El mundo se encuentra denuevo al borde de una devastadora guerra imperialista. El ataque próximo norteamericano contra Irak no es otra cosa que otro feo episodio en la larga e sangrienta historia del capitalismo.
Como comunistas proletarios revolucionarios, estamos abiertamente a favor de la defensa militar de Irak y por la derrota de la agresión norteamericana. Nos alegramos por el hecho de que las masas en todas partes del mundo demuestran forzosamente su hostilidad contra la guerra venidera. Haremos todo lo posible a nuestro alcance para transformar la oposición a la guerra desde concepciones patrióticas e pacifistas a una firme lucha de conciencia de clase contra el imperialismo.
Nuestra defensa militar de Irak no significa la defensa política o apoyo a la dictadura burguesa iraqui encabezada por Saddam Hussein. La superpotencia norteamericana busca castigar a Saddam, su antiguo aliado subordinado. En la mente de sus viejos amos, el crimen de Saddam no fue la tiranía de este sobre el pueblo iraqui sino que este trató de aumentar su poder contra los intereses del imperialismo al atacar a Kuwait. La primera guerra del Golfo Pérsico, las criminales sanciones de la ONU y la presente guerra fueran diseñadas para advertirle al resto de los gobernantes subordinados del mundo neocolonial – los otros Saddam Hussein, los otros Milosevic, los otros Noriegas del pasado y del futuro – que deberán obedecer con mucha fé a Washington o encarar la destrucción total.
La guerra tiene una meta aun mayor. Los trabajadores de Asia, Europa, África, América Latina y del Medio Oriente se levantan y luchan contra una explotación que se profundiza más y más. La venidera devastación de Bagdad y la masacre de miles y miles de inocentes trabajadores iraquíes constituye una advertencia que la clase dominante norteamericana utilizara todo su poderío para saciar su avaricia.
La oposición de los imperialistas franceses e alemanes surge en parte del miedo que la guerra provocará explosiones mayores en el Medio Oriente y en sus países. Sin embargo, su oposición es en primer lugar una reacción al unilaterismo abierto e agresivo de los EE.UU en su política exterior, cuya meta inmediata consiste en controlar los campos petrolíferos de Irak y, de esta manera, apretar el control norteamericano sobre sus abastecimientos de petróleo y, de igual manera, su dominación militar en el Medio Oriente.
Hace mucho tiempo, en la cenit de la Guerra Fria, nuestra tendencia política, por si sola, predijo que la próxima guerra mundial – si no era prevenida por la revolución socialista – probablemente no sería entre los EE.UU y la URSS sino entre los EE.UU, Alemania / Europa Occidental y Japón. También expresamos que los enemigos en aquel entonces de EE.UU, Rusia, y la China, serían incluidos como socios menores de uno u otro bando de estos grandes bloques imperialistas antagónicos. El ataque venidero de Irak ha sacado a flote en los eventos mundiales a esta rivalidad inter-imperialista en pleno desarrollo; los imperialistas de Europa Occidental se han visto obligados a retar a la hegemonía imperialista norteamericana.
Los gobernantes norteamericanos encaran peligros añadidos al continuar su empuje continuo hacia la guerra. Ya se notan las grietas en la misma clase capitalista. Mientras que estas se podrán subordinar si la guerra prueba ser un éxito inmediato, se podrán expandir de forma amplia si la maquinaria bélica durante la invasión o como una consecuencia de esta. Sin embargo, la crisis capitalista mundial y su impacto interno ya ha obligado a los capitalistas norteamericanos ha aumentar su ataque contra la clase trabajadora norteamericana. Esto, combinado con la guerra, provocaría una explosión de los trabajadores si la guerra no se concluye prontamente. El posible impacto sobre las acciones contra la guerra sería enorme.
Claramente la presencia de la clase trabajadora dentro de la lucha contra la guerra ha sido mayor en la Europa Occidental. La acción de los sindicatos es una señal de cuan profunda es la hostilidad de la clase trabajadora en estos países, acelerada por las condiciones económicas en pleno deterioro.
El genuino odio al imperialismo y a su arrogante explotación de las masas en todos lados está produciendo demostraciones explosivas contra la aventura norteamericana en Irak de parte de trabajadores y otros pueblos oprimidos alrededor del mundo. Ven los vínculos entre su desesperación, el rejuego norteamericano por el poder en el Medio Oriente, y la continua opresión imperialista e violencia inhumana contra los palestinos e chechenes.
En el contexto de la economía capitalista mundial en crisis, y los crecientes signos de una depresión mundial masiva, el potencial de unidad entre las luchas e protestas económicas y las anti-bélicas aumenta de momento en momento. Dentro del creciente movimiento anti-bélico en varias partes del mundo, nosotros los revolucionarios comunistas no comprometemos otra vez a luchar a favor del liderato de la clase trabajadora sobre todas las masas oprimidas e explotados, de todos los luchadores anti-bélicos, de todos los demostradores que buscan un mundo sin guerra y pobreza.
Escribimos la verdad sobre nuestras banderas: solamente la re-creación de la Cuarta Internacional como el partido vanguardia mundial proletario podrá dirigir la revolución socialista, la única esperanza para la sufriente humanidad.