El siguiente artículo fue publicado en Proletarian Revolution Num. 80 (Otoño 2007)
El marxismo significa sobretodo la auto-emancipación de la clase obrera. Así lo definimos, como trabajadores revolucionarios, porque deseamos ser abiertamente honestos acerca de nuestros objetivos con nuestros compañeros trabajadores. La Liga por el Partido Revolucionario aboga por la construcción del partido de vanguardia de los trabajadores revolucionarios. Éste es el propósito central de nuestra existencia, ya que es la herramienta necesaria para la revolución socialista.
Desafortunadamente la JIR y las secciones de la Fracción Trotskista rara vez abogan por el partido revolucionario de vanguardia. Por lo contrario, su línea central consiste en hacer llamados por un gran partido independiente de la clase obrera. En Venezuela piden que los líderes sindicales de izquierda construyan este partido. Por lo general agregan que el partido deberá ser “revolucionario”, “anticapitalista” y “antiimperialista”. Pero como señalamos ya en nuestra respuesta a su Llamado, esto es realmente confusionista. Específicamente ofusca la diferencia entre un partido de vanguardia revolucionario, como el partido bolchevique que lideró la Revolución Rusa, y un partido amplio de la clase obrera, como lo es un partido basado en los sindicatos. Este último tipo de partido nunca podrá liderar la revolución socialista.
Sólo un partido de vanguardia, que sea parte de una Internacional revolucionaria, puede realmente satisfacer las metas revolucionarias, anticapitalistas y antiimperialistas.
Lenin luchó por el principio del partido revolucionario de vanguardia. El colapso político de la Segunda Internacional a comienzos de la Primera Guerra Mundial había demostrado que los partidos amplios, abiertos a toda la clase, se inclinarían inevitablemente hacia el reformismo y tenderían a capitular ante el imperialismo. La clase obrera necesitaba un partido que pudiera luchar contra la aristocracia obrera e otras intrusiones extrañas a la clase obrera, y que fuera sólidamente internacionalista corporizando los intereses de los más oprimidos y explotados.
Los cuadros de este partido de vanguardia serían los trabajadores más avanzados políticamente –no sólo combativos e militantes contra los patronos, sino también armados con una sólida concepción filosófica marxista. Estarían adiestrados en teoría, así como también en táctica y estrategia; y operarían de un modo bien disciplinado. La estricta separación de los trabajadores revolucionarios en su propio partido de vanguardia les permitiría la más efectiva participación en las luchas corrientes con otros trabajadores, procurando elevar su conciencia revolucionaria.
Tales intervenciones permitirían al, en sus comienzos pequeño, partido de vanguardia convertirse en un partido vanguardista de masas con el paso del tiempo. (Ver Propaganda y agitación en la construcción del Partido Revolucionario)
Trotsky continúo con la insistencia de Lenin para construir el partido de vanguardia. Ambos planteaban que la etapa inicial para lograr este partido comprende en desplegar la tarea principal de propaganda dedicada al reclutamiento de un núcleo de trabajadores revolucionarios como sus cuadros. La participación en las luchas de masas es necesaria incluso durante las primeras etapas, pero el foco de atención principal debe estar más en la propaganda hacia los trabajadores políticamente avanzados que en la agitación de las masas –y el reclutamiento sobre una base altamente selectiva es lo mas apropiado. Como Trotsky comentaba, “la etapa de la propaganda individual es inevitable. Cuando los centristas nos acusaron de sectarismo, nosotros les respondimos que sin un grupo mínimo de activistas marxistas las acciones principistas entre las masas es imposible. Pero esta es la única razón por la que nosotros formamos cuadros.” (“The Belgian Dispute and the De Man Plan”, Writings 1934-35)
La JIR, en cambio, prioriza habitualmente en una campaña a favor de un gran partido basado en los sindicatos. Si tal gran partido pudiese existir en la Venezuela del presente, se vería obligado a reflejar las visiones dominantes en la clase obrera y la izquierda. En el presente muchos trabajadores venezolanos favorecen los objetivos revolucionarios, anticapitalistas y antiimperialistas, pero todavía tienen grandes ilusiones en que Chávez pueda liderar esta lucha por ellos. Esto demuestra que todavía existe mucho malentendido sobre el verdadero significado de estas palabras, promovido sin duda alguna por el mismo Chávez y toda la izquierda seguidista.
En realidad, en el presente un gran número de trabajadores en Venezuela tienen una conciencia mixta. A saber, están concientes de que son miembros de la clase trabajadora que tiene sus propios intereses definidos, y desean cada vez más actuar a favor de estos intereses. Pero este sentido de interés de clase está obviamente mezclado con ideas reformistas y populistas. Un gran partido construido ahora tendría que basarse sobre este nivel de conciencia mixta e inevitablemente capitularía ante Chávez y su populismo. En otras palabras, tendríamos un partido sociológicamente hablando de la clase obrera dominado por políticas y liderazgos de clase no-trabajadora, el mismo problema que llevó a Lenin a abogar a favor de un partido revolucionario de vanguardia selectivo en vez de un partido mas amplio.
La JIR desprecia cualquier llamado directo a los trabajadores avanzados a favor de la construcción del partido revolucionario de vanguardia. Lo más necesario con respecto a este asunto en la Venezuela del presente es atar al estamento de la vanguardia inicial a un grupo de propaganda leninista; este sería el núcleo sobre el cual se construiría el partido de vanguardia. La evasión de esta cuestión tan básica por la JIR va contra lo más fundamental de los argumentos de Lenin y Trotsky, y en nuestra opinión consiste en su error más grave.
El informe de la Fracción Trotskista sobre su congreso a comienzos de año concluyó que… “Trotsky les propuso a los trotskistas en Francia, EE.UU. o España, durante los ‘30, ingresar a las filas de los partidos socialistas (a los que ingresaban miles de obreros que giraban a izquierda) o impulsar un Partido de Trabajadores (en EE.UU., a fines de los ‘30), peleando en su seno por un programa revolucionario y contra el reformismo y el oportunismo. Esto muestra que los revolucionarios no estamos en contra por principios de participar, como táctica en la construcción de partidos revolucionarios, de partidos “amplios” cuyo programa y dirección no sean revolucionarios (como puede ser por ejemplo un Partido de Trabajadores), en tanto el programa de los mismos tenga un carácter de clase (proletario) y expresen en su composición una tendencia real a izquierda de sectores del movimiento obrero, dentro de los cuales peleamos abiertamente por un programa revolucionario y por formar un ala conscientemente revolucionaria. Por esto, desde la FT-CI impulsamos la construcción de un Partido Obrero Independiente en Venezuela, o de un Instrumento Político de los Trabajadores en Bolivia, donde los sindicatos combativos se comprometan a impulsar una organización política que como mínimo sea netamente clasista.” (http://www.ft-ci.org/article.php3?id_article=649) A saber, la FT se refiere al llamado de Trotsky a favor de un partido laboral en los EE.UU. como precedente para su trabajo en Venezuela, Bolivia y otros lugares.
Al revisar su práctica a lo largo e ancho de los años es evidente para nosotros que la JIR hace llamados permanentes a favor de un partido de tipo laborista, por más que la FT mantenga engañosamente que lo utilizan únicamente como táctica. Este llamado crónico a favor del “gran partido independiente de la clase obrera” basado en los sindicatos, sin importar las circunstancias, envía el mensaje políticamente erróneo de que tal partido amplio es la etapa anterior necesaria para construir el partido revolucionario de vanguardia. Y, por consecuente, es opuesto en lo más fundamental al método de Trotsky.
El enfoque de Trotsky sobre el momento correcto para hacer un llamado a favor de un partido laborista fue claramente táctico. Él instaba a los revolucionarios a unirse al movimiento a favor de tal partido sólo bajo ciertas condiciones concretas y en ciertos momentos específicos. Bajo otras condiciones que no fuesen las que él delineó claramente—- se oponía a tales acciones. En el caso de los EE.UU. en el 1938, Trotsky abogó a favor de una campaña que promoviese un partido laborista, él tenía importantes razones para prever el surgimiento de un movimiento real a favor de un partido laboral en el futuro inmediato. Las masas de trabajadores habían recientemente pasado por la experiencia de los levantamientos obreros que crearon el Congreso de Organizaciones Industriales (CIO- Congress of Industrial Organizations). Este movimiento de la clase obrera norteamericana había movilizado a millones y les hizo cobrar a las masas conciencia sobre su poder independiente como clase.
Trotsky notaba que aquellas luchas habían desembocado en un callejón sin salida, especialmente a causa de los efectos de la gran depresión. El veía que las luchas obreras necesitaban inevitablemente girar hacia el campo de la política, y que el vehículo probablemente necesario para ese gran movimiento seria el partido laborista. Ese movimiento en desarrollo inicialmente no tendría límites; esto es, habría oportunidades reales para que los trabajadores revolucionarios lucharan junto a sus compañeros obreros a favor de una perspectiva revolucionaria. La intervención revolucionaria en ese movimiento podía ayudar a avanzar la conciencia entre los trabajadores.
A comienzos de los años treinta, bajo condiciones diferentes, Trotsky se había opuesto a promover un partido laborista en los EE.UU... En aquellos momentos la lucha de la clase obrera había estado en un punto bajo; las masas de trabajadores no habían cobrado conciencia de su poder independiente, incluso en los estamentos industriales. En ausencia de un masivo movimiento radical de clase, la tarea de construir el partido de vanguardia revolucionario no tenía que pasar por una etapa de partido laborista.
Venezuela hoy presenta una imagen completamente diferente a la de los EE.UU. a finales de los años treinta. La JIR apunta hacia luchas importantes y plantea, con frecuencia muy efectivamente, que necesitan ser desarrolladas y extendidas. Muchas veces le hacen demandas a los líderes sindicales a favor de mayores encuentros masivos y movilizaciones de masas, y eso está muy bien. En el presente en Venezuela la cuestión clave de agitación consiste en la necesidad de que la clase trabajadora fortalezca su lucha a través del ejercicio de su poder en la producción, a través de más acciones de masas. La huelga general en Aragua fue un indicio importante de la dirección que el movimiento de los trabajadores tiene que tomar.
No obstante, la JIR ha explicado muchas veces que existen multitudes de trabajadores que se estén alejando de Chávez –ni siquiera se acercan al críticamente pro-Chávez PRS. La JIR sabe que el grueso de los trabajadores militantes apoya en el presente a Chávez y que por lo tanto es irreal esperar un masivo rompimiento en un futuro cercano. Pero una vez que los batallones principales de la clase obrera experimenten su poder de clase en la acción y que los enfrentamientos con el régimen se desarrollen más allá de donde están ahora, entonces puede muy bien ser oportuno e necesario la creación de un movimiento a favor del partido de trabajadores de masas e independiente. Reiteramos, si ésta se vuelve la ruta lógica para los trabajadores, entonces la táctica de Trotsky se volvería necesaria. Los comunistas naturalmente quieren intervenir junto sus compañeros trabajadores en tal movimiento –para alcanzar la meta revolucionaria. Hoy la táctica, especialmente como la JIR la utiliza, es inapropiada y etapista.
Más aún, incluso cuando Trotsky usaba esa táctica, seguía un principio que la FT-CI y la JIR olvidaron. Como el mismo Trotsky dijera:
Un largo período de confusión en la organización llevó a mucha gente a olvidar un principio muy simple pero absolutamente irrevocable: que un marxista, un revolucionario proletario, no puede presentarse ante la clase obrera con dos banderas. No puede decir en un encuentro de trabajadores ‘tengo un boleto para una fiesta de primera clase y otro más barato para los trabajadores atrasados.’ Si soy un comunista debo luchar por el Partido Comunista. (The Labor Party Question in the United States, 1932)
Trotsky no sólo insistió en que los revolucionarios le dijeran a los trabajadores avanzados que estaban a favor de la creación de un partido comunista; también favoreció que se le dijera claramente a los trabajadores atrasados.
La JIR no ha presentado un caso convincente para utilizar la táctica del partido laborista en Venezuela, y tampoco lo han utilizado como táctica revolucionaria en cualquier otro lugar. En el presente un partido independiente de masas no es posible en Venezuela. Pero la construcción del partido revolucionario de vanguardia es una tarea impostergable, y es necesario comenzar a proponer consistentemente la construcción de un grupo de propaganda hacia esos fines. Si verdaderamente creemos que la comprensión que tengan los trabajadores avanzados de sus tareas socialistas revolucionarias es clave, entonces tenemos que decirlo así mismo. Los revolucionarios deben rechazar el método centrista de plantear vagamente la tarea central de mantener unida a la vanguardia, más allá de su escaso número inicial.