Este articulo es de la primera edición de la revista 'Tribuna de Debates', publicado por el Partido Obrero Revolucionario (POR) de Argentina y la Liga Bolchevique Internacionalista (LBI) de Brasil.
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A fines de los 40 y principios de los 50 la Cuarta Internacional (CI) dió un importante salto hacia atrás, un paso decisivo hacia su colapso como vanguardia revolucionaria comunista mundial. Después de años de entender que la expansión del stalinismo hacia Europa del Este en la postguerra había desarrollado allí estados capitalistas la CI depronto decidió que esas naciones eran "estados obreros deformados". El témino deformados fue utilizado en lugar de degenerados porque nadie podía pretender que estos estados hubiesen sido alguna vez estados obreros revolucionarios. Entonces de un plumazo, una organización que pretendía sostener las banderas del trotskysmo convirtió los principios fundamentales de la visión marxista del mundo en sus contrarios.
En el transcurso de las discusiones en la CI sobre Europa del Este James P. Cannon, líder del Partido Socialista de los Trabajadores de los EEUU (SWP) señaló en 1949:
"yo no considero que uno pueda cambiar el carácter de clase de un estado mediante manipulaciones en las altas esferas. Esto sólo puede ser hecho por una revolución que venga acompañada por un cambio fundamental en las relaciones de propiedad. ... Si uno comienza a jugar con la idea de que la naturaleza de clase de un estado puede cambiarse mediante manipulaciones en las altas esferas uno abre la puerta a toda clase de revisionismos de la teoría básica." [SWP (EEUU), Boletín Interno, Octubre 1949].
Más temprano que tarde, Cannon como Michel Pablo, Ernest Mandel, Gerry Healy, Nahuel Moreno y los demás líderes de la CI, no sólo abrieron esta puerta sino que la tiraron abajo. No obstante, Cannon tuvo razón en señalar las impresionantes consecuencias revisionistas de la nueva teoría de los "estados obreros deformados". Entre los fundamentos del marxismo que fueron necesarios revisar están:
Al finalizar la segunda guerra mundial en 1944-45 el ejército soviético avanzó sobre los estados de Europa del Este y dominó la mayoría de los nuevos gobiernos constituidos por los stalinistas. En un país tras otro, las masas se levantaban tan pronto como las fuerzas de ocupación nazis se debilitaban y entraban en retirada. En muchos países, consejos de obreros y soldados levantaros la bandera roja de la revolución. Todos estos levantamientos obreros fueron aplastadas por las tropas soviéticas -- excepto en Polonia, donde las divisiones rusas detuvieron su avance para permitir que los nazis destruyeran la rebelión.
Stalin entonces se preocupó de organizar los nuevos regimenes como "democracias populares". Estos gobiernos frentepopulistas fueron bloques en descomposición integrados por: sirvientes de los regímenes por-nazis previos, reconocidos fascistas, pogromistas, viejas figuras militares contrarrevolucionarias, burgueses liberales, socialdemócratas e incluso un rey -- además de miembros de los partidos comunistas locales. Incluso la militancia de base de los propios partidos comunistas fue engordada con la admisión de gran cantidad de fascistas como la guardia de acero de Rumania.
Años antes, Trotsky había predicho que la burguesía nunca se involucraría en la completa nacionalización de los medios de producción, a pesar de que él creía que esto era teoricamente posible. El escribio, que los capitalistas podrían temer los efectos que la estatizacion de la propiedad tendría en la clase obrera. Por lo tanto, antes de que las democracias populares pudieran transformar sus economías de acuerdo al sistema soviético, los stalinistas debían primero descabezar y quebrar las fuerzas proletarias.
En 1947, el teórico que encabezaba la CI, Ernest Mandel, trazaba un panorama de la situación: "En general, la democracia popular empieza por deformar y quebrar el levantamiento revolucionario de las masas. Y después de un año y medio, la situación en esos países esta marcada por unas más o menos extendidas reformas agrarias y la nacionalizacion de la industria pesada" ["La unión soviética después de la guerra", IIB, Marzo 1947]. Mandel negaba que la nacionalización significase algo más que que la inhabilidad de los capitalistas privados para regentear esas economías. El tildaba de "absurda" cualquier idea de que los estados obreros, degenerados o no, puedan alcanzarse sin revoluciones proletarias.
Grandes sectores de esas economías incluso ya habían sido nacionalizados durante la ocupación nazi. Este proceso se continuó durante los años siguientes hasta que la nacionalización fue casi completa en 1948 y los stalinistas se libraron de la mayoría de sus socios en las coaliciones de gobierno. La clase obrera decapitada y desmoralizada no tuvo ninguna participación en esos eventos a excepción de Checoslovaquia, donde debido al dominio policíaco y al escalonamiento de eventos, dió un acuerdo formal a los cambios hechos en la cumbre.
Los nuevos regímenes en Yugoslavia y Albania fueron creados por las fuerzas guerrilleras stalinistas locales. Sin embargos ellas fueron tan efectivas como los gobiernos dominados directamente por la Union Soviética en frenar los levantamientos proletarios. En 1948, cuando Tito rompió con Moscú, la primera reacción de la CI fue apoyar a Yugoslavia, que era aún considerada como un estado capitalista, contra la Unión Soviética, que era aún considerada como un "estado obrero degenerado". Este absurdo fue prontamente resuelto por otro aún mayor; una declaración restrospectiva de que cuatro años antes había ocurrido una "revolución socialista" en Yugoslavia. Por supuesto cuando el "estado obrero" de Tito apoyó al imperialismo occidental en la guerra de Corea, fué mucho más embarazoso aún que cuando él ignoró la oferta criminal de la CI de Pablo de que Tito se incorpore a ella.
Hacia 1951, la CI declaró que todas las democracias populares eran "estados obreros deformados" aún cuando ni los trabajadores ni sus gobiernantes stalinistas los consideraban algo por el estilo. La desvirtuada CI nunca pudo resolver la cuestión de cuando esos estados se habían vuelto "estados obreros". Si la fecha de la transformación del capitalismo frentepopulista a estado obrero fue hecha sin ninguna revolución y sin el desmantelamiento del aparato estatal. Después de todo, las fuerzas armadas soviéticas y los stalinistas estaban en el poder tanto antes como después del cambio pacífico.
Por otro lado, si la fecha se establecía como 1944-45 eso significaba que la "revolución socialista" había tenido lugar al mismo tiempo que las tropas soviéticas estaban aplastando las luchas obreras. Aún más, si esas fuerzas armadas habían creado revoluciones socialistas por medio de la ocupación ¿como pudieron Austria occidental y Finlandia volver al capitalismo sin una contrarevolución violenta una vez que cesó el control ruso de esos países?
Ninguna de estos escenarios puede contestar la pregunta fundamental sobre cómo se puede llevar a cabo una revolución socialista sin que esta este encabezada por el proletariado, liderado por su vanguardia más conciente. Toda la estructura del análisis marxista del mundo está basada en el entendimiento de que solamente la clase obrera es el agente de la revolución socialista.
La "ortodoxia" es un anatema para los marxistas genuinos. Las luchas fraccionales desatadas por las tendencias "ortodoxas" lideradas en su momento por Cannon, Healy, Lambert, Moreno y demás, opuestas a los grupos conducidos por Pablo y Mandel eran peleas por cuestiones secundarias. Todas las fracciones abrazaban la idea de que los "estados obreros deformados" los contrarrevolucionarios llevaron a cabo la revolución socialista. Algunos de ellos decidieron que el stalinismo no fué de hecho contrarrevolucionario. Ellos fueron los primeros en capitular ante los stalinistas en sus respectivos países.
Un intento para justificar que habían tirado por la borda la esencia proletaria del marxismo fué el distorsionamiento de la tesis de Trotsky expresada en el programa de transición de que bajo curcunstancias excepcionales la pequeña burguesía, incluidos los stalinistas, puede ser forzada a ir más alla en el camino revolucionario de lo que hubiese querido rompiendo con la burguesía. Esto es verdad sin embargo en ningún lugar sugiere Trotsky que la pequeña burguesía puede hacer la revolución socialista. Si Trotsky hubiese llegado a la conclusión de que Marx estaba equivocado en creer que sólo la clase obrera es el agente revolucionario, el hubiese dedicado seguramente mucho más que una referencia al pasar a esta nueva conclusión.
Para la CI, pronto las circunstancias excepcionales pasaron a ser la regla. Las revoluciones en China, Corea del Norte, Vietnam del Norte y Cuba -- todas las cuales fueron revoluciones democrático burguesas antiimperialistas que suprimieron y decapitaron a la clase trabajadora, fueron una vez más designadas como "revoluciones socialistas" por los falsos seguidores de Trotsky. Eventualmente los pablistas llamaron a los nuevos regímenes estados obreros; ¡ellos no se ponían de acuerdo entre sí sobre si estos "estados obreros" eran deformados o saludables!
Ellos tampoco se ponían de acuerdo sobre los regímenes nominalmente antiimperialistas que habían tomado el poder en Etiopía, Angola, Mozambique, Argelia, Camboya, Yemen del Sur, Nicaragua, Afganistán y Birmania. ¿Eran estos estados obreros o burgueses? Otro hecho llamativo es que durante toda la existencia de estos "estados obreros", más de medio siglo de historia, Pablo, Mandel y los demás, no escribieron ni un solo trabajo analítico describiendo la dinámica de esas economías y como ellas trabajaban. El concepto "estados obreros deformados" probó no ser una teoría que ayude a interpretar la realidad sino una racionalización.
Una vez que la idea de que el proletariado no era el agente necesario de la revolución socialista se volvió dominante en la CI se abrieron las compuertas para toda clase de seguidismos hacia guerrillas basadas en el campesinado y el electoralismo socialdemócrata, en oposición al bolcheviquismo revolucionario. Esto condujo también a que algunos apoyaran a los stalinistas cuando ellos aplastaban a los trabajadores, como hicieron con la instauración del muro de Berlín y con el golpe de estado de Jaruzelski en Polonia. Uno de los ejemplos más claros del colapso teórico y práctico de la CI puede verse en la revolución boliviana del 52. El POR boliviano, conducido por Lora, capituló ante los nacionalistas de izquierda y la CI en su conjunto apoyó esta política. Para nosotros este hecho señala el fin de la CI como una organización revolucionaria.
Hoy en día, las diversas tendencias que creen que el colapso del stalinismo en el Este condujo a la creación de estados burgueses, no pueden explicarse como se llevó a cabo una contrarrevolución sin el aplastamiento de las estructuras del estado obrero y sin una guerra civil. Las mismas agencias de policía estatal que alguna vez defendieron la propiedad estatizada hoy en día defienden la propiedad privada.
En la revista Proletarian Revolution y en nuesto libro Vida y Muerte del Stalinismo, la LRP-COFI ha desarrollado el punto de vista de que la contrarrevolución stalinista hubo triunfado finalmente en destruir el estado obrero degenerado soviético hacia fines de los años 30. Al igual que Trotsky, nosotros entendemos a la gran purga como una "guerra civil". El pensaba que el asesinato de los viejos bolcheviques fue el último violento y desesperado recurso de la casta bonapartista stalinista para tratar de mantener el control sobre los frágiles restos del ya vaciado de contenido estado obrero, el cual no hubiese podido sobrevivir la guerra que se avecinaba. Muy por el contrario nosotros vemos estos hechos contrarrevolucionarios como el último paso para la restauración del capitalismo sobre una base estatizada, la eliminación de los últimos representates de Octubre de los aparatos del estado y del partido y la consolidación de los stalinistas como clase dirigente, una clase regente para la burguesía ausente.
Incapaz de destruir completamente la formas proletarias de propiedad y otras conquistas de la revolución de octubre, el stalinismo soviético era frágil en comparación con el imperialismo yankee, pero mucho más fuerte de lo que Trotsky creía. El colapso que él predijo de la URSS, no sólo no ocurrió sino que la URSS expandió rapidamente su area de influencia al final de la segunda guerra mundial.
Contrariamente a la degenerada "Cuarta Internacional" nosotros no tenemos problemas en explicar las transformaciones stalinistas de una manera marxista; ellas fueron transformaciones pol%ticas pero no sociales dentro del capitalismo. Nosotros creemos que nuestro análisis refleja la perspectiva del trotskysmo auténtico, a pesar de nuestras diferencias con Trotsky sobre la rapidez del colapso del estado obrero soviético. Nosotros también fuimos capaces de usar nuestra teoría para predecir, tan temprano como a mediados de los 70, el giro inevitable de los stalinistas hacia métodos de explotación abiertamente burgueses, por medio de la eliminación de las conquistas que aún sobrevivían de la revolución obrera. Nosotros en la OCCI/COFI, hemos empezado a estudiar seriamente los materiales del POR y la LBI. Nuestros desacuerdos evidentes se centran en la naturaleza de la URSS stalinista, los estados obreros deformados, y la naturaleza de clase de la policía en el capitalismo. Sin embargo, hay también importantes puntos de acuerdo, como las agudas críticas a las capitulaciones de la CI hechas por esos camaradas. Por lo pronto, a pesar de esto no hemos visto un análisis clasista del colapso de la CI. Trotsky Señaló, en la lucha fraccional en contra de los pequeño-burgueses Shachtmanistas en 1939-40, que cada ruptura importante en el movimiento marxista no es sólo el resultado de malas ideas y líderes equivocados; sino que es el reflejo de las diferencias de clase ante momentos claves de la historia.
Nosotros creemos que los Pablistas en occidente vieron las transformaciones stalinistas del Este como progresivas por que su posición de clase en sus respectivos lugares estaba caminando. La creciente prosperidad de la postguerra y la enorme expansión de la inteligentsia de clase media y de la aristocracia obrera, los condujo a una nueva visión del mundo. Los partidos socialdemócratas, laboristas y stalinistas de occidente, entendidos por Trotsky como fuerzas contrarrevolucionarias, fueron a partir de ese momento considerados instrumentos progresivos que podían ser presionados para trabajar en el interés del proletariado, en lugar de hacerlo en interés de la burguesía. Es decir, partidos socialchauvinistas eran ahora vistos como escalones hacia el socialismo. Los shachtmanistas, cliffistas y pablistas de toda clase, entraron en estos partidos, no como trotskystas para romper la militancia de base de sus direcciones traidoras, sino con ilusiones en los reformistas. Otros se embarcaron en las guerrillas conducidas por la clase media. Los que alguna vez fueron partidos revolucionarios de la CI terminaron prisioneros de los estratos medios "progresistas" en ascenso; su seguidismo del stalinismo en el Este reflejaba sus capitulaciones en casa.
Hoy en día, las diversas tendencias pablistas pequeño-burguesas incluso reconocen que ellos creen que el proletariado por si mismo no puede alcanzar una conciencia revolucionaria. Este se contropone directamente con el punto de vista de Lenin, tal como evolucionase después de 1903 y con los explícitos dichos de Trotsky en esta cuestión vital. Aquellos de nosotros que estamos peleando para recrear la auténtica revolucionaria antiimperialista Cuarta Internacional debemos reconocer que nuestra lucha en contra las falsas teorías no es sencilla pero es un frente de lucha crucial en la guerra de clases del proletariado, la fuerza conductora del marxismo.