Declaración distribuida al Encuentro Continental entre los 12 y 14 de agosto 2005, por la Liga por el Partido Revolucionario (Organización Comunista por la Cuarta Internacional).

en inglés


Los trabajadores bolivianos necesitan un partido revolucionario

Los trabajadores con conciencia revolucionaria de todo el mundo han sido alentados por las valientes luchas de las masas bolivianas de los dos últimos años. La vitalidad de su lucha es sin duda un resultado de la gran militancia entre algunos sectores de la clase trabajadora, como los mineros, que se unieron a los levantamiento de la profundamente oprimida población indígena.

Pero si bien las masas se han levantado en luchas poderosas, han sido traicionadas por sus líders y el poder ha sido dado a sus enemigos de clase una y otra vez. Las recientes traiciones y fracasos de liderato no pueden ser enfatizados lo suficiente. Pero las luchas más decisivas son las que se avecinan. Más que nada, la clase trabajadora boliviana necesita su propio partido revolucionario auténtico en Bolivia, una sección de la recreada Cuarta Internacional Trostkista para conducir a las masas fuera de la crisis y hacia el derrocamiento del capitalismo.

Hoy día, en Bolivia, sólo un pequeño número de líderes de la clase trabajadora con mentalidad revolucionaria y algunos que podrían llegar a ser líderes están dispuestos a luchar por esta urgente tarea. Sin embargo, en situaciones de levantamientos masivos, como ocurre hoy en Bolivia, se puede formar un partido revolucionario de vanguardia. Hay tremendas oportunidades, aun para grupos pequeños de revolucionarios en Bolivia para tomar los primeros pasos para formar a ese partido, si estos grupos cuentan con un programa político correcto.

Lenin y Trostky apoyaban un partido de los trabajadores más concientes políticamente. Este partido de vanguardia debía tener una estricta disciplina para poder responder a los cambios y giros de la lucha de clases, resistir la represión y para desenmascarar a aquellos que intentan engañar a la clase trabajadora. Este compromiso prioritario para formar el partido de vanguardia, no significaba de ninguna manera ser sólo espectadores de la lucha de clase. Si bien el partido de vanguardia se distinguiría políticamente de la masa de los trabajadores, sus miembros deberían participar en todas las luchas codo con codo con sus compañeros trabajadores. El partido tendría como objetivo desenmascarar a todos los que trataban de impedir que las masas amenazaran al sistema capitalista, y probar que la única solución a la crisis social está en la toma del poder por la clase trabajadora y en la propagación internacional de la revolución socialista. Un partido de vanguardia como éste debe estar formado en su inmensa mayoría de luchadores obreros y no de intelectuales de clase media listos a hacer concesiones.

Dos veces, en menos de dos años, se pusieron en contraste las poderosas rebeliones de las masas con la traición de los líderes reformistas, de los reformistas de izquierda y de los vacilantes centralistas, y esto señaló una verdad central: Una alianza de trabajadores, campesinos e indígenas es vital, pero no es en sí misma la solución. Las acciones unificadas, aun el desarrollo de órganos duales de poder, requieren el liderato de la clase trabajadora de un partido revolucionario del proletariado para resolver la difícil situación del pueblo boliviano. La clase trabajadora es la única clase que puede conducir a las masas hacia el socialismo. Los bolcheviques luchan por un gobierno de los trabajadores, los campesinos y los pueblos indígenas para alcanzar el estado obrero.

Retórica revolucionaria, traición reformista

En octubre del 2003, una rebelión masiva derrocó a Sánchez de Lozada. Dada la falta de un programa de acción unificada al nivel del liderato, la unidad de los trabajadores y campesinos que se desarrolló en la lucha fue extraordinaria. Pero los líderes reformistas de los trabajadores y de los campesinos manipularon los acontecimientos para proteger a la clase capitalista en el gobierno. Estos líderes maniobraron para nombrar como presidente al vicepresidente Carlos Mesa, con la mayor suavidad posible. “Estos líderes habían sido obligados por las masas a declarar y difundir una huelga general, y a bloquear las carreteras.” Pero en el momento decisivo, dieron un período de tres meses “para respirar” al “nuevo” gobierno capitalista de Mesa – lo que significó un gran retroceso para el movimiento.

Por supuesto, las traiciones de Evo Morales han sido de central importancia, como los líderes sindicales de izquierda efectivamente han señalado. Pero Jaime Solares, dirigente máximo de COB (Central Obrera Boliviana), Roberto de la Cruz, el entonces líder del Centro Obrero Regional, que está situado en El Alto, y otros líderes sindicales de retórica radical también respaldaron a Mesa en la práctica, mientras que disfrazaban su traición con medidas dosis de retórica de lucha de clases. La reunión general de la COB en la Paz, el 18 de octubre del 2003, llegó a la conclusión de que “los obreros, campesinos, naciones oprimidas y clases medias empobrecidas no le arrebataron el poder a la clase dominante porque no cuentan aún con un partido revolucionario.” (Econoticias Bolivia)

Los líderes sindicales no hicieron nada realmente para apoyar o iniciar un partido revolucionario luego de estos sucesos. A medida que la lucha generalizada disminuía, Mesa y Morales pudieron continuar sus peligrosas maniobras durante meses.

Sin embargo, para mayo del 2005, estaba en marcha un segundo levantamiento; las masas nuevamente fueron la fuerza clave que empujó hacia adelante, no solamente a Morales, sino también a los sindicatos y a otros líderes, más allá de donde ellos querían ir. Para junio, la lucha había sobrepasado la rebelión de octubre en términos de su alcance nacional y la audacia de sus tácticas, incluyendo la ocupación por los trabajadores de campos y pozos petrolíferos en Cochabamba y la huelga en la planta de gas y combustible de Senhkata, que abastece a La Paz. En esta segunda vuelta, las masas llevaron la lucha significativamente mucho más allá de Morales. Y una vez más los logros de la lucha fueron una demostración magnífica del potencial del poder de clase y de una potencial alianza de los trabajadores, campesinos y los oprimidos pueblos indígenas, que podría convertirse en imparable.

Debido a lo avanzado de la lucha, desde los líderes del FEJUVE en El Alto hasta los de la COB, no podían permitir que se entregara tan fácilmente el poder a Rodríguez, como ya lo habían hecho en el pasado con Mesa. Pero, sin embargo, eso fue lo que lograron hacer, ya sea activa o tácitamente. Tuvieron que usar un disfraz más radical que antes. En respuesta a la presión de los segmentos obreros, convocaron a una Asamblea Popular Originaria, en la que los líderes sindicales prometieron la continuación de la lucha por el poder. Por supuesto, bajo estos líderes, la asamblea popular y las mismas luchas no avanzaron más una vez que Rodríguez estuvo instalado seguramente el poder.

Los revolucionarios deben luchar por las asambles populares que son dirigidas por el proletariado independiente. Estas asambleas tienen que llegar a rechazar explícitamente la herencia de colaboración de clases que condenó al fracaso a la Revolución Boliviana de 1952 y también a la de 1971 (cuando la clase trabajadora fue atada al General Torres, con el apoyo del Partido Obrero Revolucionario.)

En 1952, el POR capituló frente a los líderes sindicales de izquierda de una retórica revolucionaria, sobre todo Juan Lechín, quien a su vez capituló frente a la burguesía. De esta manera, el POR probó en forma amplia que no era el partido revolucionario que decía ser. Ahora, funcionarios sindicales que hablan de revolución y que dirigen a los segmentos obreros más militantes son apoyados por una izquierda, pequeña pero todavía importante. Sin la lucha para plantar la bandera de un partido y un programa revolucionario internacionalista, la historia de Bolivia corre el peligro de repetirse.

Tareas revolucionarias

Una tarea principal de los revolucionarios es la de desenmascarar a todos los falsos dirigentes de nuestra clase. Es la única manera de construir un partido revolucionario. Esto significa dirigirse siempre a los trabajadores en forma franca y directa con propaganda para los objetivos estratégicos de construir el partido, la revolución proletaria y crear un estado obrero. En las situaciones revolucionarias en Bolivia, también significa luchar por estas metas utilizando todas las tácticas y eslóganes para convencer a las masas de la clase trabajadora y ayudarlas a desarrollar su conciencia a través de la lucha práctica. Como Trostky repetía, la propaganda abstracta para la revolución era insuficiente y cínica, dada la necesidad de que los comunistas señalaran el camino para alcanzar esa meta.

En particular, creemos que la agitación en Bolivia por un “gobierno obrero y campesino” era una necesidad ineludible como táctica inmediata, tanto en los sucesos de octubre del 2003 como en los de junio del 2005. Como explicamos en nuestro artículo El mito y la realidad del Programa de Transición, este eslogan viene del Programa de Transición de Trostky, que presenta un sistema de exigencias de acción que permite a los revolucionarios unirse a sus compañeros trabajadores en un frente unido de lucha basado en sus organizaciones de masa. En este caso, los revolucionarios declaran abiertamente que una razón importante por la que proponen una lucha unida por un gobierno de los trabajadores es para probar que la clase trabajadora debe dirigir una alianza de trabajadores y campesinos, que es necesaria la revolución socialista y no simplemente un nuevo gobierno y que los actuales líderes de la COB no cumplirán sus promesas radicales de crear una alternativa obrera.

Hay diferentes maneras en las que los revolucionarios se dirigen a los trabajadores de vanguardia con propaganda y a las masas menos avanzadas a través de la agitación y tácticas prácticas. Los revolucionarios hoy deben comprender que su prioridad es alcanzar a los obreros políticamente más avanzados. Este segmento de obreros tiene que comprender las ideas más complejas del marxismo, aceptar la necesidad de construir el partido revolucionario y capacitarse como líderes revolucionarios. La propaganda sobre la necesidad de aplastar al estado capitalista y reemplazarlo con un estado obrero es una de las tareas esenciales de propaganda que no pueden pasarse por alto sin sucumbir al oportunismo.

Pero, en el contexto de la acción unificada de las masas, en Bolivia también fue necesario agitar, probar que los líderes no estaban ni siquiera por un gobierno de los obreros – si bien las masas ya habían demostrado que podían derribar al gobierno. Los bolcheviques se hubieran dirigido abiertamente a sus compañeros trabajadores según lo siguiente:

“Como ustedes todavía sienten que estos líderes pueden ser presionados para representar a nuestra clase, ejerzamos ahora la máxima presión para ponerlos a prueba; veremos en la práctica quién de nosotros está acertado. Nosotros, los revolucionarios creemos que estos líderes están completamente dedicados a sostener a otro gobierno capitalista. Creemos que no hay mejor momento que éste para luchar por el poder si realmente lo quieren hacer. No creemos que ellos tengan ninguna intención de luchar por un gobierno basado en nuestras propias instituciones de masas. Y en verdad, creemos que lo que es necesario no es ni siquiera un cambio de gobierno sino el derrocamiento del capitalismo, un gobierno de la clase obrera, los campesinos y los pueblos indígenas en un estado obrero.”

“Nos mantendremos en la lucha junto a nuestros compañeros trabajadores por un gobierno de nuestra clase, mientras que advertimos abiertamente que los líderes traicionarán esta lucha. Si tenemos éxito en presionarlos para que formen un gobierno dentro de este estado obrero, continuaremos señalando sus limitaciones y los peligros mientras permanezcan en el poder líderes reformistas y un sistema capitalista que nos continúe explotando. Pero luchemos juntos ahora, al menos para que estos líderes formen un gobierno de trabajadores y campesinos basado en nuestras propias instituciones. Pensamos que el resultado probará la necesidad del liderato de un partido revolucionario y de la revolución socialista.”

Líderes de la COB, ¡tomen el poder!

Dado que una forma amplia de la COB había servido como un cuerpo central para la toma de decisiones de las masas revolucionarios en lo más intenso de la lucha, la táctica del gobierno obrero y campesino podría haber tomado la forma concreta de exigir “¡COB Ampliado al Poder”! Esto hubiera sido una manera crítica de indicar el papel de liderato de los sindicatos de trabajadores en alianza con los sindicatos de los campesinos, y de desenmascarar los preparativos de los líderes para apoyar una vez más a otro régimen burgués. Si se hubiera presentado el desafío a los líderes de los sindicatos de trabajadores y campesinos de que tomaran ellos mismos el poder, todos sus lamentos sobre la falta de un partido revolucionario hubieran podido ser puestos a prueba. Además era crucial que, tanto durante la transición burguesa a Mesa como también en la reciente transición a Rodríguez, los revolucionarios condujeran una lucha sin cuartel para continuar y fortalecer la huelga general en vez de permitir que la lucha se suspendiera, como ocurrió en ambas oportunidades.

Un problema con la mayoría de los centristas, (aquellos que combinan la retórica revolucionaria con acciones reformistas) dentro y fuera de Bolivia, ha sido que ellos no usan el eslogan del gobierno obrero como una exigencia transicional táctica, un desafío diseñado para desenmascarar y derrotar a los falsos líderes. La izquierda seudo trostkista usó el eslogan del gobierno obrero como la última meta del futuro, evitando una clara explicación de la necesidad de una inserrucción y de la creación del estado obrero revolucionario, o hizo un llamado abstracto por un gobierno obrero sin hacer ningún comentario sobre qué partido o institución podría llevar a cabo esa lucha en el futuro inmediato.

La propaganda a los obreros avanzados debe decir las cosas como son: debe ser clara sobre las metas revolucionarias de una dictadura del proletariado. De otra manera es una propaganda vacilante y centrista, que refuerza las ilusiones reformistas aun entre los segmentos más avanzados de los trabajadores. Sin embargo, varios seudo Trostkistas en Bolivia y en todo el mundo, hablaron de un gobierno de los trabajadores como una meta distante en vez de desafiar a los líderes en el medio de una lucha de masas.

Las Asambleas Populares

Lo mismo es cierto ahora con las discusiones sobre la reconstrucción y ampliación de las asambleas populares. Primero, estas asambleas sólo pueden llegar a ser instrumentos duales de poder, junto a luchas reales como la huelga general que desafía al poder del estado capitalista. La cuestión clave es crear instituciones a través de las cuales las masas pueden elegir un liderato centralizado para toda la lucha que pueda determinar políticas en todas las cuestiones principales – de un plan nacional de acción de masas, a políticas para la nacionalización de las grandes industrias y los bancos, hasta la formación de una milicia armada de trabajadores – y así llegar a ser un rival para el gobierno capitalista. Es más, sólo bajo un liderato revolucionario pueden los órganos duales de poder llegar a ser la base del poder del nuevo estado que la revolución debe lograr.

Sin embargo, así como los centristas emplean mal la táctica del gobierno obrero y la usan como un substituto de la abiertamente declarada meta de un estado revolucionario obrero, ahora se hace un llamado por un frente unido de órganos duales de poder, (en el mejor de los casos) sin luchar por la idea de que para que estos órganos sean verdaderamente revolucionarios tienen que tener estar bajo el liderato de un partido revolucionario de vanguardia. Siguiendo las mismas líneas, ahora se está presentando la táctica de hacer un llamado por un partido de base amplia, basado en los sindicatos (instituciones de clase que no están basadas en acuerdos políticos) o por un “instrumento político de la clase trabajadora”, substitución que confunde y distrae de la lucha por un partido revolucionario de vanguardia. Los partidos revolucionarios de vanguardia de la clase obrera se convierten en partidos de las masas trabajadoras en el curso de la lucha, basándose sólo en un núcleo avanzado de la clase trabjadora ya en existencia para mostrar el camino.

La táctica de pedir la creación de un partido de masas como paso táctico en la dirección de un partido revolucionario de vanguadia es útil a veces. El uso que dio Trostky en los Estados Unidos durante la década de 1930 a la táctica del partido laboral basado en los sindicatos tenía como propósito hacer evidente en la práctica el fracaso de los líderes sindicales en la lucha por la independencia política de la clase trabajadora. No tenía como fin confundir dos diferentes clases de partidos.

El rasgo común es que la estrategia de la revolución mundial socialista realizada por una clase obrera conciente no puede ocultarse. El llamado por un partido de masas de todos los obreros en este momento debe continuar siendo un llamado táctico en ciertas situaciones, y no un substituto permanente por el auténtico partido revolucionario y su programa. No se puede usar para confundir a los trabajadores sobre si se está haciendo un llamado para un partido de toda la clase o para un partido de vanguardia. Trostky insistía en que nuestra tarea es “decir lo que es”.

La revolución permanente

Nada que no sea una lucha por el liderato, la construcción de un partido revolucionario para derrotar al capitalismo en Bolivia, puede responder verdaderamente a las necesidades de las masas y resolver la crisis cada vez más profunda en Bolivia. Tampoco, como los auténticos trostkistas lo han entendido siempre, se pueden resolver los problemas de la revolución nacional con algo que no sea una estrategia abiertamente internacional. ésa es la estrategia de la revolución permanente. Latinoamérica es atacada por los mandatos del Fondo Monetario Internacional; no hay en ella ni un solo país estable en la actualidad. Sin embargo, a lo largo de la lucha boliviana, los líderes reformistas alimentaron los fuegos de un nacionalismo antichileno, y la misma izquierda centrista falló en concentrar su voz en la necesidad de un ataque coordinado al imperialismo por los trabajadores y campesinos oprimidos más allá de las fronteras de Bolivia.

Los trabajadores bolivianos podrían apelar a la ayuda de la clase trabajadora internacional para repudiar la deuda del estado a los banqueros imperialistas y hacer un llamado a los trabajadores y a sus organizaciones en países consumidos por la deuda como Argentina y Brasil para que hagan lo mismo. El vecino Perú ha sido sacudido por la agitación de las masas. “Obreros al poder” y “Guerra civil” fueron los gritos de batalla en la lucha boliviana. También fue necesario agregar el eslogan “Repudio a la deuda imperialista”, una expresión de una estrategia internacional conciente que podría encender la lucha de la clase trabajadora en cada país latinoamericano atacado por el imperialismo norteamericano.

Igual que los primeros bolcheviques y la Cuarta Internacional, decimos que lo que se necesita en Bolivia y en todas partes en la actualidad es un partido que no hace concesiones al gobierno imperialista y burgués porque es el único que representa a los intereses internacionales de los trabajadores y obreros del mundo. Latinoamérica es un barril de pólvora y lo que suceda ahora en Bolivia podría detonar al continente.

¡Huelga general para nacionalizar los hidrocarburos y adelantar los derechos de los pueblos indígenas!

¡Armas para las masas bolivianas!

¡Crear y ampliar las asambleas populares con el liderato de la clase obrera!

¡Construyamos el partido revolucionario! ¡Por un gobierno de los trabajadores, los campesinos y los pueblos indígenas!

¡Por la Revolución Socialista y un Estado Obrero!

¡Latinoamérica: Repudia la deuda imperialista!

¡No a la intervención en Bolivia!

¡Creemos una nueva Cuarta Internacional!

¡Por los Estados Unidos de Latinoamérica!