“El Partido Laborista en los EE.UU.” se publico en ingles en Socialist Voice No. 6 (primavera 1978)
El siguiente articulo se extrajo del documento “La Liga en Crisis: Detrás de la Consigna Por un Partido Laborista” por Sy Landy y Walter Daum. Este documento se emitió en noviembre del 1975 durante una lucha faccional al interior de la Liga Socialista Revolucionaria (Revolutionary Socialist League, RSL) como respuesta al punto de vista de la mayoría expresado por Jack Gregory en “The Marxist Approach to the Labor Party and the General Strike” (El Enfoque Marxista al Partido Laborista y Huelga General). La “Liga” en el articulo se refiere a la RSL. Como resultado de la lucha de facciones, la Tendencia del Partido Revolucionario (Revolutionary Party Tendency) fue expulsada y mas luego se convirtió en la Liga por el Partido Revolucionario (League for the Revolutionary Party, LRP); para una discusión completa de la disputa, favor de ver Socialist Voice No. 1 (en ingles).
La respuesta del liderato de la RSL a este documento consistió en prohibir su circulación entre la membresía, prohibir mas documentos de la tendencia minoritaria y, por ultimo, prohibir la misma minoría. La RSL ha negado públicamente la existencia de este documento y, por supuesto, nunca le ha dado respuesta al mismo. El documento fue emitido en una tirada mimeografiada y limitada a comienzos del LRP. Le damos una circulación más amplia debido al significado de las ideas que se presentan en el mismo. En esta edición publicamos (de forma editada) las secciones del documento sobre la cuestión del partido laborista en EE.UU.; las otras secciones relacionadas a la importancia de la consigna de la huelga general (de lo cual hemos escrito en otro lugar) se omiten aquí.
Lo que pasa por trotskismo en el presente se encuentra en un estado muy pésimo. Se tipifica por una preservación fetichista de las palabras de Trotsky combinado con un rechazo estudioso de su contenido revolucionario. No es más cierto esta aseveración que sobre la cuestión del partido laborista. La consigna una vez utilizada por Trotsky de manera revolucionaria, es utilizada en el presente abiertamente para promover políticas reformistas. La RSL no fue la única en hacerlo – casi todo el ambiente pseudo trotskista mantiene un acuerdo esencial sobre este punto. Posterior a las luchas históricas del bolchevismo contra el menchevismo es muy difícil creer que un partido reformista seria considerado como una piedra de paso intermedia al socialismo necesaria y deseable por autoproclamados bolcheviques, pero en la realidad, ese es el caso en el presente.
La propugnación del partido laborista se ha convertido en el sello distintivo del “trotskismo” americano desde que el Partido Socialista Obrero (Socialist Workers Party) adoptó la consigna a urgencias de Trotsky en el 1938. Sin embargo, durante todo este tiempo la consigna y su aplicación no han sido reexaminadas a profundidad. Desde el 1938, a través de la Segunda Guerra Mundial, la ola melgaría posguerra, el boom posguerra y ahora el comienzo de una nueva depresión – mediante circunstancias del más variado cambio – solo se han dado discusiones esporádicas entre los que reclaman adhesión al trotskismo. La discusión ha sido parca no solo entre los que falsamente reclaman el trotskismo sino también entre los mismos revolucionarios genuinos.
La Liga, desde sus comienzos hasta ayer, nunca sometió la consigna del partido laborista a un examen serio. Hasta ese entonces la aceptamos como aceptamos otros conceptos ya que era parte de la herencia del trotskismo como lo entendíamos. Hasta bien pasada la última convención, todos los miembros del Comité Político como otros líderes de la organización expresaron reservaciones sobre esta consigna. La resolución sobre los puntos de vista alrededor de este tema es muy reciente, y ahora se ha polarizado la cuestión.
Esta cuestión es crítica para la Liga. La resolución de octubre del Comité Central declara que “es central mantener un énfasis continuado de la consigna del partido laborista.” Un boletín de la industria automotriz de Detroit la denomina “la tarea política mas urgente del presente.” The Torch (La Antorcha, el periódico de la RSL), los boletines industriales y las presentaciones orales ahora mas que nunca impulsan de manera extraordinaria el partido laborista. En un boletín de acción postal de Detroit (noviembre 1975) las dos demandas presentadas a los oficiales sindicales fueron: 1) Empleo total a salarios dignos – ¡EMPLEO PARA TODOS! y 2) Construir un partido político que represente las necesidades y intereses de la clase trabajadora – ¡POR EL PARTIDO LABORISTA!
El Caucus del Partido Revolucionario mantiene que la consigna del partido laborista ha sido utilizada de manera equivocada desde los comienzos de la Liga. Es aun más peligroso utilizarla como el centro de nuestro trabajo. La consigna a favor del partido revolucionario tiene que ser la más céntrica y de más prioridad. Esta cuestión es central para la Liga y el mantenimiento de su política revolucionaria.
La posición del partido laborista se ha utilizado en el pasado de una manera frecuentemente cambiante y nunca tan céntrica como en el presente. De igual manera que hemos descartado otros vestigios del shachtmanismo-pablismo, deberíamos haber bregado con esta cuestión ya. En el presente, sin embargo, la nueva urgencia de sobresalir con la consigna del partido laborista se da como parte de un giro general hacia la derecha (bajo cubierta de una necesaria profundización de nuestro trabajo). Es parte de una capitulación teórica al derrotismo y el fatalismo.
La consigna del partido laborista – la lucha por el partido laborista – bajo otras circunstancias y en otros tiempos fue muy necesaria y correcta. En el presente, sin embargo, no significa el avance de la lucha por el partido revolucionario sino consiste en un desvió de tal lucha, su aplazamiento a un futuro no muy claro. La posición del partido laborista y el giro a la derecha representan la aceptación de y la adaptación al presente nivel de conciencia de la clase, y la aceptación de sus frustraciones, temores, y el rechazo cínico a alternativas “extremas.” Es la aceptación de “lo que es” en vez de luchar contra “lo que es” – que a través del tiempo nos convierte en parte del problema, en vez, de en parte de la solución. Ese es el verdadero peligro.
La Resolución del Comité Central adoptada por la Liga en oposición a las enmiendas de Landy, introduce un fuerte elemento de fatalismo y derrotismo en la política de la Liga.
Habrá un crecimiento en la lucha de clases, mayor en los países mas afectados por la crisis. A la misma vez, las luchas no estarán unificadas. Aunque los trabajadores de los países mas saludables, y desarrollados se unirán a las luchas de los países mas semi y sub desarrollados, esto no se inculcara en la conciencia de las sobresalientes mayorías de los trabajadores. La lucha retendrá un nivel inconsciente fragmentado.
La Resolución insiste además que “La lucha de clases aumentara, aunque mayormente sobre bases sindicales y democráticas; el periodo de calma terminara pero no desembocara en alzamientos de masas tipo 1933-34.” Otro ejemplo: “Por lo tanto, mientras no esperamos un gran auge de la lucha de clases en los EE.UU. o a escala mundial, no esperamos que la paz relativa del periodo pasado continué al mismo grado. Por el contrario, vemos una curva creciente de lucha en buena parte limitada a las luchas sindicales y democráticas.”
Existe una consistencia subyacente entre la visión de que el próximo intervalo de lucha será sobre una base democrática y sindical y por la propugnación del partido laborista. La Resolución del Comité Central refleja acertadamente este vinculo cuando declara: “...nuestro llamado por el partido laborista se basa en un asesoramiento general que, por lo menos en este punto, la vía que conduce a la clase trabajadora al partido revolucionario transitara a través si no del partido laborista real, entonces por lo menos, a través de un movimiento de masas que luche por tal partido dentro del movimiento obrero.”
Además declara que “Lucharemos junto a los trabajadores no-revolucionarios, aun junto a burócratas de izquierda, para tratar verdaderamente de construir un movimiento para que el movimiento obrero construya su propio partido político independiente.” Naturalmente las masas se verán obligadas a transitar a través de una etapa de lucha por un partido laborista, un partido de los uniones, ya que esto también refleja el “hecho” de que sus luchas no alcanzaran mas que un contenido democrático y sindical. Podemos, por supuesto, tratar de imprimirle nuestro contenido a la lucha, pero estamos obligados a aceptar la estructura del partido laborista ya que el contenido que las masas le darán será reformista – democrático y sindical. Esa es la lógica del argumento.
La consigna del partido laborista es destacada en la Resolución y se ha convertido crecientemente central a nuestro trabajo. La aceptación del partido laborista, en vez, del partido revolucionario como la consigna principal del partido refleja la aceptación de los límites a la lucha indicadas en general en la Resolución. Examinemos estas limitaciones fatalistas más cercanamente.
La Resolución atribuye la limitación de la futura lucha a las demandas democráticas y sindicales únicamente a la situación económica general. El factor critico, sin embargo, es el poder de la burocracia sindical y la relación de fuerzas dentro del proletariado. La cuestión de liderato no es solo la cuestión central y crónica de la época sino es extremadamente importante en esta coyuntura. Las enmiendas Landy que fueron rechazadas en su totalidad por la presente mayoría se mantenían sobre este entendimiento alterno de la realidad. La visión democrática y sindical de las masas surge fundamentalmente de la aceptación cínica del liderato reformista.
Andar a la rabiza de la conciencia de las masas significa en la realidad andar a la rabiza de la conciencia y las acciones de la burocracia. La declaración “realista” de lo “que va a pasar” y la adaptación de nuestra lucha a esa “realidad” (realmente a los limites inculcados a la clase por nuestros enemigos), en vez de plantear la cuestión de como vamos a “sobreponernos” a esa “realidad”, es una continuación del objetivismo y la visión de externos que ha estropeado nuestra política en el pasado.
Desde los meros principios de la Liga, declaramos nuestro entendimiento de que el “apoyo critico” era una versión de la táctica del frente unido. Entendíamos que significaba entrar en una relación con un movimiento en el cual marchábamos mientras contraponíamos a su programa y buscábamos desenmascarar su liderato. Nosotros, contrario a los Spartacist, no teníamos ninguna aversión sectaria a enarbolar el arma del apoyo crítico a Arthur Miller y a los Mineros Por la Democracia; no le otorgamos carta blanca a la burocracia de izquierda. Bosquejamos la forma de la corriente izquierdista Miller-Rauh al ver su desarrollo. Pensábamos que era muy posible, dado el apego cínico de la clase trabajadora a los burócratas o a los burócratas aspirantes como las alternativas “reales” de que los burócratas de izquierda dominarían el futuro alzamiento. Pensábamos que era muy probable que tuviéramos muy poca influencia comparados a ellos. Lucharíamos para cambiar este desarrollo probable mediante el apoyo crítico, entre otras tácticas. Sin embargo, no otorgaríamos un apoyo total sin condiciones; aclaramos que no aceptaríamos su supremacía sin una lucha. No nos conformaríamos de antemano a ninguna etapa, periodo, o coyuntura de hegemonía de la burocracia de izquierda. Estábamos por la alternativa revolucionaria. No iríamos a la rabiza de nadie. En las palabras que ahora son vistas con un aire despectivo en la RSL, “sembramos un polo,” “desarbolamos la bandera.”
El liderato de mayoría en la RSL del presente acepta la política de los burócratas de izquierda – las demandas democráticas y sindicales – como hegemónicas para la próxima etapa. Si se mantiene este rumbo puede conducir únicamente a la capitulación. La forma de tal capitulación todavía no se ha determinado. Puede conducir a preparar el camino para el ascenso al poder de los burócratas de izquierda. Nuestro trabajo, propaganda y agitación pueden preparar el bulevar al poder para ellos si las masas empiezan a empujarlos a ellos desde abajo. Sin embargo, no existe garantía en esta época que los reformistas se sientan suficientemente libres para llevar acabo su programa o parte del mismo. El rumbo alterno a la capitulación es que el RSL prepare el camino para si mismo como sustituto a los reformistas.
La obligación central de los revolucionarios en el presente es luchar contra ambas variantes de la capitulación en la Liga. Una lucha clave en la Liga relativo a esto es la lucha contra la omnipresente consigna del partido laborista.
Cuando los camaradas que emitieron la Resolución discuten la coyuntura citan las condiciones objetivas. Sin embargo, es la conciencia subjetiva de los trabajadores, la mentada conciencia “democrática y sindical,” que tipifica una etapa limitada y discreta que no es posible sobreponerse o sobre todo fusionarla con la etapa posterior. De acuerdo a la Resolución, las condiciones objetivas sientan las bases para la conciencia subjetiva que la Liga debe interactuar con el propósito de finalizar la situación de ser “externos” al movimiento obrero. La aceptación de una etapa democrática y sindical discreta es fatalista y derrotista. Plantea una etapa reformista, si vamos a llamar las cosas por su propio nombre. Trotsky hizo el punto necesario sobre la versión del etapismo de Stalin:
...El camarada Stalin propuso su teoría de las etapas que no pueden ser saltadas. Por la palabra “etapa” en este caso, no debe entenderse el nivel político de las masas que varia con los diferentes estamentos, sino de los lideres conservadores que reflejan la presión de la burguesía sobre el proletariado y conducen una lucha irreconciliable contra las secciones mas avanzadas del proletariado. (Inglaterra, Traducción por LRP)
Trotsky señalo que el nivel de conciencia política no es el factor que marca las etapas de desarrollo. Los niveles de conciencia (“democrática y sindical” incluidas) varían entre los estamentos de la clase. Aceptar el nivel de conciencia de los relativamente atrasados como el nivel de la etapa significa andar a la cola de los lideratos engañosos que reflejan el entendimiento burgués. Aceptar este entendimiento de la coyuntura significa no entender la coyuntura. Los atrasados no entienden las condiciones objetivas o las tareas debido a que la burocracia no “entiende” ni las condiciones objetivas ni las tareas impuestas al proletariado. No es un simple desentendimiento sino un entendimiento burgués más bien reformista.
Cuando los camaradas aceptan los límites de la conciencia como democráticos y sindicales para la coyuntura entera, también aceptan un límite a las posibles tareas y resultados de la etapa. Ya hemos visto las declaraciones fatalistas ya citadas: “Vemos una ascendente curva de lucha principalmente limitada a luchas sindicales y democráticas”, “la lucha retendrá su fragmentado nivel inconsciente.”
Los camaradas reclaman que este cinismo es un asesoramiento científico de la “realidad.” Pero esta no es la realidad. Es simplemente la manera que la burocracia del movimiento obrero conduce sus luchas. Esta diseñada para fomentar este nivel de conciencia y imponérselo a la clase. No es la “realidad” sino lo que los marxistas han etiquetado en el pasado como la “realpolitik.”
¿Porque es necesario aceptar que la coyuntura no terminara con un revertimiento de este derrotismo? La derrota que elevó las presentes fuerzas pro burguesas al liderato ocurrió hace mucho tiempo. Como resultado de esto, la conciencia atrasada que los camaradas le siguen la cola – predomina en este momento y es utilizada para obstaculizar todas los potencialmente revolucionarios reveses al balance de fuerzas en el presente. Pero la clase trabajadora, esta clase trabajadora, no ha sufrido derrotas masivas; para ser precisos, ha tenido algunas derrotas pero no esta derrotada. Si la clase trabajadora hubiese estado aplastada y sus instituciones destruidas, entonces seria posible y necesario decir: desde el punto de ventaja del proletariado revolucionario tanto es posible y poco más es posible. Pero aun así las tareas de los revolucionarios serian la de sobreponerse a las consecuencias de la derrota, y no simplemente aceptarlas como limites al trabajo dentro de esta etapa inmediata.
Los trabajadores atrasados se ven así mismos como sin fuerzas y desunidos. Están temerosos de las peores condiciones que se avecinan. Se sienten prisioneros de fuerzas fuera de su control. Son cínicos y no ven ninguna alternativa al presente liderato de clase que parece otra “realidad” incontrolable. También están cínicos sobre el estado, el sistema electoral, el Presidente y el Congreso. Ven enemigos por todos lados, extranjeros, negros, otros grupos étnicos. Sienten que muy poco bien se puede lograr.
Esta actitud también permea a los estamentos más avanzados, los que ya no creen más en la posibilidad de cambio social mediante la lucha. Los estamentos mas avanzados son expuestos a sus propias formas de cinismo junto a los que se filtran directamente hacia arriba desde los trabajadores mas atrasados. Primero, son cínicos sobre la capacidad de masas de los trabajadores – no son capaces de avanzar mas allá de las demandas democráticas y sindicales o hasta luchar a su favor. En segundo lugar, están conscientes de las derrotas que la clase trabajadora ha sufrido internacionalmente – Chile, Bolivia, etc. A través de este estrato las actitudes atrasadas que en el último análisis son transmitidas al proletariado por la burocracia y sus aliados son inyectadas a la Liga.
La masa de la clase trabajadora se cree así misma débil y sin fuerzas. Esto es precisamente lo que es la conciencia atrasada, incierta y contraria a las condiciones objetivas y las tareas objetivamente necesarias del proletariado. La brecha entre la realidad objetiva y las ilusiones subjetivas son enormes. El movimiento obrero en los EE.UU. esta mas fuertemente organizado y mas poderoso que cualquier otro mundialmente. La clase trabajadora de EE.UU. está altamente organizada en una economía altamente organizada y mediante métodos de producción integrados. La volatilidad y combatividad histórica de la clase trabajadora en EE.UU son todavía factores culturales que no son de poca monta. La concentración estratégica y las lecciones aprendidas de un poderoso proletariado negro son un activo vital. Aun su familiaridad con el armamento es mas avanzado relativo a muchos otros proletariados nacionales.
En esta coyuntura especifica la economía se encuentra en serios problemas, el capitalismo sufre de un aspecto de crisis crónico en estos tiempos y en esta época. Hay ciudades y bancos que se encuentran al borde del abismo. La burguesía también pasa por su propia seria crisis de liderato. La burguesía misma comienza a profundizar sus polarizaciones internas. La Presidencia esta enormemente debilitada; el Congreso no ha adquirido autoridad; el “sistema” todavía se ve cínicamente. El nuevo ejercito mercenario no a dado pruebas, se encuentra racialmente dividido, y sufriendo de problemas disciplinarios. La burguesía de EE.UU. no se encuentra en un peligro inminente de desplomarse. Pero sus problemas son severos y las líneas de tensión y división son aparentes. La crisis de Vietnam y Watergate todavía agobia a la clase dominante.
La base material fundamental para el reformismo y para la desunidad de la clase trabajadora se erosiona – el capitalismo de EE.UU priva de sus avances a la clase trabajadora. La miseria impuesta por la burguesía es precisamente lo que la conciencia avanzada no aceptaba y luchaba en su contra. Sin embargo, la conciencia atrasada persiste en la clase aunque su base material, cosechada en el pasado, se erosiona.
Los trabajadores de avanzada son “avanzados” en el sentido marxista a tal grado que entienden las condiciones objetivas, las necesidades y tareas consecuentes del proletariado. El marxismo surge de las condiciones objetivas y a la misma vez las refleja; esta conciente de ellas y reacciona sobre ellas. El marxismo representa la más avanzada conciencia del proletariado. La conciencia atrasada es una conciencia que refleja un entendimiento pro burgués de las tareas y condiciones objetivas.
Los trabajadores atrasados se encuentran cautivos en la contradicción entre sus conciencias y sus condiciones materiales como trabajadores. Se encuentran cautivos entre la ilusión subjetiva de su debilidad y su realidad objetiva de fortaleza. Consecuentemente las masas en lucha, y específicamente los sectores más oprimidos de la clase trabajadora, pueden tener una concepción del mundo (que esta frecuentemente llena de contradicciones) pero en la práctica se encuentran haciendo algo diferente. Se encuentran actuando de una forma profundamente más radical. Esto se debe al impacto de los intereses materiales reales de los trabajadores que solo se pueden aprender en la lucha, en la práctica.
Tome el ejemplo de los motines en los arrabales de los EE.UU. durante la década de los sesenta. A la misma vez que se alzaban en ciudad tras ciudad, los negros también se registraban en números record en el Partido Demócrata. Aunque quemar ciudades y rebelarse no era todavía una conciencia comunista, era un paso dinámico mas allá de la conciencia mostrada por los trabajadores negros en los puntos de votación electoral. La profundidad de la hostilidad demostrada en la práctica reflejó el creciente reconocimiento que los intereses materiales de los trabajadores oprimidos estaban en el rechazo, la destrucción del capitalismo – y no en su reforma democrática.
Los trabajadores negros amotinados exigían una alternativa a los fracasos del liderato de los derechos civiles, el liderato del poder negro y nacionalista, los lideratos sindicales y liberales del Partido Demócrata. Era a diferentes niveles de conciencia – pero la lucha de masas exigía un nuevo liderato y programa y a la misma vez obligaba a unos a existir.
En Francia en el 1968, la huelga general más masiva que se haya conocido se llevó acabo, durante una coyuntura que parecía relativamente lenta. El balance de fuerzas no era favorable, el PC y el PS conducían a la clase trabajadora y perseguían una estrategia colaboracionista; la revolución y hasta las acciones de masa parecían como eventos improbables. Sin embargo, la improvisada huelga general (y por lo tanto, seriamente obstaculizada) sacudió a Francia y a su solidamente atrincherado régimen y ejercito gaullista. Un mes antes, los trabajadores franceses hubiesen pensado que una huelga general era algo muy salvaje. Pero en la práctica, los trabajadores construyeron un verdadero ataque masivo contra un aparente régimen estable.
El fracaso de conducción del PC y el PS – de hecho, su rol de traidores – fue demostrado. Los centristas grupos “trotskistas” fallaron al no proveer una estrategia alterna. Ninguno de los tres principales grupos “trotskistas” luchó a favor de una alternativa política real a la Quinta Republica. Permitieron que la huelga se mantuviese substancialmente económica y defensiva en vez de buscar impulsarla en la necesaria dirección política y revolucionaria. Ninguno se oponía a tal dirección en el futuro – pero no lo veían posible en esa etapa. Su argumento básicamente no era diferente al de Gregory: “La conciencia de los trabajadores es en general muy retardada. No existe, ni el liderato revolucionario correcto o el entendimiento correcto de las condiciones.”
Las causas materiales, las cuestiones objetivas fundamentales, son las que impulsan a los trabajadores a entrar en movimiento. La brecha entre la realidad objetiva y la conciencia es en el presente enorme. La realidad fundamental no es expresada por la conciencia atrasada o las conciencias democráticas o sindicales, sino por el programa de la Cuarta Internacional. Los revolucionarios deben demostrarle a las masas que son capaces de trascender su propia conciencia del momento. El poder de la clase trabajadora durante los motines en los arrabales y especialmente durante los masivos eventos franceses demuestra la necesidad de nuestro programa. Los revolucionarios utilizan las demandas democráticas y sindicales, declarando abiertamente que se subordinan al programa revolucionario. Enfatizamos que tales demandas sin nuestro programa revolucionario no son capaces de bregar con la situación objetiva. Los lideratos que le encajen tal programa limitado a las masas deben ser combatidos.
Los revolucionarios se basan así mismos sobre las condiciones materiales, incluyendo el poder objetivo de la clase trabajadora. Incesantemente luchan y desenmascaran a los lideratos engañosos cuyo rol es cegar a la clase de sus tareas históricas. La RSL por lo contrario ahora acepta la creencia predominante entre los trabajadores de avanzada en el presente que la clase en su totalidad es débil. Como hemos declarado, la creencia de trabajadores atrasados de que la clase trabajadora es débil ha filtrado hacia arriba – hacia los estamentos avanzados, y a través de ese estamento hacia la Liga. Pero la creencia de los trabajadores avanzados es solo una reflexión de la línea pro burguesa de la burocracia – en un sentido dialéctico. Los burócratas reformistas tanto de izquierda como de derecha no creen que la clase trabajadora sea débil. En un sentido conservador e inmediato, los lugartenientes laboristas del capital verdaderamente temen que los trabajadores vayan a romper su aislamiento y aplastar todo lo que se encuentren a su paso. Una victoria de las bases significaría, bajo su visión, echar hacia el lado a los burócratas, a favor del caos o los rojos. Significaría, por lo menos, un trastorno del sistema que ellos urgentemente apoyan.
Por lo tanto, esta burocracia ha evitado cuidadosamente darle la oportunidad a las bases a romper su aislamiento. Saben cuan profunda es la ira y la frustración. Reconocen el poder de la clase. Durante la primavera, Woodcock, la IUD y Gotbaum tensionaron un poco sus músculos; hubieron tres demostraciones modestas en Washington y Nueva York. Esta clase de demostraciones ya no se dan; las acciones de las bases durante la demostración del 26 de abril en Washington fue una clara señal. Woodcock suspendió su propuesta pequeña demostración en Lansing al poco tiempo. La situación en Nueva York y en otras ciudades similares en otros lugares obliga a los burócratas a tomar unas acciones todavía limitadas y esporádicas, pero cuando le es posible se retiran rápidamente. Aunque los lideres se vieron obligados a hacer amenazas de huelga general en Nueva York, Gotbaum y otros claramente suspendieron la huelga de los operadores de puentes en el 1970. Vieron en embrión lo que podía lograrse mediante la huelga general y por lo tanto actuaron de la forma más conservadora que la situación les permitió.
Las cobardes sumisiones constantes que ocurren diariamente demuestran el temor a las bases que tiene la burocracia. Aunque las bases bajo ningún concepto sean concientemente revolucionarias, sus acciones serian increíblemente poderosas y radicales – y los lideratos lo saben. Las bases a la vez enjuician las acciones de sus líderes, y de esta manera, se dan cuenta que los líderes son malos. Pero las bases se encuentran reducidas al cinismo y, por lo tanto, aceptan esos lideratos; existen, son reales y no existe ninguna alternativa real en sus mentes. Creen que la clase es débil debido a que la burocracia, hasta ahora, ha prevenido alguna muestra de fortaleza. Por esta razón, los trabajadores mas atrasados han llegado a la conclusión que ninguna muestra de fortaleza se puede hacer debido a que no existe ninguna fortaleza. La burocracia es la que sabe mejor en el presente. Pero los trabajadores sabrán mejor.
La burocracia, aun en su breve coqueteo con las concentraciones antes de quemarse los dedos, era cuidadosa en enfatizar las acciones electorales y no las acciones industriales o de masas. Las elecciones y el Partido Demócrata son la válvula de escape de la ira y la frustración que se acrecienta en amplias secciones de la clase. La burocracia señala una victoria del Partido Demócrata como la única respuesta. Pero con ese llamado entusiasman muy poco a significantes estamentos de la clase. Los trabajadores están cínicos sobre lo que vaya más allá del Partido Demócrata – su cinismo se extiende al estado, el Presidente, el Congreso, etc. La guerra, la economía y Watergate le han quitado bastante legitimidad a las instituciones de la sociedad. En el presente, los trabajadores esperan muy poco de los políticos y del “sistema.”
La burocracia ha tratado no solamente de apoyar al Partido Demócrata y sus políticos (y en algunos casos a los republicanos) sino también a “restaurar la fe en el proceso democrático, “...fe en el sistema electoral y democrático burgués. El no entender esto es no entender nada. Ese es el significado de las movidas políticas de la burocracia. Buscan prevenir las acciones de masas industriales, apoyar al estado “democrático” y apoyar al Partido Demócrata. De esta manera tratan de prevenir una victoria obrera sobre el sistema del cual esta casado la burocracia.
La tarea de los revolucionarios consiste en conducir a la clase trabajadora a retar el poder estatal. Debemos luchar contra cualquier intento de reconstruir el apoyo a favor del estado. Debemos demostrar el poder de la alternativa obrera y combatir el cinismo y auto cinismo obrero.
A estos fines, la consigna del partido laborista fue una consigna central en el 1938 y es incorrecta en esta coyuntura. En el 1938 la clase trabajadora fue la clase que creyó el CIO. Entabló grandes batallas en el frente industrial contra la burguesía. La burocracia Lewis de la CIO había sido empujada por la clase a un combate económico activo. El liderato reformista traicionó a la clase, pero a la vez reflejó en parte la militancia de la clase y su lucha. Tenia que hacerlo, con tal de retener el liderato.
La militante huelga económica era un arma conocida por los trabajadores. Sin embargo, la clase estaba atada políticamente a Roosevelt y a los Demócratas mediante la burocracia sindical. Existía un sentimiento a favor del partido laborista, y existía cierta hostilidad contra Roosevelt. Pero los elementos decisivos de la burocracia y la clase estaban todavía atados al Nuevo Tratado rooseveltiano.
La clase trabajadora se hizo crecientemente más consciente de las limitaciones del arma de la huelga debido al punto muerto histórico del CIO refrenado a la esfera económica. La cuestión central consistía en que la clase se moviese políticamente a retar al estado y rompiese con todas las fuerzas burguesas. La táctica del partido laborista era decisiva: presionaba a la burocracia (que gozaba del respeto de las bases) a romper con Roosevelt y los Demócratas (que también gozaban de su respeto). Planteaba la cuestión del partido independiente de la clase trabajadora basado en las uniones, una fuerza militante creada por el movimiento obrero de masas.
En las manos de Trotsky esta arma estaba diseñada para enfatizar el contenido revolucionario y el partido revolucionario. Los trabajadores, aunque su táctica de la huelga perdía su influencia debido a las recientes derrotas (Little Steel, etc.), conocían muy bien el poder de sus propias acciones con la cual habían construido el CIO. Cuando se plantío el partido laborista, estaba claro que el mismo CIO militante se trasladaba a la escena política. Los trabajadores de a finales de los años treinta no entendían el electoralismo de superficie como el método de la lucha indicada por la consigna del partido laborista. Significaba para estos juntar un arma política militante a un entendimiento económico militante.
Era necesario, sin embargo, combatir los restantes entendimientos de que el electoralismo pro-burgués mas la acción militante habían logrado los adelantos para los trabajadores (su creencia en Roosevelt y las luchas de la CIO). Esa fue una de las razones por el cual Trotsky insistió en el contenido revolucionario de la consigna. Él insistió, por ejemplo, en asociar directamente la consigna de las milicias obreras con la consigna del partido laborista.
La crisis, el agudizamiento de las relaciones de clase, la creación del partido obrero, del partido laborista, significa inmediatamente, inmediatamente, el agudizamiento terrible de las fuerzas. La reacción será inmediatamente un movimiento fascista. Por esa razón debemos ahora conectar la idea del partido laborista con sus consecuencias – de otra maneras aparecemos solo como pacifistas con ilusiones democráticas. (Trotsky sobre el Partido Laborista, traducido por LRP)
En el presente, la situación es muy diferente. En esta coyuntura las uniones no han agotado el arma de la huelga; no ha sido ni siquiera utilizada. Los trabajadores no han sido educados por su experiencia de vida y por la lucha para conocer sus propias fuerzas de masas mediante su participación en sus propias acciones económicas. Al contraste de los militantes de la década de los treinta, se ven así mismos débiles y impotentes. Por otro lado, tienen menos confianza en el sistema electoral, el estado y los Demócratas. Para ellos, la consigna del partido laborista no connota desplazar sus combativas uniones militantes a la política – debido a que las uniones no son combativas ni militantes. Esta es la razón porque la consigna del partido laborista solo puede tener un contenido electoralista en el presente. Es por esa razón que enfocarles la atención a los trabajadores sobre el sistema electoral lleva acabo precisamente lo que la burocracia quiere para evitar una confrontación directa.
Mediante todo su ataque contra los sectarios que rechazan la utilización de los parlamentos y las elecciones en el Comunismo “Izquierdista” – un Desorden Infantil de Lenin, él expresa un punto adicional. Las campañas sobre y para parlamentos deben enfatizar la política antiparlamentaria y antielectoral que conduce a la dictadura del proletariado. En su apoyo critico al Partido Laborista Británico, Lenin enfatizo la revolución, los soviets y la dictadura proletaria. Exhortó que estas ideas se plantearan continuamente y de manera popular.
El documento del camarada Gregory y la Resolución no le dan tal contenido a la consigna del partido laborista. ¿Donde está la noción que el partido laborista no es capaz de llevar acabo nuestro programa, el programa formalmente atado al llamamiento por el partido, mediante medios electorales? La consigna no solo esta en consonancia con la vía electoralista de la burocracia, sino que la Liga no utiliza la consigna de tal manera que resguarde contra ese peligro. No damos ninguna advertencia. Nuestra literatura nunca contrarresta las ilusiones electoralistas que deben acompañar el término “partido laborista.” Y eso es debido a que la mayoría presenta la consigna del partido laborista no de manera algebraica que se pueda utilizar para comunicar en la practica la necesidad del partido revolucionario, sino como parte de una etapa discreta: una etapa reformista para esta coyuntura debido a que el reto al poder estatal no es posible en el presente. Cuando el álgebra se convierte en aritmética, este es el único resultado.
Gregory critico a Landy por plantear la revolución en su consigna: ¡Huelga General por un Gobierno Obrero! Para Gregory, eso significaba la revolución ahora mismo, una imposibilidad en esta coyuntura. (Hemos ya probado que la consigna no contiene un llamado a la insurrección ahora aunque insistimos que plantea la conexión entre la huelga y la necesidad de tomar el poder.) A la huelga general política, Gregory contrapone el partido laborista. Para Trotsky, el llamado al partido laborista se asociaba a un congreso del trabajo para lanzarlo y a un gobierno obrero como su meta. Este grupo de consignas plantea algebraicamente los soviets, el partido revolucionario, y la dictadura del proletariado. Los marxistas revolucionarios deben luchar a favor de este significado. Si el camarada Gregory hiciese eso, estaría lanzando un llamado a favor de la confrontación que, como la huelga general política, significaría un desastre para la clase – en su opinión.
Gregory no lucha a favor del significado revolucionario de su consigna del partido laborista. Es consistente; sus métodos de reducir las demandas algebraicas a demandas mínimas significan que divorcia las implicaciones revolucionarias de las mismas. Su consigna del partido laborista no es utilizada como la manera de probar en la lucha la necesidad del partido revolucionario. A su vez, su consigna va dirigida a los trabajadores de avanzada que desean un partido revolucionario y les dice que acepten la conciencia de los militantes que piensan que la etapa es apropiada únicamente para un partido de contenido reformista. El “programa revolucionario” se convierte en una cubierta para un llamado reformista. La próxima etapa será la etapa revolucionaria, la etapa socialista. Ya hemos escuchado eso antes.
Para nosotros la consigna principal debe ser la del partido revolucionario. Esta consigna es central a nivel estratégico. Ahora es central tanto a nivel táctico inmediato como a nivel estratégico. Somos una organización de propaganda que utiliza toda oportunidad para agitar con el propósito de hacer propaganda más efectivamente. La acción y la intervención activa son necesarias para la utilización correcta de la propaganda y la agitación. Un grupo puede también discutir sistemáticamente en su propaganda como, cuando y adonde hacer el llamado al partido laborista de forma agitativa.
Esta no es la cuestión ante la Liga. La RSL en este momento utiliza la consigna directamente, y generalmente no en la forma de discusiones sistemáticas sobre el método de utilizarla. El partido laborista se ha convertido en una demanda mínima separada por una etapa del partido revolucionario.
El Caucus del Partido Revolucionario hace un llamado para que las consignas principales sean ¡A construir el Partido Revolucionario! y ¡A reconstruir la Cuarta Internacional! Debemos continuar nuestra política de otorgar apoyo crítico al interior de las uniones cuando tendencias de burócratas de izquierda desaten verdaderas luchas bajo la presión de las bases en movimiento. Ya que tales elementos son conocidos por su consentimiento en vez de su lucha, la Liga no ha podido utilizar esta táctica muy frecuentemente. El Caucus del Partido Revolucionario favorece la utilización de la consigna del partido laborista de forma similar. Cuando un segmento de la burocracia o la incipiente burocracia entra en movimiento hacia la izquierda bajo la presión de las bases, nosotros los retamos sobre la base del partido laborista de la siguiente manera: “Uds. reclaman estar a favor de ciertas demandas necesarias para los trabajadores. Uds. nunca las lograran del Partido Demócrata. Están traicionando los intereses de las bases. No creemos que estas demandas se puedan lograr y solidificar sin otro programa, sin el partido revolucionario y sin la revolución. Uds. no aceptan esto. Entonces por lo menos formen su propio partido, un partido laborista, y luchen a favor de estas demandas; etc. Uds. no lo harán, Uds. no tienen ninguna intención de llevar acabo esta lucha.
Entonces la consigna del partido laborista no es central en esta coyuntura, pero se puede utilizar ocasionalmente como táctica de frente unido, como parte del esfuerzo de arrancarles las bases a los líderes vacilantes que las masas presionan hacia adelante. Cuando de hecho los lideres no vacilan pero están traicionando firmemente, la consigna central del partido laborista es un desastre. Y este es el presente rumbo de la Liga.
Las discusiones de Trotsky sobre el partido laborista han estado sujetas a abundante abuso en la Liga, por eso se tienen que reexaminar cuidadosamente de nuevo. La discusión inicial se basó en una entrevista del New York Times del 1932, en la cual Trotsky se cita argumentando “el surgimiento del partido laborista es inevitable” en los EE.UU. En una carta desde Prinkipo el 19 de mayo 1932, él explico que el término “partido laborista” había sido mal escogido; él hablaba de un partido independiente de la clase trabajadora, una formulación algebraica que era perfectamente abierta, que era capaz de asumir un contenido revolucionario o reformista al desarrollarse la lucha. Explico:
La cuestión no era un partido laborista en el sentido específico británico sino en el sentido general europeo, sin declarar que forma tal partido asumiría o por cuales fases pasaría. (León Trotsky sobre el Partido Laborista, traducción por LRP)
Trotsky le añadió que aunque un partido laborista del tipo sindical británico era posible, “esa eventualidad, que me parece muy excesivamente problemática, no constituye una meta que los comunistas deban buscar ni en la cual uno debe concentrar la atención de la vanguardia proletaria.” El explico la razón de esto:
Un largo periodo de confusión en el Comintern condujo a muchos a olvidarse de un simple pero irrevocable principio: que un marxista, un revolucionario proletario, no se puede presentar así mismo ante la clase obrera con dos banderas. No se le es permitido decir en una asamblea obrera: “Tengo un boleto para un partido de primera clase y otro, mas barato para los trabajadores atrasados,” soy un comunista, y debo luchar por el Partido Comunista.
Aunque la situación había cambiado ya para la próxima discusión en el 1938 el método para analizar la cuestión no lo había, y Trotsky no retractó su declaración de principios, ni su metodología, ni indico que retrospectivamente había estado errado en el 1932. La misma lucha de clases, la creación de la CIO en los años treinta determinó la forma que tendría que asumir el “partido independiente de la clase obrera” a finales de la década. Las luchas de masas de los trabajadores, reflejado en una burocracia que a un grado dirigió las acciones militantes, determinaron que el álgebra ya no podía ser “el partido independiente de la clase obrera.” Dado las luchas de las uniones, el partido tendría que basarse sobre los mismos.
El surgimiento de la CIO fue el resultado de un enorme movimiento de masas obreros. Estuvo claro para los marxistas que el movimiento debería trascenderse así mismo y dirigirse hacia la política. La transmutación de la CIO a la política tenia que plantearse como una lucha por un partido iniciado por la CIO, por un partido sindical. Sin embargo, el partido laborista en esta época siempre ha sido un partido a través del cual la burocracia mantiene sus vínculos al capitalismo, tratando de mantener el control sobre los trabajadores reflejando en parte su necesidad de un partido independiente de clase. El partido revolucionario es el único partido que verdaderamente representa al proletariado, no tenemos una segunda bandera.
En el 1938, si la presión a favor de un partido independiente de la clase era posible maximizarse, la burocracia podía obligarse a participar. (Y posiblemente no podía lograrse: los reformistas a menudo no llevan acabo su programa por temor a las acciones de las masas.) Las masas y los lideratos reformistas podrían luchar a favor de las misma consigna pero el significado seria diferente para cada cual. El programa y la naturaleza del partido que los trotskistas sugerían que las masas lucharan a favor fue dejado abierto a propósito – no porque buscaban un partido cuyo programa no era ni burgués ni marxista, sino porque la apertura correspondía a la lucha actual.
Esto se hizo para plantear la solución marxista como parte del movimiento CIO y no una contraposición al mismo. La consigna de partido laborista, sin embargo, no puede ser perfectamente algebraica (abierta) en el sentido de que el “partido independiente de la clase obrera” puede serlo. Como respuesta a una interrogante de Cannon sobre si el partido laborista es revolucionario, Trotsky respondió:
Yo no diré que el partido laborista es un partido revolucionario, pero que haremos todo lo posible para hacerlo posible. En cada reunión diré: soy representante del SWP. Lo considero el único partido revolucionario. Pero no soy sectario. Tratan de crear un partido obrero grande. Los ayudare pero propongo que tomen en cuenta un programa para este partido. Propongo tales o cuales propuestas. Comienzo con este punto. Bajo estas condiciones seria un gran paso hacia adelante. ¿Porque no decir abiertamente lo que es? Sin camuflar, sin ninguna diplomacia.
Para Trotsky, la cuestión siempre fue la de alinearse con la lucha a favor del partido laborista con el propósito de presentar el partido revolucionario. Como declarara Trotsky en el 1932:
Que el partido laborista puede convertirse un foro de lucha exitosa para nosotros y que el partido laborista, creado como una barrera al comunismo, puede bajo ciertas circunstancias fortalecer al Partido Comunista, es verdad, pero únicamente bajo condición de que consideremos al partido laborista no como “nuestro” partido sino como un foro en el cual actuamos como un Partido Comunista absolutamente independiente.
Trotsky no reclamaba ni podía reclamar que el partido laborista era un partido revolucionario o ni siquiera que era perfectamente abierto a tal posibilidad. Al declarar que su partido era el partido revolucionario (en aquel tiempo, el SWP), demostró que todavía estaba de acuerdo a su posición del 1932: no pueden haber dos banderas para un revolucionario. De hecho, el declaro explícitamente que su posición del 1932 y su punto de vista estaban esencialmente en lo correcto:
Cuando por primera la vez la Liga consideró esta cuestión, hace siete u ocho años – si favorecemos un partido laborista o no, si debemos desarrollar iniciativa sobre este asunto – el sentimiento prevaleciente en aquel entonces era no hacerlo, y eso fue absolutamente correcto.
Por lo tanto el partido laborista se mantiene como partido reformista. En el curso de la lucha su contenido como consigna se convierte mas abierto. Además de eso, al participar en la lucha (y hasta ingresando en el partido laborista si es necesario) los revolucionarios pueden plantear la cuestión del partido revolucionario en términos mas concretos. Levantar la cuestión de un “partido laborista revolucionario” promueve ilusiones de que el resultado final del movimiento a favor de un partido obrero independiente debería ser un SWP (del 1938) enormemente expandido sin importar bajo que nombre. Si los revolucionarios obtienen hegemonía en tal movimiento, entonces de una manera real el partido laborista como tal dejaría de existir. La lucha seria abiertamente y explícitamente transformada en la creación del partido revolucionario.
¿Que convirtió las condiciones del 1938 diferentes a las del 1932? Trotsky se esforzó grandemente en demostrar a los líderes del SWP durante las discusiones que no era el sentimiento subjetivo de los trabajadores o de los burócratas lo que era decisivo sino la situación objetiva. Por situación objetiva él quería decir más que el mero hecho de que la CIO había sido organizada. La lucha de la CIO había llegado a un callejón sin salida y debía cambiar de rumbo:
El problema no es el sentimiento de las masas sino la situación objetiva, y nuestra tarea consiste en confrontar la materia atrasada de las masas con las tareas que son determinadas por hechos objetivos y no por la psicología. Lo mismo es absolutamente correcto para la cuestión específica del partido laborista. Si la lucha de clases no va a ser aplastada, reemplazada por la desmoralización, entonces el movimiento deberá buscar un nuevo canal y este canal es el político. Ese es el argumento fundamental a favor de esta consigna.
Trotsky consideraba al partido laborista como una necesidad objetiva en ese tiempo no solamente debido a que las uniones de la CIO ya existían, pero más precisamente debido a que sus luchas, que hasta ese momento habían tomado la forma de huelgas económicas, habían alcanzado los límites impuestos por la renovación de la Gran Depresión.
Ahora tenemos un movimiento de tremenda importancia – la CIO; algunos 3, 000,000 o más están organizados en una nueva organización, más militante. Esta organización que comenzó con huelgas, grandes huelgas, y que involucró parcialmente también a la AFL en estas huelgas para alzar los salarios, esta organización en su primer paso de actividad confronta la crisis más grande de los EE.UU. La perspectiva de huelgas económicas esta, para el próximo periodo, excluida, dada la situación del aumento de la cesantía en las bases, etc. Podemos buscar la posibilidad de que ejercerá todo su peso en la balanza política. (énfasis añadido)
Los camaradas de la mayoría leyeron estas páginas y le sacaron el significado de que la necesidad objetiva era determinada de una vez por todas por el surgimiento de la CIO en los años treinta. El punto muerto específico que encararon los trabajadores durante las discusiones del 1938 no fue visto como especifico. Por lo tanto el camarada Gregory escribió en su documento, “A partir de este punto, no podía haber un punto de retorno. No habría otro movimiento para crear uniones industriales. La crisis económica requería de una lucha política, y en la ausencia de un partido revolucionario de masas, esto requería exigir que los uniones crearan un partido obrero para resolver los problemas inmediatos...”
Pero los uniones “dieron un giro” en su rumbo en un sentido, en un sentido vital y importante. Las huelgas militantes que caracterizaron la CIO inicialmente ya no lo son en el presente, y no han sido dominantes durante casi tres décadas. La CIO como movimiento ya no existe. Para nosotros mantener en el presente que “la perspectiva a favor de huelgas económicas es, para el próximo periodo, excluida” seria injustificado: las uniones, bajo la mano muerta de la burocracia, ni siquiera han comenzado a luchar. Lo que podemos decir es que serias luchas económicas plantearan la necesidad de acciones políticas de masas aun más directamente. El fracaso de las uniones a luchar no les ha permitido evitar derrotas; por el contrario, la campaña rompe uniones en Nueva York y otras ciudades proceden rápidamente sobre los cuerpos inermes de los burócratas. La serie de derrotas podrían revertirse si los uniones se paran firmemente. De ninguna manera central ha sufrido la clase obrera de EE.UU. una derrota total. Como ya hemos mantenido, una huelga general no seria un desastre para las uniones, pero un signo de que ya no están dispuestos a soportar los ataques de la burguesía sin responder. La cuestión del liderato, la existente balanza de fuerzas es la cuestión política decisiva en nuestra época que refleja (y altera) la escena objetiva.
El camarada Gregory trata de armar su argumento con otro pasaje de las discusiones de Trotsky:
Por supuesto la cuestión del partido laborista no se puede considerar independiente del desarrollo general del próximo periodo. Si una nueva prosperidad se da durante algún tiempo y pospone la cuestión del partido laborista, entonces la cuestión será por algún tiempo académica o menos académica, pero continuaremos preparando al partido con el propósito de no perder tiempo cuando la cuestión otra vez se convierta aguda... (León Trotsky sobre el Partido Laborista)
Entonces para Trotsky, la consigna del partido laborista no se mantiene como una constante a partir del 1938 a través del periodo de prosperidad. Las condiciones objetivas que Trotsky considera no son obviamente limitadas a la existencia de la CIO sino incluye las cuestiones económicas, el ritmo y dirección de los impulsos materiales, etc. Decir que la consigna se convierte “académica” es decir que no es utilizada; es retornarla a la gaveta para utilizarse en el momento apropiado. Por supuesto, el partido educara a los trabajadores (incluyendo a sus propios miembros) sobre el método y ritmo de la consigna del partido laborista aun cuando la consigna no este en uso, pero esto es algo muy diferente de la continua agitación con la consigna del partido laborista. Sin embargo, el camarada Gregory insiste que una nueva prosperidad (la hipótesis de Trotsky) no cambiaria nada – precisamente lo contrario de lo que escribió Trotsky.
Para finalmente concluir este argumento, basta recordarse que la Liga siempre ha entendido que Trotsky nunca espero una resurrección de dos décadas del capitalismo posterior a la Segunda Guerra Mundial. Cuando hizo hipótesis sobre la prosperidad solo tenía en mente un corto periodo. Aun con este entendimiento Trotsky escribió que la consigna del partido laborista bajo ciertas circunstancias tendría que sustraerse. Es consecuente con la lógica de la posición declarada aquí que la consigna era central a finales de los años treinta hasta la guerra, durante mediados de los años cuarenta (el surgimiento pos Segunda Guerra Mundial del movimiento Laborista), y en ningún otro momento.
Esto es también una cuestión sobre la dinámica de la burocracia sindical. Trotsky utilizo la consigna del partido laborista para retar la burocracia reformista y a los trabajadores que la seguían. Su suposición de trabajo era que estos líderes conducían a los trabajadores a la lucha. Como escribiese una vez sobre los burócratas reformistas (en el contexto del Comité Anglo Ruso y la huelga general británica del 1926):
La posibilidad de la traición se contiene siempre en el reformismo. Pero esto no significa que el reformismo y la traición es una y la misma cosa en cada momento. No del todo. Se pueden llegar a acuerdos con los reformistas cuando toman pasos hacia adelante. Pero para mantener un bloque con ellos cuando, asustados por el desarrollo del movimiento, cometen traición, es equivalente a tolerar criminalmente a los traidores y a ocultar una traición. (La Tercera Internacional después de Lenin,)
La táctica del frente unido todavía retiene todo su poder como el método más importante en la lucha por las masas. Un principio básico de esta táctica es: “Con las masas – siempre; con los lideres vacilantes – algunas veces, pero solo cuando estén al frente de las masas.” Es necesario utilizar a los lideres vacilantes mientras las masas los impulsan hacia adelante, sin por un momento abandonar las criticas a esos lideres. Y es necesario romper con ellos en el momento correcto cuando giran de la vacilación a la acción hostil y la traición. Es necesario utilizar la ocasión del rompimiento para desenmascarar a los líderes traidores y contrastar sus posiciones con la de las masas. Es precisamente en esto que radica la esencia revolucionaria de la política del frente unido. (León Trotsky sobre Inglaterra,)
La burocracia sindical del presente no comete el mismo grado de traición que sus homólogos británicos que destruyeron la huelga general del 1926. Sin embargo traiciona diariamente, y de ninguna manera toman pasos firmes hacia adelante con los intereses de los trabajadores. El partido laborista es una demanda del reformismo, aunque los reformistas generalmente no construyen un partido independiente a la burguesía si así lo pueden evitar. El llamado por un partido laborista es por lo tanto o un frente unido propuesto con la burocracia, una demanda a que Meany y sus compinches formen un partido laborista (de ahí se clarifica su significado de que es un bloque podrido utilizado a destiempo); o por otro lado es la propuesta de un frente unido con el Comité Nacional Unificado dentro de la UAW y otros tipos de oposicionistas que pueden hasta reclamar el partido laborista o lo harán en el futuro. Arnold Miller jugó con esta idea; otros burócratas han hecho lo mismo y continuaran haciéndolo. Como resultado de la presión de los trabajadores, hasta secciones de la presente burocracia tornaran hacia la estrategia del partido laborista. Al agitar en tal dirección en este momento cuando los Miller no dirigen a las masas en lucha, la Liga sienta las bases para estos reformistas y fertilizan las mentes de los trabajadores para su victoria en vez de la de los revolucionarios.
Algunos de los líderes de la mayoría, el camarada Taber en particular, les gusta pensar que la consigna del partido laborista no es un llamado a favor de un frente unido con una sección de la burocracia. Deseamos un frente unido con los trabajadores militantes, dice Taber; no son sus líderes los responsables de sus equivocadas ideas reformistas sino la ideología burguesa inducida desde la sociedad en todo su conjunto.
Esto en la realidad es solamente otra manera de negar la centralidad de la cuestión del liderato. La clase trabajadora no acepta simplemente su liderato y su programa reformista debido al mismo liderato sino precisamente debido a que en “el aire” existen incentivos materiales, valores e ideas burguesas. Los trabajadores atrasados a los cuales se adapta Taber no creen que siguen a la burocracia, entonces Taber adopta esta ilusión también en la Resolución y otros momentos de descuido. Para un revolucionario estar en un frente unido con trabajadores militantes significa estar en un frente unido con algún liderato (como con las bases) aunque no tenga nombre. Un liderato en movimiento con los trabajadores puede ser presionado a luchar por su partido, metas, o programa (aun si todavía no se tiene) – o ser desenmascarado. En el 1938, la burocracia no tenia el programa del partido laborista, sin embargo la posición de los trotskistas era correcta. En el presente, la misma posición nos conduce a sustituir por los reformistas que no levantan su propio programa o su partido, el partido laborista.
La sustitución por fuerzas pro-burguesas que no llevan acabo sus propias demandas por temor es una forma de capitulación ya vieja. (i.e. la sustitución del SWP por los liberales en el movimiento antibélico basado en y limitado a las demandas democrático-burguesas que los demócratas burgueses no eran capaces de luchar a favor). El revolucionario que sustituye a los reformistas se convierte más y más reformista en su práctica. Trotsky mantenía:
La política del frente unido no tiene solo sus grandes ventajas también tiene sus limitaciones y peligros. El frente unido, aun en su forma de bloques temporeros, a menudo impulsa a uno hacia desviaciones oportunistas que son frecuentemente fatales, como por ejemplo, con Brandler en el 1923. Ese peligro se convierte absolutamente predominante en una situación en el cual el alegado Partido Comunista se convierte en parte de un partido laborista creado por la gracia de la propaganda y acción del mismo Partido Comunista. (León Trotsky sobre el Partido Laborista)
Gregory no ve nada malo con los frentes unidos a largo plazo. Mantiene:
Tratar de aplicar este argumento a las uniones. ¿Que son los uniones? Como todos sabemos, las uniones del presente son frentes unidos a largo plazo con burócratas. ¿Deberíamos abandonarlos? ¿Deberíamos romper con el frente unido? Claro que no, y no es realmente necesario ir a la absoluta necesidad de trabajar en las uniones, la necesidad defensiva de las uniones, etc. Es objetivamente necesario.
Pero el partido laborista es objetivamente necesario. La lucha política de los sindicatos es necesaria por propósitos defensivos. Por eso hacemos el llamamiento a frente unido.
En este punto le permitimos a Trotsky responderle a Gregory.
Defender el mantenimiento del Comité Anglo-Ruso con el argumento de que no podemos saltar sobre las organizaciones del proletariado que son “dadas históricamente” es utilizar una sofistería cruda, que invariablemente conduce a conclusiones oportunistas. No podemos saltar sobre las uniones, ya que son organizaciones “dadas históricamente” del proletariado. Pero el Comité Anglo-Ruso es una formación temporera, sacada a la existencia por una situación temporera. (León Trotsky sobre Inglaterra)
Ya hemos citado a Trotsky sobre la naturaleza episódica, de no largo plazo, de los frentes unidos políticos con lideratos de oposición, y los peligros que fluyen de la política contraria. Lenin de igual manera puede ser citado extensamente. El camarada Gregory solo puede argüir que el partido laborista no se parece en nada al Comité Anglo-Ruso; no es temporero sino por el contrario es el equivalente político de las uniones económicas. Esta actitud hacia el partido laborista es compartida por una multitud de organizaciones “revolucionarias” políticamente muertas en Inglaterra que han escogido entrar y mantenerse al interior del Partido Laborista como lo hacen en los sindicatos. Gregory ha establecido la base para una política similar para cuando se desarrolle un partido laborista en los EE.UU. La lógica apunta hacia más que un frente unido: el entrismo profundo se convierte en la única conclusión.
La idea de Gregory sobre la aceptabilidad del frente unido de largo plazo del partido laborista fue contestada directamente por Trotsky. En el proceso de discutir si o no hacer el llamamiento al frente unido por el partido laborista en el 1932:
Considerar al partido laborista como una serie integrada de frentes unidos significa un malentendido de las nociones tanto del frente unido como del partido. El frente unido es determinado por circunstancias concretas, por metas concretas. El partido es permanente. En el frente unido dejamos nuestras manos libres para romper con nuestros aliados temporeros. En un partido común con estos aliados estamos atados por disciplina y aun por el hecho del mismo partido. La experiencia del Kuomintang y del Comité Anglo-Ruso debe ser entendida bien. La línea estratégica dictada por la ausencia del espíritu de independencia del Partido Comunista y por el deseo de entrar al “más grande” partido (Kuomintang, Partido Laborista) inevitablemente produjo todas las consecuencias de la adaptación oportunista a la voluntad de los aliados y, a través de ellos, a la del enemigo. Debemos educar nuestros cuadros a creer en la invencibilidad de la idea comunista y del futuro del Partido Comunista. La lucha paralela a favor de otro partido inevitablemente produce en sus mentes una dualidad y los conduce al camino del oportunismo. (León Trotsky sobre el Partido Laborista)
El peligro de la capitulación en la consigna del partido laborista es señalado por la manera que el RSL ha hecho el llamado de esta consigna en los meses recientes. No es utilizada para sacar al frente el partido revolucionario, como Trotsky proponía. En el Postal Action (Nueva York) de octubre, el “articulo de propaganda” hacia un llamado a favor del partido laborista debido a que “en el presente no existe un partido revolucionario de masas, y no será formado de un día para otro.” Esto significa a separar el partido laborista” del presente” del futuro partido revolucionario de masas “que no será formado de un día para otro.” En vez de utilizar la lucha por el partido laborista como una manera de construir el partido revolucionario, los dos son divididos. Un partido laborista por ahora, un partido revolucionario para la próxima etapa. Un partido reformista (o por lo menos “ni burgués ni proletario”) por ahora, el partido revolucionario para cuando sea posible. No solamente una lucha por el partido laborista ahora en vez de una lucha por el partido revolucionario aplazado, sino la necesidad ahora es por el partido laborista real.
El partido revolucionario es utilizado como una cubierta para el partido laborista diseñado para atraer a los trabajadores de avanzada y entramparlos en el nivel de la práctica de los menos avanzados. Un puente puede ser transitado en dos direcciones. Esta es la dirección equivocada. El álgebra es analizada de forma minimalista y maximalista. El partido laborista para el presente, el partido revolucionario para mañana; etapa de lucha de reforma “democrática y sindical” en el presente; mañana la etapa revolucionaria.
La base para esto se encuentra en las posiciones etapistas de la Resolución, y es explicito en Gregory.
¿Estamos diciendo que no se puede hacer nada hasta que se construya un partido revolucionario de masas? ¿O planteamos la necesidad inmediata de que las uniones luchen en la arena política, demandando la construcción de un partido laborista para luchar a favor de las necesidades obreras? La respuesta es obvia.
La posición de la mayoría no puede tener otro significado que la lucha a favor de un partido reformista de interludio. No existe ningún partido que no sea ni marxista ni burgués, y el partido laborista del camarada Gregory esta específicamente por la etapa “hasta que se construya un partido revolucionario de masas,” en otras palabras, eso no es un partido revolucionario. Trotsky en respuesta a Shachtman que no era capaz de ver lo que decía, dijo: “Seria absurdo decir que alentamos un partido reformista.” Pero para Gregory, “la respuesta es obvia.” A un nivel teórico, la mayoría de la Liga ha sentado las bases para una etapa reformista y partidos reformistas. El peligro de degeneración abiertamente al centrismo es el recorrido “obvio.”