Ya han pasado casi tres años desde que los países del Medio Oriente y el Norte de África fueron por vez primera sacudidas por la ola de alzamientos revolucionarios que se conoció como la “Primavera Árabe”. En esta región rica en petróleo, rutas comerciales y activos estratégicos, dictadores como el de Túnez, Ben Ali, y Mubarak de Egipto, a quienes los poderíos imperialistas habían confiado durante tanto tiempo a proteger sus intereses, fueron rápidamente derrocados, otros tiranos todavía están al borde de perder su poder. Millones de personas creían que luego de generaciones completas de sufrimiento bajo dominación foránea apoyada por la opresión de estados policíacos de los gobernantes locales, estaría a la mano un nuevo periodo de libertad.
Hoy, sin embargo, los movimientos revolucionarios de la región luchan para lograr su sobrevivencia, y su ideal de libertad parece estar más y más alejado. Desde una guerra sin limitaciones contra el pueblo rebelde sirio por la dictadura de Assad a la toma militar del poder en Egipto en julio pasado, las fuerzas contrarrevolucionarias ahora se encuentran en ascenso. Pero todavía no han triunfado – las luchas de las masas continúan. Merecen toda nuestra solidaridad, y también es necesaria una discusión critica de cómo pueden alcanzar la vía hacia adelante para lograr la victoria.
Como marxistas creemos que la respuesta a esta cuestión comienza con un análisis de los intereses de las varias clases sociales en estos países y su relación a los poderíos imperialistas que dominan la región.
La fortaleza de los movimientos revolucionarios surgió de la participación de millones de trabajadores y otras gentes pobres. Cuando Mohamed Bouazizi, el empobrecido vendedor ambulante de verduras y frutas en el pueblo tunecino de Sidi Bouzid se pego fuego en diciembre del 2010 en protesta contra el hostigamiento policiaco, los pueblos oprimidos y explotados a través de la región se identificaron con su desesperación. Compartiendo una experiencia común de pobreza y opresión intolerable, al levantarse las masas sus luchas cruzaron todas las fronteras religiosas y nacionales. Los opresores de todo tipo fueron retados – gobernantes atados al imperialismo occidental como Ben Ali de Túnez y Mubarak en Egipto, Assad en Siria, un aliado de los rusos; monarquías como la familia real suni de Bahrein, como también los tiranos idiosincrásicos nacionalistas como Gadafi de Libia.
Para las masas, el llamado a favor de las libertades democráticas estaba inextricablemente atado a exigencias para el alivio de la aplastante explotación y pobreza. El sencillo llamado de Pan y Libertad fue adoptado por todas las luchas. Pero es particularmente peligroso para las clases gobernantes capitalistas en los países oprimidos concederle a las masas los derechos democráticos – precisamente debido a que inevitablemente las masas usan tales derechos para luchar a favor de sus urgentes intereses económicos.
Las clases capitalistas en el Occidente han sido capaces de gobernar mediante formas democráticas durante periodos largos, gracias a la superexplotación imperialista del resto del mundo, que les ha permitido mantener a extensas clases medias con por lo menos un interés parcial en el sistema. Pero en las naciones del “Sur Global”, dominadas y explotadas por los grandes poderíos, las clases gobernantes raramente gozan de tan amplia base de apoyo. Si conceden libertades democráticas entonces enfrentarían el peligro inmediato de las luchas de clases que exigirían grandes cambios económicos y hasta amenazarían el dominio capitalista completo.
Este entendimiento forma las bases de la teoría y estrategia de revolución permanente, desarrollado completamente por el revolucionario ruso León Trotsky un siglo atrás. Trotsky argumentaba que las clases burguesas en los países oprimidos girarían primero hacia la contrarrevolución antes de permitir que las luchas de las masas contra las dictaduras y la dominación foránea amenazaran su poder. Las metas de la democracia y la autodeterminación, que una vez inspiraron las revoluciones burguesas contra el feudalismo, solo serian capaces de alcanzar la victoria permanente en esta época si la clase trabajadora dirigía a las masas de explotados y oprimidos en revoluciones que derrocarían al capitalismo y buscaran construir al socialismo.
Esta perspectiva es correcta en el presente, en un mundo que a pesar de todos sus cambios todavía es dominado por los poderíos imperialistas. Y es doblemente valida en el Medio Oriente, cuyos recursos petroleros y rutas comerciales son tan esenciales para el capitalismo occidental; donde las clases gobernantes son menos capaces de conceder reformas democráticas. Es debido a esa razón que nosotros en la Liga por el Partido Revolucionario – League for the Revolutionary Party mantenemos que para que las masas de la región realicen sus aspiraciones de pan y libertad, las luchas revolucionarias multiclases que han azotado la región tendrán que convertirse en revoluciones obreras contra el capitalismo si es que van a lograr sus demandas y evitar derrotas.
La revolución de Siria contra Assad ha sido marcada desde sus comienzos por el rol destacado de las masas obreras y gentes pobres. La revolución comenzó en las empobrecidas ciudades pequeñas, pueblos y áreas rurales, sin embargo gano apoyo rápidamente en las grandes ciudades, especialmente en los barrios obreros y pobres. El movimiento ha encarado primero una represión brutal y luego una guerra sin limitaciones del régimen, que ha asesinado a sobre 150,000 personas y convertido a millones mas en refugiados tanto al interior como al exterior del país.
La violencia del régimen ha obligado a secciones del movimiento de masas previamente pacifico a armarse para su autodefensa, una lucha de la cual ha surgido la insurrección nacional del presente. Al militarizarse la lucha contra Assad, sin embargo, los comités locales del movimiento de masas y los consejos gobernantes perdieron un alto grado de control sobre la revolución. Más aun, cuando la búsqueda de dinero y armamento se convirtió en la situación más importante de vida o muerte para muchos combatientes anti-Assad, las fuerzas burguesas tanto al interior de Siria como en el extranjero encontraron más oportunidades para ganar influencia.
Algunos en la izquierda han denunciado la revolución en Siria como un complot imperialista desde sus comienzos. Su actitud expresa un entendimiento elitista desdeñoso que millones de personas son tan estupidos como para arriesgar sus vidas voluntariamente en una lucha contra sus intereses más básicos y en apoyo de sus opresores. Esta visión cínica refleja ilusiones de que regimenes como el de Siria juegan un papel progresista y anti-imperialista. Sin embargo, mientras que la dominación imperialista es capaz a veces de empujar a regimenes burgueses a resistir los dictados de los grandes poderíos, solo lo harán con el propósito de asegurar mejores términos para oprimir y explotar a sus propias clases trabajadoras. Y como bien ejemplifica la alianza de Assad con el imperialismo ruso, tales fuerzas burguesas desobedecen abiertamente las exigencias de un poderío imperialista, lo hacen generalmente acomodándose a otro poderío imperialista – a expensas de las masas.
De hecho, la revolución en Siria se puede entender mejor como una rebelión de las masas contra el fracaso del régimen de Assad para defenderse del imperialismo. Durante los años anteriores, Assad impuso unas reformas neoliberales de “libre comercio” que abrieron al país a mayor explotación imperialista y lanzo a millones a una pobreza mas extrema. El levantamiento fue una revuelta contra estas condiciones tanto como contra el estado policiaco que las sostenía. La lucha entre la revolución y la contrarrevolución en Siria es una confirmación incuestionable que solo el pueblo explotado y oprimido, que no tienen nada que perder y todo que ganar del derrocamiento del capitalismo, es firme para luchar y liberar a sus países del agarre imperialista.
Los límites del anti-imperialismo burgués han recibido una exposición particularmente escueta con el caso de Hesbolá. Antes de la revolución en Siria, Hesbolá era reverenciada por las masas de la región por su éxito en derrotar los ataques israelíes en el Líbano. En la realidad combatieron no guiados por un compromiso con la liberación de los oprimidos, sino para que sus personajes principales pudiesen gozar de su parte de la riqueza capitalista y poderío en el Líbano. Entonces cuando temían que la caída de Assad le cortaría el flujo de armamentos desde Irán y perderían su poder, Hesbolá envió sus fuerzas a unirse a Assad en el combate para aplastar la revolución.
Otros en la Izquierda, animados por el ascenso de las fuerzas contrarrevolucionarias del Jihad en la lucha contra Assad, se han dado por vencidos sobre la revolución siria, reclamando que se ha transformado en una guerra sectaria. Pero este hecho ignora la lucha de masas continua a favor de las exigencias originales de la revolución, a saber, la libertad democrática y la justicia económica, una lucha que crecientemente confronta a los islamistas como al régimen. También pasa por alto que el ascenso de influencia de los jihadistas en Siria mediante las armas refleja un ascenso similar al poder de los islamistas contrarrevolucionarios en Túnez y Egipto mediante las elecciones. Pero las masas de los tres países aprenden a través de su experiencia que los islamistas no son sus aliados.
De igual importancia, es el régimen de Assad que ha tenido la función primordial en tratar de dividir la revolución sobre líneas de sectarismo religioso. El movimiento de masas se ha nutrido de entre todos los grupos religiosos, nacionales y étnicos de Siria; declaro su oposición al sectarismo desde sus comienzos con su consigna: Uno, Uno, Uno – El pueblo sirio es uno!. En su intento de romper esta unidad, la dictadura ha cometido repetidas masacres sectarias contra comunidades musulmanas suni, y ha alentado fuerzas políticas burguesas chiítas en la región – notablemente los dictadores clericales iraní y a Hesbolá – a unirse a ellos en su guerra contrarrevolucionaria. Mientas que el régimen ha dado caza a izquierdistas seculares y a activistas seculares, encarcelando , torturando y asesinando a muchos, ha excarcelado a jihadistas, incluyendo al dirigente del presente e infame grupo Jabhat-al-Nusra. Y en el presente en áreas donde el régimen ya no domina, los jihadistas mismos asumen un ascendente rol en el secuestro y asesinato de revolucionarios seculares que combaten a favor de la democracia – en un esfuerzo dirigido a establecer su propia dictadura contrarrevolucionaria.
Las fuerzas burguesas en el bando contrario a Assad también han compartido intereses con la estrategia sectaria de la dictadura. Desde que el movimiento de masas lucha a favor de los derechos democráticos y la justicia social y económica para todos, representa una amenaza al poderío y la rentabilidad capitalista en una Siria pos-Assad y a través de la región. Arabia saudita y Qatar están esperanzados en beneficiarse mediante el apoyo a la insurgencia, pero solo si son capaces de controlar las fuerzas combatientes sobre el terreno y prevenir que la lucha en Siria se extiende sobre el mapa de la región. A cambio de ayuda financiera y material, han exigido adhesión a sus tendencias del islamismo sunni. Esto distrae a las de una perspectiva más consciente de clases y los consigna a una situación de mayor división. Sin embargo, las fuerzas armadas que han logrado controlar son todavía una parte inferior de la totalidad de todas las fuerzas que combaten para derrocar al régimen.
Los imperialistas occidentales han estado interesados en que Assad abandone el poder, especialmente debido a quieren ver rotos los lazos de Siria con Irán y Hesbolá. Pero la preocupación primordial de Occidente ha sido en mantener el aparato represivo de la dictadura intacto – con el propósito de mantener a las masas suprimidas y proteger la estabilidad de los vecinos de Siria, sobre todo de Israel. Entonces mientras fingen simpatías con los rebeldes, los imperialistas occidentales le han prevenido armarse al nivel que les permita tumbar el régimen. Aun cuando la dictadura violó flagrantemente el dictamen del Presidente Obama contra el uso de armas químicas, los EE.UU. y sus aliados se han abstenido de atacarlos. Su acuerdo de cooperar con Assad en la remoción de las armas químicas refleja los intereses de EE.UU. en el mantenimiento de ese régimen como una fuerza a favor de la estabilidad imperialista en la región.
El pueblo sirio no acepta pasivamente estas maquinaciones traicioneras. Por el contrario, se han movilizado en protesta contra ellos a cada instante, a pesar de las difíciles condiciones de la guerra. Las manifestaciones masivas han condenado los intentos repetidos del imperialismo occidental a crear un gobierno no-representativo en el exilio, y protestas masivas confrontan a las fuerzas islámicas contrarrevolucionas donde intentan imponer su propio dominio represivo. Los comités populares y consejos electos han exigido que los grupos armados se subordinen bajo su control, y han tenido éxitos limitados pero importantes.
Los socialistas revolucionarios en Siria tienen que estar preparados para formar bloques con todas las fuerzas que estén listas para defender a las masas. Luchar para derrocar los ataques de Assad es un requisito previo para alcanzar una audiencia entre los trabajadores y el pueblo pobre mediante una estrategia que posicione sus intereses primero. Y su determinación heroica para continuar la lucha para derrocar la dictadura de Assad todavía puede triunfar contra grandes adversidades, especialmente si hay una nueva coyuntura revolucionaria en la región. El estado iraní en particular encara el peligro de un alzamiento popular. La clase trabajadora iraní se enfurece cada vez mas con la opresión y explotación que encara bajo la dictadura clerical. La revolución obrera en Irán le puede proporcionar un duro golpe a la ola de sectarismo contrarrevolucionario del presente y proveerle a la revolución en Siria con un aliado desesperadamente necesario.[1]
No importa como desenvuelva el asunto al fin de cuentas, la extraordinaria lucha en Siria ya ha servido para desenmascarar grandemente la traición del nacionalismo burgués y las fuerzas islamistas. Esto confirma el gran potencial creativo y el poder de los oprimidos cuando se alzan. Ha contribuido grandemente a la educación política de las masas de la región que es esencial para su triunfo final.
Los simpatizantes imperialistas de las dictaduras tunecinas y egipcias prefieren que su dominio de los países este cubierto de por lo menos la ilusión de la democracia. Washington en particular, alentó a los aparatos de seguridad de las clases gobernantes a tratar de evitar masacrar a los manifestantes. En vez los imperialistas aplaudieron las elecciones altamente coreografiadas para llevar al poder a las fuerzas de “oposición” burguesas que estaban comprometidas con darle final a la lucha de masas, muy en particular a los islamistas de la Hermandad Musulmana.
A la hora que se desataron los levantamientos, la Hermandad en Egipto y Túnez se habían convertido en movimientos dirigidos por capitalistas privados que eran excluidos del poder estatal. Recibían apoyo financiero de los Estados del Golfo, combinaban sus políticas islamistas con el suministro de servicios de caridad a los pobres para alcanzar el apoyo popular. Pero sus metas eran compartir el poder con los dictadores de la región y sus amos imperialistas, y no con su derrocamiento. Dado sus intereses conferidos en mantener a las masas sin fuera del poder y explotadas, la Hermandad confirma la teoría de la revolución permanente al probar ser una fuerza completamente contrarrevolucionaria.
Hasta que punto estaba dispuesto a traicionar a las masas la Hermandad se ve claro en el caso de Egipto. sus dirigentes se opusieron a las primeras manifestaciones contra Mubarak, y solo las aprobaron cuando se enteraron que masas de sus seguidores ya estaban participando en las mismas. Entonces se unieron a las negociaciones con los militares sobre como ponerle fin al alzamiento lo más pronto posible, a cambio de que le permitieran compartir el poder. Tan pronto que los autoridades militares sacaron del poder a su portavoz Mubarak, la Hermandad hizo un llamado para que se finalizaran las manifestaciones y hasta se disculparon por la serie de masacres de los manifestantes departe de los militares.
La Hermandad logro controlar el parlamento durante las primeras elecciones, al frente de una super-mayoría islámica que incluía a los salafistas ultra conservadores. Pero utilizó su recién adquirido poder para proteger a los militares del castigo y la supervisión publica (especialmente, manteniendo sus masivos intereses económicos y presupuesto fuera del control parlamentario) mientras desatendían las crecientemente desesperadas condiciones de cesantía y pobreza. Entonces, en la víspera de las elecciones presidenciales, luego de que las autoridades militares y las cortes habían maniobrado para crear un escogido final entre el candidato de la Hermandad Mohamed Morsi y un representante del viejo régimen, Ahmed Shafiq, dispersaron al parlamento electo basándose en unas tecnicalidades y impusieron la ley marcial. La Hermandad accedió a estas medidas contrarrevolucionarias y luego de unas negociaciones a cuartos oscuros finales le otorgaron a Morsi la presidencia en junio del 2012.
Morsi continúo con la práctica islamista de proteger a los militares y el rechazo de tomar en consideración las exigencias de las masas y hasta desató a los golpeadores de la Hermandad para asesinar y torturar a los activistas revolucionarios. Pero al profundizarse la crisis económica y hacerse claro que Morsi no actuaba en el mejor interés de las masas, la clase obrera tomo cargo de sus asuntos en sus propias manos. Las manifestaciones sobre cuestiones democráticas abrieron camino a una ola masiva de huelgas. La Hermandad hizo todo lo posible por entorpecer y finalizarlas, incluyendo con nuevas leyes anti-huelgarias y desatando una variedad de ataques de seguridad estatal contra los huelguistas. Pero todos estos intentos fracasaron.
El movimiento de masas entonces se canalizó hacia la campaña de peticiones Tamarod que exigía el final del dominio de Morsi y unas elecciones de emergencia a favor de un nuevo presidente y parlamento. Pero la clase trabajadora no logró encontrar un liderato revolucionario capaz de dirigir a las masas en la toma del poder. Los militares y otras fuerzas del viejo régimen tomaron ventaja de la crisis de liderato y utilizaron el movimiento Tamarod para preparar su retorno al poder, apoyándolo financieramente y promoviéndolo en los canales de TV privados. La Hermandad, al ser abandonada por las masas de sus seguidores, buscó el apoyo de los salafistas, promoviendo crecientemente retórica y ataques religiosos sectarios contra particularmente los cristianos coptos y chiítas. Mientras las manifestaciones de masas confirmaron la gran perdida de apoyo de la Hermandad, los militares paralizaron repentinamente al movimiento con el Golpe de Julio, y luego demostraron su nuevo poder mediante horrendas masacres de los simpatizantes pacíficos de la Hermandad.
El golpe rompió el empuje del movimiento revolucionario y ha conducido hacia una más profunda polarizacion entre los islamistas y los militares. Pero la clase trabajadora no ha recibido un golpe mortal. Inevitablemente se levantara de denuevo. Para triunfar necesitará encontrar un liderato revolucionario que explique claramente que la única solución para los problemas de las masas se encuentra en la revolución socialista. La democracia genuina solo se alcanzara mediante un nuevo poder estatal basado en los consejos de trabajadores y pueblo pobre electos que reemplacen el aparato estatal capitalista. [2]
En Túnez, donde se dio la primera de la ola de las revoluciones, las masas se mantienen frustradas en su lucha a favor del pan y la libertad. El partido Ennahda que fue electo y asumió el poder en el 2012 ha continuado las políticas económicas neo-liberales del depuesto dictador Ben Ali, permitiéndole a las masas hundirse más en una pobreza desesperada. Al esfumarse la base de apoyo del régimen, este también giró hacia los salafistas. El asesinato de dirigentes izquierdistas populares, ampliamente reconocido como el trabajo sucio de los escuadrones de la muerte salafistas, ha creado una crisis política con manifestaciones masivas que coinciden con una creciente ira de los trabajadores y pobres.
Pero la coalición Frente Popular, que incluye todos los principales partidos izquierdistas como también al liderato de la federación de uniones obreras, rehúsa retar al sistema capitalista y luchar a favor del dominio por parte de los trabajadores y gente pobre. En vez ha girado hacia la derecha y iniciado conversaciones con los principales partidos de la oposición burguesa, Nidaa Tounes, que contiene remanentes del viejo régimen. Prepara el camino para un gobierno colaboracionista de clases de “salvación nacional” que inevitablemente traicionará los intereses de las masas.
Estos ejemplos ilustran la crisis de liderato revolucionario a través de la región. La perspectiva de revolución permanente fue confirmada por vez primera en el 1917 cuando la revolución de Febrero en Rusia derrocó al zar pero a su vez produjo un gobierno provisional burgués. Los trabajadores mas revolucionarios y de vasta visión se encontraban organizados en el partido Bolchevique, que le advertía a las masas que debido a que el nuevo gobierno estaba endeudado con los intereses capitalistas, traicionaría inevitablemente las exigencias básicas de la revolución: elecciones democráticas, la redistribución de la tierra y la finalización del involucramiento de Rusia en la Guerra Mundial en proceso. Los bolcheviques trabajaron pacientemente para convencer a los trabajadores que necesitaban dirigir a las masas pobres y oprimidas en la toma del poder, en un esfuerzo que culminaría en la revolución socialista de Octubre.
La misma dinámica fundamental existe en el presente en las naciones oprimidas donde se encuentren las masas en movimiento. Todo país tiene sus condiciones únicas, pero una lección clave de la revolución rusa hace un siglo todavía mantiene validez: la necesidad de un partido obrero revolucionario que organice a los trabajadores y jóvenes más conscientes de clase. Un partido revolucionario puede utilizar toda táctica posible para demostrarle a las masas que la única solución a la crisis de la sociedad es la revolución obrera socialista. El estado capitalista que defiende a una reducida minoría de saqueadores tiene que ser reemplazado con un estado obrero basado en una alianza con todos los sectores oprimidos de la población. El estado obrero defenderá contra la contrarrevolución y planificará la producción económica y distribución en concordancia con los intereses de todos en su alianza.
Además, el subsiguiente aislamiento y degeneración de la Revolución rusa señala hacia otra lección clave : aun un estado obrero no es capaz de resolver todos los problemas de las masas si la revolución se mantiene aislada dentro de un solo país. El sistema capitalista y la dominación imperialista cubren a todo el mundo. Para ser exitosa, una revolución obrera socialista en un país necesita ampliarse a través del Medio Oriente y el Norte de África y crear una federación de estados socialistas. Tal revolución regional es también clave para la liberación nacional del pueblo palestino y el derrocamiento del estado colono sionista de Israel.
Nosotros, los revolucionarios en la Liga por el Partido Revolucionario (LRP-League for the Revolutionary Party en Inglés) estamos convencidos que estas visiones básicas pueden tener un rol importante en dirigir a los trabajadores y a todas las personas revolucionarias a través de la presente crisis y hacia un nuevo resurgimiento revolucionario. Buscamos con mucho entusiasmo profundizar nuestras discusiones con revolucionarios del Medio Oriente y del Norte de África, adelantando camino en conjunto para crear el partido internacional de la revolución socialista, el partido que creemos que los trabajadores del mundo necesitan para finalmente derrocar este sistema de capitalismo imperialista podrido.
1. Para mas informacion sobre nuestro entendimiento sobre la Revolucion siria, vea ¡Defender la Revolución Siria Contra Todos sus Enemigos – El Imperialismo, Assad, y los Islamistas Reaccionarios!
2. Para mas imformacion sobre esta perspectiva revolucionaria vea por ejemplo en ingles Egypt in the Face of the Coup – Boycott, Protest the Presidential Elections!, June 15, 2012