El siguiente artículo fue publicado por primera vez en Proletarian Revolution núm. 81 (primavera de 2008).


Programa revolucionario para Cuba

Esta carta es de la redacción de la LRP a un correspondiente argentino. Fue escrita antes de que Fidel Castro anunciara su retiro que ha remojado los apetitos imperialistas e gubernamentales a favor de ataques capitalistas mayores contra el pueblo trabajador cubano. Es necesaria la defensa revolucionaria de Cuba contra el imperialismo. Esta discusión es ahora claramente más urgente que nunca.

Nos preguntas sobre cual es nuestra política sobre Cuba. Esta es una pregunta muy importante que tomamos muy en serio.

Como Ud. bien sabe, consideramos capitalista al estado cubano. Por consiguiente, nuestra política sobre Cuba es la misma que para el resto del mundo:

La revolución socialista proletaria. Sin embargo, fallaríamos ante nuestra responsabilidad de proveer dirección y asesoramiento a la clase trabajadora si no tratamos de tomar en encuenta las peculiaridades de la historia e sociedad cubana, y explicar cuales serian las tareas primarias de la revolución socialista proletaria en Cuba.

De igual manera, como una organización basada, por ahora, principalmente en los EE.UU., nuestra responsabilidad primaria con relación a Cuba consiste en defender al pueblo de Cuba contra los constantes ataques y el embargo impuesto por la clase dominante norteamericana. Estamos obligados a tomar esa ruta precisamente debido a que no le brindamos apoyo político ni al gobierno de Castro o al Partido Comunista de Cuba. Es necesario demostrar prácticamente que la autentica oposición comunista al dominio estalinista no tiene nada en común con la subversión pro-imperialista.

No obstante, seriamos negligentes a nuestras tareas internacionalistas si no utilizamos los adelantos teóricos que hemos alcanzado en el entendimiento de la naturaleza de clases del estalinismo para auxiliar a nuestros compañeros/as trabajadores/as, en Cuba y en el resto del planeta, a desarrollar un programa político para combatir al estalinismo. Ya que nuestro programa político es la revolución permanente, y no el socialismo en un solo país, reconocemos que la lucha por el socialismo es una tarea internacional.

Por contraste, mientras que el aislamiento de Cuba ha sido impuesto por los ataques imperialistas, se ha profundizado y sostenido por el desaliento conservador e egoísta a que las luchas tomen la verdadera vía revolucionaria en otros lugares de América Latina dando como pocos ejemplos a Chile, Nicaragua, y El Salvador.

Como Ud. bien sabe, sostenemos junto a Trotsky que ya para finales de la década del treinta del siglo pasado, el estalinismo se había convertido definitivamente contrarrevolucionario. Sostenemos que la contrarrevolución en la Unión Soviética fue aun más exitosa y completa de lo que Trotsky comprendió en esos momentos, y que ya para el 1939 la burocracia estalinista había destruido los últimos vestigios de la dictadura proletaria y se había convertido así misma en una clase dominante capitalista, que presidía sobre un capitalismo extensivamente estatificado que había usurpado los adelantos obreros revolucionarios. La extensión imperialista rusa de este sistema a la Europa Oriental planteaba retos teóricos a la dirección posguerra de la Cuarta Internacional que intentó resolverlos con el concepto antimarxista de “estado obrero deformado” – es decir, un alegado estado obrero creado sin una revolución obrera.

Cuba no se parece a la mayoría de los estados de Europa Oriental pero es igual a la China, Vietnam, y la ex Yugoslavia, en el cual el estalinismo fue establecido en esos lugares no por el imperialismo ruso sino como resultado de una revolución localmente dirigida e inspirada. En todos estos casos, la revolución no era proletaria en su liderato e métodos y no fue dirigida por un partido proletario revolucionario sino por una facción de la intelectualidad clase media.

Por lo tanto, los adelantos de estas revoluciones no eran fundamentalmente socialistas; eran parcialmente adelantos nacionales e democráticos, en los cuales se abrían ciertos espacios de respiración con relación al imperialismo.

Por otro lado, Cuba, sin embargo, no era igual a la China, Vietnam, y Yugoslavia en dos aspectos importantes. La primera diferencia es que el liderato clase media de la revolución cubana no era todavía estalinista al comienzo de la revolución, aunque ciertas figuras (Raúl Castro, Che Guevara) tenían simpatías claras con el estalinismo. La segunda, y mas importante para los propósitos de esta carta, es que la clase trabajadora cubana tuvo un significativo pero subordinado rol en llevar acabo la revolución.

La estalinizacion del liderato clase media cubano fue indispensable para someter y poner la clase obrera bajo control. Esto fue un proceso histórico que es muy interesante e instructivo. El rol de los trabajadores/as en la revolución significó que el liderato clase media se veía obligado a hacer concesiones extensivas a la clase trabajadora para evitar la amenaza de una revolución obrera. Estos alcances se han erosionado significativamente a través de medio siglo de dominación estalinista, y se encuentran bajo una creciente amenaza acelerada; por lo tanto deben ser defendidos. Como explicase Trotsky, una clase que no es capaz de defender sus adelantos pasados no será capaz de conquistar nuevos. Para comprender los adelantos reales pertinentes a la clase obrera cubana, es necesario echar para el lado los clichés que son rutinariamente utilizados para defender la idea del “estado obrero deformado”.

Sin economía planificada

Por ejemplo, la “economía planificada”. Contrario a lo que mantienen los apologistas de Castro, como es bien conocido entre estudiantes serios de Cuba que esta nunca ha tenido un plan económico comprensivo sino más bien una serie de micro planes que gobiernan varias industrias y empresas que son formulados de manera ad hoc. El monopolio del comercio exterior que es una condición necesaria para lograr una economía planificada, nunca ha existido en Cuba. Varias empresas estatales en industrias no estratégicas son permitidas hacer sus arreglos de comercio exterior, paralelo a los tratados del gobierno central que cubren las mercancías principales como el azúcar y el petróleo. Y desde el colapso de la Unión soviética, Cuba ha visto la expansión de la industria turística, el establecimiento de compañías conjuntas con varias empresas imperialistas y otras de posesión foránea (canadiense, española, principalmente, pero también empresas latinoamericanas de México, Brasil, Venezuela, etc.), y el creciente rol de las remesas en la economía cubana. Cualquier control centralizado que existió sobre el extenso comercio que es esencial para la sobrevivencia de Cuba se encuentra ahora reducido. Nunca tuvo sentido hablar de una “economía planificada” en Cuba, y ahora tiene menos sentido aun.

Consideren el “empleo total”. Es cierto que el empleo oficial en Cuba es muy bajo, y que, sobre el papel, todo cubano tiene el derecho a un trabajo. En la práctica, sin embargo, la gran parte del empleo en Cuba está escondido. La tasa de participación laboral en Cuba – es decir, el porciento de la población adulta contada como empleada en trabajo asalariado o en busca de empleo – se ha estancado durante la mayor parte de los últimos cincuenta años desde la revolución, y se encuentra por debajo del 50%. Donde una vez fue una de las tasas mas altas en la América Latina, en el presente es una de las mas bajas.

Es especialmente notable en el caso de las trabajadoras. Antes de la revolución y durante las primeras décadas a partir de la misma, Cuba tenía el porciento más alto de mujeres activas en la economía que cualquier otro país en la América Latina, rivalizados únicamente por la Argentina. Durante años recientes, este indicador decisivo del estatus social de la mujer ha declinado en Cuba mientras ha aumentado en el resto de la América Latina.

Además, el bajísimo nivel de los salarios en Cuba le permite al gobierno esconder el desempleo mediante el subempleo. El salario básico de 250 pesos regulares al mes tiene muy poco poder adquisitivo. Para una fuerza laboral de menos de 5 millones de personas, esto equivale a 15,000 millones de pesos regulares al año. Esa cifra equivale a 600 millones de pesos convertibles o US$556 millones basado en el intercambio oficial de moneda. Comparado con el PNB nominal de Cuba de US$39,000 millones, esto significa que la nomina básica proletaria consiste en menos de 2% de la economía.

Pero para los trabajadores/as en industrias y empresas menos productivas, le cuesta muy poco al estado mantenerlos empleados nominalmente a niveles de subsistencia representados por el sueldo básico, acción que está destinada a prevenir los costos mas elevados de la inestabilidad social asociada al desempleo masivo. El viejo e agrio chiste de los trabajadores/as polacos bajo el estalinismo – “Ellos pretenden pagarnos, y nosotros pretendemos trabajar” – todavía es vigente para muchos trabajadores/as cubanos, mientras que una minoría privilegiada obtiene salarios reales y trabajos reales. La baja porción de la economía cubana dedicada a los salarios de los trabajadores/as indica una sobresaltante e altísima tasa de explotación.

La propiedad estatal extensiva es un adelanto para la clase obrera cubana aunque no fuera conquistada directamente por la clase obrera. Si la clase obrera fuese a tomar el poder en Cuba el hecho de que ya existe la propiedad estatal de las empresas principales haría mas fácil el establecimiento de una economía planificada aunque todavía seria necesario establecer controles estadísticos adecuados y un monopolio del comercio exterior y, además, conducir una reevaluación total de las prioridades productivas debido a las necesidades materiales urgentes de las masas.

Además, la estatificación de la industria cubana fue un severo golpe para el imperialismo ya que antes de la revolución la mayoría de la industria cubana era o posesión de o endeudada al capital financiero imperialista. Al buscar el gobierno de Castro a través del tiempo reparar sus relaciones con los poderíos imperialistas mas allá de los norteamericanos, varios acuerdos se han alcanzado para la compensación de los capitalistas que no sean norteamericanos por sus perdidas durante la revolución, que han sido pagados por los trabajadores/as cubanos mediante su explotación por el estado cubano. No obstante las pérdidas aun mayores del capital norteamericano todavía no han sido compensadas y esto representa un punto contencioso para el imperialismo norteamericano y una victoria para la clase obrera cubana y todo el pueblo cubano. Cualquier intento para negociar un tratado de compensación con el imperialismo norteamericano o privatizar la propiedad estatal por este o cualquier gobierno cubano futuro, deberá ser derrotado incondicionalmente. De igual manera, las extensas deudas a bancos e gobiernos imperialistas que ha acumulado el gobierno cubano – tanto deudas a Europa Occidental como la inmensa deuda a la Unión Soviética que el corriente estado ruso ha comenzado a cobrar – representan una carga persistente sobre la clase obrera. Deben ser repudiadas igual que las deudas masivas que desangran la vida de la América Latina y del resto del “Tercer Mundo”.

Otros importantes adelantos son materia de consumo básico o servicios sociales que no son proveídos a los trabajadores/as como clase sino a la totalidad de la población, pero que benefician primordialmente a la clase trabajadora. Algunas de estos, tales como el derecho a la vivienda a bajo costo, se convierten en una parodia bajo condiciones de escasez – basándonos en las estadísticas del propio gobierno cubano, existe una escasez de 500,000 unidades de vivienda, lo cual no es una cantidad insignificante en una nación de 12 millones de habitantes.

Sin embargo, otros beneficios tales como el sistema nacional de salud son justificadamente famosos. Aun en este caso, sin embargo, existen inequidades viciosas. Los mejores doctores y tecnologías están reservados para los hospitales para turistas accesibles únicamente a la alta burocracia y extranjeros que portan grandes cantidades de dinero y divisas. Y al interior del sistema de salud nacional abierto al publico general existe el problema de la escasez de medicinas que están únicamente disponibles en las tiendas especiales de pesos convertibles.

La contradicción de clases principal en Cuba en el presente es entre la clase trabajadora y la capa alta de la burocracia que actúa como “clase regente” – una clase transicional que domina a favor y hasta que regrese la burguesía ausente. Crecientemente es un socio de la burguesía internacional mediante las industrias de posesión conjunta y muestra señales que va a engendrar una nueva burguesía cubana, similar a lo que ya ha ocurrido de diferentes maneras en la Europa Oriental, Rusia y la China.

Existe una división adicional que es políticamente muy importante – entre los que tienen acceso a sumas significativas de pesos convertibles y los que no lo tienen. Tal acceso puede conseguirse mediante un trabajo en la industria turística, una posición profesional en una capa de alto salario o a través de las remesas de familiares en el exterior. En la mayoría de los casos, membresía en el Partido Comunista ayuda a conseguir un empleo en la industria turística o acceso al nivel de educación necesario para asegurar una posición profesional clase media. Por lo tanto, la membresía en el partido sirve como medio de ascenso social y la división entre la economía del peso regular y la economía del peso convertible ha auxiliado a solidificar a la clase media y aristocracia laboral con un interés material en la estabilidad del régimen. Mas aun, existe evidencia sustancial que el acceso a los empleos de la industria turística ha sido limitado a cubanos principalmente de descendencia europea, de esta manera profundizando la línea de color en la sociedad cubana.

Programa revolucionario

De estos hechos podemos bosquejar una idea aproximada de algunas de las demandas claves que anticipamos que levantaran los trabajadores/as revolucionarios en Cuba:

En primer lugar, están las demandas democráticas. El monopolio sobre el poder político del Partido Comunista y especialmente su control sobre las uniones obreras debe terminarse. Esto no es para fortalecer el idealismo burgués, sino para que la clase obrera tenga la libertad para organizarse en defensa de sus propios intereses de clase – y más importante aun, para que los trabajadores/as políticamente más avanzados tengan mejores oportunidades para cohesionar su propio partido revolucionario de vanguardia. La libertad de expresión y la libertad de asociación, sin la vigilancia de la policía política, deben ser conquistadas.

En segundo lugar, están las demandas defensivas. No a la privatización. No a la compensación. No al bloqueo imperialista, o a cualquiera otra forma de intervención imperialista.

En tercer lugar, están las demandas económicas inmediatas. La distinción entre el peso regular y el peso convertible ha servido claramente como mecanismo para profundizar la explotación de las masas y la acumulación de capitales por el estado, Debe terminarse.

Aun así las dificultades económicas que enfrenta Cuba nunca se podrán solucionar únicamente dentro de las fronteras de Cuba. Tomen por ejemplo, la deuda imperialista. A mediados de la década del ochenta cuando Cuba se encontraba separada del financiamiento Occidental por incumplimiento de su deuda, Fidel Castro hizo algunos ruidos demagógicos acerca de la necesidad de una moratoria sobre la deuda. Luego de unos años, al Cuba alcanzar unos acuerdos para congraciarse con el capital europeo, esas murmuraciones fueron suspendidas calladamente. Sin embargo, la moratoria de la deuda seria una tarea urgente de cualquier estado obrero en América Latina, África o Asia, permitiéndole a esos estados la oportunidad para reorganizar sus economías para producir para satisfacer las necesidades urgentes de las masas y no para cumplir con los pagos de sus deudas. Si varios países latinoamericanos repudiaran sus deudas y trabajasen juntos para desarrollar un plan económico internacional, el resultado podría ser, sin una intervención imperialista catastrófica, un mejoramiento dramático en el estándar de vida de las masas. Esto es lo que es necesario no solamente para Cuba, sino a través del continente. Además, tal acción resultaría en tremendas desarticulaciones políticas e económicas que pueden acelerar el renacimiento de la conciencia de clases en las naciones imperialistas como los EE.UU. sin el cual la victoria final del socialismo seria imposible.

Si varias naciones latinoamericanas repudiasen sus deudas externas y desarrollasen un plan económico internacional, se mejoraría el estándar de vida de las masas y se le asestaría un tremendo golpe al imperialismo. Esto no ocurrirá bajo ninguno de los regimenes existentes, incluyendo a los “socialistas” de Cuba y Venezuela. Debido a esto nuestro programa es la revolución socialista proletaria. Mas aun, tal acción seria capaz de acelerar el renacimiento de la conciencia de clases en las naciones imperialistas como los EE.UU. y de esta manera avanzar hacia la victoria final del socialismo internacionalmente.