In English

Declaración de la Liga por el Partido Revolucionario


Una visión revolucionaria de las elecciones y la crisis económica

El capitalismo en bancarrota amenaza con una depresión

Noviembre 2008

A través de los EE.UU. y el mundo, la victoria eleccionaria de Barack Obama ha sido celebrada como un evento trascendental que promete unos cambios muy bienvenidos en el comportamiento del gobierno norteamericano. En un sentido, es ciertamente trascendental -- en un país construido con la esclavitud, en el cual el racismo continua oprimiendo a los afronorteamericanos, Latinos e inmigrantes -- la victoria electoral de un negro como presidente es ciertamente un evento de trascendencia histórica. Ciertamente es evidencia de una mejoría en las actitudes raciales entre la gente de piel blanca. Sin embargo, la victoria de Obama tuvo mucho mas que ver con el sentido mas ampliamente aceptado de crisis en los EE.UU. y la tan cacareada promesa de “cambio” del candidato Demócrata.

El estallido de una profunda crisis económica en Wall Street el pasado octubre le añadió un punto de exclamación a los desastrosos ocho años de la presidencia de George W. Bush. La continua y persistente ocupación militar norteamericana de Irak se ha convertido en un atolladero sangriento que apunta hacia un claro descenso del poder global y un empeoramiento de la reputación norteamericana. Mientras tanto domésticamente, el fracaso del gobierno a responder efectivamente a las consecuencias del huracán Katrina en la región del Golfo de México revela un espantoso nivel de racismo, una desatención al sufrimiento humano y una crasa incompetencia.

Las celebraciones en las calles de la victoria electoral de Obama expresaron la felicidad en haberle asestado un duro golpe al racismo y una derrota a Bush. La euforia también demostró una esperanza muy difundida de que el partido Demócrata, con Obama al timón, cambiará a los EE.UU. y la convertirá en una sociedad mas justa que alcanzará mejores triunfos contra el racismo y la pobreza y traerá un fin a años de provocaciones y guerras.

Pero la verdad es que Obama y los Demócratas van a decepcionar dolorosamente a sus simpatizantes, especialmente la clase trabajadora y a los pobres. Domésticamente, el masivo problema de la desocupación y desempleo, la reducción de los salarios, los desalojamientos y los lamentables servicios sociales no van a desaparecer. Los capitalistas se encuentran atrapados en una crisis de la cual únicamente pueden salir intensificando drásticamente la explotación de la clase trabajadora. Obama y socios son sirvientes muy dedicados a la clase dominante capitalista norteamericana, y no menos que sus rivales Republicanos. Supervisaran una serie de ataques capitalistas cada vez más amplios y profundos contra los estándares de vida de la clase trabajadora que inevitablemente golpeara más fuertemente a los afronorteamericanos, Latinos e inmigrantes.

La misión de Obama

De hecho, todo desde los cuantiosos donativos electorales hasta los endosos en los medios de comunicación masivos demuestra que la clase dominante favoreció más ampliamente la candidatura de Obama. Los capitalistas estaban conscientes que después de los últimos ocho años su gobierno necesitaba una cirugía plástica liberal. Con la economía al borde del colapso, los capitalistas están esperanzados que Obama sea capaz de contener la ira obrera contra los inevitables ataques contra los empleos, salarios, y servicios sociales que van a desatar los capitalistas. Y están esperanzados que la presidencia de Obama calmará a las masas oprimidas del Medio Oriente, América Latina. África y Asia, que han sufrido tanto en un mundo dominado por los EE.UU. y cuyo odio al imperialismo norteamericano amenaza con estallar en luchas masivas. Por lo tanto, la misión de Obama no consiste en “cambiar” al sistema sino en salvarlo.

De hecho, aun antes de asumir el poder, las acciones de Obama confirman que él llevará acabo esa función. Mientras que calificó a la invasión de Irak como una idea “tonta”, desde su incumbencia en el Senado Obama ha votado repetidas veces a favor del financiamiento continuo de la ocupación militar. De hecho, mientras que declara que va a sacar las tropas imperialistas norteamericanas de Irak, a la misma vez, planifica mantener la presencia de una numerosa fuerza militar en la región para defender los intereses norteamericanos. Además, ha aclarado que apoya lo que considera guerras “sabias” como la primera guerra del Golfo y la ocupación militar de Afganistán, donde promete enviar más tropas. Obama introdujo cautelosamente en sus discursos electorales llamados al “sacrificio compartido” pero no nos ha dicho cuanto sacrificio (miseria) espera que soportemos. Sin embargo, sus consejeros económicos principales como el ex-cabecilla del Banco Central de la Reserva, Paul Volcker y el ex-Secretario del Tesoro Robert Rubin, ya hacen los cálculos -- después de todo fueron ellos los que diseñaron los históricos ataques económicos contra la clase trabajadora cuando previamente sirvieron en la Casa Blanca presidencial.

Obama y el rescate de Wall Street

Sin embargo, la evidencia mas clara de la lealtad de Obama a los intereses capitalistas han sido sus ejecutorias al conseguir un amplio apoyo al plan de rescate de Wall Street.

Durante décadas, tanto los partidos Republicanos como Demócratas nos han dicho que no había dinero para mejorar los servicios de salud o educación. Por el contrario, han rebajado drásticamente el servicio social y aprobado ola tras ola de ataques contra nuestros empleos y salarios. Al caer los ingresos obreros mas y mas por debajo de los aumentos de los costos de vida, el gobierno nunca ha ayudado a las masas. Pero tan pronto los vampiros de Wall Street encaran la bancarrota, los Republicanos y Demócratas se juntaron con una rapidez extraordinaria para regalarle cientos de miles de millones de dólares. Con tal que las ganancias llenen los bolsillos de los patronos, impera la ideología del mercado libre. Pero tan pronto enfrentan grandes pérdidas, interviene el gobierno -- con el dinero del público. Mientras tanto, cientos de miles de trabajadores pierden sus viviendas a los bancos por falta de paga de hipotecas, sus empleos y pensiones y el gobierno capitalista propone la ayuda más desganada, escasa y transitoria.

Mientras que es harto conocido que Obama hizo campaña como el anti-Bush, es un hecho que el reciente rescate que Obama apoyó, un regalo de 1.5 millón millones de dólares (trillón -- en ingles) a Wall Street del fisco del gobierno, era precisamente el plan completo de la administración del Bush que tanto se opuso en su campaña electoral. Su meta consistió en: concederle tiempo a la clase dominante -- -calmando a la manada de inversionistas nerviosos y permitiéndole a los capitalistas prestarse unos a otros dinero -- que le ayudaría a Wall Street recobrar su confianza y rentabilidad para lanzarle denuevo ataques económicos contra la clase trabajadora . Para desviar criticas de favoritismo de clases, Obama y la mayoría de los Demócratas en el Congreso apoyaron el añadirle al rescate una pequeña ayuda transitoria a los que enfrentaban desalojamientos y a los trabajadores que enfrentaban desempleo y desocupación. Pero estas eran: transitorias y limitadas partidas surgidas posteriormente -- dirigidas a desviar la oposición a la legislación del rescate de Wall Street.

Como era de esperar, el rescate ha sido recibido con la más amplia indignación pública. Muchos trabajadores perciben correctamente que son ellos los que van a tener que al final de cuentas pagar por el rescate a los capitalistas. Pero todavía no ven una alternativa y son menos conscientes de su poder en potencia que los mismos capitalistas. Los capitalistas y sus políticos conocen las pasadas rebeliones obreras en los EE.UU, y alrededor del mundo. Es una ley de hierro del dominio capitalista que la clase trabajadora y los oprimidos eventualmente luchen contra lo que el sistema le hace. Por lo tanto los gobernantes le temen a las probabilidades de huelgas de masas, protestas y disturbios. Le temen particularmente a las acciones de masas que desemboquen en un movimiento político que amenace su agarre al poder en los mismos EE.UU. La habilidad de Obama para recanalizar el descontento popular hacia la urna electoral con un discurso vago de reformas lo convierten en un activo muy valioso para la clase gobernante.

A que se debe a que el capitalismo esté en crisis

La crisis del presente se han centrado sobre las instituciones financieras y se han destacado lamentables cuentos de avaricia y corrupción. Pero las causas de las crisis son mucho mas profundas que esas. Son el resultado predecible e inevitable del funcionamiento normal del sistema capitalista que ha sobrevivido durante mucho tiempo su utilidad y solo puede sobrevivir lanzando cada día mas a la humanidad a mayores desastres y guerras.

Los ideólogos capitalistas alientan la idea de que los caprichos de los mercados son “actos de Dios” -- más allá del entendimiento o los argumentos de los meros mortales. Por el contrario, el funcionamiento del capitalismo puede ser entendido científicamente y sus crisis pueden ser previstas. El teórico que primero explico esto fue el fundador del moderno socialismo revolucionario, Karl Marx. Marx explicó que las diferentes formas de sociedad surgen al desarrollarse el poder productivo económico de la sociedad y desaparecen después de convertirse en barreras a ese desarrollo. Similar a las sociedades anteriores, el capitalismo alcanzó un punto crítico donde ya no era una forma progresista de organizar la producción económica. El pronóstico de Marx sobre la inevitable decadencia económica del capitalismo es una guía fundamental para los revolucionarios del presente.

El capitalismo ha sido siempre un sistema de explotación -- cruel e injusto. Pero en el Siglo XIX logró como ninguna otra forma de sociedad previa desarrollar las fuerzas productivas de la economía, desde la industria moderna hasta la misma clase trabajadora. Las innovaciones en el proceso productivo fueron clave para este desarrollo; los capitalistas que introdujeron organización y técnicas de producción mas eficientes fueron recompensados con mayores ganancias y mas poder. A comienzos del Siglo XX, el capitalismo en los países más avanzados había creado una economía industrial y un mercado mundial. Esto significaba que por vez primera existía la posibilidad de sobreponerse a la escasez de las necesidades humanas que habían hecho inevitable anteriormente la división de la sociedad en clases de explotadores y explotados. Ahora, una abundancia de alimentos, habitación y todos los otros requisitos de vida se podían producir. El capitalismo había también creado la clase capaz de derrocarlo: surgida de a través del planeta en un trabajo cooperativo, la clase trabajadora moderna transforma su organización colectiva en el trabajo y su necesidad para resistir su propia explotación en las bases para una poderosa lucha que, bajo las condiciones correctas, puede conducir a una sublevación revolucionaria. Su posición y rol en el proceso productivo ha convertido a la clase trabajadora no solamente en el sepulturero del capitalismo sino en la fuerza para organizar la producción sobre bases colectivas y no explotativas en el futuro.

Pero al mismo tiempo, el sistema de ganancias privadas y competencia nacional se convertía en una barrera fundamental al avance de las fuerzas productivas. Por un lado, mientras los capitalistas dependían de los estados-naciónes para proteger sus intereses, su producción expandió más allá de sus fronteras nacionales. Por otro lado, la propiedad de la producción en manos privadas chocaba con la naturaleza colectiva de la producción que había introducido. El impulso del sistema para introducir nuevos métodos de producción y tecnología se suprimió: gigantes monopolios habían surgido que utilizaban su gran tamaño y dominio de los mercados, en vez de una producción eficiente, para mantener sus posiciones. Desalentaban, aunque no abandonaban del todo, la innovación productiva, debido a que haría mas barato sus inmensas inversiones existentes.

La época de decadencia capitalista

El crecimiento de los monopolios tuvo un gran impacto en los ciclos de altos y bajos que caracterizan al capitalismo. El bajón, o depresión es la medicina amarga que requiere el sistema para su recuperación y reavivamiento periódico. En los tiempos pasados, este rol se llevaba acabo mas eficientemente; las empresas más débiles quedaban al borde del camino y las que sobrevivían y los capitalistas más productivos podían adquirir los activos de los perdedores a precios de remate. Las depresiones también servían para intensificar la explotación que aumenta las ganancias; con el creciente desempleo y desocupación intensificando la competencia entre los trabajadores por los pocos empleos disponibles -- permitiéndole a la patronal rebajar los sueldos y jornales. Las bases para una nueva expansión capitalista se producían de esta manera. Pero con el desarrollo y dominio de los monopolios, y connivencia de los estados capitalistas ávidos por apoyar las masivas inversiones de trabajo y capital, las condiciones del bajón pueden ser apisonados durante un periodo de tiempo. Sin embargo, cuando ocurren las depresiones bajo estas condiciones, se convierten más catastróficas -- afectando adversamente y destruyendo cada vez mas a secciones mas amplias de la economía y tomando mas tiempo para que estas secciones de la economía se reestablezcan y recobren eficientemente. Y las empresas capitalistas sobrevivientes no serán las más productivas sino las más grandes. Entonces la tasa de ganancias comienza a decrecer.

De esta manera entra el capitalismo en su época de decadencia. En el mejor de los casos, había alcanzado el punto donde únicamente podía expandir sus fuerzas productivas en algunos sectores o regiones destruyéndolas en otros sectores y regiones. Esta época en la cual vivmos es una de guerra, revoluciones, y contrarrevoluciones en el cual un puñado de poderíos imperialistas domina, saquea y superexplota al resto del mundo. El imperialismo también compra una sección clave de la clase trabajadora, a la aristocracia laboral, otorgándole salarios mas altos y otros privilegios, y de esa manera un interés parcial en el sistema capitalista. El racismo y el chovinismo nacional son herramientas claves perpetuadas por el sistema para mejor embabucar a estos trabajadores y entonces utilizarlos para someter al resto de la clase trabajadora.

Incapaz de expandir cualitativamente la economía internacional, los grandes poderíos capitalistas en competencia se lanzaron inevitablemente a la guerra para redistribuirse las riquezas del mundo. La carnicería de la Primera Guerra Mundial significó la calle sin salida histórica que había alcanzado el capitalismo. Como respuesta, la revolución obrera en Rusia en el 1917 le demostró a los explotados y oprimidos del mundo la salida a todo esto. Dirigidos por el Partido Bolchevique (Comunista), el estado obrero ruso realizo grandes esfuerzos para construir una sociedad justa y prospera. Trágicamente, los levantamientos revolucionarios en el resto de Europa fueron traicionados y para finales de la década del treinta la contrarrevolución destruyó al estado obrero ruso (vea nuestro libro La vida y muerte del stalinismo para leer sobre la historia y derrocamiento del primer estado obrero a finales de los años treinta.)

En el Occidente durante los años treinta, la Gran Depresión fue profunda y de larga duración, pero fue incapaz por si sola para enderezar otra vez al capitalismo. Fue también necesario aplastar las luchas obreras revolucionarias por el stalinismo y el fascismo y luego la destrucción masiva ocasionada por la Segunda Guerra Mundial, para establecer las bases para que importantes secciones de la economía capitalista internacional, dominadas por los EE.UU., comenzaran a expandirse de nuevo.

La crisis en esta ocasión

El boom que surgió posterior a la Segunda Guerra Mundial fue real y serio pero no fue capaz de revertir la decadencia subyacente del sistema capitalista; no fue capaz de perdurar. En los EE.UU. finalizó a comienzos de los años setenta. Encarando decrecientes tasas de ganancias, los capitalistas fueron obligados a quitarle muchos de los avances alcanzados a la clase trabajadora -- una ofensiva que continua y promete empeorar. También aumentaron sus inversiones en activos financieros especulativos que prometían rápidas ganancias en vez de llevar acabo inversiones a largo plazo en la producción de valores reales. Esto significó un crecimiento desorbitado que Marx denominó “capital ficticio” -- autorización en papel a ganancias esperadas en el futuro que nunca se materializan. Esto condujo a burbujas financieras en años subsiguientes y cuando estas explotaron y se desinflaron, se trasladó el capital financiero a los mercados de viviendas y crédito de consumidores.

Este es el trasfondo de la crisis que se propaga en el presente. El alto crecimiento de los precios de las viviendas en años recientes se vinculó a los artefactos hipotecarios “subprime” y al crédito inseguro de gente sin ingresos adecuados o confiables. Millones de dueños de viviendas de la clase trabajadora y la clase media no podían pagar sus crecientes deudas de crédito particularmente con ingresos estancados y decrecientes teniendo como resultado un alza acelerada de incumplimientos hipotecarios. Esta situación entró en una espiral que resultó en el grave problema del presente que todavía no ha tocado fondo.

Posterior al colapso de las falsas economías socialistas del stalinismo en Rusia y Europa oriental hace veinte años, los comentaristas capitalistas alabaron el supuesto triunfo de los mercados libres sobre el “comunismo”. Los trabajadores revolucionarios de la League for the Revolutionary Party (Liga por el Partido Revolucionario) no estuvimos de acuerdo. Mantuvimos que los alegados estados comunistas del stalinismo oriental eran de hecho economías capitalistas dirigidas por el estado y que su colapso confirmaba las teorías económicas de Karl Marx.

Las economías stalinistas habían acumulado montañas de capital ficticio en la forma de industria obsoleta que no era capaz de competir en los mercados mundiales. Esas montañas inevitablemente colapsaron. En el presente, el capitalismo mundial ha inflado enormes burbujas de capital ficticio mediante la especulación de propiedades, las bolsas de valores y crecientes deudas que abruma la genuina producción y servicios. Todo el mundo puede observar que estas burbujas han comenzado a implosionar y todavía no hemos visto el fin de este asunto.

La respuesta socialista revolucionaria

Como señalase Marx hace mucho tiempo, la respuesta a las crisis capitalistas es la revolución socialista. La revolución socialista obrera reemplaza al estado capitalista con un estado obrero, al gobierno capitalista con un gobierno obrero. La meta consiste en deshacerse del capitalismo y a través del tiempo, con la ayuda de revoluciones similares en otros países, crear una sociedad socialista de abundancia y libertad.

Sabemos que la mayoría de los trabajadores y juventud obrera no están convencidos en estos momentos que tal dinámica y cambio profundo es posible o necesario. No podemos convencer a todos a la vez. El primer paso consiste en organizar el grupo de vanguardia compuesto de trabajadores y jóvenes de mente revolucionaria que ven la necesidad de construir un partido revolucionario en estos momentos. Este grupo revolucionario será capaz de preparar a sus simpatizantes para que sean los dirigentes políticos de las futuras luchas de masas cuando más y más gente pueda convencerse de la perspectiva revolucionaria. Por supuesto, mientras más grande el grupo -- mas efectivamente se puede llevar acabo todo tipo de trabajo revolucionario incluyendo varias clases de luchas y acciones que verdaderamente adelantarían nuestros intereses de clases. Una parte importante de nuestro trabajo en el presente consiste en producir escritos como este documento que argumenta contra mantener ilusiones con cualquier partido o político capitalista y a favor de la revolución de una manera muy directa. Por supuesto, también es importante que los revolucionarios demuestren que tienen respuestas prácticas a las candentes cuestiones del presente. De hecho, únicamente los revolucionarios tienen tales respuestas.

Por ejemplo, los trabajadores temen muy correctamente que la creciente crisis va a destruir sus ya precarias condiciones de vida. Durante los últimos tiempos crecientes cantidades de trabajadores han suplementado sus decrecientes salarios y jornales con sus tarjetas de créditos para mantener sus estándares de vida. Muchas familias han utilizado hipotecas “subprime” para comprar sus primeras viviendas o para utilizar las viviendas que ya pagaron para levantar fondos para la educación o gastos de salud. En el presente, varios millones de familias en los EE.UU. -- incluyendo una tercera parte de todos los dueños de hogares afronorteamericanos y Latinos -- pierden sus hogares mediante incumplimientos de pagos de hipotecas y cientos de miles mas han sido despedidos. A través del mundo, cientos de millones de personas encaran hambrunas debido a los crecientes precios de alimentos y combustibles.

Entonces consideren por un momento como una sociedad controlada por la clase trabajadora solucionaría los problemas económicos que abruman la vida bajo el capitalismo.

Estas serian algunas de las medidas que un estado obrero tomaría para alcanzar unos estándares de vida decentes y de justicia -- y conducir hacia una sociedad socialista de abundancia y libertad.

¿Que hacer?

Frente a condiciones económicas ominosas como las del presente, a menudo una reacción obrera entendible es ser cautelosos y conservadores -- y evitar el riesgo de una lucha contra la patronal y los ataques de los políticos -- por temor a las consecuencias. Pero mientras tanto, los ataques económicos capitalistas hacen avanzar de igual manera sus ataques políticos. En particular, el creciente desempleo y la desocupación, la caída de los salarios y jornales, y el deterioro de los servicios sociales todos aumentaran de forma dramática la competencia entre el pueblo trabajador y los pobres. Estas son las condiciones ideales para que los demagogos pro-capitalistas alienten el racismo y los comentarios viciosos, difamatorios y calumniosos contra los inmigrantes.

Las tácticas de división y conquista de los capitalistas no solamente lanzan unos contra otros a los trabajadores en los EE.UU. El chovinismo nacional, la idea de que los EE.UU. y los norteamericanos son mejores que otra gente, se alimenta y se riega con el propósito de dividir a los trabajadores norteamericanos, incluyendo a los trabajadores y jóvenes afronorteamericanos y Latinos, contra trabajadores y los oprimidos de todo el planeta. No es accidental que ni McCain u Obama no salieran a favor de la lucha de los trabajadores inmigrantes en los EE.UU. y que ambos señalaran hacia peligrosos enemigos externos una y otra vez durante sus campañas. El hecho consiste en que el terrorista más sangriento y el peor genocida mundial todavía es el gobierno de los EE.UU. La victoria de Obama bajo ninguna idea borra el profundamente institucionalizado racismo de la sociedad norteamericana, practicado domésticamente y alrededor del mundo. La unidad internacionalista es esencial si van a triunfar nuestras luchas contra nuestra propia clase dominante.

Los trabajadores revolucionarios saben que la única alternativa real es la revolución socialista. Aunque la mayoría de los trabajadores todavía no vean tal solución, y la resistencia de las masas todavía no comience por un tiempo, habrá inevitablemente levantamientos contra los programas de austeridad venideros.

Al diseminar nuestro análisis y política socialista revolucionaria y al construir al partido de vanguardia revolucionario, debemos siempre señalar hacia el poder de la clase trabajadora, en alianza con los oprimidos, para parar la producción de ganancias y obligar los cambios reales. Un ejemplo reciente fue la huelga de los trabajadores de la local 100 de los trenes subterráneos y guaguas de la ciudad de Nueva York, que llevó a la capital del mundo financiero a la casi paralización. Recibió la calurosa solidaridad de la mayoría de los trabajadores municipales como de otros trabajadores de otras partes. Otro gran ejemplo fueron las enormes demostraciones del Primero de Mayo de los trabajadores inmigrantes de la ciudades de Los Ángeles, Chicago y otras hace un par de años que presentaron la posibilidad de huelgas generales capaces de unir en lucha a toda la clase trabajadora .

Estas luchas, que tuvieron un efecto electrificante sobre amplias masas de trabajadores fueron rápidamente traicionadas por dirigentes políticos y sindicales que desviaron la energía social hacia el electoralismo, desperdiciando el poder obrero en potencia hacia esperanzas fútiles que políticos Demócratas pro-capitalistas fueran a favorecer los derechos sindicales, de inmigrantes y otros similares.

Para construir su defensa, la clase trabajadora debe organizarse así misma independientemente de los dirigentes, políticos y partidos pro-capitalistas. La acción de masas tales como las huelgas generales serán claves para repeler tales ataques. Cuando la clase trabajadora reconozca a su propio poder independiente y reconozca quienes son sus verdaderos amigos y sus verdaderos enemigos domésticamente y en el extranjero, estará en vías a la solución de las crisis del capitalismo de una vez para siempre.

Una de las más famosas escritoras y luchadoras socialistas fue la revolucionaria alemana Rosa Luxemburg. En el 1915 fue encarcelada por oponerse a la primera guerra mundial inter-imperialista. Luxemburg argumentaba en esos días que las alternativas que encaraba la humanidad eran “o socialismo o la barbarie”.

Esas palabras son mas ciertas en el presente. Mientras que no se puede determinar la fecha exacta, esta claro que la Gran Depresión es inevitable. Sin una revolución socialista, los jóvenes en el presente, y de las próximas generaciones, se encontraran viviendo en un mundo verdaderamente bárbaro, catastrófico y brutal con la inevitabilidad de un nuevo resurgimiento del fascismo y de guerra nuclear. Bajo la gran tradición de Marx, Engels, Lenin, Luxemburg, Trotsky y todas las históricas luchas de los pueblos del mundo ante nosotros, debemos luchar a favor de la revolución socialista como la única solución.

¡Cero reposiciones hipotecarias o desalojamientos!
¡Cancelar todas las deudas hipotecarias y de tarjetas de créditos!
¡Cero recortes de servicios sociales!
¡Por la nacionalización sin compensación de los bancos y las corporaciones en bancarrota!
¡Por un programa masivo de obras publicas!
¡Empleo para todos!
¡Alto a los ataques capitalistas!
¡Los trabajadores necesitamos la huelga general!
¡EE.UU. fuera de Irak y Afganistán!
¡Proletarios y oprimidos del mundo, uníos!
¡La Revolución Socialista de los trabajadores es la única solución!
¡A construir el partido revolucionario de la clase trabajadora!
¡A recrear la Cuarta Internacional -- partido mundial de la revolución socialista!


Otros folletos y declaracions | Página principal en español | Página principal en inglés | Escríbanos