Este articulo apareció originalmente en Proletarian Revolution num. 59 (Verano del 1999).
En los EE.UU. y varios otros países, el racismo es el azote de la clase obrera. En muchos otros lugares, como los Balcanes, la opresión nacional juega el mismo rol: es utilizado por demagogos para lanzar a trabajadores los unos contra otros, para prevenir que una clase obrera unida confronte a los capitalistas mediante una lucha de clases poderosa que pudiese darle fin a la opresión e explotación de una vez por todas.
En esta época de imperialismo, el capitalismo sobrevive únicamente debido a su habilidad para oprimir, dividir e superexplotar. Es por eso que el entendimiento de la estrategia comunista para ponerle fin a la opresión nacional es una necesidad vital para todo trabajador.
La teoría marxista clave sobre la “cuestión nacional” fue desarrollada por Vladimir Lenin, el fundador del Partido Bolchevique y dirigente de la Revolución Rusa del 1917. Lenin luchó contra opositores políticos y hasta contra sus propios camaradas para establecer que la defensa del derecho a la autodeterminación nacional ocupa una posición central en el comunismo autentico.
La autodeterminación significa el derecho de una nacionalidad oprimida para separarse del estado que la gobierna para crear su propio estado nación independiente o unirse a otro estado nación. Es un derecho democrático-burgués, pero es negado por los gobernantes pro-capitalistas y por los poderíos imperialistas en esta época de decadencia del capitalismo.
La meta principal de Lenin fue la unidad de la clase obrera dentro de las fronteras nacionales y entre los países avanzados e colonizados. Como regla general, no apoyaba la secesión como tal sino la hacia depender de la situación concreta. Como centralista de orientación marxista hasta el tuétano, enfatizaba las ventajas de los grandes estados con sus vínculos industriales e financieros integrados. Sin embargo, si el proletariado iba a ganarse a su influencia a las masas coloniales, tenía que defender el derecho de las naciones oprimidas a la secesión.
Lenin también afirmó que la conciencia revolucionaria no era incompatible con el chovinismo nacional. La defensa por los comunistas de los derechos de los pueblos oprimidos era también un elemento vital en la lucha contra el chovinismo en la clase obrera de los países imperialistas.
Por lo tanto, en el transcurso de sus luchas, los trabajadores e campesinos de los países oprimidos se darían cuenta que los trabajadores de los países imperialistas son sus aliados, y que sus burguesías nacionales – y no únicamente los imperialistas – son sus enemigos. Adelantando el derecho a la autodeterminación iba dirigido a adelantar la lucha de clases dentro de los países oprimidos, con tal de que los capitalistas nativos ya no escondian su propio rol de explotación detrás de la obvia explotación e dominación política de los imperialistas.
Posterior a la Revolución Bolchevique y el amplio horizonte que le creo a las luchas anti-coloniales a través del mundo, Lenin favoreció un tanto mas la independencia como la vía de avance en la Asia y África; constituía una vía hacia la unidad internacionalista de los trabajadores en lucha contra el imperialismo.
Como Marx, Lenin vio a la nación como un paso históricamente necesario e progresista en el desarrollo del capitalismo. Anterior a la Primera Guerra Mundial, el enfatizo la necesidad de que las naciones oprimidas se sobrepusieran a las barreras pre-capitalistas. La consolidación de los estados naciones capitalistas le permitiría un espacio más amplio y la más alta estabilidad para la acumulación de capitales y el desarrollo superior de las fuerzas de producción, incluyendo a la misma clase obrera. Era necesaria una etapa en la cual el proletariado luchara a favor de su autodeterminación como parte de la lucha por una “democracia consistente”.
Sin embargo, tal etapa nunca constituyo un fin como tal. La lucha de clases se mantuvo como el issue dominante, determinando si la defensa de la autodeterminación era apropiada en cualquier momento dado. Lenin instó a favor de una alianza del proletariado de los países capitalistas desarrollados con las masas de las colonias e semi-colonias dirigidas inicialmente por los nacionalistas burgueses. La revolución proletaria en los países desarrollados, que eran potencialmente capaces de producir en abundancia mas ligero que las tierras subdesarrolladas, era la meta principal. Pero las burbujeantes revoluciones del mundo colonial fueron decisivas para demoler el agarre global del reaccionario sistema burgués que se había esparcido a todos los contornos del planeta.
Con el estallido de la Primera Guerra Mundial, Lenin concluyó que el capitalismo había entrado en su época de decadencia – una época de revolución y de transición al socialismo, pero también de contrarrevolución y guerras imperialistas para redividir al mundo. La barrera principal que encara la clase trabajadora ya no era el feudalismo pre-capitalista sino el capitalismo imperialista. Las fuerzas productivas en los países avanzados – sobre todo, el proletariado – ya se encontraban lo suficientemente maduras para que el capitalismo estuviese completamente listo para la revolución socialista; entonces la abundancia posible se podría diseminar a través del mundo.
Lenin continuo recalcando la importancia de la lucha a favor de los derechos democrático- burgueses como medio por el cual, a través del tiempo, toda la era burguesa del desarrollo humano podía ser trascendida por la revolución socialista. Sin embargo, la idea de la lucha democrática como etapa separada cedió mas y mas a la primacía de la revolución socialista como medio para llevar acabo las demandas democráticas, de esta manera sentando las bases para la Revolución Bolchevique del 1917. Por ejemplo, en el 1915 Lenin escribió un pasaje que se acerca a la teoría de revolución permanente de Trotsky:
Debemos combinar la lucha revolucionaria contra el capitalismo con un programa revolucionario y tácticas sobre todas las demandas democráticas: la republica, la milicia, la elección popular de los oficiales, derechos iguales para la mujer, la autodeterminación de las naciones, etc. Mientras exista el capitalismo, estas demandas – todas – se pueden lograr únicamente como excepción, y aun así de forma incompleta e distorsionada. Basándonos en la democracia que ya existe, y desenmascarando su estado incompleto bajo el capitalismo, demandamos el derrocamiento del capitalismo, la expropiación de la burguesía, como una base necesaria tanto para la abolición de la pobreza de las masas y por la completa e redondeada institución de todas las reformas democráticas. (“El proletariado revolucionario y el derecho de las naciones a la autodeterminación”, Obras Completas, vol. 21)
La lucha a favor del derecho a la autodeterminación, como por otras demandas democráticas, estaba dirigida a liberar, educar e unificar políticamente al proletariado – tanto al exterior de la de la nación oprimida como en su interior. En el curso de la lucha, y con la conducción de los marxistas, se haría evidente los límites del capitalismo. El proletariado que se desarrolla dentro de las tierras coloniales e semi-coloniales, dirigido por las ya maduras clases trabajadoras de los países capitalistas avanzados, podría escoger la vía hacia la revolución socialista. La lucha a favor de la democracia e igualdad también era un medio para lograr el apoyo del campesinado, un factor critico especialmente en las colonias e semi-colonias.
Ya que el socialismo se encontraba ahora en la agenda internacional, el desarrollo nacional del capitalismo en el mundo colonizado mediante las luchas anti-coloniales era ahora únicamente relativamente progresista. Ya no era necesario para el progreso humano que los nacientes capitalistas mantuvieran un estado nación que los cobijara para permitirle domésticamente acaparar una porción mayor con la explotación de los trabajadores e campesinos.
En contraste a las burguesías nacionales, el nacionalismo para las masas significa lograr las mejores condiciones que ellos ven que disfrutan los nacionales de los países imperialistas. Pero las naciones económicamente no-viables producto de la dominación imperialista no son capaces de crear tal equidad. Por esta razón los comunistas se ven obligados a afirmar su oposición a la trampa que constituye el nacionalismo. Se ven obligados a desenmascarar la contradicción entre el nacionalismo de la burguesía y el nacionalismo transitorio de las masas, para que su opuesto, la conciencia internacionalista, crezca.
Las revoluciones anti-coloniales se vincularon a las clases obreras socialistas en el Occidente mediante una lucha conjunta contra el enemigo común, el imperialismo. Lenin veía a la independencia nacional como una meta política que se podía lograr por los pueblos coloniales. Ese era uno de sus desacuerdos con Rosa Luxemburgo sobre la cuestión nacional. El estaba de acuerdo con ella de que la independencia económica era imposible en la época del imperialismo; los nuevos estados naciones no eran viables como medios hacia la verdadera independencia. Para Lenin, cualquier significado progresista fugaz retenido en el sentimiento nacionalista de las masas coloniales se debía al hecho de que esa era la forma que asumía su despertar político.
El derecho de un pueblo oprimido a la autodeterminación es un principio. Pero para los marxistas, todos los derechos democrático-burgueses se subordinan al principio supremo de la lucha revolucionaria de la clase obrera internacional. Los principios, por supuesto, no son transhistoricos u inmutables; pero cuando son subordinados, solo se permite por un momento de tiempo y con preparación previa para el hecho de que el paso tendrá consecuencias de las cuales habrá que defenderse.
Para resumir, Lenin consideraba la defensa del derecho a la autodeterminación como un arma programática principista, diseñada para ayudar a alcanzar la conciencia socialista revolucionaria. En situaciones donde la independencia era deseada, Lenin inicialmente pensaba que el desarrollo de nuevos estados nacionales burgueses era progresista comparado con las condiciones pre-capitalistas. Mas tarde, al desarrollarse la nueva época, afirmó que la conciencia nacionalista en los países coloniales era progresista en el sentido pasajero de que despertaba el conocimiento político entre las masas de la necesidad de luchar contra el enemigo común del imperialismo.
Estas visiones nunca convirtieron a Lenin en un nacionalista, no mas que el apoyo al desarrollo nacional burgués versus el feudalismo no convirtió a Marx en capitalista o en nacionalista. Marx y Lenin le otorgaron únicamente apoyo transitorio a los movimientos nacionales, aun cuando los veían necesarios e progresistas. Eran únicamente un medio para alcanzar su meta real e explicita, el internacionalismo proletario.
Para Marx, Engels, Lenin, y Trotsky, la defensa del derecho a la autodeterminación era en el fondo un medio para exponer e desenmascarar toda fuerza de clases contraria y cada respuesta pro-burguesa a los anhelos de las masas a favor de la igualdad e una vida decente. Únicamente la revolución socialista dirigida por el proletariado es capaz de resolver los problemas desesperados que acechan a la humanidad.
Por lo tanto, en el sentido más amplio pero fundamental, los bolcheviques esgrimieron el arma de autodeterminación nacional para lograr una meta fundamentalmente anti-nacionalista. Era un medio para convencer a las masas de que el nacionalismo y la construcción de naciones son fundamentalmente calles sin salida. La línea entre las aspiraciones democráticas de las masas y las metas nacionalistas de los engañosos dirigentes burgueses era a veces difícil desenmascarar en las luchas reales, sin embargo era absolutamente vital hacerlo.
A principios del siglo veinte, Lenin y Trotsky eran asimilacionistas (integracionistas), como Marx e Engels anterior a ellos. (Marx, por ejemplo, exhortó a los checos a abandonar los vestigios de su lenguaje e cultura separada y se convirtieran alemanes.) En Europa oriental y en otros lugares, se formaban nuevas nacionalidades al interior de las fronteras de varios estados. Como centralistas, estaban a favor de que los nuevos estados fuesen los mas grandes e inclusivos posible, fraguando bajo un mismo techo innumerables grupos infinitamente subdivididos de gente que existían a través de los Balcanes y la Europa oriental eslava. El proceso de desarrollo revolucionario burgués exigía que los estados nacionales homogeinezara a estos pueblos dispersos en naciones mas uniformes, como había ocurrido en Europa occidental.
La meta centralista marxista se mantuvo en la nueva época del imperialismo, aun cuando se tuvieron que tomar desvíos para llegar hasta la misma. Abogar a favor del derecho de la autodeterminación nacional no estaba tenia como meta la creación de una multitud de naciones-estado sino por el contrario probarle a las masas oprimidas que el proletariado de los países dominantes defienden sus derechos. Solamente esa defensa hace posible la unidad obrera internacionalista.
La autodeterminación es el derecho de una nacionalidad oprimida a la secesión; los otros derechos democráticos son pertinentes a grupos oprimidos no-nacionales. ¿Pero que es una nación?
Los vocablos que se utilizan hoy día para describir a varios pueblos se han alterado a través del tiempo. La “raza”, “nacionalidad” y “casta” han tenido significados diferentes pero también han sido utilizadas intercambiablemente por la gente, los estudiosos y los marxistas. Hasta Marx se refirió ocasionalmente al proletariado como una “raza”. Para dar otro ejemplo, Lenin y Trotsky, ambos, señalaban hacia la “nación alemana”, significando nacionalidad, y a la “raza alemana”, significando lo mismo. En un ensayo sobre la autodeterminación, Lenin se refiere a los judíos de Polonia como una “casta” – un par de paginas mas adelante como una “nación”. A pesar de que se oponía al derecho a la autodeterminación de los judíos debido a que no eran una nación aparte tanto de la nación polaca como de la rusa.
Seria un error desechar la intercambiabilidad de los vocablos utilizados por nuestros antepasados politicos como un simple hecho de confusión u imprecisión – aunque ese elemento existía. La realidad misma era “imprecisa”. La raza/el racismo y la nación/chovinismo nacional fueron creaciones del joven capitalismo. (Vea nuestro panfleto Marxism, Interracialism and the Black Struggle) La agrupacion de varios grupos de gentes bajo esas rubricas estaba lejos de completarse en la mayor parte del mundo – en las mentes tanto de las gentes como de los observadores. Los marxistas no decidieron de ante mano que tales grupos inevitablemente se endurecerían a formar naciones, razas, castas, grupos étnicos e nacionalidades especificas como las conocemos hoy día. El endurecimiento relativo coincidió con el desenvolvimiento del imperialismo al desarrollarse la nueva época.
Bajo la tutela de Lenin, Stalin escribió lo que mas tarde se convirtió en la definición marxista “clásica” de la nación: “una comunidad estable de lenguaje, territorio, vida económica y composición sicológica de evolución histórica manifestada en una cultura de comunidad”. Trotsky también se suscribió a esta definición. Pero tal definición debe ser tomada como modelo, una abstracción; constituia una norma vital si la realidad del proceso de construcción de nación se iba a entender. El desenvolvimiento histórico del proceso no se podía congelar en el tiempo con una definición. La cuestión concreta mas importante era la conciencia en el desarrollo de un pueblo en particular. ¿Veía como patria nacional – el territorio que un pueblo oprimido habitaba? Por ejemplo, los judíos en cierta región no consideraban su territorio como su patria especifica sino como parte de Polonia donde habían habitado desde el Siglo XIII.
A finales de los años treinta, Trotsky adelantó la idea de la conciencia históricamente desarrollada como la base para determinar si los negros en América Latina se iban a convertir en una nación. El contaba con que una conciencia nacional emergiese cuando la lucha masiva que el pronosticó se desatara. Su método, basado en la experiencia rusa, era correcto, aunque su entendimiento real de la conciencia y futura dirección del pueblo negro en la franja negra del sur norteamericano era incorrecto.
En resumen, 1) para determinar la aplicabilidad del derecho de la autodeterminación, es necesario un entendimiento de la conciencia territorial del grupo y la posible dirección de los eventos políticos; 2) no podemos asumir de forma fatalista que un grupo oprimido desarrollara u deberá desarrollar conciencia nacional.
Para ilustrar aun mas este punto, podemos echarle una mirada a las revoluciones coloniales posteriores a la Segunda Guerra Mundial, que levantaron la cuestión de la autodeterminación de varios emergentes estados africanos donde la identificación nacional era débil. En muchos países africanos, como en la India, no existía ni una lengua u cultura común. Sin embargo, las divisiones que el imperialismo había creado eran reales. Un grado de integración económica e política existía dentro de cada país específico; vinculado a las amplias tendencias históricas, que condujeron a cierta conciencia nacional. Esto, junto al asesoramiento marxista de la dirección general de a lucha de clases internacional, dictó nuestra defensa del derecho a la autodeterminación para las luchas de liberación nacional.
Por supuesto, al interior de estas naciones pos coloniales existían muchas diferencias étnicas. Hubiera sido incorrecto, sin embargo (con ciertas limitadas excepciones), aceptar las diferencias como una base legitima para formar naciones separadas; eso hubiese sido una concesión a los imperialistas. El imperialismo intentó, a menudo exitosamente, dividir e conquistar a los oprimidos insistiendo e exacerbando las diferencias que existían pero que en las mentes de los mismos pueblos no estaban determinadas (de forma fatalista) a llevarse acabo.
Habiendo llegado tardíamente al capitalismo con un desarrollo burgués revolucionario severamente deformado, la región de los Balcanes, como África y la India, se encuentra mucho mas atomizado de forma lingüística e cultural que el Occidente. En la ausencia del internacionalismo revolucionario, la atomización ha vuelto a surgir – similar a la Europa occidental. De igual manera, en los Balcanes, mientras es necesario defender los derechos de los pueblos oprimidos, una política de carta blanca sobre la autodeterminación para cada pequeño grupo solo exacerbaría rompimientos innecesarios en el proletariado. Peor aun, si tal política se extendiese a los pueblos no-oprimidos, sus efectos serian devastadores.
Reclamamos firmemente el derecho a la autodeterminación para las naciones oprimidas – donde la condición de ser una nación se determina por la historia y el desarrollo del apego consciente del pueblo a un territorio dado entendido como nación. Por ejemplo, la conciencia nacional de los kosovares es clara, aunque prefieran o no un Kosovo independiente o la unidad con Albania. La mayor parte del periodo desde que los Grandes Poderíos le otorgaron a Kosovo, con su mayoría albanesa, al reinado serbio, en vez, de a Albania – durante el regateo diplomático llevado acabo durante las Guerras de los Balcanes del 1912-1913, Serbia ha gobernado de forma opresiva sobre los kosovares albaneses. Como ilustración, León Trotsky, entonces un corresponsal de guerra en esa región, escribió en el 1913:
Los bulgars en Macedonia, los serbios en la vieja Serbia, en su afán nacional para corregir la data en las estadísticas etnográficas que no les favorecen, están simplemente muy ocupados con la exterminación sistemática de la población musulmana... (The Balkan Wars, pag. 286)
La autodeterminación nacional de los serbios de Kosovo, por otro lado, no aplica, ya que ellos no son un pueblo oprimido sino parte de la nación Serbia como tal. Por supuesto, los marxistas defienden los derechos democráticos e humanos de la minoría serbia al interior de un Kosovo independiente o albanes. Pero los argumentos de que Kosovo es “tradicionalmente serbio” son tanto falsos históricamente como irrelevantes a la conciencia de la vasta mayoría de la población. Y además alimentan la manipulación divisiva del imperialismo.
Durante la guerra de Kosovo, algunos en la izquierda argumentaban que la capitulación albanesa ante la OTAN había invalidado el derecho a la autodeterminación nacional de Kosovo. La Spartacist League fue la mas explicita. Declararon que habían defendido el derecho de los kosovares a formar un estado independiente – “hasta que el étnico Ejercito de Liberación Kosovo albanes (KLA)... se había convirtió en nada mas y nada menos que un peon de las metas bélicas imperialistas de la OTAN”. (Workers VanguardM, 2 de abril) Mientra que esto seria una razón legitima para negarle apoyo militar a la KLA, el negarle el derecho del pueblo a la autodeterminación es algo completamente diferente.
Intentando darle a su rechazo a la autodeterminación un pedigrí marxista, los de la Sparticist League reclamaban que Lenin le había negado a Polonia el derecho a la secesión de la Rusia zarista durante la Primera Guerra Mundial: “en el contexto de la guerra interimperialista, Lenin argumentó correctamente que el llamado a favor de la independencia de Polonia servia únicamente como una cobertura democrática para el imperialismo alemán”. (Workers Vanguard, 28 de mayo)
Esta es una distorsión típica de los Spartacist. De hecho, Lenin advirtió que los llamados a favor de la independencia de los nacionalistas polacos durante la guerra servían al imperialismo, tanto alemán como ruso. Exhortó a los socialistas polacos a “trabajar por la unidad de la lucha proletaria tanto en países pequeños como los grandes sin avanzar consignas a favor de la independencia durante una época dada o un periodo dado”. Pero añadió que los socialistas rusos y alemanes “permanecieran internacionalistas... demandando para Polonia la libertad incondicional para la secesión”. (The Discusión on Self-Determination Summed Up, July 1916)
Los Spartacist creen que para defender el derecho de un pueblo a la autodeterminación, los marxistas también deben estar de acuerdo con su selección de la independencia. Los esfuerzos de Lenin para separar a las masas de la base – de los dirigentes nacionalistas engañosos entonces se convierte simplemente en un medio para ir a la rabiza de los dirigentes engañosos. Y cuando los Spartacist no están de acuerdo, abandonan la defensa del derecho democrático, acción que inevitablemente conduce a actuar de rabiza de los opresores. De hecho, ese era el punto de Lenin durante la guerra cuando argumentó vigorosamente a favor del derecho a la autodeterminación de los polacos (y otros). Aquí uno de varios ejemplos:
Si los socialistas de Inglaterra no reconocen y sostienen el derecho a la secesión de Irlanda, si los franceses no hacen lo mismo para la Niza italiana, los alemanes por la Alsace-Lorraine, los daneses por Schleswig y Polonia, los rusos por Polonia, Finlandia, la Ucrania, etc, y los polacos por la Ucrania – si todos los socialistas de los “Grandes” Poderíos, i.e.,de los grandes barones ladrones – no sostienen ese derecho con respecto a las colonias, se debe exclusivamente a que de hecho son imperialistas, y no socialistas. (The Question of Peace, July-August 1915) Lo mismo se puede decir de los socialistas norteamericanos que no sostienen el derecho de Kosovo a la independencia, especialmente cuando ese derecho es denegado en el presente por el imperialismo norteamericano.
La autodeterminación es raramente concedida por el imperialismo sin la amenaza de una feroz lucha, política y militar. Cuando la lucha nacional es controlada por lideratos burgueses o pequeño-burgueses, son necesarias tácticas precisas. Los leninistas utilizan la táctica del “apoyo técnico-militar” en defensa de un liderato no comunista que lucha contra el mismo opresor. Esto puede incluir posibilitar que ese liderato obtenga armas y cualquier otra ayuda táctica a partir de cualquier fuente. Es decir, por un momento en el tiempo, cada cual por sus propias razones, los comunistas y lo no-comunistas apuntan sus armas (literal o figurativamente) no hacia cada cual sino hacia su enemigo común.
El apoyo militar a lideratos no obreros significa que no tenemos ningún apoyo político con el mismo. Los leninistas le han dado apoyo militar a través del siglo al socialista “contrarrevolucionario” ruso Kerenski contra el general zarista Kornilof, al emperador reaccionario etiope Haile Salasie contra el imperialismo italiano, al asesino Chiang Kai-chek contra el imperialismo japonés, al sangriento general Galtieri en Argentina contra el imperialismo británico, al criminal Saddam Hussein contra el imperialismo norteamericano/OTAN – para mencionar únicamente unos pocos enemigos de la clase obrera que por un momento histórico se vieron obligados a combatir en el lado correcto. De igual manera, podemos, en momentos apropiados, darle apoyo militar al KLA o al régimen de Milosevic contra el opresor momentáneamente dominante.
Ya que el apoyo militar en el sentido descrito implica cero acuerdo político, nosotros en ocasiones nos referimos a nuestra política como “apoyo militar pero no político”. Por esa razón, y en general, no hacemos un llamado a favor de una “victoria militar” para elementos no proletarios si puede implicar un apoyo para que tomen el poder estatal o alcanzar metas bélicas. La importancia de esta distinción se puede ver otra vez en el ejemplo de los Spartacist, que hicieron un llamado a favor de la victoria militar del FMLN en El Salvador, abogando a favor del poder estatal para un frente colaboracionista de clases, mientras nosotros abogamos únicamente a favor de apoyo militar para la derrota del imperialismo. (Vea Socialist Voice num. 14) Los Spartacist que andan efectivamente a la rabiza endosaron una coalición de frente popular que intentaba alcanzar el poder estatal arrebatándoselo al régimen proimperialista. Los marxistas genuinos rechazan la colaboración de clases y no le dan apoyo político a ningún gobierno capitalista.
En cualquier otra situación, como la guerra entre la OTAN y Serbia, hicimos un llamado a favor de una victoria militar contra los imperialistas – debido a que aquí el término implicaba únicamente la derrota de los imperialistas y no el surgimiento de un nuevo contendiente burgués al poder estatal. La victoria podría resultar en que se mantenga Milosevic en el poder, pero especialmente dada las divisiones en Serbia, eso no era un hecho garantizado ni tampoco fue nuestra intención. (Nuestro apoyo a favor de la autodeterminación de los kosovares fue claramente en oposición a las metas bélicas de Milosevic.)
Puede ser que por falta de recursos no podamos ofrecer ningún apoyo militar o técnico. Entonces la consigna se convierte en una declaración de propaganda, un medio para comenzar a convencer a los obreros de nuestro método y para cuando en el futuro sean posibles ofertas más tangibles de asistencia militar.
Afirmamos que damos apoyo militar cuando el liderato engañoso e traicionero en cuestión esta realmente combatiendo a los opresores. Apoyamos únicamente a esos golpes militares que se asestan contra el enemigo común. Como señalara Trotsky sobre el abogamiento de apoyo militar para la republica burguesa que combatía contra los fascistas de Franco durante la Guerra Civil Española, sabemos que muchas de las armas enviadas pueden ser utilizadas contra nosotros y las masas. Pero en la aguda situación que requiere de nuestra ayuda, no tenemos alternativa que no sea tomar un riesgo muy real.
Existen circunstancias específicas, como aquellas donde los bolcheviques defendieron militarmente al gobierno provisional de Kerenski, donde los dirigentes engañosos no combaten realmente al enemigo pero le damos nuestro apoyo. Un rasgo critico de la táctica de apoyo militar, como con la defensa de la autodeterminación, consiste en desenmascarar ante sus bases en las masas a los dirigentes engañosos. La defensa militar de los bolcheviques realmente sirvió para demostrarles a los obreros de Petrogrado que ellos – y no el gobierno provisional – defendieron a las masas y a sus soviets.
La utilización del apoyo militar se ha hecho mas frecuente durante el periodo pos Segunda Guerra Mundial. El proletariado mundial ha sufrido masivas derrotas debido a las traiciones socialdemócratas e stalinistas, incluyendo la supresión de las revueltas obreras de pos guerra. Por lo tanto, los obreros han tenido que encarar revoluciones de los oprimidos generalmente dirigidas por lideratos procapitalistas; el apoyo militar ha sido un importante medio táctico para la intervención en las luchas de autodeterminación.
Dada la naturaleza de los lideratos de las luchas nacionales, estos hacen acuerdos con el imperialismo. Entonces es necesario evaluar si los imperialistas son los que determinan los resultados de la lucha. Por ejemplo, aunque Cuba recibía ayuda de Rusia y estaba económicamente atada a su imperialismo, el balance de relaciones concretas entre los dos en el escenario mundial no le permitió a la URSS tratar a Cuba como un peón semicolonial. Por lo tanto, cuando el imperialismo norteamericano intento invadir a Cuba en el 1961 (y en todos los ataques subsiguientes), estuvimos por la defensa de Cuba y la derrota de los EE.UU. Lo mismo fue cierto en la guerra norteamericana contra Vietnam. De igual manera, aunque el CNA en Sud África recibió apoyo concreto de una cantidad de poderíos imperialistas europeos, nosotros no le negamos nuestro apoyo militar en la lucha contra el apartheid.
Aun así, algunas situaciones requieren de la retirada del apoyo militar – cuando el liderato ha subordinado efectivamente su lucha a las metas del bloque imperialista. Ese fue el caso del liderato de Bosnia en el 1995 (vea Proletarian Revolution num. 50), y con el liderato albanes de Kosovo (tanto de Rugosa como del KLA) contra el régimen serbio. Nuestra organización le brindó originalmente apoyo militar al KLA en lucha contra la opresión nacional conducida por el régimen serbio. (Vea Proletarian Revolution num.57) Le retiramos nuestro apoyo cuando la KLA efectivamente se convirtió en un auxiliar de la OTAN.
Permaneció necesario, sin embargo, mantener el apoyo a la defensa militar del pueblo kosovar contra la limpieza étnica de los serbios. También extendimos el apoyo militar a las fuerzas de la KLA que específicamente defendían civiles de los ataques serbios. El no haberlo hecho hubiese significado la claudicación al bando de los opresores. Pero como no existían ningunas fuerzas armadas anti-serbias que no estuviesen subordinadas a la OTAN y al imperialismo, estuvimos por la defensa militar general de las fuerzas serbias contra la KLA mientras la KLA combatía en el mismo bando que la OTAN. A veces en el campo de batalla las distinciones son difíciles de aclarar, pero los marxistas deben aprender a como tomar determinaciones concretas.
En algunas situaciones, existen diferentes organizaciones que reclaman el liderato de las masas. Si existe mas de un liderato a lo cual se le puede dar ayuda militar o técnica concreta, naturalmente nuestra ayuda iría preferiblemente hacia las organizaciones obreras – si existiesen. En la lucha en Nicaragua contra los contras aliados de los EE.UU., abogamos a favor de enviarle ayuda a los sindicatos de Nicaragua en vez de al burgués gobierno sandinista. (Vea el Proletarian Revolution num. 25) Si tales organizaciones no existen, favorecemos ayudar a los grupos cuya lucha sea objetivamente la mas concretamente dañina al imperialismo. En la revuelta en Angola contra el imperialismo portugués en el 1975, apoyamos militarmente al MPLA en vez de la UNITA (Ver Socialist Voice num. 1). Esta alternativa no se basó en ningún acuerdo político sino en un estimado de que la MPLA se movía hacia luchas reales contra el imperialismo en esos tiempos.
El apoyo militar es una táctica limitada; la defensa del derecho a la autodeterminación es una táctica a gran escala – y, a la vez, es un principio. Las tácticas en el campo de batalla de la guerra de clases son generalmente variables e flexibles. Los principios son guías a la acción, y no moralismos abstractos tallados en piedra para la eternidad. Sin embargo, la historia ha demostrado que estos deben ser violados solo raramente – y entonces y solamente entonces, con gran cautela y abiertas advertencias sobre las consecuencias que son altamente llenas de riesgos.
En amplia síntesis, lo que gobierna nuestra disposición a extenderle apoyo militar a las luchas de autodeterminación es el estado y dirección de la lucha de clases internacional contra el imperialismo. Sobretodo, determinamos nuestras tácticas e principios – cuando y si las aplicamos – con referencia a nuestra meta estratégica fundamental de la revolución socialista. ¿Aumenta la acción nuestra habilidad para defender a nuestra clase y aumentarle su conciencia en las naciones oprimidas y opresoras, en la región y a través del mundo? En resumen, ¿nos ayuda a recrear la vanguardia de la conciencia proletaria, la autentica Cuarta Internacional?