mínimo.

En cambio, oponiéndose a está estrategia, en vez de enfrentar a los sindicatos, el PO por un tiempo ha celebrado la idea de "unión" entre "los piquetes y las cacerolas" -- esto es entre las asambleas populares y las asambleas de piqueteros -- en un esfuerzo por acercarse a la clase obrera. Nosotros ponemos en el primer plano la necesidad esencial de unificar a los obreros empleados con los desempleados. Solamente esa unidad puede proveer un liderazgo efectivo a la turbada clase media.

PO y la huelga general

En el programa de ocho puntos aprobado por la Asamblea de Piqueteros que el camarada Balvanera señala, hay llamados a más cortes de rutas, a cacerolazos y a dar apoyo activo a las actuales luchas. Hay un plan por una gran Marcha Nacional. Todo esto es bueno y necesario pero no suficiente. ¡No hay un llamado a una huelga general, a pesar del hecho que el camarada Balvanera sostiene que el PO ha llamado "repetidamente" a la huelga!

Esto no es un accidente. De acuerdo al PTS (un grupo que el camarada Balvanera también considera "revolucionario", junto al PO), en el artículo PO: un balance distraccionista (La Verdad Obrera, 26/2/02):

La columna del Polo Obrero en la Plaza de Mayo llevó una gran bandera con la consigna de "huelga general". Además, en el mismo número de Prensa Obrera citado, Jorge Altamira afirma que "la nueva etapa verá la irrupción de luchas del propio movimiento fabril, como muy inteligentemente lo plantearon en la Asamblea Piquetera del fin de semana pasado, la CGT de San Lorenzo y el Sindicato Ceramista de Neuquén. O sea que, en condiciones nuevas y explosivas, se abre paso la huelga general".

Pero el Polo Obrero no abrió la boca en las deliberaciones sobre este "planteamiento inteligente", reduciendo su intervención en sostener la unidad de "piquetes y cacerolas", y permitiendo que el punto de la huelga general resultara ausente de las resoluciones que presentó Néstor Pitrola para ser votadas, lo que constituye un retroceso en relación a la resoluciones de la Segunda Asamblea Piquetera de La Matanza....

El PTS avanza en remarcar que el PO capituló ante el Partido Comunista, quien se opone al slogan de la huelga general.

El PTS destaca que hay "ocho mil" testigos de aquellos eventos. El camarada Balvanera dice que nosotros ignoramos hechos importantes de la asamblea. De hecho nuestro documento fue escrito antes de que ella se reúna, aunque apareció en nuestra pagina Web después. Y lo ocurrido en la asamblea prueba nuestros argumentos. No sólo el PO no está luchando por una huelga general dentro de los sindicatos, tampoco lo está haciendo de una forma real dentro de los desempleados.

Una asistencia de ocho mil es realmente importante. Pero el hecho real es que el 16-17 de febrero el PO y el PTS, así como otros grupos menores, mostraron que no pueden sustituir el poderío actual de la burocracia sindical cuando se trata de representar a la clase obrera empleada. Es excelente y necesario que los piqueteros hayan estado a la vanguardia en proclamar la necesidad de la unidad de los trabajadores ocupados y desocupados. Es criminal lo que los burócratas sindicales están haciendo. Pero la asamblea de piqueteros, incluso con el vigoroso y dedicado apoyo de la izquierda, no tiene la capacidad de atraer a la clase obrera, mucho menos de convocar a la clase obrera a una huelga general indefinida. Por eso la demanda para dicha convocatoria debe ser hecha a las federaciones sindicales centrales.

Una posible táctica en esta dirección hubiera sido convocar a las fuerzas de la Asamblea Piquetera a marchar a la CGT para exigir la huelga general. Allí podrían haber habido volanteos masivos y llamados a los trabajadores activos para pelear por una huelga general para repudiar la deuda y reclamando empleos para todos. Incluso la venidera Marcha Nacional podría haber sido propuesta como una marcha para organizar la huelga general.

El apoyo conseguido por las luchas locales y por el movimiento piquetero demuestra que los hechos se han escapado del control de la CGT en cierta forma. Pero la noción de que la mayoría de la clase obrera será ganada por la izquierda y los piqueteros por medio de su lucha es falsa. Para defender las actuales conquistas los revolucionarios deben trascender el actual nivel de conciencia, no sólo aplaudir lo que está ocurriendo. Los trabajadores empleados, y los desempleados también, en su gran mayoría todavía no han roto con el peronismo. La lucha sólo puede ser ganada exponiendo y derrotando a los actuales representantes de la clase obrera, los traidores burócratas sindicales, de una vez por todas.

Segunda Parte, 25 de marzo, 2002

También deseamos abrir un foro para una discusión más profunda sobre el método marxista, porque éste conseguirá llegar al corazón de nuestras diferencias con el Cda. Balvanera y el Partido Obrero (PO). Las disputas acerca de las consignas que abogaban a favor de una asamblea constituyente son importantes precisamente porque reflejan una diferencia crucial entre nosotros en cuanto a como nos acercamos a la clase trabajadora, como veremos a continuación.

Pero primeramente tenemos que retroceder un poco. Anteriormente nos concentramos en la necesidad de una acción masiva de parte de los trabajadores tanto los empleados como los desempleados. Señalamos que hace falta una defensa amplia y de gran alcance en contra de los ataques que las masas están sufriendo cada vez más bajo el mandato de Duhalde. Abogamos a favor del valor central del llamado a una huelga general en esta situación.

De hecho, los piqueteros han estado recibiendo más golpes; la lucha prolongada y extensa del Norte en Salta ha sido derrotada por un pacto putrefacto, impuesto por un mal liderato dentro del movimiento mismo así como por ataques represivos en contra de los combatientes más militantes y más independientes. (Véase por ejemplo el informe del PO en Prensa Obrera No. 746). Otras luchas militantes, como la prolongada toma de la fábrica de la cerámica Zanon en Neuquén, también han sido importantes; pero allí también existe el peligro de una derrota debido a su aislamiento de las fuerzas más grandes dentro de la clase obrera. Los trabajadores sindicalizados actualmente están aguantando peores condiciones de trabajo y salarios, y la amenaza del desempleo, por decir poco. Las filas de los sindicatos, junto con el grueso de la clase trabajadora, están desmovilizadas. En resumen, la mayoría de la clase trabajadora hoy en día no percibe salida alguna de este callejón.

La clase media ha estado movilizada pero no ha sido capaz de plantear su propia solución a la crisis. Y ahora las asambleas populares están comenzando a quedarse sin saber que decir. (Decimos esto basados en las evaluaciones echas por el PO y el Partido de los Trabajadores por el Socialismo, el PTS, después de la Primera Asamblea Nacional de Asambleas Populares que tuvo lugar el 17de marzo.) Fue justo el marzo 4 que el Cda. Balvanera nos escribió que "el PO y el PTS habían puesto un máximo de recursos para garantizar que su poder se agrandase, reforzase y extendiese, y poder llevar a cabo cada vez más tareas revolucionarias.” Esto fue una refutación hostil a nuestro análisis inicial de febrero; en el cual habíamos dicho que las asambleas populares eran en realidad entidades dominadas por la clase media y que de hecho fallarían como substituto de una necesaria movilización proletaria masiva e independiente, la cual se debe dirigir por las organizaciones de masas existentes, principalmente los sindicatos.

Ciertamente existen bajas y reflujos dentro de la lucha de clases. Pero las asambleas populares, conducidas originalmente por los cacerolazos que desempeñaron un papel en la sublevación de diciembre, sencillamente no podrían continuar creciendo y creciendo, simplemente debido a la exhortación de la izquierda. Ni mucho menos se transformarán en cuerpos de la clase trabajadora. Balvanera estaba ya señalando que lo eran, y el PTS ha presentado dicha transformación como su meta. (Véase la edición de marzo 15 de La Verdad Obrera No. 98). También, dijimos que las capas activas de la clase trabajadora, tales como los desempleados que bloquearon las carreteras y los militantes que ocuparon determinadas fábricas, no pueden sostenerse indefinidamente sin ayuda. Mucho menos pueden acudir a las asambleas populares para su sustento básico ni para obtener respuestas políticas concluyentes.

Escribimos en nuestro primer documento: "una estrategia de acción masiva designada a presentar las necesidades de la situación inmediata, enmarcada por consignas y demandas claves es absolutamente crítica." El Cda. Balvanera respondió diciendo, "Es en este contexto que la llamada a favor de una asamblea constituyente soberana debe ser entendida, la cual el PO ha insistido en varias ocasiones puede ocurrir solamente como parte de una huelga general continua."

Así, en respuesta a nuestra defensa de la huelga general, Balvanera dijo básicamente: ¡ya lo estamos haciendo! De hecho, las palabras huelga general pueden encontrarse impresas en Prensa Obrera (la publicación del PO), por intervalos en el período que conduce al presente. ¡Pero nótese que incluso en donde el PO ha estado llamando a favor de una huelga general, como en orgullosamente dice Balvanera, es utilizando este llamada por una acción de masas como un medio para alcanzar la meta de una asamblea constituyente! Está utilizando a la clase obrera para alcanzar una solución electoralista burguesa.

Como señalo Trotsky hace años, una huelga general plantea la cuestión de cual es la clase que debe tener el poder del estado. Los revolucionarios por lo tanto están obligados a dar una respuesta revolucionaria proletaria.

También, Balvanera realmente presentó su punto como abogado defensor en vez de uno verdaderamente completo. Ya que la huelga general no era propuesta como una demanda a los lideres de las centrales sindicales, lo cual es la única forma para que verdaderamente ocurra. Y de hecho el PO no ha hecho una campaña insistente en favor de una huelga general en el período bajo discusión. ¿Pero por qué deberían hacerlo? Ya que para ellos es una pregunta algo subordinada, subordinada no a mayores cuestiones estratégicas revolucionarias sino a una asamblea constituyente. (Razón por la cual nosotros sugerimos que los lectores interesados en el tema revisen su pagina de Internet los documentos del periodo en discusión, ya que éste es la mejor manera de mostrar cual ha sido su principal campaña. Las pocas citas que utilizamos no pueden probar esa realidad.)

Observamos que ahora, en el actual punto muerto, el PO ha aumentado su llamado por una huelga general -- en contra de una tentativa de golpe de estado. (PO 746.) Cuánto tiempo lo mantendrán no tenemos idea. Pero sabemos que tal movilización de la clase trabajadora está aun subordinada, para ellos. Su énfasis práctico es en los llamados continuos a favor de asambleas populares, cacerolazos y marchas... todos dirigidos hacia la meta final de una asamblea constituyente.

Los volantes del PO para la marcha del 24 de marzo (reproducido en PO 746, Fuera Duhalde y el FMI) plantean:

El Partido Obrero llama a movilizarse para repudiar la política del FMI y del gobierno de Duhalde, que quieren, mediante el estado de sitio y la represión, superar el callejón sin salida en que están metidos el capitalismo y su Estado.

Llamamos a movilizarse para que se vayan todos, terminar con el gobierno fundido de Duhalde y que su lugar sea ocupado por una Asamblea Constituyente libre y soberana en la nación, las provincias y los municipios.

Es significativo que la asamblea constituyente no fue una de las consignas pasadas por la "Asamblea Nacional de Trabajadores," la Tercera Asamblea Nacional de los Piqueteros llevada a cabo el 16-17 de febrero. Allí, en la Primera Asamblea Nacional de Asambleas Populares, llevada a cabo el 17 de marzo, la mayoría de los asistentes votaron a favor de la siguiente fraseología: “Que gobiernen las Asambleas Barriales junto a los trabajadores y piqueteros, que apliquen el programa de la Interbarrial y convoquen a una Asamblea Constituyente Libre, Soberana y Democrática."

Con respecto a la moción pasada, el PO comentó que "Esta postulación de las Asambleas Populares y el movimiento piquetero como una alternativa de poder, es aún abstracta. Para que las Asambleas se transformen en poder deberán aún potenciarse enormemente." (Balance: La Asamblea Nacional de Asambleas Populares, PO 746.) En realidad, el PO ha hecho un llamado constante para que la Asamblea Constituyente en sí misma tome el poder, lo que ha causado consternación para aquellos en esta lista que prefieren que las asambleas populares sean las que tomen el poder. Pero ninguna de estas “alternativas" representan la revolución de los trabajadores o el camino hacia la misma.

Todavía creemos que una campaña central a favor de una huelga general indefinida -- es decir, una verdadera -- es necesaria. Acomoda la necesidad objetiva real de la unidad de clases en acción en la Argentina actual. Porque es un salto cualitativo de la acción que es necesaria, no sólo un paso de progresión pequeño más allá de lo qué ha ocurrido ya. La clase trabajadora tiene que mostrar su fuerza decisiva, su capacidad de anotar victorias contra la clase dominante, probar -- incluso a sí misma -- que puede representar una alternativa. Las victorias iniciales tendrán que ser defensivas en naturaleza, en línea con la coyuntura actual y los intensificados ataques. Pero el mismo hecho de la acción concertada por la clase entera cambiará el panorama político y traerá una confianza aún más dramática a la clase entera de la que fue lograda por y para ciertas capas en diciembre.

¿Asamblea Constituyente?

El Cda. Balvanera, en contraste, es el campeón de la campaña total del PO a favor de la asamblea constituyente. Repetidamente uno encuentra en sus escritos el que la movilización de las masas debe culminar en la Asamblea Constituyente. Enfrente a los reveses de la clase trabajadora y de un admitido "reflujo” en el movimiento popular a favor de las asambleas (las palabras del PO), enfrente a un plan agresivamente amenazador de parte del imperialismo y del régimen argentino, la respuesta de PO todavía es sobre todo la Asamblea Constituyente. ¡Éste es un caso como el de un reloj parado que no esta correcto ni siquiera dos veces en un día!

No hay nada de malo en tener una política consistente, una demanda enmarcadora, sobre un determinado periodo de tiempo. No hay nada de malo en constantemente hacer propaganda por una táctica importante mientras esta continúe acomodando las necesidades fundamentales de la situación. (Uno puede incluso utilizar la palabra "estrategia" mientras se haga claro que es una parte subordinada a la estrategia revolucionaria total.) Pero creemos que la consigna a favor de una Asamblea Constituyente en la Argentina fue tan errónea el pasado año (y el año anterior) como lo es ahora. Incluso entonces era previsible que la consigna no resolviera las necesidades objetivas de la clase obrera en las condiciones argentinas. Ni resolvería la dirección de la lucha.

Por supuesto, la consigna por una asamblea constituyente es parte del arsenal revolucionario. Por ejemplo, favorecimos esta demanda en Indonesia en 1998, en adición a la demanda de una huelga general -- porque esa era la necesidad del proletariado allí para ganar la adherencia del campesinado y de la clase media en la lucha contra la dictadura. (Véase La Crisis Revolucionaria de Indonesia en Proletarian Revolution No. 57). No es que las cuestiones democráticas han sido contestadas en su totalidad en la Argentina; eso sería imposible de asegurar, dado el dominio del imperialismo. Pero el hecho es que las cuestiones democráticas dominantes específicas a la experiencia material del campesinado, las minorías o de las masas nacionales que sufren bajo una dictadura simplemente no están presentes en la Argentina de hoy. La clase trabajadora de Argentina en sí misma no está consumida por la búsqueda de la democracia como una etapa separada en su propia lucha.

En los casos donde la demanda por una asamblea constituyente es necesaria, los revolucionarios lucharan con las masas, diciendo todo el tiempo que ésa experiencia probará la necesidad de la revolución de los trabajadores. Sería necesario por adelantado hacer todo lo posible para reforzar las organizaciones independientes y el espíritu de lucha y la conciencia del proletariado. Sería absolutamente necesario levantar la necesidad de armar a la clase trabajadora, al unísono con la campaña por la huelga general. Pero el PO no hace nada de esto. Mientras que los revolucionarios auténticos se unirían con las masas en una demanda por la asamblea constituyente, donde está sea aplicable, no se detendrían en decir que la respuesta es la revolución proletaria, no la asamblea constituyente. De hecho harían y dirían todo lo posible para evitar que la asamblea constituyente se convirtiera en una etapa separada de la democracia burguesa. Advertirían que una etapa democrática burguesa sería un desastre.

Como Trotsky escribió sobre la revolución rusa:

El campesino ruso, apenas ha sido despertado por la revolución a la vida política, encontrándose cara a cara con media docena de partidos, cada uno de los cuales aparentemente se ha propuesto el confundirlos. La asamblea constituyente se colocó en medio del movimiento revolucionario y fue echa a un lado....

El lema, ‘Todo el poder a los Soviets' fue propuesto por nuestro partido en los principios de la revolución -- es decir, mucho antes del decreto en cuanto a la disolución de la asamblea constituyente e incluso del decreto en cuanto a su convocatoria. En verdad, no colocamos a los soviets en contra de la futura asamblea constituyente, convocatoria que fue pospuesta constantemente por el gobierno de Kerensky, y consecuentemente se volvió más y más problemática. Pero en todo caso, no considerábamos a la asamblea constituyente, como el futuro amo de la tierra rusa, que vendría a arreglar todo. Explicamos a las masas que los soviets, las organizaciones revolucionarias de trabajadores pueden y deben ser los verdaderos amos. (Terrorismo y Comunismo)

¿Acaso son las masas de la clase trabajadora en la Argentina actual análogas a los campesinos rusos, o a los chinos, o a la lucha española de los años 30? Sí, las masas tienen odio a los militares, odio a la represión y a la opresión nacional imperialista. Y éstas son todas cuestiones democráticas. Pero no puramente en la realidad, según la teoría de la revolución permanente. Y, como ocurrió en los casos de Rusia, China y España, no existen solamente interrogantes puramente democráticos en la conciencia y la actividad del pueblo trabajador tampoco. Las masas también son dominadas por la búsqueda para la supervivencia económica, que se considera conectada inextricablemente a cualquier lucha contra imperialismo. Ése es el porqué propusimos una huelga general para repudiar la deuda, para conectar la lucha económica a la lucha contra el imperialismo la cual es ya tan obviamente necesaria.

El problema es que incluso todavía si la vanguardia cree que es necesario o posible que la solución sea la revolución socialista; es decir, si todavía validan el capitalismo en general aunque muchas de sus acciones y demandas estén objetivamente en contra del capitalismo. Ésta es una concientización mezclada pero no en sentido democrático burgués como tal. Particularmente, las masas de trabajadores todavía están atadas al Peronismo, lo cual no es precisamente la respuesta "democrática" ideal pero al menos es la que históricamente aparenta ofrecer lo mejor. Han sido las secciones de la clase media izquierdista y no los trabajadores las que en el pasado fueron seducidas por promesas democráticas liberales; sospechamos que el PO continúa proveyendo esta oferta para ellos.

Balvanera argumenta que "las ilusiones en la democracia burguesa son muy altas en Argentina, incluyendo a importantes sectores de la clase obrera. Allí está la importancia de la desconfianza en los partidos políticos y la difundida convicción de que la base del problema es la corrupción, un tema actualmente controlado por los socialdemócratas y reformistas". Ciertamente la clase media y la clase obrera están interpenetradas, pero esto no lo puede hacer concluir a él que la clase obrera esta capturada actualmente por las demandas democráticas, mucho menos que necesitan una asamblea constituyente.

Si el camarada Balvanera convoca ahora a una asamblea constituyente, entonces él debería explicar como esta se ajusta a la situación objetiva, particularmente a las necesidades de la clase obrera, además de explicar que las masas aun tienen ilusiones democráticas. Los Soviets fueron la demanda principal de los bolcheviques, como lo señalo Trotsky. Pero la consigna “Todo el Poder a los Soviets” fue revocada durante el verano de 1917 y los bolcheviques concentraron su trabajo en los comités de fabrica como instrumento revolucionario. La asamblea constituyente difícilmente pueda ser una demanda comparable a los soviets, justamente por que no es una forma proletaria de democracia sino una forma burguesa. Aquellos que defienden lo contrario deberían demostrar no solo que la situación argentina en general conduce a ello sino también por que es conveniente levantar dicha consigna en este momento.

Conciencia de clase y situación “revolucionaria”

Ante todo, nosotros siempre enfatizamos la cuestión de la conciencia de clase, lo cual es decisivo para el destino de la lucha Argentina, y sin embargo, de todas nuestras luchas. En Argentina hoy, una huelga general podría, no solamente forjar la unidad de la clase trabajadora tan desesperadamente necesitada, sino también podría lograr llegar a cerrar la brecha entre la fuerza objetiva de la clase trabajadora y su sentimiento de debilidad subjetivo. En la agitación y el diálogo con las masas, la propuesta revolucionaria de la huelga general podría ser entendida solamente en torno de su inmediata ventaja táctica, como la mejor manera de unificar las luchas existentes y para atraer hacia la lucha a los trabajadores que todavía no están involucrados. Pero a la misma vez en nuestro diálogo con los trabajadores de la vanguardia, los mas avanzados políticamente, nosotros enfatizamos el papel que juega la huelga general en despertar la conciencia de clase. Esa es la función de la propaganda bolchevique.

No es cuestión de que provechos objetivos fueron obtenidos por las luchas de los Piqueteros, las luchas militantes de los trabajadores, y en particular, las luchas de diciembre 19 y 20, las cuales derrotaron al régimen de De la Rúa, sino de los avances subjetivos. Nosotros consideramos estos eventos como decisivos en cuanto caracterizamos la escena política de Argentina como prerrevolucionaria. La lucha masiva enseño lo que puede lograr y eso es un en calidad hacia adelante. Pero también enseñó lo que todavía no pudo lograr. Consideramos la caracterización del PO, de que la lucha Argentina había entrado a un periodo revolucionario, como falsa.

El hecho de que el PO llamó a la situación “revolucionaria” hace más absurda todavía la importancia dada a la llamada a una asamblea constituyente. Balvanera lee mal lo que ocurrió para poder justificar esto: “la revuelta que derribó a De la Rua fue ocasionada en realidad por las demandas democráticas, antes que nada! Fue la ley marcial, el estado de sitio, lo que le rompió la espalda al camello.” En otra parte de su articulo, él levanta la pelea por trabajo para todos como el eje de las revueltas de Salta, lo que en su propagación hacia toda la Argentina fue el corazón del movimiento piquetero. (Porque desea el contraponer una pelea por trabajo para todos con la pelea encontra de la deuda, en vez de unir las dos demandas como hicimos nosotros, él no lo explica.) En cualquier caso, la verdad es que la lucha de los piqueteros de los últimos años fue la chispa que le dio fuerza a todo el movimiento encontra de la crisis económica, la cual fue engendrada por un cada vez más vicioso imperialismo. A Balvanera se le “olvida” mencionar que en esos días decisivos de diciembre 19 y 20, las capas más oprimidas de las masas estaban protestando no solamente encontra del estado de sitio -- pero también estaban saqueando los supermercados como parte de la demanda democrática a no morirse de hambre.

Los acontecimientos de diciembre representaron nada menos que la culminación de luchas encontra de la crisis -- desempleo masivo, pobreza y hambre, la congelación de las cuentas bancarias. Esta fue la lucha que originó el levantamiento; se extendió, y por consiguiente se movió hacia adelante y no para atrás, respondiéndole al desesperado intento del estado de sitio de De la Rúa. La extremadamente popular naturaleza de la resistencia a su gobierno, en adición a las divisiones entre la burguesía misma, condenó el estado de sitio a la derrota perdida en ese momento. Pero para denominar a esos eventos “sobre todo” como una lucha por la democracia burguesa es un perjuicio a los eventos que han pasado y a la conciencia de las secciones luchadoras.

Lenin definió claramente una situación revolucionaria como una en la cual el sistema había llegado a una crisis política tan grave, a través del choque de las clases sociales, y la destrucción económica objetiva se profundizo tanto, que ninguna clase podría seguir como estaba. Fue el hecho que la clase trabajadora no tenía su propio poder alternativo, que la masa de la clase trabajadora y sus organizaciones existentes, los sindicatos, no fueron ni parte del choque, lo que hizo que la situación prerrevolucionaria argentina sea tan frágil y tenue en lo concreto.

La ausencia se vuelve más problemática ahora. Cuanto más los grandes batallones de la clase trabajadora estén aguantados hacia los lados, que su podrido liderazgo burocrático se permitido manejar y negociar con el gobierno, más se atenuaran las tendencias de la clase trabajadora que han sido más valientes en la lucha, para ser agotados y desmoralizados. La burguesía argentina, en conjunto con el imperialismo yankee, esta teniendo más tiempo para preparar una solución más beneficiosa. Ellos buscan romper el apoyo de la clase media hacia la clase trabajadora y sobre todo ganar apoyo para un aumento en la represión. Cuanto más pasan las semanas y meses, el indefinido canto de “abajo todos” como consigna movilizante, celebrado sin critica por el PO, el PTS y la gran parte de la izquierda -- sin ni siquiera presentar una alternativa de clase -- lo más hueco se vuelve. Y porque no existe tal cosa como una municipalidad, provincia o nación sin políticos, podría solamente fortalecer la influencia populista de la clase media que el PO ha admitido que ya esta en movimiento. Mucho peor, esto le prepara el terreno para una alternativa bonapartista que ya está en marcha.

Cuando la clase trabajadora vea su propio poder en acción, por medio de acciones masivas, como la clase de huelga general que recomendamos, mas trabajadores verán la posibilidad de una alternativa revolucionaria como una posible realidad. Nosotros, como Trotsky, hemos apuntado que la huelga general si adelanta la cuestión de poder, porque es claramente un acto de una clase mayor encontra de otra clase mayor. Esto no resuelve la cuestión en si misma, pero llega a un nivel como para aparecer como una repuesta posible. La actividad propia de la clase trabajadora, con la intervención de trabajadores revolucionarios, representaría un tremendo avance en conciencia de clase, superando lo que fue hecho en diciembre. Esto podría en la actualidad llevar a la clase trabajadora hacia un verdadero periodo revolucionario.

La asamblea constituyente que el PO ha propuesto no tiene el poder para promulgar la lista de lavandería de demandas transicionales, a la cual ellos siempre la sujetan. Es la huelga general activa la acción de la clase trabajadora en contra de la clase capitalista, lo cual tiene el poder para parar la producción y el funcionamiento capitalista. La huelga masiva podría sin embargo ganar en actualidad, por lo menos en parte, las demandas que el PO y otros grupos en la izquierda han estado recomendando y que ellos reportan que están creciendo en popularidad -- repudio de la deuda y del FMI, trabajo para todos, etc. (En realidad hay gran confusión entre la izquierda sobre esta pregunta, pero preferimos dejar esto de un lado por ahora.)

Nosotros no sólo levantamos las demandas más pertinentes para nuestra clase, también proponemos un plan de batalla, un camino hacia delante para pelear por estas demandas. Nuestro método de poner por delante estas demandas transicionales y el plan de batalla, es para explicar abiertamente que nosotros creemos que la revolución obrera y un estado de trabajadores son necesarios para asegurar estas demandas en completo y permanentemente. Pero también proponemos un frente unido para que podamos pelear codo a codo con los trabajadores comunistas y los trabajadores que no son comunistas, para probar si es posible ganar estas demandas bajo el capitalismo o no. Nosotros creemos que esta es la mejor manera de romper con las ilusiones en el capitalismo.

El PO esta pegado al llamado de una asamblea constituyente, no porque la situación objetiva lo demanda sino porque ellos en actualidad no ven la cuestión de la conciencia de clase y la actividad propia como el punto. Ellos usan la demanda, sin ni siquiera advertirle a las masas que si tal asamblea fuera un hecho, los partidos burgueses estarían adentro de ella, tratando de ganarse parte de la clase media y de confundir a los trabajadores también. Ellos no advierten que esa clase de cuerpo burgués está lleno de peligros. Ellos no dicen la verdad de lo que es una asamblea constituyente, que los trabajadores deben por lo menos preparar su propio partido para confrontar con los partidos radicales burgueses de la clase media que estarán allí. En pocas palabras ellos están provocando un aumento en las ilusiones sobre la asamblea constituyente, y no están disipando las ilusiones que existen. El camarada Balvanera insiste que el uso por el PO del llamado a una asamblea constituyente descansa en una aplicación trotskysta del programa transicional. Pero el corazón del programa transicional no está en las demandas democráticas; está en que pone por delante las demandas políticas, sociales y económicas que hacen un puente hacia el socialismo, que define como un estado de trabajadores provisorio. Él hace esto por medio de demandas que serían entendidas bajo el capitalismo (como la reducción del horario de trabajo y la subida de la escala salarial y la nacionalización de las industrias que están fracasando) y por las cuales se podría luchar. Pero nunca fue recomendado como una lista de lavandería de demandas para ser escrita en literatura y repetida en reuniones sin pelear por su base revolucionaria e intervenir como revolucionarios del proletariado. Como Trotsky explicó, el Programa Transicional substituye al programa mínimo reformista, no al programa revolucionario. En la manera que el PO lo usa, no solamente la asamblea constituyente sino también las demás demandas, es un disfraz decorativo para esconder la necesidad de la revolución.

El centrismo por su naturaleza vacila, atrapado entre los trabajadores avanzados y el miedo de la pequeña burguesía a la revolución obrera. El hecho de que el PO use el Programa Transicional, en particular la demanda para una asamblea constituyente, en la manera que lo hace, es una manifestación de su naturaleza centrista.

Al camarada Balvanera y sus aliados no les gusta nuestra polémica filosa; en particular a ellos no les gusta que nosotros definamos al PO, al PTS y a otros grupos como centristas. La lista de solidaridad Argentina fue inundada con cargos de que la LRP es “arrogante” y “ultraizquierda.” Y las quejas de Balvanera decían: “Estamos cansados del método que ustedes (LRP) usan, abstracto, propagandistico hasta el fondo, invalidando todo lo que existe como el liderazgo en la misma lucha revolucionaria”.

Nuestra “arrogancia” se basa en la tradición de Lenin y Trotsky, quienes siempre creyeron en las polémicas filosas y en decirle la verdad a la clase trabajadora como ellos la veían. Nosotros no tenemos ninguna fidelidad a un “trotskyismo” mas humilde que se dobla en favor a la democracia burguesa y traiciona la centralidad y independencia de la clase trabajadora. Por eso, insistimos en confrontar al marxismo falso, a su retórica y práctica. El centrismo no es un problema argentino ni americano sino un fenómeno internacional. La falsa llamada “trotskyista” a una asamblea constituyente para tomar el poder en Argentina hoy, no es ningún accidente ni fetiche inexplicable, ni es nada menor que las capitulaciones de “trotskyistas” en los Estados Unidos al partido Democrático y a la burocracia sindical. La gran línea divisoria de los revolucionarios de los Centristas por todos lados es la cuestión de clase. La noción entera de sí la conciencia de la clase trabajadora es la mayor importancia para la revolución ha sido contestada en dos formas que chocan por un largo tiempo entre los que se llaman trotskyistas. Este problema originado con la derrota contrarrevolucionaria de la revolución de Rusia y las demás luchas proletarias después de la segunda guerra mundial. Los “trotskyistas” después de la guerra llegaron a aceptar que el estalinismo tuvo una capacidad revolucionaria; esto reflejo su posición de clase, alterada. Al creer que el stalinismo de la pequeña burguesía podría formar “estados de trabajadores,” aunque sea deformados, poco le quedaba a la clase trabajadora para hacer, solo una tarea superestructural democrática para una próxima revolución política. (Vea el artículo Fue Trotsky un pablista? en nuestro website.) ¿Porque podría, la cuestión de la conciencia de la clase trabajadora y un partido independiente de la clase trabajadora ser tan importante si otras clases sociales pueden hacer el trabajo mayor? La revolución permanente la han puesto patas para arriba; en vez de los trabajadores completar las tareas democráticas a través de la revolución proletaria, los trabajadores se necesitan solamente para ser vigilante sobre las tareas democráticas.

No es ningún accidental, en la misma manera, que nuestra insistencia en hacer propaganda por el partido revolucionario y la independencia proletaria es menospreciada como “abstracta”. Nuestra insistencia en la lucha contra la corriente es llamada “un enfoque destructivo hacia la clase” que debes ser “abandonado enseguida.” ¡Esa es la conclusión de Balvanera! Esto en realidad representa la denigración del partido leninista que da prioridad a constantemente desarrollar la conciencia avanzada entre los cuadros, hasta cuando se hace trabajo masivo. Propaganda es, como repitió Lenin cada vez, el modo crítico en cual el partido comunica sus ideas hacia la vanguardia, los trabajadores avanzados. Saltando sobre las cabezas de las capas avanzadas enfatizando solamente la agitación (una sola y simple idea dirigida hacia la acción inmediata de las masas de trabajadores) siempre resulta en el oportunismo.

Para nosotros, el partido de la vanguardia es decisivo. Él representa la conciencia avanzada del mismo proletariado. Propaganda, “educación de cuadros,” es la llave hacia la construcción del partido y de tal manera la llave de la misma revolución. Simplemente defender la necesidad de la revolución es dar un paso mayor como “trotskyistas” mostrando como el PO hace lo que puede para esconderle esta verdad a los trabajadores. Pero hemos recomendado mucho más. Nosotros hemos dicho que la clase trabajadora entera tiene que aprender por medio de lucha, la necesidad de luchar unida y independiente contra el capitalismo imperialista. A diferencia de los “revolucionarios” que desean adoptar una opinión ante el mundo menos “arrogante,” nosotros en cambio queremos ayudar a los trabajadores que tienen una mentalidad revolucionaria y que están avanzando.