El siguiente artículo apareció en inglés en el número 27 de Proletarian Revolution (invierno 1987).


La “Revolución” de Gorbachev

¿Puede ser reformada Rusia?

Hace un cuarto de siglo desde que Nikita Khruschev se desbordaba en confianza sobre el futuro de la URSS. Le manifestó a los EE.UU.: “Los sepultaremos”, mientras alardeaba ante todo el mundo que la economía soviética produciría más que la norteamericana. “Sus nietos vivirán bajo el comunismo”

Aunque Khruschev fuera destituido por sus colegas burócratas debido a esquemas “locos”, tal optimismo oficial todavía abundaba bajo Leonid Brezhnev. Pero ahora, dos generaciones más tarde en el Kremlin, Mikhail Gorbachev relata un cuento muy diferente. Desde que asumió el poder en marzo del 1985, el nuevo secretario general del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética ha estado proclamando que la hostigada economía soviética deberá ser restaurada. Nuestra “tarea principal”, declaró en un congreso partidario del pasado febrero, consiste en “resueltamente revertir las tendencias desfavorables de la economía, restaurando así su dinamismo”. Al principio hizo un llamado a favor de una mera “aceleración”. Luego utilizó el termino “reforma”, y mas tarde aun “reconstrucción”. Ahora insiste en nada más y nada menos que en una “revolución”.

La economía de la URSS de hecho, ha perdido su dinamismo. El deterioro a largo plazo de las tasas de crecimiento se ha intensificado de sobremanera desde el 1970; con relación al Occidente y a Japón, y, además, la productividad falla en todas las economías que se modelan en la soviética. Desde los tiempos de Khruschev una cantidad de estados stalinistas – Yugoslavia, Hungría, y mas reciente e espectacularmente, la China – han adoptado crecientemente los métodos de los mercados capitalistas con la esperanza de poder escapar del estancamiento. Ahora parece que les toca el turno a los soviéticos. Por otra parte, los teóricos soviéticos ya no utilizan la formula “socialismo desarrollado”, la etiqueta estándar para la URSS bajo Breshnev. El “socialismo realmente existente” ha tomando una mirada mucho mas austera e realista de su existencia real.

Las reformas “revolucionarias” de Gorbachev gozan del apoyo de los economistas tanto del Oriente como del Occidente. Sorpresivamente, portavoces de ambos lados, como veremos mas adelante, están de acuerdo que los nietos de Khruschev ya no podrán vivir bajo el “marxismo”. Desde el luego, esta es una cuestión que los marxistas se ven obligados a investigar más cuidadosamente.

La solución siberiana

Como trasfondo histórico, consideren el muy secreto “Informe Novosibirsk” realizado en el 1980 en esa ciudad siberiana por un instituto económico adscrito a la Academia de Ciencias de la URSS. Este fue escrito por la académica Tatiana Zaslavskaya, y se ha convertido obviamente en lo que mas deseaba Gorbachev. Abel Aganbegyan, el director del instituto, un partidario de las técnicas de gerencia occidentales, ha sido designado el principal consejero económico de Gorbachev.

El punto principal de Zavslaskaya fue:

El presente sistema de relaciones de producción ha caído sustancialmente en retraso al nivel de desarrollo de las fuerzas productivas. En vez de permitir su desarrollo acelerado, se han convertido mas y mas en freno de su avance progresivo. (Survey, primavera, 1984)

Estas palabras exactas podían haber sido escritas por un marxista revolucionario. De hecho, son un eco directo de la propia teoría de Marx:

A un cierto nivel de su desarrollo, las fuerzas materiales de producción entran en conflicto con las existentes relaciones de producción...dentro de las cuales habían estado funcionando anteriormente. De formas de desarrollo de estas fuerzas de producción estas relaciones se convierten en sus grilletes. (Prefacio a la Critica de la Economía Política)

La terminología de Zaslavskaya también se traslada a Lenin, que demostró que las relaciones de producción se han convertido en un freno al desarrollo de las fuerzas productivas del capitalismo en su época de decadencia imperialista. Esto es igualmente cierto para el capitalismo estatificado de tipo soviético como hemos argumentado en estas paginas durante diez años. Muy pocos izquierdistas occidentales están de acuerdo con nuestro análisis; que un teórico soviético de alto rango confirme nuestro análisis es verdaderamente inusual.

Sin embargo, la verborrea marxista de Zaslavskaya es fraudulenta. Si se toman en serio sus conclusiones – obligatoriamente habría que concluir que una revolución proletaria es la única salida. Requeriría la abolición del modo existente de producción, en el sentido más amplio, el sistema socioeconómico en su totalidad. Bajo este espíritu Marx continuó el pasaje citado mas arriba: “Entonces comienza el periodo de revolución social”.

Por el contrario, Zaslavskaya utilizó el termino “relaciones de producción” en el sentido mas estrecho de relaciones de gerencia de personal – como disciplinar a los trabajadores. De ninguna manera reta las relaciones de clases existentes de las cuales ella es una de las beneficiarias principales. De ahí prosigue a: “Un resultado... es la inhabilidad de las relaciones de producción para proveer modos de conducta para los trabajadores en la esfera socioeconómica que son necesarios para la sociedad”.

Bajo el manto de responsabilizar al sistema por las fallas de los trabajadores, Zaslavskaya realmente responsabiliza a los trabajadores por las fallas del sistema. Bosqueja los siguientes problemas: el esfuerzo de tiempo parcial, el ausentismo, la pasividad e desinterés en el trabajo, el alcoholismo, aun unos “paros” no especificados (es decir, huelgas). Los trabajadores no son disciplinados. Ella exoneró la aristocracia de los trabajadores soviéticos, “el núcleo principal de trabajadores diestros”, que ella reclama de manera elitista “trabajan honestamente”. Claramente su creencia consiste en que la gran mayoría de los trabajadores soviéticos le rinden al estado soviético una jornada inferior de trabajo.

Ya podemos notar el punto de mayor ceguera de Zaslavskaya. Aunque mantiene una percepción analítica del mal manejo burocrático que permea al sistema soviético, ella no tiene la más mínima idea de la vida de los proletarios. A saber que los problemas que ella menciona sean una manifestación de la lucha de clases, una resistencia que de día a día los trabajadores le dan a las imposiciones y demandas de los patronos – esto no lo ve la académica. Aunque las demandas de los patronos se basen en la búsqueda de una mayor eficiencia, no impide que los trabajadores luchen contra ellas. No es la deshonestidad lo que los obliga a luchar sino las mismas relaciones capitalistas.

¿Porque la situación tiene que ser tan mala como ella la describe? ¿Porque no se puede controlar la falta de cooperación de los trabajadores con la gerencia? Zaslavskaya recuerda los viejos tiempos bajo Stalin, cuando los trabajadores eran disciplinados no únicamente por un fuerte estado policiaco sino también por presiones económicas ocultas:

Aunque formalmente no existía el desempleo en el país, en muchas áreas y ramas existían excedentes de trabajo estructurales. El temor a perder los empleos y no poder obtener un domicilio impedía la movilidad de los trabajadores; los ataba firmemente a las empresas. La emigración rural a las áreas urbanas era limitada por la ausencia de pasaportes... Por lo tanto el grueso de los trabajadores no tenían una alternativa de trabajo e recreación: la mayoría aspiraban a trabajar a capacidad completa...

Pero ahora las cosas son diferentes. En una entrevista de junio del 1985 con Izvestia, ella explicó:

En el país, el nivel general de bienestar ha aumentado significativamente. Esto ha disminuido la necesidad económica de trabajar arduamente con el propósito de asegurarse el bienestar propio. Mucha gente tiene la oportunidad de escoger: si así lo desean, se pueden dedicar a su trabajo o si no lo desean, pueden limitar bastante su participación en la producción social. (Current Digest of the Soviet Press)

Entonces lo que es verdaderamente necesario es más y mejor disciplina, orden, reglamentación, y control. El Informe de Novosibirsk utiliza todos estos términos, naturalmente sin decir nada, sobre el poder obrero como mecanismo para aumentar la “participación en la producción social” de los trabajadores. Pero no abandona las cosas allí. La disciplina como se ha aplicado hasta esos momentos – basándose en órdenes centralizadas desde arriba – no funciona realmente. La reglamentación centralizada es ignorante de las condiciones específicas e locales; las reglas arbitrarias que obviamente no aplican son vistas con desprecio tanto en su letra como en su espíritu; la proliferación de reglas contradictorias le permite a los que fingen escoger cuales van a obedecer.

Los patronos socavan la disciplina.

Sobre todo, resulta que los patronos también socavan la disciplina económica necesaria para el sistema. Aquí Zaslavskaya camina sobre arena movediza. Ella argumenta que mientras bajo el capitalismo el conflicto entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción conducen hacia una intensificada lucha de clases bajo el socialismo, por otro lado, tal cosa no existe, sin embargo, las cosas si son casi similares. Citando la visión prevaleciente “desarrollada en los textos de economía política” que un mejoramiento de las relaciones de producción atrasadas puede llevarse acabo “sin conflicto social”, a esto ella responde: “Debemos expresar nuestras reservas a esa afirmación”.

El proceso de perfeccionamiento de las relaciones de producción bajo el socialismo conlleva un curso mas complicado de lo que es sugerido comúnmente, a tal punto que la reorganización del existente sistema de relaciones de producción se le otorga a grupos sociales que ocupan una posición un tanto mas elevada dentro del sistema y por ende se encuentran mas atados al mismo mediante intereses personales.

Por supuesto, no existen clases privilegiadas, únicamente un par de grupos en una “posición un tanto más elevada dentro del sistema” – mas aun, que tienen el poder para organizar la producción de acuerdo a sus propios intereses personales, y si así lo ven necesario hasta prevenir la “perfección de los métodos productivos”.

Para bregar con este problema la Zaslavskaya ha invocado sus esfuerzos más ingeniosos. La forma de imponer disciplina económica a los trabajadores, y a la misma vez evitar los obstáculos creados por los burócratas interesados en si mismos, es convertir la misma disciplina en materia de auto intereses para los trabajadores. Por un lado, no debe ser regulada por distantes burócratas sino por gerentes locales cuyos intereses individuales por lo menos en teoría coincidan con la necesidad de que sus empresas corran productivamente; y por otro lado, por los planificadores centrales que genuinamente tienen los intereses de toda la “sociedad socialista” cerca de sus corazones. Las herramientas que se le van a dar a estos estamentos se denominan “métodos económicos de gerencia” o incentivos – ambos carnadas y varas.

Es en el mejor interés de la sociedad socialista, mientras se regula los aspectos claves de la actividad socioeconómica de los trabajadores, permitirle un margen suficientemente amplio de libertad de comportamiento individual. De ahí la necesidad para dirigir al mismo comportamiento, por ejemplo, la relación subjetiva de los trabajadores con su actividad socioeconómica. Los métodos administrativos de gerencia es decir, las ordenes desde Moscú] son impotentes aquí. El manejo del comportamiento solo se puede lograr de forma oblicua, con la ayuda de incentivos que tomen en cuenta las demandas sociales e económicas de los trabajadores y que canalicen sus intereses en una dirección que sea beneficiosa para nuestra sociedad.

(La prosa de Zaslavskaya por si misma es una ilustración del “manejo del comportamiento”...”de forma oblicua”. Cuando habla de la alteración del comportamiento de los compañeros de su “grupo” en “posiciones un tanto elevadas” – los patronos – su hablar burocrático/académico se torna muy viscoso, de hecho, oblicuo como el hablar de sus colegas de relaciones laborales en el Occidente.)

Rusia y la teoría marxista

Lo que concretamente propuso Zaslavskaya fue:

1. eliminar estamentos de burócratas intermedios en los ministerios y departamentos (“que sufren patentemente de hipertrofia”), a oficiales cuyo cuchicheo y interferencia se interponen a la planificación e producción eficiente.

2. establecer formas de incentivos económicos para los trabajadores.

En su entrevista a Izvestia ella parafraseo de igual manera a Marx:

En primer lugar, la mayoría [de las formas] están en completo acuerdo con las leyes económicas del socialismo. Esa es la cosa más importante. Cuando las cosas se organizan eficientemente, la gente recibe renumeración de acuerdo a su trabajo. En el proceso, por supuesto, la diferenciación en la paga aumenta, como regla. Pero es el resultado directo e natural de la creciente productividad laboral de gente activa.

Todo esto está equivocado. La formula “a cada cual de acuerdo a su trabajo” basado en el análisis de Marx de la sociedad comunista en su “Critica del Programa Gotha” no tiene nada en común con los aumentos de diferenciación de jornales. Para Marx se requiere la abolición revolucionaria del dinero, los salarios, las clases y los otros remanentes del capitalismo; todo esto consiste de un paso preliminar hacia la meta final del comunismo, “a cada cual de acuerdo a sus necesidades”. “A cada cual de acuerdo a su trabajo” describe la distribución en la etapa inferior del comunismo (el socialismo), la sociedad sin clases basada en la propiedad en comun y la producción colectiva, pero donde la escasez de bienes materiales todavía impide la distribución de acuerdo a las necesidades. Aquí la finalidad de la equidad capitalista se puede lograr: cantidades iguales de trabajo les daría a los trabajadores iguales cantidades de bienes, sin diferenciación o incentivos.

Bajo un sistema de trabajo-bienes, a lo cual la URSS todavía se suscribe, la formula “a cada cual de acuerdo a su trabajo” significa algo enteramente diferente. Es parte esencial de la ley del valor, el medio de una clase para controlar a otra. La única cosa “natural” sobre el aumento de la diferenciación de jornales de Zaslavskaya es que ocurre naturalmente en el capitalismo, bajo cuyas leyes económicas los trabajadores están obligados a competir los unos con los otros por los empleos en las industrias de propiedad de las clases privilegiadas.

Zaslavskaya hace una pantomima de las palabras de Marx – acción que a la vez es realmente conforme a la política de Stalin a principios de los años treinta, cuando aniquiló la oposición comunista de los bolcheviques a los privilegios. El marxismo significa la abolición de clases como reemplazo a la meta original de igualdad de la burguesía. El stalinismo, bajo el pretexto de menospreciar las metas burguesas, creo una gran brecha entre los privilegios y las privaciones – un paso necesario para el establecimiento contrarrevolucionario de clases y relaciones capitalistas. Sin embargo, en años recientes esa brecha se ha estrechado aun mas debido a la resistencia que los trabajadores soviéticos han manifestado en sus empleos de día a día puntualizada por importantes huelgas – y reforzada por los levantamientos proletarios en los países aliados de la Europa oriental desde los años cincuenta hasta el presente.

Por ende las reformas corrientes están dirigidas a la restauración, por lo menos en parte, de un aspecto particularmente antiproletario de las antiguas maneras. La eliminación de los avances de la clase obrera es el mismo proceso que se lleva acabo en el Occidente por razones similares pero por métodos un tanto diferentes. Notemos la visión de Vadim Zagladin, el representante de la dirección soviética a una conferencia del Partido Comunista de Italia este año. Comentando sobre el vínculo entre las reformas económicas y políticas, este dijo:

No pensamos convertirnos en socialdemócratas o a introducir la economía de mercados, pero levantamos el problema de permitir que se escuche claramente la voz de cada clase. ...Le hemos otorgado mas autonomía a las uniones, pero las organizaciones sindicales todavía no saben como utilizarla. (In These Times, 8 de octubre)

Donde Zaslavskaya únicamente alude a la naturalaza de clases de la sociedad soviética, Zagladin no trata ni siquiera de encubrirla. La clase obrera necesita una “voz”, obviamente debido a que no tiene nada que ver con el funcionamiento de la sociedad. Similar a los programas occidentales de “calidad de vida” en las fabricas, que le otorgan a los trabajadores una válvula de escape, esta “voz”constituye únicamente un acompañante a las medidas represivas generales contra su estándar de vida y condiciones de trabajo. Bajo ambos sistemas tal desahogo es necesario debido a que los trabajadores son centrales a la producción. La vara necesita de una zanahoria por más mínima que sea con tal a que los trabajadores no exploten como una repetición del movimiento polaco de comités de huelga de intrafabricas del 1980. Darle autonomía a las uniones patronales soviéticas es lo mínimo que pueden hacer.

Las reformas de Gorbachev

En su primer año de oficio, el nuevo dirigente del Partido Comunista se hizo de una reputación con dos campañas. En una de ellas despidió a cientos de oficiales de alto rango, desde los colaboradores de Brezhnev en el politburó del partido a dirigentes partidarios e estatales en los cuerpos nacionales, regionales y locales. En teoría estaba llevando acabo el plan de Novosibirsk de eliminar los burócratas intermedios innecesarios e ineficientes. Al poco tiempo de tomar el mando, “Hizo un llamado para aumentar el control de las empresas individuales sobre el dinero y los prerrequisitos, incluyendo a algunos sobre niveles de paga, incentivos, y bonos. También habló de la expansión del comité de planificación estatal a un recurso de amplias directivas e ideas”. (New York Times, 14 de junio 1985) El cambio del método soñoliento de Brezhnev fue tan extenso que el poeta Andrei Voznesensky escribió:

¡Regocijo, regocijo, regocijo, regocijo por el nuevo
espíritu que sopla sobre la tierra!

¡Regocijo por la tormenta que expulsa
a aquellos encaramados en posiciones exaltadas!

Gorbachev, sin embargo, no tenía en la mirilla únicamente a los exaltados. Su esfuerzo mas renombrado ha sido la campaña contra el alcoholismo en los lugares de trabajo. El sistema soviético ha estado notoriamente desinteresado en la producción de bienes de consumo. (Para ver una explicación marxista de esta contrapreferencia, vea en Proletarian Revolution numero 24, “Imperialism and Soviet Imperialism”, paginas 20-21.) La excepción a esta regla ha sido el vodka cuya producción ha sido durante mucho tiempo un monopolio del estado soviético que le produce ganancias excesivas. Por esta razón era uno de los pocos productos de consumo alentados por los gobernantes soviéticos, a pesar de sus muy bien conocidos efectos dañinos, siempre se produjo con asombrosa abundancia.

La bebida alcohólica es desestimada

Cuando Gorbachev se convirtió en el dirigente del partido, se redujo drásticamente el consumo de alcohol. La oferta se redujo, se redujeron las horas de venta y se aumentaron los precios. De acuerdo a los informes, los economistas soviéticos habían calculado que los costos al estado debidos a accidentes industriales e tráfico, ausentismo laboral, enfermedades, etc., eran alrededor de 40,000 millones de rublos anualmente, más de los ingresos por la venta de la misma vodka. Entonces unos cálculos de costo y beneficios – y no una preocupación por la salud y seguridad de la clase obrera – fue la causa del cambio de la política. (Detente, primavera del 1986 y Labour Focus on Eastern Europe, mayo 1986)

Los esquemas de incentivos salariales de Zaslavskaya tambien han sido promulgados oficialmente, aunque aun es muy temprano para verificar cuan profundamente han sido aplicadas. De acuerdo a la agencia noticiosa soviética Tass, haciéndole eco a Zaslavskaya que le hizo eco a Stalin que distorsionara a Marx:

La meta principal consiste en enaltecer al sistema de pago completo, crear una dependencia directa entre la cantidad e calidad de trabajo e salario, y atar el crecimiento de la paga a los aumentos de productividad laboral.

La reestructuración del sistema de paga va dirigido a asegurar que los salarios de cada persona estén estrictamente de acuerdo con el volumen de la contribución individual a la riqueza nacional. (New York Times, 2 de septiembre)

Otra política de Gorbachev ha sido alentar mejorías de productividad en plantas pasadas de moda mediante nueva tecnología. Esta acción va dirigida a suplantar la antigua tendencia inherente al sistema soviético de introducir nuevas técnicas únicamente en fábricas recién construidas. Este método fue impuesto al sistema debido a que los gerentes industriales de las empresas constructoras resistían cualquier cambio en los procesos que ellos dominaban que fueran a reducir temporeramente sus rendimientos (“planificados”) y por ende, sus anticipados bonos. Sin embargo, hasta ahora esta meta de Gorbachev todavía no se ha implementado; el único aumento en la productividad ha surgido de un aumento de presión sobre los trabajadores. En un discurso altamente reconocido en Vladivostok el pasado agosto Gorbachev mismo se querelló:

Un cambio cualitativo que consolide realmente la tendencia hacia un crecimiento acelerado todavía no se ha llevado acabo. Es inadmisible someterse a las dificultades y a la resistencia de aquellos que están acostumbrados a ir a la deriva con su propio impulso y funcionar de la vieja manera. (New York Times, 4 de agosto)

La agricultura soviética ha sido un sector de notorio estancamiento desde la violenta destrucción de parte de Stalin del campesinado privado a principios de los años treinta. Entre sus propuestas, por ende, Gorbachev había incluido “algo parecido a una contribución” para los granjeros colectivos similar a la que propuso Lenin con la Nueva Política Económica (NEP) en los años veinte. Mediante esta medida los granjeros pueden vender en los mercados toda mercancía excedente luego de entregar la porción estatal. Obviamente, cuando Lenin tomó esa medida la Unión Soviética era un estado obrero, era todavía posible controlar los fortalecidos mercados por y para los trabajadores.

Según informa Gorbachev está también interesado en estudiar las reformas del ministro zarista Stolypin cuyas políticas reforzaron al régimen a crear una clase fuerte de campesinos capitalistas. Su reavivamiento de la NEP es visto por algunos como indicativo de un giro general hacia mercados libres según los lineamientos occidentales. Pero todavía no se ha llegado a ese punto – y no podrá, como veremos.

El comercio exterior desmonopolizado

Muy recientemente, la URSS ha realizado una notable apertura en la esfera del comercio exterior en el mercado capitalista mundial. Redujo sus exportaciones petroleras, claves para obtener divisas occidentales, con el propósito de evitar socavar los controles de precios de la OPEC que son oligopolisticos pero decrecientemente efectivos; ha ofrecido unirse al GATT, un grupo capitalista de comercio; pagó antiguas deudas zaristas que habían sido repudiadas como principio por los revolucionarios bolcheviques, y ha hecho un llamado a favor de arreglos de producción conjuntos con empresas occidentales interesadas en operar en la URSS.

Lo más sobresaliente de todo, se anuncio a finales de septiembre que 20 ministerios y 70 grandes empresas industriales pronto tendrían el derecho a comerciar directamente con empresas foráneas – de hecho cancelando el monopolio del comercio exterior centralizado en el estado que había sido instalado desde los tiempos de Lenin. A través de los años, este monopolio ha servido propósitos opuestos. Bajo la revolución obrera, su propósito era permitirle a la economía atrasada soviética controlar su propio desarrollo interno, con un mínimo de presión capitalista externa. Era la única manera de sobrevivir hasta que a revolución mundial derrocara al imperialismo.

Pero desde la contrarrevolución de Stalin el monopolio ha servido únicamente al nacionalismo ruso. La reinante burocracia superior ha tratado de construir una economía autartica – un utópico “capitalismo en un solo país”. Como todo esquema proteccionista, la meta de este proyecto consiste en desarrollar el capital nacional de propiedad estatal a expensas de los trabajadores y, a la vez, defenderlo de capitales rivales foráneos. Las consecuencias para la URSS han sido desastrosas: empresas soviéticas sobreprotegidas son incapaces de competir productivamente con el Occidente. La apertura parcial de Gorbachev es un intento para obligar reformas internas sobre alas renuentes de la burocracia cuya resistencia es creciente e públicamente delatada por ambos lados.

Interpretaciones burguesas

Existen básicamente dos actitudes burguesas hacia la campaña de reformas. Una de ellas mantiene que no significan nada. Nada cambia favorablemente detrás de la Cortina de Hierro; el totalitarismo por definición no se puede reformar; uno es un engañado comunista si piensa que tal cosa es posible; y además, la economía soviética, especialmente lo militar, crece a grandes pasos y por ende se ve uno obligado a hacer sacrificios en nuestro estándar de vida a favor de las ganancias con el propósito de inducir a los hombres de negocio patrióticos a fortalecer la lenta economía norteamericana, disciplinar a los trabajadores rezagados, y construir armamentos. Esa es la misma línea que denomina el manifiesto de Moscú como una fabricación del Kremlin.

También están los que mantienen que las reformas significan algo pero no mucho debido a que la única solución real a la crisis económica de la URSS seria si sigue el modelo occidental; la toma de pasos parciales no logrará nada. Únicamente los mercados libres serán suficientes. Las razones dadas son: 1) se necesitan incentivos reales y no únicamente bonos otorgados desde arriba sino ganancias genuinas que automáticamente premien el éxito. 2) es igualmente necesario un sistema de precios precisos basados en la teoría de la utilidad marginal. Este argumento prosigue reclamando que hasta los economistas soviéticos reconocen estas necesidades debido a que ellos mismos han llegado a la conclusión de que la ley del valor no es forma para implantar los precios.

Con este último punto los marxistas ciertamente estarían de acuerdo. Marx desarrolló la ley del valor con el propósito de trazar el desarrollo y decadencia del capitalismo, lo cual cumple tanto en su variante tradicional como en la estatificada. No es una estratagema para que los capitalistas o burócratas establezcan los precios. Más aun, las empresas capitalistas tampoco establecen precios de acuerdo a la utilidad marginal; esto es realmente una justificación de la inequidad burguesa disfrazada como una teoría que reclama dar una explicación de los precios.

Tanto en el Oriente como en el Occidente, los precios son determinados por casi la misma formula: el costo más el porciento de ganancias. En el Occidente las ganancias se basan en lo que se piense que el mercado tolere; en el Oriente las ganancias oficiales son establecidas por decreto. La diferencia principal consiste en que el Occidente, debido a las escasas restricciones sobre la competencia, los costos son una mejor aproximación al verdadero costo en horas de trabajo de una mercancía; existe menos arbitrariedad que en el Oriente.

El concepto oriental no tiene nada que ver con el entendimiento de Marx sobre la ley del valor que establece que el valor encarnado en una mercancía este basado en el tiempo de trabajo socialmente necesario para su producción corriente, y no en lo que haya gastado una empresa o industria bajo condiciones de desperdicio u obsoletas. Pero eso no previene que nuestros expertos afirmen lo opuesto. Aquí una típica interpretación desinformada:

El establecimiento de precios en la URSS se deriva de la teoría laboral del valor, con los precios determinados sobre las bases del desembolso de trabajo (directo e indirecto) en una mercancía en vez de algún calculo de su calidad u utilidad. Hace ver a empresas que operan mal como que operan bien, y justifica un gasto excesivo de recursos. Tal manera de operar actúa como una barrera al progreso tecnológico. (Boris Rumor, “Realities of Gorbachev’s Economic Program”, Problems of Communism, May-June 1986)

En el mismo articulo, Rumer cita a economistas soviéticos que reclaman que la “ley de costos” soviética que para ellos es la base de la determinación de precios – se deriva de Marx. Sin embargo, si cualquiera de estos expertos hubiese leído aunque fuese hasta la cuarta o quinta página del Capital de Marx tuviesen que haber inventado una nueva mentira. “Alguna gente puede pensar que si el valor de una mercancía se determina por la cantidad del trabajo invertido, mientras mas el trabajador sea no diestro e ocioso, lo mas valiosa seria su mercancía, debido a que se requeriría mas tiempo para su producción”. Entonces le sigue la explicación de Marx del tiempo de trabajo socialmente necesario.

Con sus diferencias aparte, los académicos occidentales e orientales están de acuerdo con el principio de que cualquier cosa, por mas foránea que sea al pensamiento de Marx o que él haya insistido en exactamente lo opuesto, pueda ser adscrito a Marx – con tal que se desacredite al marxismo como teoría científica. El “socialismo” dentro de la miseria y el “valor” basado en el atraso son únicamente dos de las mentiras más comunes.

Gorbachev versus la realidad

Cualquiera que sea la tergiversación de los propagandistas burgueses, todos comparten el sentimiento triunfal de que las autoridades soviéticas están obligadas a transformar su sistema económico hasta parecerse mas al occidental. Los soviéticos, por supuesto, niegan que tal cosa suceda.

Una visión soviética comparada de los dos sistemas argumentaría que aunque el sistema occidental no anima a que proliferen las empresas obsoletas, esta “eficiencia” tiene graves consecuencias. Siderurgias atrasadas en los EE.UU. son cerradas debidas a que no son rentables (debido a la competencia de la superexplotación de trabajadores en países como Sud Corea, etc.); pero Norteamérica carece de acero, por lo tanto, las viviendas, autopistas, ferrocarriles, y la industria se encuentra en decadencia y el desempleo aumenta dramáticamente. ¡Que tremendo derroche de recursos! Nosotros, por otro lado, no tenemos vidas perdidas por el desempleo, crímenes basados en la desesperación para conseguir dinero, etc. No tenemos ningún deseo de emularlos. Y a pesar de nuestras técnicas anticuadas, somos los mejores productores mundiales de acero.

El último punto es cierto, pero también es cierto que la URSS produce tanto acero debido a que gran parte del mismo se pierde por sobreuso, falta de uso, y mala calidad. Por ende el acero soviético no está disponible para la construcción de viviendas y tampoco para otros usos destinados a los consumidores. En cuanto al desempleo, puede haber cantidades minúsculas debido al sobre destaque de las fábricas, pero existe bastante en la China y Yugoslavia bajo el mismo sistema. No existía ninguno en la Alemania nazi tampoco; hasta cierto punto consiste en materia de selección sobre cual método la clase dominante utilizará para vigilar e supervisar a los trabajadores. La burocracia soviética se babea abiertamente por esto en el presente. Temor a la respuesta de los trabajadores es mas una consideración de los gobernantes soviéticos que de los chinos. El ejemplo de Polonia todavía permanece muy cerca de las fronteras de Rusia.

Lo que las variantes orientales y occidentales del capitalismo moderno tienen en común es la organización de la economía en capitales separados. En el Occidente los capitales son relativamente independientes de su ubicación específica o valor de uso en los cuales están invertidos; son capaces de recogerse y mudarse pasado un tiempo, o invertirse en otros lugares. Esta “libertad” esta simbolizada por los mercados de valores, a través de los cuales los capitalistas compran acciones de los capitales de los unos y otros.

Oriente versus Occidente

En contraposición, en el Oriente los capitales pertenecientes a las varias empresas se encuentran atados a talleres y maquinarias específicas: los capitales fijos son fijos, no solamente en el sentido técnico que no circulan, sino también en su propiedad. Por ende existe resistencia institucional al abandono o destrucción de cualquier maquinaria o planta existente; algunas señorías pertenecientes a cualquier burócrata siempre peligran. Y como el poder sobre las empresas se ejerce de manera jerárquica – las firmas están sujetas a las autoridades ministeriales y regionales que a la vez se subordinan al centro nacional – existen autócratas a todos los niveles interesados en defender sus áreas de control.

Este fue el sistema creado por Stalin en los años treinta; su meta consistía en fortalecer la nación amarrando a cada burócrata a algún capital especifico, o localmente o mas arriba en la jerarquía. Fue un paso necesario para separar a la burocracia privilegiada de sus bases originales en la clase obrera, y, por lo tanto, sustraerle finalmente el poder estatal al proletariado. Su principio, la maximización del capital nacional, significa la conservación máxima del valor. Este proteccionismo parroquial se encuentra inherentemente en cada parte separada de la economía. No nos sorprende que los potentados se vean continuamente encontrados con los reyes y los reyes se vean encontrados los unos con los otros de la misma manera.

En el Occidente, cada capital busca maximizar su valor independientemente y costas de todos los otros – y utiliza su movilidad para llevarlo acabo. Por ende, la anarquía permanente, crisis periódicas y la búsqueda desmedida de ganancias imperialistas que caracteriza al capitalismo tradicional. En el Oriente cada capital atado también busca maximizar su valor y de igual manera se encuentra perfectamente feliz permitiendo que otros se vayan al diablo. Por ende la falta de preocupación por la calidad de la producción y el menosprecio por los bienes de consumo – y consecuentemente, el crecimiento general estancado – que tipifica al stalinismo. El absurdo máximo es la competencia y aun hasta la guerra a tiros que se desata entre “camaradas” de diferentes persuasiones nacionales.

Tanto en el Oriente como en el Occidente, la plusvalía se extrae mediante la explotación del trabajo proletario, y los patronos son renumerados de acuerdo a cuan bien lleven esto acabo. Por ende los intereses de los patronos siempre son sectoriales, atados o a algún capital especifico por fracción en el Occidente o a alguna empresa local o grupo en el Oriente. En ninguna de las dos variantes existe una fuerza que represente y obligue que se lleve acabo el bienestar social ni siquiera el bienestar de la totalidad de los patronos. No solamente existe diferenciación crasa de clases, sino también intensa competencia entre los patronos y crisis sistémicas.

La necesidad real para las reformas de Gorbachev, la ampliación de las brechas entre y dentro de las clases, surgen de la crisis mundial del capitalismo. Los trabajadores tienen que ser obligados a producir más con poca recompensa o ninguna. El desempleo, creciente en el Occidente, es ahora demandado en el Oriente. En el sistema soviético donde la crisis es mas profunda, los trabajadores son más peligrosos aun. Ambos son privados de bienes modernos y se encuentran concentrados en grandes fábricas y talleres de trabajo, constituyen una fuerza poderosa e explosiva. Por eso la democracia es imposible, a pesar del manifiesto de Moscú y las esperanzas de los liberales occidentales. Los incentivos de Gorbachev se encuentran destinados a que cada potentado burocrático tome medidas represivas contra sus trabajadores sin desatar un movimiento nacional como respuesta tal y como ocurrió en Polonia.

En la superficie, las reformas de Gorbachev están dirigidas contra el desperdicio en la economía soviética que es producto de su naturaleza nacionalista señorial – pero sus intenciones no consisten en destruir esta estructura sectorial. En la China donde las reformas ya han avanzado considerablemente, el intercambio en la bolsa de valores ha sido introducido con el propósito de permitirle a las empresas invertir sus capitales excedentes y por lo tanto transferir apoyo financiero a empresas mas rentables – y no para elevar a empresarios individuales (que han florecido a pequeña escala) a las elevaciones de dirección económica. De igual manera, las reformas soviéticas de menor alcance, tanto disciplinarias como reestructuradoras, han fortalecido a ciertas secciones de la burocracia a expensas de otras – pero el dominio burocrático sobrevive intacto.

Sin embargo, es indicativo que todas las reformas de la “sociedad” socialista se inclinan hacia la dirección del capitalismo tradicional. A tal punto que todos los criterios esenciales que los alegados analistas marxistas han propuesto para distinguir a estos alegados estados proletarios del capitalismo – la planificación centralizada, la propiedad estatal, el monopolio de comercio exterior – han sido abandonados. El punto teórico es el siguiente: un sistema que es capaz de reformarse así mismo hacia una variante del capitalismo sin una contrarrevolución violenta obligadamente tiene que haber sido anticipadamente ya una variante del capitalismo.

Ninguna solución posible a los problemas del capitalismo en su época de decadencia se puede realizar reformando desde una variante hacia la otra. Cambios sustantivos son posibles únicamente mediante el vehículo de la clase trabajadora, la única clase de la sociedad capitalista que no tiene ningunos intereses fundamentalmente locales o sectoriales. Posterior a la revolución proletaria internacional la clave para la economía será la igualdad e centralización genuina, para que los intereses de los trabajadores en su totalidad sean primordiales. Esto es un producto odiado por capitalistas de todas las denominaciones: burgueses occidentales, reformadores burocráticos y de igual manera sus oponentes stalinistas. Pero es la única salida.