Este artículo fue publicado en inglés en Proletarian Revolution No. 55, en el otoño de 1997.
La tortura sadista de Abner Louima, un emigrado haitiano, por la policia de Nueva York ha sido lo último en una serie de actos viciosos contra los inmingrantes en los últimos años. Cada escándalo recibe un par de días de atención en los medios noticiosos burgueses. El pueblo es indigno, con razón. Luego–después que los politicos, religiosos, y “dirigentes comunales” han deplorado suficientemente el “incidente” y han establecido otra comisión “independiente”...la noticia desaparece. Nunca enseñan más al pueblo sobre el caso. Pero la brutalidad inhumana continua.
La torturas y asesinatos reflejan un horror más profundo y poco documentado. En las fábricas explotadoras, plantas y campos a lo largo y ancho de E.E.U.U., millones de inmigrantes llevan acabo trabajo interminable, casi siempre bajo condiciones miserables, por jornales bajos y por escasos o ningunos benficios. En la mayoría de los casos se quedan porque no hay alternativas. Los bajos salarios solamente garantizan apenas la sobrevivencia para ellos y algunas veces para sus familias en sus paises de origen.
Las mases que han venido a este país durante las últimas tres decadas se han permitido no porque la clase capitalista que domina este país es calurosa y cariñosa. La razón es la super-explotación. Al empeorar la profunda descomposición del sistema capitalista, la burguesia trata de acaparar toda las ganancias. Ya que las ganancias solamente provienen del trabajo, mientras más fuerte trabaja un trabajador y menos se le paga, más ganan los patrones. Los inmigrantes vulnerables son la presa ideal de los capitalistas.
Los policias, políticos, y agentes del gobierno que hostigan a los inmigrantes son una parte necesaria del sistema. Echarle la culpa a los inmigrantes por el ataque económico del capitalismo sobre la clase trabajadora en su totalidad ayuda a prevenir la resistencia de toda la clase. No son solamente palabras. La vasta burocracia federal que se encarga de la inmigración, y de igual manera, las fuerzas policiacas estatales y municipales, tienen como uno de sus deberes principales la intimidación de los inmigrantes. Emplear a los matones que se convierten en policias para demonstrarle a las “razas menores” quien manda inevitablemente conlleva la brutalidad, el sadismo y el asesinato.
Porque los ataques anti-inmigrantes son tan fundamentales a las operaciones diarias de la sociedad capitalista, la única lucha éxitosa contra estos tienen que convertirse en anti-capitalista y revolucionaria. Nuestro próposito en este árticulo es demostrar, mediante ejemplo históricos y analisis político, que la dirección actual pro Partido Democratico del movimiento de los inmigrantes tiene que ser remplazado por un liderato revolucionario basada en la clase trabajadora y sus intereses.
Una minoria creciente e importante de los capitalistas Norteamericanos y sus perros de caza políticos se convierten descaradamente más racistas en sus ataques contra los inmigrantes. Generalmente reflejan los intereses de los compañias medianas que no han invertido en el extranjero. Venden en el mercado Norteamericano y mantienen prácticas de contratación restrictivas. Temiendo la competencia de las enormes multi-nacionales, se arropan con la bandera Norteamericana y el babellón del populismo derechista. Encuentran su base de apoyo electoral en las secciones economicamente desesperadas de la pequeña-burgesía y elementos de la aristocracía obrera blanca. Pat Buchanan es el principal portavoz de este sector de la clase dominante, advirtiendo sobre los “hordos de inmigrantes” y la amenazada “perdida de valores y cultura occidental de Norteamerica.” Tales politícos “respetados” le dan ayuda, consuelo y estimulación no solamente a la delincuencia anti-inmigrante sino también al peligroso aumento en el sentimiento chovinista que cubre a todo el país.
Sin embargo los trabajadores inmigrantes encaran otro peligro aún más dificil de combatir del que presenta Buchanan: los capitalistas corrientes. Hoy ostentan mayor poder y hasta pretender ser anti-racistas, apoyan los derechos de los inmigrantes y lamentan la brutalidad policiaca “excesiva.” Son los patronos que se benefician de los inmigrantes y adoran los bajos jornales que le pagan y el efecto que tiene esto al deprimir todos los jornales. Los capitalistas “corrientes” son representados dizque por la ala moderada del partido republicano y, en las recientes electiones nacionales, por los demócratas.
Dada esta realidad, es escandaloso que la presente dirección de la lucha inmigrante este intimamente ligada al partido demócrata. La manifestación por los derechos de los inmigrantes del 12 de octubre de este año patrocinada por la Coordinadora 96, por ejemplo, está oficialmente dirigida por políticos del partido demócrata, como también clero y organizadores comunales atados a ellos. El presidente democráta y los democrátas en el Congreso han hecho tanto para imponer leyes anti-inmigrantes, como el ala derecha de los republicanos.
Claro hay variaciones dentro del bloque moderado-a-liberal. De palabra, los liberales democrátas como Jesse Jackson y Ted Kennedy defienden a los inmigrantes. En la práctica, apoyaron a Clinton, el autor de un aumento de 25 perciento en el presupuesto del represivo servicio de Inmigración y Naturalización (INS-Migra) y el programa para aumentar 100,000 nuevos policias a las localidades. Los liberales le dicen a sus partidarios que los republicanos son peores, mientras Clinton se alardea ante los capitalistas que el pudo lograr más que los republicanos jamás lograron. Sobre este asunto tiene razón Clinton; el “mal menor” o presenta ninguna defensa contra el mal mayor. Como demonstramos en nuestro articulo sobre las elecciones del 1996, el mal menor en teoría se convierte en el mal mayor en la práctica. (“The Bankruptcy of Progressive Politics,” Proletarian Revolution No. 53).
Existe una gran abismo social entre el partido democráta, dirigida por un ala de la clase capitalista, y la clase trabajadora, espcialmente sus sectores más oprimidos. De tal manera, existen dos muy diferentes elementos activos en el presente movimiento por los derechos de los inmigrantes: una dirección bajo la obligación y sometidos a los explotadores y una base de masas de trabajadores explotados.
Los mal-diregentes mantienen su dependencia de los democrátas porque todavía creen que son posibles bajo el capitalismo soluciones duraderas y reformas pacíficas. Su dominación es la razón central por la cuál el movimiento no ha sido efectivo para enfrentar los crecientes ataques. La lucha de los inmigrantes necesita grandamente una dirección basada en la clase trabajadora, y no atada al sistema capitalista que se nutre del racismo, divisiones de clase y la super-explotación.
El pasado agosto, el Congreso y el Presidente Clinton pasarón el proyecto de ley “de la reforma del welfare” que suprime las ayudas de bienestar público federal. Le pone fin, hasta para inmigrantes legales que lleven en este país menos de diez años, a toda una serie de servicíos federales, que incluyen los pagos por incapacidad y viejez del Seguro Social. En septiembre, Clinton firmó un proyecto de ley sobre inmigración que provee fondos para emplear 1,200 oficiales de patrullo fronterizo y 900 investigadores de inmigración con amplios poderes de deportación; también le niega el welfare, cuyos fondos provienen del govierno federal, a los residentes indocumentados.
El INS ha grandamente aumentado el número de los inmigrantes deportados o prohibidos de entrar a causa de un nuevo procedimiento establecido por el Illegal Immigration Reform and Immigrant Responsibility Act (Proyecto de Reforma de la Inmigración Ilegal y para la Responsibilidad de Inmigrantes) of 1996. A la vez, el número de aplicaciones para ciudadanía ha enormemente aumentado. Pero los revisos de historia personal, los imprimidos digitales y los demases nuevos procedimientos tienen resultan en que tratan rutinamente a los inmigrantes de criminales hasta que se les muestren no culpables; y tienen que esperar algunos años más para la ciudadanía que antes.
Los precedentes claves para esas leyes nacionales opresivos fueron adoptados en California, el centro de la campaña anti-inmigrante. En el 1994, el electorado de California pasó la Proposición 187, que le negaba tratamiento médico y educación pública, y otros servicios públicos a los inmigrantes indocumentados y obligaba a los trabajadores de los hospitales y las escuelas actuar como policias y entregar a sospechosos ilegales a las autoridades. En el 1996 el electorado pasó la proposición 209, poniendo fín a la acción afirmativa a los ingresos universitarios.
Han habido protestas masivas en Los Angeles contra la preposicion 187: una marcha alcanzó en tamaño a decenas de miles de jovenes Latinos y logró cerrar muchas de las escuelas superiores de Los Angeles. La marcha en Washington, D.C. de más de 100,000 personas el octubre pasado por los derechos de los inmigrantes de igual manera mobilizó a decenas de miles de jovenes Latinos y otros desde la costa este hasta el medio-occidente de país que quieren luchar contra los ataques.
Inmediatamente luego de pasar la proposición 187, los adversarios aseguran un interdicto judicial que ha mantenido el asunto en desuso hasta la toma de una decisión final. También, las medidas federales no se han puesto en marcha debido a desafios legales y tentativas legislativas para modificarlas. Pero en julio, un juez de Nueva York sostuvo la constitucionalidad de negarle los beneficios del welfare a los inmigranates legales que no son ciudadanos de E.E.U.U.
Esta desición fue opuesta por el alcalde republicano de Nueva York, Giuliani, quién no es amigo de los pobres nacidos en el extrajero o ningún trabajador de color. Pero el sabe la importancia que tienen los trabajadores inmigrantes, ilegales o legales, para la economía del gran número de fábricas explotadoras.
La indecisión y riña entre la burguesía sobre la implementación de estas leyes refleja su incertidumbre sobre cuan ligero deben acelerar sus ataques contra la clase trabajadora en su conjunto. Sin embargo, la marcha de los capitalistas contra los derechos de los inmigrantes continuará aún sobre discusiones del ritmo. El debilitamiento de los trabajadores con escasos derechos legales aumenta la division de clase y por ende aumenta la explotación de todos los trabajadores en todos los ordenes.
Todo esto opera sobre la cuestión racial que la burguesía utiliza para los mismos fines. No es ningún accidente que los actos más monstruosos son dirigidos a los inmigrantes de color. Historicamente, la gran parte del crecimiento y establilidad relativa del capitalismo Norteamericano se debe a la superexplotación del trabajo de los negros. El racismo ha dividido a la clase trabajadora norteamericana. Grandes candidades de trabajadores blancos en mejores condiciones economicas fueron convencidos de que los negros son inmerecidos, subhumanos, y peligrosos enemigos que debian ser suprimidos por la fuerza si fuese necesario. Esta situacion no solamente ha mantenido los jornales bajos para los negros; sino también ha presionado hacia abajo los jornales de los trabajadores debido al mercado de trabajo competitiva. Por lo tanto, el racismo le ha producido más ganancias del trabajo blanco tanto como del trabajo negro.
El racismo también ha servido para justificar el “derecho” del imperialismo y de norteamerica a intervenir en el extranjero cada vez que se antojan. La lucha de los negros en norteamerica y las luchas de emancipación de las colonias y semi-colonias ha hecho que los imperialistas supriman “el peso del hombre blanco,” pero todavía actuán de la misma manera al super-explotar gran parte de Africa, America Latina, el Caribe e Asia. Cuando los trabajadores inmigrantes de estas tierras vienen a EEUU, no escapan de la super-explotación racista.
Norteamerica, un país de inmigrantes, siempre ha sido sujeto a un chovinismo anti-inmigrante, que se activariás durante tiempo de crísis económica. Durante la gran depresión de la década de las treinta, la policía hacia redaba de cientos de miles de personas de origen Mexicana–¡incluyendo muchos ciuidadanos norteamericanos!–y los aglomeraban en trenes destinados a sur de la frontera.
El corriente decaimiento económico de largo plazo que comenzó a mediados de la década del setenta, ha aumentado el sentimiento masivo anti-inmigrante alrededor del mundo. En otros paises imperialistas como Francia, los ataques han sidos más organizados y más violentes que aquí. Aún durante los booms capitalistas nunca hay trabajo suficiente para todos y los trabajadores compiten unos con otros por empleos y jornales. Pero durante crisis, la competencia se convierte atroz. Esto promueve no solamente la rivalidad individual sino también la competencia de grupos, y los grupos más oprimidos alcanzan los peores trabajos–o ningunos. La hostilidad competitiva se vuelca sobre todos las areas de la vida, más allá del mercado de trabajo. Los capitalistas y sus políticos demócratas y republicanos y los jefes de los medios de comunicacíon le dicen a los trabajadores blancos empleados ciudadanos norteamericanos que su creciente dificíl situación se debe a “las madres de welfare” (en código la gente negra) y los inmigrantes “aproneciados.”
La gente negra siempre han sido el blanco principal del racismo en los EEUU. Pero ahora, el prejuicio persistente contra los trabajores latinos nacidos en los EEUU o en extranjero, aumenta aceleradamente. Por lo tanto, aúnque los ataques chovinistas aceleran contra los antillanos, africanos, arabes y asiaticos, los demagogos ahora abanican prejuicios raciales contra los latinos en particular a un paso aceleradísimo. Los grupos de “inglés solamente” se forman todos lugares. Buchanan y sus amigos gritan acerca de la “hispanificación de America” y advierten que los latinos aumentan más que los negros. Pronto, gritan estos, la vieja Norteamerica desaparecerá, y los blancos no serán la mayoría poblacional, y el inglés se convertirá en un segundo idioma. “Inmigrante” se ha convertido en una palabra de código que significa Latino-Americano.
La presencia latinoamericana en Norteamerica no es del todo nueva. Muchos Mexicanos se conviertieron residentes norteamericanos sin querer cuando los EEUU ocuparon la mitad de Mexico en la primera mitad del siglo pasado. Una gran inmigración de Mexico comenzó durante la Revolución Mexicana del 19101920. Los Puertorriqueños, de igual manera, sin querer, se convirtieron en parte de los EEUU en la guerra de los 1898 con España: Norteamerica conquistó colonias remanentes de España en las Americas y Asia y se unió a los files de las modernas naciones imperialistas. En el 1917, los EEUU obligó la ciudadania norteamericana sobre los puertorriqueños con el propósito de enlistar en sus fuerzas armadas para la gran matanza de la primera guerra mundial imperialista.
El boom de la posguerra desató la ola más grande de migraciones internacionales que haya conocido la historia. Los EEUU y otros paises imperialistas arrostraron trabajo no-diestro de la ruralía y areas no-desarolladas hacia sus crecientes metropolis industriales. Tan grande fue la expansión que fueron obligados a “importar” trabajo de los paises coloniales y neo-coloniales para ayudar a llevar a cabo los trabajos más sucios y de más bajo jornal. El boom convertió las viejas restricciones de inmigración un obstáculo a la producción expandida; la revolución colonial mundial y la rivalidad de la Guerra Fría convirtió las barreras raciales abiertas en una desventaja. Por ejemplo, durante los años cincuenta, los EEUU vergonzosamente dió por terminado la prohibición a inmigración de chinos y asiáticos que se había mantenido desde la década del 1880.
Los empleos del sector manufacturero con bajos salarios atrayeron no solamente a los negros y blancos del Sur de los EEUU, sino también a masas provenientes de Puerto Rico a las ciudades del noreste y mediooeste, adonde se convirtieron en presencia importante para mediados de la década del cincuenta. Los Mexicanos arribaron en oleados cada vez mayores, uniendose a las poblaciones ya existentes de chicanos en las ciudades y areas agrícolas del suroeste. Pronto migraron en números mayores a las fincas y ciudades del mediooeste del país donde trabajaron junto a los puertorriqueños. En el presente el capitalismo norteamericano atrae a los estamentos inferiores de la clase trabajadora nacional a inmigrantes latinoamericanos de diferentes nacionalidades, a los trabajos más duros e peor remunerados y a vivir a los peores tugurios.
La hostilidad hacia los latinoamericanos, muy particularmente hacia los advenedizos mexicanos, ha sido la más evidente en el suroeste. Pero el racismo semejante se ha dirigido contra los puertorriqueños desde el comienzo de su arribo a la costa este.
Siguiendo el ejemplo de las luchas por la igualdad y a favor de la justicia de los negros, los mexicanos y puertorriqueños a finales de la década del sesenta y temprano en la década del setenta establicieron una tradición latina de lucha masas e protesta en este país EEUU.
El primer movimiento de masas latino moderno en los EEUU fue el Comité Organizador de los Trabajadores Agrícolas Unidos (UFWOC-COTAU, más tarde los Trabajadores Agrícolas Unidos de Norteamerica) que comenzó en California durante la década del sesenta. Trabajadores agrícolas nacidos en Norteamerica y los nacidos en extranjero no tenían ningunos derechos bajo las leyes existentes que la garantizará el salario mínimo, la negociación colectiva, la prohibición de trabajo de los niños o hasta la presencia en los lugares de trabajo de facilidades de aseo personal y servicios sanitarios. El empuje a la organización en los viñedos de California despertó el gran entusiasmo y el heroico auto-sacrificio en los trabajadores chicanos, mexicanos y filipinos. Se lanzaron a la huelga, se sentaron y piquetearon a la vez que sufrieron despidos en masa, ataques de parte de la policía y guardios de seguridad privados. La naturaleza estacional y migratoria de esta clase de trabajo hizo la tarea de construir secciones sindicales estables doblemente díficil. Y los patrones nunca se sintieron tímidos de entregar a los organizadores inmigrantes a la policia inmigratoria norteamericana, a la terrible “Migra.”
Cesar Chavez y los otros dirigentes de la COTAU crearon el movimiento para reflejir al movimiento de los derechos civiles de los negros dirigido por la NAACP y por Dr. Martin Luther King, Jr. a mediados de la década del cincuenta y los sesenta. Es decir, adoptó la linea del movimiento de protesta como fue dictada por los maldirigentes pacifistas, orientados a las cortes judiciales y pro-capitalistas, que dependían de la buena voluntad del partido demócrata para sus resultados. Al encarar los tempranos derrotas, Chavez y compañía suspendieron los actividades huelgarias. No demandaron o hicieron campaña por huelgas de apoyo y otras acciones de masa por el resto de la AFL-CIO (Federación Americana de Trabajo-Congreso de Organizaciones Industriales): que hubiese requerido un ataque frontal contra la burocracía sindical amante a los patrones e racista, y un programa dirigido a ganarse a los matrículos e bases y substituir a los dirigentes conservadores.
Y por estas razones, Chavez se inventó algo que los burócratas podían tolerar. En el 1965 la COTAU hizo un llamado a un boicot nacional contra las uvas de mesa, que continuó esporadicamente durante 20 años con un efecto poco notable. Chavez concertó casi todos sus esfuerzas a presionar a favor de una ley sobre el trabajo agrícola en California muy parecida a las leyes federales, que le extendería el salario mínimo, elecciones de reconocimiento sindical, y prohibiciones de trabajo de los niños a los trabajadores agricolas del estado. Pero los proprietarios de fincas o excluyeron por entero al sindicato o firmaban contratos blandos con los Tronquistas (Teamsters Union) que eran los rivales de la COTAU. En cualquier caso los poderosos terratenientes y sus corporaciones del Agro despedían a los organizadores del COTAU o los hacian deportar sin impunidad.
Cuando finalmente pasó la ley a finales de la decada los sesenta, la membreria de la COTAU había mermedo a una escasa mitad de la que había sido a mediados de la decada del sesenta. La desmoralización era rampante; los trabajadores agrícolas mismos si habían escindido–los ciudadanos contra los inmigrantes, los residentes legales contra los indocumentados–al desaparecer los trabajos del campo con el fin del “boom” pos-guerra.
La forma de ahorelar legalista e “realista” debilitó el potencial de este movimiento militante tan prometedor. La COTAU recién se recuperá de su legado. Los Trabajadores agrícolos todavía en su mayoría Mexicanos y Chicanos, han mostrado de nuevo su buena voluntad de luchar. La dirección de la AFL-CIO ha sufrido unos cambios cosmeticos y han organizado una manifestación muy controlada el mayo de 1997 en apoyo de los trabajadores de la frambuesa en California que luchan por organizarse.
La estrategia reformista liberal básica es la misma–presionar tipo relaciones públicas el gobierno capitalista a favor de más elecciones de reconocimiento sindical oficiales bajo un control muy estricto. No hacen nada para construir alguna acción de masas de trabajadores genuina.
A pesar de su mala dirección y estrategia, la COTAU fue un punto de cambio importante. Una ala militante del movimiento latino surgió a finales de la decada de los sesenta: su dirección se fijó para su inspiración en el movimiento de los negros–pero su ala más militante del poder negro (y, más tarde, el Partido de la Pantera Negra) que surgió como resultado del fracaso de los liberales integracionistas. Los Young Lords de procedencia puertorriqueña se encontraban en Nueva York y Chicago; en el suroeste, los Boinas Marrón, el Partido de la Raza Unida y otros ganaron grandes cantidades de adeptos.
A mediados de la decada del setenta, casi todas las organizaciones militantes latinas se habían fragmentado. Aunque algunos de los fragmentos reclamaron que construian partidos marxistas, los elementos militantes representaban elementos de la clase media educada. Inspirados por las revoluciones nacionales Vietnámitas, Cubanas y Chinas y enseñadas por la brutalidad policiaca en los EEUU, vieron que el imperialismo no fue capaz de ser reformado fuera de existencia: la revolución era necesaria. Pero igual que Mao cambió de la hostilidad hacia el imperialismo a la complacencia con el mismo, las fuerzas militantes clase media “anti-imperialistas” pero no realmentes anti-capitalistas se acomodan más de hacer tratos. Por último o abandaron la política o se unieron a la burocracia liberal sindical, al clero y a otros traidores en el partido demócrata que habían rechazado anteriormente.
El decaimiento económico mundial que comenzó en la decada de las setenta aumentó la inmigración hacia los EEUU y otros naciones imperialistas. El colapso del nacionalismo tercermundista y el agotamiento creciente de recursos mediante la super-explotación imperialista ha engendrado condiciones de hambre. Se desataron guerras sangrientas al verse de las masas obligadas a pelear por las sobras. Millones fueron expulsados de sus patrias por las guerras y la desesperación económica, y grandes contingentes trataron de llegar a los EEUU para sobrevivir. Entre ellos habían emigrados de Haití, El Salvador, la Republica Dominicana y Mexico. Aquellos que lograron llegar a los EEUU evitando la Guardia Costera y los ataques de la “Migra,” la muerte por el hambro o ahogamiento fueron recibidos con odio racista, la brutalidad policiaca y trabajos de casi esclavitud.
Fue diferente para los refugiados cubanos anti-castristas, hasta reciente. Casi la totalidad de la clase capitalista cubana, una de las más servíl y corrupta del mundo, huyó, luego perder sus tierras y fábricas a la revuelta nacionalista militante de Castro. Estos gusanos recibieron grandes sumas de dinero y armas del gobierno norteamericano. Los más ricos y piel claro de ellos lograron construir su bastión sectoral dentro de la burguesía norteamericana, particularmente en el sur de Florida, Nueva Jersey y Puerto Rico. Como la punta de avance de la inmigración cubana, mantuvieron los elementos pequeño-burgueses y hasta una cantidad considerable de trabajadores inmigrantes cubanos en su agarre reaccionario, de una manera muy diferente al resto de los inmigrantes hispano-parlantes.
Más tardes oleados de inmigrantes cubanos recibieron trato diferente. La masiva inmigración de Mariel en el 1980 ocurrió bien adentrado en la crisis económica, con los políticas anti-inmigratorias bién en uso a todos los niveles. Los inmigrantes Cubanos pro-1980, más pobres y de piel más oscura, encararon en el mismo estereotipo racista que los negros norteamericanos y otros inmigrantes de color: fueron acusados de criminalidad, ocío y poca inteligencia. Desde ese entonces, los EEUU ha restringido severamente la inmigración desde Cuba y hasta consultó amigablemente con el odiado gobierno “socialista” de Castro sobre como evitar que los desafectos Cubanos se vinieron a los EEUU.
El cambio en estatus de los inmigrantes cubanos y el trato de los nicaragüenses y salvadoreños, ilumina la raiz clasista de la política anti-inmigratoria norteamericana. Los inmigrantes salvadoreños, en su mayoría trabajadores urbanos y de la ruralía pobres fugaban de las escuadrones de la muerte establecidos por la CIA y el ejército del sangriento gobierno dominado por los militares. La migra descubrió miles de maneras para excluirlos, negarle asílo y deportarlos. Los refugiados nicaragüenses, principalmente provenientes de la clase-media y la pequeña-burguesía, escapaban del gobierno sandinista de nacionalismo radicalizado. Los capitalistas norteamericanos y su gobierno odiaban a los sandinistas y organizaron el ejército Contra para subvertirlos. Pero su actitud hacía los inmigrantes nicaragüenses no-ricos, no importa que fuesen derechistas, rapidamente se enfrió, y la “Migra” lo hizo más díficil para ellos asentarse. Con la caida del sandinismo, los nicaragüenses son tratados como otros inmigrantes latinos no favorecidos.
Existen claros lazos lingusticos, culturales y historicos entre gentes nacidas en los EEUU y en el extranjero que provienen de los varios paises hispano parlantes de este hemisferio. Sin embargo, sería un enorme error clasificarlos como un bloque homogeneo, politicamente o de otra manera. Mientras la mayoría de los Latinos entienden su comunalidad, hacen enfasis en su país de origen como su identidad etnica primaria dentro de la sociedad norteamericana. Las diferencias entre las gentes Latinoamericanos son reales y si serán decisivas o echadas para atrás no ha sido decretado de anteriano.
El capitalismo norteamericano, ciertamente, empuja a los Latinoamericanos hacia la fusión de un solo “grupo de intereses comunos” o grupo etnico. Ciertamente existe un prejuicio total contra los Latinos que no puede ser ignorado: las presiones de la política electoral nacional mantienen que un gran “bloque hispano” puede lograr más de sus demandas sobre el gobierno que lo hacía grupos de intereses más pequeños basados en naciones particulares.
De hecho, la teoría burguesa subyacente de como se distribuyen politicamente los beneficios del gobierno mantiene que tales bloques están en competencia uno con los otros; por lo tanto, conviene crecer bastante para lograr una mayor parte. De tal manera, los latinos son presionados a convertirse a una singular unidad–en competencia con los negros y otros grupos por qué, la teoría mantiene, las unidades más pequeñas como los puertorriqueños o dominicanos no pueden competir con los grupos mayores.
Sin embargo, las mismas presiones competitivas también socavan tales bloques mayores y obligan a cada grupo a la rivalidad uno con el otro. En el pasado, los electores provenientes de la clase trabajadora de los varios grupos sectoriales obtuvieron algunos beneficios mínimos como su “parte” de las sobras, hoy día no alcanzan a recibir ni siquiera esperanzas–que explica el porque votan cada día menos y menos. Al empeorar las condiciones el gobierno quita más y más, las tendencias al empeoramiento de las relaciones entre puertorriqueños, dominicanos, etc., pueden aumentar–en el mercado laboral, en las comunidades y en el frente electoral.
El origen nacional no es la única linea de fraccionamiento que existe entre los latinos. El prejuicio anti-latino varia de acuerdo al color de su piel. Los latinos que son más blancos son objeto de menos prejuicio que aquellos que más claramente muestran su herencia africana y/o indígena. La corriente racista de la tendencia anti-inmigrante e anti-latina no puede ignorarse.
Sin embargo, la linea más fundamental de diferenciación entre los latinos es la misma que corre através del resto de la sociedad. Biseca cada nacionalidad diferente y (a pesar de las perspectivas impresionistas del momento) es más profunda y más significativa que ambos diferencias–la nacional y la racial. Es la linea de clases, la división entre el proletariado y la burguesía–y el estamento medio atomizado entre ellos.
El capitalismo norteamericano descrimina contra todos los negros menos aún contra el pequeño número de capitalistas negros y los acomodados del estamento medio, pero lo suficiente para que no logren romper su relación con la clase trabajadora negra y el ejército de reserva de desempleados. Su función es mantener a las masas en linea, ofuscar la linea de clases entre los negros y ayudar a prevenir la toma de conciencia de clase y la conversión a revolucionarios a los negros, blancos, latinos y a todos.
De igual manera, la burguesía latina juega un rol similar entre los latinos; con la excepción de que los especificos de la relación entre los elementos capitalistas y clase trabajadora varia de acuerdo a la procedencia nacional especifica. Por ejemplo, en algunas casos muchos trabajadores latinos trabajan para la burguesía latina (por ejemplo, los cubanos). Pero en la mayoría de los casos, los trabajadores trabajan directamente para las corporaciones anglos, y las clases superiores latinas actuan como agentes intermediarios entre el capitalismo norteamericano y la fuerza trabajadora especificíca. Sin embargo, si las clases superiores latinas son agentes intermediarios, explotadores directos o simplemente portavoces de los estamentos medios, su pretensión de representar los intereses de los trabajadores latinos significa una trampa de muerte para esos trabajadores.
Bajo la superficie de los sucesos, las contradicciones capitalistas se intensifican. A pesar de toda su importancia en estos días, los “dirigentes comunales” clase media latinos se encuentran atados más al capitalismo que lo que están a las necesidades de sus seguidores. En esto, no son distintos a las direcciones políticas de los negros, y grupos oprimidos, inmigrantes o nacidos en norteamerica.
La misma teoría burguesa es mantenida por los liberales y militantes que hacen llamamiento a favor de “alianzas tipo arco irís” de todos grupos de interés y etnicos. Si no se puede tener un monopolio unificado, se supone que debería organizarse un cartel un bloque de bloques para plantear reivindicaciones en el mercado electoral. Pero estos super-bloques son solamente un espectáculo en el cual los dirigentes se unen si exista una verdadera alianza en la base (matricula).
Los marxistas son internacionalistas abiertamente y sin flaquear. No nos interesa la construcción de naciones separadas. Estamos, sin embargo, al lado de las masas coloniales oprimidas que luchan contra nuestro enemigo común, los imperialistas dominantes. Defendemos el derecho de la autodeterminación con el propósito de probar que las naciones y burguesías nacionales no son la respuesta al imperialismo–y que los trabajadores de todas las naciones deberían unirse y luchar por la revolución socialista.
De forma similar, cuando la lucha no es anti-colonial–cuando no es una cuestión de la construcción de naciones separadas–defendemos el derecho de la auto-organización de las razas y nacionalidades oprimidas. Entendemos porque las masas latinas en norteamerica, en la ausencia clase trabajadora unificada luchando a favor de sus intereses contra la descriminación, son atraidas hacia organizaciones etnicos por razones de auto-defensa. Lucharemos junto a estos trabajadores contra el enemigo común, proclamando abiertamente que la lucha demostrará la verdadera solución a las necesidades de las masas: no en bloques y alianzas etnicas y raciales separadas sino mediante la solidaridad internacionalista e interracial de la clase trabajadora. Esto significa un total rechazo a los mal-dirigentes pro-burgueses.
Como leninistas conocemos la diferencia entre la conciencia nacional, etnica y racial de las gentes oprimidas y la conciencia nacional, etnica y racial de los opresores. Entendemos la razón por la cual los grupos oprimidos quieren demostrar orgullo de sus logros cuando los opresores constantamente buscan degradarlos. Sin embargo, porque estamos comprometidos a decirle la verdad a nuestros compañeros trabajadores según nosotros la vemos, hacemos siempre claro que nuestra meta es la conciencia de clases y no la conciencia de raza ó etnica estos últimos son calles sin salida para los trabajadores.
Siguiendo esta perspectiva, defendemos las esfuerzas hacía la auto-organización. En circunstancias adonde es el único camino abierto para los oprimidos, somos partidarios de la auto-organización. Al escoger entre la organización latina general sobre la organización de las nacionalidades latinas especificas, los comunistas generalmente apoyan las unidades mayoras en vez de las más estrechas. Formaciones latinas amplias, sin embargo, se pueden justificar como medio para bregar con problemas inmediatos concernientes solamente a los latinos. Los frentes provisionales y acciones conjuntas con otros grupos son crecientemente necesarios si los oprimidos se van a defender ellos mismos en la norteamerica de hoy. Por lo tanto, como respuesta a las leyes anti-inmigrantes y casos de brutalidad policiaca, la más amplia unidad de acción posible por todas las gentes oprimidas y sus adeptos es merecida–es vital que todos los trabajadores y gentes oprimidas se solidarizen con la defensa de los inmigrantes, latinos y no-latinos de igual manera.
Mientras que tales formaciones amplias y provisionales son importantes para ciertas acciones defensivas especificas, son insuficientes. El capitalismo es la causa, y el sistema requiere redadas contra los inmigrantes. Por lo tanto, nuestra meta principal es obrar para asumir la dirección de la vanguardia de la clase trabajadora y su programa internacionalista e interracial; el partido revolucionario proletario es la única respuesta a la difícil situación de los inmigrantes.
El llamamiento a la unidad entre los inmigrantes y sus aliados es muy popular en estos días. La Coordinadora 96, el comité que organizó las concentraciones de 1996 y 1997, está por “un movimiento nacional de inmigrantes y gentes pobres,” y solamente de los inmigrantes nada vez. La Coordinadora plantea un programa de reclamaciones que denomina la Proposición Número Uno: los derechos humanos y constitucionales, la oportunidad igualitaria y la acción afirmativa, la ciudadanía ahora y la amnistia para los inmigrantes indocumentados, alto a la brutalidad policiaca, educación pública gratuita para todos hasta el nivel universitario, leyes de reforma laboral y aumentos de salario mínimo hacia el costo de la vida, y la expansión de los servicios de salud.
La especificidad de muchas de las reclamaciones, más el título de Proposición Número Uno, afirma el hecho de que son destinados a lograrse no solamente bajo el capitalismo pero usando los métodos del electoralismo democrático-burgués–auxiliados por la presión de masas. La Coordinadora 96 hace un llamado “a un nuevo movimiento por los derechos civiles de los inmigrantes y las gentes pobres.”
La propuesta equivale a pedirle a la clase dominante capitalista a actuar en el interés de los inmigrantes y suprimir la ala derecha racista y chovinista. Jamás pasará, especialmente en estos tiempos cuando los racistas ganan referéndumes sobre tales cuestiones sociales. Además, gobiernos electos “democraticamente” lejos de expandir la educación pública gratuita, se encuentran achicando los presupuestos de las escuelas públicas y convirtiendo las universidades y colegios menos accesibles y fuera del presupuesto de las minorías que ningún otro tiempo en la reciente historia. Los propuestos conciben una estrategia similar basada en el intercambio de votos por un tal apoyo como propusieron durante décadas los dirigentes sindicales y de derechos civiles, un atolladero ya probado.
La historia demuestra que la clase trabajadora logra beneficios mediante las acciones militantes de masa y huelgas masivas; esto es lo que obliga a los legisladores a cambiar las leyes en la esperanza de calmar a los trabajadores. Pero el programa de la Coordinadora parece deliberademente evitar llamado específicos a la unidad de la clase trabajadora: la reclamación de trabajo para todos se encuentra notablemente ausente, a la vez que sí aparece un llamado a una “reforma” laboral no-específica. ¡La huelga de los Tronquistas y el apoyo que recibió contra la United Parcel Service (UPS) este pasado agosto (1997) que tan popular es la idea de luchar por trabajos a tiempo-completo para todos los trabajadores!
La Coordinadora no es frente amplio genuino de los oprimidos unidos por la necesidad de una acción común. Aunque las masas que venían a sus manifestaciones tienen muchos puntos de vista, la organización solamente le refleja uno, la visión reformista liberal que pretende ser amplia. El programa de la Coordinadora no representa un programa real de la clase trabajadora, ni la variedad de visiones de sus adeptos, sino la posición de los abogados, organizadores comunales y otros intermediarios clase-media del sistema capitalista norteamericano dominante. Y de hecho, muchos de los oradores destacados en la concentración del 1996 en Washington, D.C., fueron políticos demócratas y del clero liberal–los sospechosos de siempre. Ningún orador o dirigente de la concentración ofreció una estrategia contrapuesta a los mitines de grupos de presión, el cabildeo y los urnos electorales–aunque muchos marchantes, particularmente la juventud, buscaban otra manera hacia adelante y eran muy receptivos a las ideas revolucionarias.
Los maldirigentes sindicales pro-capitalistas, que asumieron un rol menor en la manifestación, se hacen más peligrosas para las masas que los organizadores comunales. Estos controlan las organizaciones permanentes más grandes con muchos más recursos. Y, están organizados por la misma naturaleza de la de la producción capitalista en una fuerza potencialmente cataclismica, a pesar de sus reducidos números en el presente. Los sindicatos todavía organizan los trabajadores en el corazón de la producción capitalista en la generación de ganancias y el poder. Son capaces de parar la producción, el transporte, las ciudades, la administración gubernamental y las ganancias del sistema. El tremendo poder de los sindicatos es la razón central del porque la burocracia ha actuado tan débilmente. Si usasen ese poder, el sistema quedaría virado al revés. Pero al actuar como los vendedores de la fuerza de trabajo y siempre leales al capitalismo, estos burócratas se niegan a usar la fuerza de los sindicatos.
Los burócratas sindicales han aprendido algo de la experiencia de la COTAU de la década de las sesenta y comienzos de la década de las setenta–repetirla la misma experiencia. La última campaña de organización modela fue la de Justicia para los Conserjes del Sindicato Internacional de los Empleados de Servicio (SEIU). La reputación de la dirección actual Nueves Voces AFL-CIO de John Sweeney surgió de esta campaña destinada a organizar los trabajadores de servicio de los edificios. En Los Angeles, California, los conserjes son casi todos latinos, muchos de ellos inmigrantes de México e El Salvador.
A pesar de una dirección sindical orientada más hacía la opinión pública clase-media que hacía la acción de la clase trabajadora, la SEIU crece, reclutando a conserjes y ocasionalmente ganando algunos contratos de compañias que previamente no estaban sindicalizadas–con los mismos jornales y beneficios o poco más que antes. No es la opinión pública la que mueve a los proprietarios racistas de edificios sino el espíritu y la solidaridad de los trabajadores.
Parte de este espíritu se basa en las luchas militantes de los trabajadores de la construcción “dry-waleros” durante el fin de la década del ochenta. Los dry-waleros de Los Angeles son casi todos inmigrantes Méxicanos. Ellos tienen el trabajo más duro en la industria de la construcción de viviendas, cargando sobre sus espaldas secciones de paredes pre-fabricadas vaciadas de yeso, sujetos al despido si fallan o se atrasan momenteamente. La lucha de estos trabajadores para formar una asociacón para conseguir mejores salarios y condiciones de trabajo de los patrones contratistas requirió huelgas, ocupaciones forzozas de los sitios de trabajo y piquetes masivos. Aunque los contratistas entregaron algunos militantes a la Migra y los policias agolpearon y detuvieron a muchos, la acción de masas de los trabajadores en las calles fue lo ganó el contrato.
Obviamente, los drywaleros necesitaban el apoyo del resto de la clase trabajadora. Para lograr una solidaridad verdadera, como en el caso de la COTAU, hubiese sido necesario una lucha a favor de huelgas de apoyo. Para lograr tal solidaridad en la acción, hubiesen tenido luchar contra los dirigentes sindicales que le corren al deber de declarar la huelga. Pero la dirección de los drywaleros buscaron a los jefes de los sindicatos y terminaron dentro del sindicato de los Carpinteros, un grupo de oficio muy conservador. Los contratistas edificadores de viviendas en su mayoría continuan empleando inmigrantes drywaleros no-sindicalizados, pagandoles muy poco y sujetandoles a despidos injustificados.
El ejemplo de trabajadores inmigrantes latinos militantes unificando a sectores previamente desorganizados encarando el terror de los patrones racistas y de la policia predice el desarollo futuro de la lucha. De igual manera, el ejemplo de latinos que solidarizaron con los negros en el “motín” de Los Angeles del 1992 (contra la exculpación de los policias que golpearon salvajamente a Rodney King) señala hacia el potencial que poseen los trabajadores latinos para forjar una más amplia unidad de clase.
La oportunidad para lograr la solidaridad de clase trabajadora mediante acciones industriales de parte de los sindicatos ha crecido enormemente. No es sencillamente que el número de trabajadores de color ha aumentado en los sindicatos y que las restricciones racistas en muchos de estos sindicatos han sido derrotadas. Una vez envolucrados en luchas militantes, los trabajadores blancos han probado que ellos pueden aprender que necesitan compañeros y compañeras negros y latinos.
La ola huelgaría, espontánea y atomizada, que se dió de forma fuerte a través de industria a comienzas de la década de los setenta estableció que trabajadores blancos seguirían a trabajadores militantes negros unificados en la acción. Ya no dependían los trabajadores negros si los trabajadores blancos llegan a solidarizarse con ellos. En las acciones de clase, las relaciones entre las razas se transformaban más igualitarias. Más aún, los trabajadores negros por virtud de las lecciones aprendidas en sus luchas contra la opresión, llevaban la dirección. Este logro evidenciaba la confirmación de la predicción de León Trotski en la década del treinta que mantenía que los negros norteamericanos estarían en la vanguardia revolucionaria en una representación fuera de proporción a sus números en la populación.
Podemos afirmar la misma acerca de los latinos, haitianos, antillanos y otros trabajadores. Al regresar la militancia a los sindicatos, dan evidencia de su creciente participación. Además, en las manifestaciones y charlas, sale a la luz que luchas tanto en norteamerica como en los paises de su origen les han enseñado lecciones y los han hecho más receptivos a las ideas autenticamente comunistas que a muchos trabajadores nacidos en norteamerica, para ahora.
Es inevitable que la lucha de clases, que ha estado durante tanto tiempo represada, estallará con tanta furia y profundidad que sorprenderá a gentes impresionables que le han dado la espalda a la clase trabajadora organizada. Tal levantamiento expulsará no solamente a la dirección actual burocrática sino también a sus imitadores reformistas color rosado pálido. En el curso de la lucha, los trabajadores aprenderán la necesidad de la acción de masas. Como los drywaleros, mobilizarán grandes acciones de masas fuera del marco de las leyes de los patrones y los derechos de la propiedad.
La experiencia además demostrará que la acción militante que no supere la ligazón entre los sindicatos a los políticos demócratas y republicanos y sus jefes capitalistas está condenada al fracaso: los intereses de los trabajadores y los patrones son fundamentalmente opuestos. Una dirección que verdaderamente lucha por los intereses de los inmigrantes y todos los trabajadores está llamada a reconocer esta y luchar por el derrocamiento del capitalismo y su reemplazo por una sociedad de abundancia y igualdad para todos–el socialismo. Sin embargo, el desarollo futuro se logrará si todos los trabajadores–inmigrantes o nacidos en norteamerica–que ya entienden esta necesidad se agrupan para construir una dirección alternativa, el partido revolucionario de la clase trabajadora.
Para construir el partido y atraer a los mejores luchadores a el, las lemas y dedicación militante no bastarán. Los revolucionarios tienen que demostrar que tienen el programa para unificar a los inmigrantes y otros trabajadores en la acción de masas. Las huelgas aisladas casi siempre no triunfan, pero las huelgas importantes atraen la atención y apoyo de otros trabajadores, como el caso de la UPS. Para convertir ese apoyo en una realidad y poder defender a los trabajadores de los continuos ataques capitalistas, los revolucionarios señalan hacia la necesidad de la huelga general, que le pone un alto a la generación de ganancias y une a la clase trabajadora y demuestra su fuerza real.
La huelga general recoge todos las luchas de los desposeidos y demuestra que las reclamaciones de sus intereses son vitales al triunfo de la huelga. Los revolucionarios también señalan que las reclamaciones de la clase trabajadora trascienden el estrecho sindicalismo. Lineas de piquetes armadas pueden ponerle un alto a rompehuelgas particulares; la única manera de parar a un torrente de desempleados de rompe huelgas es luchando por empleos para la clase entera. La única manera de derrotar a los patrones es luchando por los derechos de los inmigrantes, negros, latinos, mujeres, los desempleados y todas las gentes oprimidas y explotadas. Los revolucionarios también demostrarán que una acción de masas triunfante en la forma de la huelga general plantea la cuestión de cuál clase tiene el derecho a dominar la sociedad, los verdaderos productores o los atesoradores de las ganancias.
El partido está para un verdadera internacionalismo–un partido revolucionario internacional con secciones en cada país. Estamos por un internacionalismo de trabajadores contra la explotación y el robo internacional de los capitalistas. Los capitalistas siempre le dicen a los trabajadores norteamericanos que tenemos que aceptar salarios bajos y peores condiciones de trabajo: ya que ellos pueden emplear trabajadores en las maquilas de México a lo largo de la frontera norteamericana por una décima parte de los salarios. Estas condiciones jamás serán resueltas bajo el capitalismo: la única solución es la revolución socialista de los trabajadores que derrotará al capitalismo internacionalmente.
Los capitalistas nos han convertido en una clase trabajadora internacional mientras nos dividen en naciones y razas para competir por sus sobras. Debemos actuar como una sola clase trabajadora–por ejemplo, mediante huelgas huelgas de trabajadores a ambos lados de la frontera entre México y los EEUU. Esto no es una fantasia: la primavera de 1997, los camioneros de Francia, España y Portugal se lanzaron a la huelga juntos por menos horas de trabajo, salarios más altos y mejores pensiones; lograron una victoria parcial. Si nuestra clase lo puede lograr en Europa, porque no lo podemos lograr aquí en las Americas. Tales acciones huelgarias requieren de una lucha para expulsar y remplazar a los charros sindicales en los EEUU y México.
Estos son solamente varias formas que los trabajadores de todos nacionalidades pueden organizar para comenzar a luchar. La lucha será larga y díficil, como todos entendemos. Los revolucionarios de la Liga para el Partido Revolucionario (LRP/LPR) nos unimos a todas las luchas para defender a la clase trabajadora que podamos. Al luchar junto a nuestros compañeros y compañeras trabajadores demostrarámos con el tiempo en la práctica que solamente el programa revolucionario puede defender a nuestra clase de los ataques, lograr adelantos y mantenerlos. Los mejores y más concientes luchadores entenderán esto y se juntaron a nosotros para construir el partido que todos los inmigrantes y trabajadores necesitan.