2. El imperialismo

Posterior a la muerte de Engels en los 1890s, los socialistas continuaron analizando la nueva etapa del capitalismo y en particular tomando en cuenta de su creciente dimensión internacional. La teoría alcanzó su punto máximo en la obra de Lenin bajo el impacto de la Primera Guerra Mundial, cuando la época de decadencia capitalista fue finalmente entendida como la época del imperialismo. Los eventos revolucionarios del periodo también obligó a los marxistas a elaborar nuevas estrategias: los esfuerzos de Lenin para construir un partido de vanguardia revolucionario e internacional, y la teoría de la revolución permanente de Trotsky.

El revisionismo

A cambio de Siglo XX, los socialistas notaron con interés el surgimiento de carteles internacionales que controlaban la producción a través de las fronteras nacionales -- suplementando a las empresas de acciones conjuntas, los trusts y estatificación que Marx y Engels ya habían observado. De igual modo, a partir de los 1870’s, los poderíos europeos completaron la colonización de Asia y África; los mercados capitalistas ahora arropaban a todo el mundo. A primera vista todo esto podía ser considerado como simplemente la extensión a través de las fronteras nacionales de las leyes de la acumulación y centralización de capitales -- pero ahora el desarrollo cuantitativo ha dado resultado a los cambios cualitativos que Marx y Engels habían previsto. Esto tenía que ser incorporado a la teoría, y un debate se llevo acabo cuyos issues todavía son controversiales.

Los primeros en enfrentar la nueva situación fue la corriente “revisionista” de revisionismo abierto dentro del Partido Alemán Social Demócrata (SPD); estos argumentaban que el desarrollo del mismo capitalismo conduciría al socialismo si era impulsado por el movimiento obrero. El SPD fue decididamente influenciado por la burocracia sindical, que se había fortalecido mediante la rápida industrialización que había transformado a Alemania en un poderío mundial. Un periodo de prosperidad comenzando cerca del cambio de siglo y una aceptación limitada de la oposición socialista por el estado burgués había creado ilusiones de una estabilidad capitalista y paz social. Los reformistas estaban esperanzados que la burguesía que una vez había tratado de excluir a las uniones y políticos socialistas de la estructura democrática, ahora les diera la bienvenida.

La “democracia” fue el precio que la burguesía europea se vio obligada a ceder para obtener el apoyo de los trabajadores/as y los artesanos/as en la revolución burguesa contra el feudalismo. Pero su promesa original del dominio de las masas se había transformado. Bajo el capitalismo esto en cambio significó el acomodo mutuo y la rivalidad de varias esferas de capitales, un arreglo operacional que mantiene al sistema sin una constante guerra interna. También permitió la incorporación de las demandas de las masas con el propósito de prevenir mas revoluciones. En la clase obrera alemana, la demanda a favor de los derechos democráticos acelerados al mismo tiempo cuando su aparente opuesto, la burocracia, crecía dentro de las uniones y el partido. De hecho, el llamamiento a favor de un programa puramente democrático surgió de los burócratas; era su contrapeso a la tradición marxista de revolución. No significaba el control de las masas sobre el estado o ni siquiera de las organizaciones obreras, sino en cambio la “institucionalización” (participación) de estas ultimas dentro del aparato estatal capitalista.

El principal portavoz intelectual del revisionismo, Eduard Bernstein, le dio una cobertura teórica a este programa. Argumentó que la concentración y centralización de los capitales le había hecho posible al capitalismo a sobreponerse a su tendencia hacia las crisis. El socialismo ahora se podía lograr progresivamente, y no mediante la revolución pero si mediante la presion de los trabajadores/as a favor de reformas y la formación de “asociaciones cooperativistas”, que “transformaría al estado en la dirección de la democracia”. Esto no era solamente posible sino también necesario, ya que la centralización capitalista conduciría al poder autoritario a no ser que el movimiento obrero asumiera el elemento democrático. Berstein añadió:

Es mi firme convicción que la presente generación verá la realización de gran parte del socialismo, si no es su forma patente por lo menos en sustancia. El constante crecimiento del círculo de obligaciones sociales y de los derechos correspondientes del individuo a la sociedad y vice versa, la extensión del derecho de supervisión sobre la economía ejercido por la sociedad organizada tanto como una nación o estado, el desarrollo del autogobierno democrático en la comunidad, condado y provincia; y el agrandamiento de las tareas de estos cuerpos -- todo esto significa para mi el crecimiento hacia el socialismo, o, si deseas , una realización por partes del socialismo. La transferencia de empresas económicas de la administración privada a la pública acompañará, por supuesto, este desarrollo, pero solamente procederá gradualmente.

Bernstein retó al SPD, la sección más fuerte de la Internacional Socialista, a “proyectarse como de hecho ya era, un partido socialista democrático reformista”. Esta tasación era correcta en el sentido que el reformismo era la tendencia dominante en la social democracia alemana, a pesar de la presencia de un ala izquierdista revolucionaria y la adopción continua de plataformas revolucionarias por la totalidad del partido.

Las teorias del imperialismo

Rosa Luxemburgo, figura principal de los partidos alemanes y polacos, era la principal opositora izquierdista a la tendencia revisionista alemana. Ella no solamente creía que la nueva etapa del capitalismo había puesto al socialismo en la agenda política, sino también insistía como respuesta a Bernstein que las tendencias hacia las crisis y el colapso eran mas poderosas aun que en las épocas previas del capitalismo. Señaló que los derechos democráticos podían ser fácilmente revertidos una vez que la lucha de clases se calentase, que las reformas permitidas por el capital son únicamente esas que son compatibles con la producción de ganancias, y que una tendencia genuina (que Bernstein no enfatizó) era el rápido crecimiento del militarismo y los órganos represivos del estado burgués.

Al desarrollar este argumento Luxemburgo produjo una única teoría del imperialismo. Sostenía que el capitalismo podía de existir únicamente dentro de un ambiente no capitalista (tanto en países no capitalistas y producción pre-capitalista dentro de los países capitalistas); el capitalismo, sin embargo, ya se tragaba estos elementos mediante su propia expansión. Su teoría se basaba en un análisis de bajo consumo de la acumulación capitalista: ni los capitalistas ni los trabajadores/as son capaces de consumir la totalidad del plus producto que surge de la producción, por ende se tiene que buscar compradores fuera del sistema. Por lo tanto los poderíos capitalistas tuvieron que apoderarse de colonia, y una vez los todos mercados coloniales habían sido conquistados, las mismas presiones conducían a los poderíos a confrontarse unos a otros para ampliar sus adquisiciones; era inevitable la guerra imperialista para la redivision de las colonias.

La meta de Luxemburgo era contrarrestar la complacencia socialdemócrata que veía al capitalismo expandiendo sin contradicciones. Su teoría vinculaba la nueva etapa del capitalismo a la dominación extranjera y al colonialismo; con la cual previno la identificación de Lenin del imperialismo con la nueva época de decadencia. Pero erróneamente identifico la contradicción central a externa al sistema en vez de desde su interior. Su teoría también la condujo a descontar la posibilidad de luchas genuinamente nacionalistas contra la agresión imperialista en esta época, basándose que cualquier guerra nacionalista se subordinaría a uno u otro gran poderío imperial. Mientras que esto fue cierto en muchos de los conflictos que comprendieron la Primera Guerra Mundial (que fue cuando ella escribió sobre esta cuestión), ella la sobre generalizó a toda la época en su totalidad.

Otro paso fue tomado por el economista socialista austriaco Rudolf Hilferding, que introdujo el concepto de “capital financiero” como la fusión de los capitales industriales y bancarios. Con la supresión de la competencia, los capitalistas financieros llegaron a dominar al estado como a los monopolios; lo utilizaron para fomentar barreras proteccionistas contra bienes extranjeros y para dominar territorios económicos cada vez más crecientes. Esto estimuló inversiones internacionales -- la “exportación de capitales” -- con el propósito de expandir la producción y atraer mas plusvalía bajo el control monopólico. Hilferding citó la decreciente tasa de ganancias de Marx como la fuerza que conduce a los capitalistas a invertir los países económicamente atrasados, donde las ganancias son mas altas debido a salarios y costos de materiales bajos.

Hilferding no sacó conclusiones lo suficientemente claras de su teoría, vacilando entre la reforma y la revolución. Vio a los países débiles como campos de batalla para los grandes poderíos, pero también pensó que la guerra ínter imperialista podía ser disuadida por los intereses internacionales del capital y el temor de la burguesía al socialismo. De igual manera, le daba la bienvenida a la creciente socialización llevada acabo por el capital financiero que “facilita enormemente la tarea de sobreponerse al capitalismo”. Su teoría de la crisis basada en la desproporcionalidad le permitió afirmar que el capital monopolizado puede moderar el peligro de las crisis. El dio a entender que el movimiento obrero no se vería obligado a aplastar al estado burgués sino tomarlo y expandir su rol en la organización de la economía.

La primera obra bolchevique sobre el imperialismo fue escrita por Bukharin durante la guerra mundial, utilizando gran parte del análisis de Hilferding. Bukharin enfatizó el crecimiento de los bloques capitalistas nacionales y de la rivalidad internacional entre ellos; el creciente poder del estado reducía la competencia dentro de los países pero la aumentaba internacionalmente. De esta manera se sobrepuso a la ambigüedad de Hilferding sobre la expectativa de guerra imperialista.

Cuando la competencia finalmente llega a su etapa mas alta, cuando se convierte en competencia entre trusts de capitalismo de estado, entices la utilización del poder estatal, y las posibilidades conectadas a la misma, comienzan a asumir un rol muy importante. ... Con la formación de trusts de capitalismo de estado, la competencia se pasa casi en su totalidad a países extranjeros.

Influenciado por la economía de guerra alemana, Bukharin pensaba que los monopolios y la estatificación -- resultados inevitables de las tendencias de centralización y concentración -- que conduciría directamente al capitalismo de estado: una economía planificada e “racional” que podía eliminar no solamente la competencia interna sino también las crisis. En efecto, el crecimiento de la intervención estatal ha aumentado marcadamente en la época imperialista. Sin embargo, en los países imperialistas tradicionales, únicamente durante tiempos de guerra y bajo el fascismo ha alcanzado el control estatal de la economía los niveles que Bukharin veía como la norma. El capital estatal monolítico que imaginaba Bukharin nunca ha existido y no sobreviviría nunca durante mucho tiempo si es que algún día se lograra.

En contraposición a Bukharin, Karl Kautsky, el tal “papa” del marxismo ortodoxo, tomó el otro cuerno del dilema de Hilferding y lo dirigió en una dirección revisionista. Afirmó que el capitalismo alcanzaría una nueva etapa de unificación internacional, el “ultra imperialismo”, que significara el final de la competencia y guerras perjudiciales. (Asombrosamente, llegó a estas conclusiones durante la Primera Guerra Mundial, cuando los poderíos rivales se destrozaban uno al otro.) Kautsky consideraba al imperialismo como una mera política de los varios capitalistas surgiendo del deseo de los industriales para controlar las colonias agrarias, y no un impulso innato del capitalismo. De aquí, que se pueda superar y pacificar sin la revolución socialista.

El Imperialismo de Lenin

La obra marxista mejor conocida sobre el imperialismo es el panfleto de Lenin, Imperialismo, la etapa mas alta del capitalismo. Fue escrita en el 1916 como un “bosquejo popular” y alcanzó conclusiones políticas de largo alcance pero la censura zarista impidió que Lenin hiciera explicito su programa revolucionario. Más tarde la deificacion de Lenin por la Comitern convirtió sus escritos en textos sagrados: observaciones cuyo contexto Lenin había limitado cuidadosamente han sido repetidos sin pensar durante décadas, mientras que sus verdaderas contribuciones han sido pasadas por alto a menudo.

Lenin describió cinco rasgos básicos de la nueva etapa: los monopolios, el capital financiero, la exportación de capitales, los carteles internacionales y la división territorial del mundo entre los grandes poderíos. También siguió a Hilferding en la caracterización del imperialismo como una nueva época reaccionaria del capitalismo en la cual la burguesía busca la dominación mundial, y no su temprana meta de libertad de las restricciones feudales. Pero trató esta nueva idea dialécticamente: la transformación a la nueva época también reflejaba cambios progresistas. Para Lenin como para Engels, las tendencias monopolistas y estatistas inminentes al capitalismo en decadencia no son formas neutrales desde el punto de vista de clases, con adaptación igualitaria tanto para la burguesía como para el proletariado. Son anti capitalistas aun bajo el dominio burgués en que reflejan la futura sociedad proletaria; por eso plantean una amenaza a la burguesía.

La competencia se convierte en monopolios. El resultado es un inmenso progreso en la socialización de la producción. En particular, el proceso de invención y mejoramiento técnico se socializa. ... El capitalismo en su etapa imperialista conduce hasta la socialización mas comprensiva de la producción; se puede decir, que arrastra a los capitalistas, contra su voluntad y conciencia, a una clase de orden social, uno de transición desde completa libre competencia a la completa socialización.

Lenin también utilizaba la “socialización” en el contexto capitalista para indicar que la producción se convierte social mientras que la apropiación se mantiene privada. Pero los medios de producción ahora están listos para que el proletariado los expropie y los utilice, de esta manera liberando las fuerzas productivas de las restricciones de las relaciones burguesas.

El capitalismo se convirtió en capitalismo imperialista únicamente en una etapa definida e bastante adelantada de su propio desarrollo, cuando ciertos rasgos fundamentales comenzaron a cambiar hacia sus opuestos, cuando los rasgos de la época de transición del capitalismo a un sistema social e económico mas adelantado habían tomado forma y se habían revelado en todas las esferas.

La llegada de la época del monopolio y el imperialismo significo que la socialización estaba en la agenda y no únicamente en el sentido limitado que es posible bajo el capitalismo. El capital estaba internacionalizando la división del trabajo y centralizando la vida económica; como lo había provisto Marx y Engels, las fuerzas productivas ya se habían desarrollado a tal punto donde la escasez podía ser abolida y, por lo tanto, se podía lograr una sociedad sin clases. Pero esto requiere de una economía centralizada internacional. Para Lenin, el imperialismo era “la etapa mas elevada del capitalismo” no debido a que era la mas reciente sino debido a que estaba en el portal del socialismo.

Notamos, dicho sea de paso, que Lenin no utilizaba “imperialismo” en el sentido cotidiano de la palabra que significa la dominación de los países débiles por los fuertes. El uso común es absolutamente correcto pero no pinta el retrato completo; aun antes de la época imperialista había existido el capitalismo imperialista en el sentido cotidiano. Se llevó acabo primero mediante el saqueo sin reservas, luego mediante relaciones comerciales que devastaron a los artesanos precapitalistas y a los talleres de los países coloniales. En contraposición, la nueva época vio la exportación total de las relaciones capitalistas de producción y la conquista de todo el mundo para la producción de plusvalía.

Contra Kautsky, Lenin argumentaba que los grandes bloques de capitales creados durante la nueva época inevitablemente se combatirían unos con otros antes de fusionarse; el monopolio no negaba la competencia. La época de los monopolios la define una competencia intensificada por la repartición del mundo en vez de la unificación internacional. En consecuencia, el socialismo no era únicamente posible sino también necesario. No existe otra forma de salir de las crisis y la miseria del capitalismo, debido a que la nueva época de guerra y decadencia amenaza con lanzar a la Humanidad hacia la barbarie. La visión de Lenin contrasta con el retrato reformista de la socialización capitalista que la declara inherentemente progresista.

De igual manera que la época imperialista no produjo un capital unitario sino la competencia entre rivales masivos, a escala mundial no produjo simplemente la internacionalización de capitales sino la expansión de los poderes hegemónicos a expensas de los demás. Con la exportación de capitales, las inversiones capitalistas ahora dominaban la economía y la política en todos los lugares; la plusvalía de todo el mundo fue recolectada en las tesorerías imperiales. Parte del excedente imperial fue utilizado para el desarrollo de las colonias; más del mismo fue utilizado para respaldar las economías financieras y de servicios de los poderíos imperialistas. El imperialismo no ha significado únicamente la superexplotación del trabajo, aunque esto creo suficiente miseria, sino también privó de sus recursos a las colonias y semi colonias.

En la época imperializada, por lo tanto, los países del mundo fueron divididos entre dos categorías: las imperialistas y sus victimas. La opresión capitalista del proletariado y el campesinado fue ahora intensificada por la superopresión del pueblo trabajador de los países “imperializados”, con la ayuda de sus propios gobernantes.

Aunque en desacuerdo con la explicación teórica de Luxemburgo, Lenin compartía su visión de que la nueva época hacia inevitable las guerras imperialistas para redividir y sojuzgar al mundo, y que tales guerras de ninguna manera podían ser progresistas. En contraposición a Luxemburgo, el creía que la opresión nacional estimularía movimientos de liberación progresistas; además, la defensa obrera del derecho a la autodeterminación nacional ayudaría a traer a las masas oprimidas al lado del proletariado europeo en su lucha contra el capitalismo. Esta lucha bilateral de la clase obrera caracterizó al programa revolucionario de Lenin.

A pesar de las disputas entre Lenin y Luxemburgo sobre de como combatir la opresión nacional, ninguno pensó en abandonar al internacionalismo y abrazar la ideología nacionalista como tal -- o a defender las conquistas del imperialismo como algo beneficioso. Pero muchos socialdemócratas sostenían ambas visiones, incluyendo el “demócrata” antiautoritario de Bernstein.

El imperialismo y las leyes del capital

Lenin nunca elaboro completamente la conexión entre las leyes del desarrollo capitalista y la transformación del capitalismo a un sistema imperialista decadente. De ahí que la base teórica de su análisis del imperialismo ha sido controversial. Sin embargo, el dio una explicación breve para la exportación de capitales. Esta se ha llegado a considerar como el rasgo primario de su teoría del imperialismo (en particular, por los teóricos que niegan que la URSS del presente es imperialista), por eso amerita investigación.

En el umbral del siglo veinte vemos la formación de un nuevo tipo de monopolio: primero, los capitales monopolistas se combinan en todos los países desarrollados de forma capitalista; en segundo lugar, la posición monopolista de unos pocos países ricos, donde la acumulación de capitales ha alcanzado gigantescas proporciones. Ha surgido una gran “superabundancia de capitales” en los países avanzados.

No basta decir que si el capitalismo fuese a desarrollar la agricultura, que hoy día esta a la zaga de la industria en todos los lugares, podría aumentar el estándar de vida de las masas, que están en todas partes medio hambrientos y empobrecidos, a pesar del progreso técnico asombroso, no se pudiese hablar de la superabundancia de capitales. Este “argumento” es a menudo adelantado por los críticos pequeño burgueses del capitalismo. Pero si el capitalismo hace eso entonces no seria capitalismo; tanto el desarrollo desigual como el nivel de casi hambre de existencia de las masas son condiciones y premisas fundamentales e inevitables de este modo de producción. Mientras el capitalismo se mantenga como es, los capitales excedentes no se utilizaran para elevar el estándar de vida de las masas en cualquier país dado, sino para el propósito de aumentar las ganancias al exportar los capitales al extranjero a los países atrasados.

En estos países atrasados, las ganancias son por lo general altas, debido a que los capitales son escasos, los precios de la tierra son relativamente bajos, los salarios son bajos, las materias primas son baratas. ...La necesidad de exportar capitales surge del hecho de que en unos pocos países el capitalismo se ha “sobremadurado” y (basado en la etapa atrasada de la agricultura y el estado empobrecido de las masas) el capital no puede asegurarse un campo para su “inversion” rentable.

Lenin no explicó claramente que quería decir con la superabundancia de capitales o la sobre maduración del capitalismo, y esto ha abierto sus visiones teóricas a las más amplias interpretaciones. Para algunos críticos el pasaje expuesto arriba muestra que Lenin era un bajoconsumista debido en su énfasis en la pobreza de las masas. Pero esto es dudoso: a pesar de su errónea insistencia en la habilidad del capitalismo para desarrollar la agricultura de forma rentable, Lenin había sido durante mucho tiempo un oponente del bajoconsumismo. Temprano en su vida política el defendió la teoría de la desproporcionalidad contra el bajoconsumismo, y en otro punto del mismo Imperialismo, el argumentó contra Kautsky y Hilferding entre otros:

La declaración de que los cartels son capaces de abolir las crisis es una fábula diseminada por los economistas burgueses quienes a todo costo desean poner al capitalismo en un sitial prominente. En contraposición, los monopolios que son creados en ciertas ramas de la industria aumentan e intensifican la anarquía inherente en la producción capitalista en su totalidad. ...La posición privilegiada del más altamente cartelizado, la tal industria pesada, especialmente el carbón y el hierro, causa “una falta de coordinación aun mayor” en otras ramas de la industria... A la misma vez la tasa extremadamente rápida del progreso técnico da espacio para crecientes elementos de disparidad entre las varias esferas de la economía nacional, a la anarquía y crisis.

Esto refleja seguramente una teoría de desproporcionalidad, y no de bajoconsumismo -- pero muy diferente a la versión reformista de Hilferding.

El pasaje previo sobre la exportación de capitales, bien leído, también conduce a conclusiones bajoconsumistas. En primer lugar, la atrasada agricultura y la pobreza de las masas son dados como factores adicionales o subordinados a la “sobremaduracion” que produce la presion para exportar capitales -- y no son sus causas. En segundo lugar, si el empobrecimiento detiene a las masas de comprar el producto total de su trabajo, las masas están aun más empobrecidas en los países atrasados. De igual manera, Lenin señala que los capitalistas “aumentan sus ganancias exportando capitales al extranjero hacia los países mas atrasados”. Si ganancias excesivas con pocas salidas para la inversión son el problema, como implica el bajoconsumismo, entonces ¿Por qué buscarian los capitalistas maneras para crear mas?

Además, Lenin estaba argumentando contra John Hobson, el economista bajo consumista no marxista que había escrito una importante obra sobre el imperialismo (el es uno de los “críticos pequeño burgueses del capitalismo). Lenin sitúa la frase “superabundancia de capitales” en corchetes no solamente para expresar la ironía de que lo que es abundante para el capital es miserablemente deficiente para las masas, sino también para mostrar que el capital es excesivo para los capitalistas únicamente en un sentido especifico. Como señalará Marx, los capitales son enviados al extranjero “no... debido a que no se pueda utilizar en lo absoluto domésticamente, sino que se puede emplear con una tasa de ganancias mayor en países extranjeros”.

Este pasaje de Marx fue citado por Bukharin en una obra previa al Imperialismo de Lenin que utilizó terminología similar:

La exportación de capitales desde un país presupone una sobreproducción de capitales en ese país, una sobreacumulación de capitales. ...Es solamente en las ultimas décadas que la exportación de capitales ha adquirido un significado extraordinario, como nunca lo había tenido antes”.

Bukharin dio dos razones principales para la exportación de capitales: 1) el impedimento de inversiones departe de los carteles y trusts en los sectores que controlan, junto a una tasa inferior de ganancias que desanima la inversión en los sectores que no controlan; 2) la necesidad de sobreponerse a las barreras tarifarías de las mercancías que entran en los países extranjeros.

Se ha sugerido que el análisis sobre el imperialismo de Lenin se basa en la teoría de la tasa decreciente de ganancias de Marx. Pero esto es dudoso, ya que Lenin nunca utilizó la TDG en sus escritos sobre la economía capitalista. Y cuando Bukharin vinculó la “sobreproducción de capitales” a una alta composición orgánica de capital, se refería a las diferencias entre composiciones orgánicas que conducen a la nivelización de ganancias, y no hacia la TDG. Sin embargo, las teorías de TDG y el imperialismo son consistentes las unas con las otras: las fuerzas que producen la TDG son responsables por el impulso para exportar capitales de igual manera, y ambos alcanzan su realización en la época de decadencia del capitalismo.

En primer lugar, como ya se ha mencionado, las ganancias mayores pueden a menudo lograrse en las economías atrasadas donde los costos de producción, notablemente los salarios, son mas bajos. La oportunidad para tomar ventaja de estos bajos costos por la fuerza (y mantenerlos bajos) aumenta bajo el imperialismo, que aumenta la brecha militar entre los países avanzados y los atrasados.

En segundo lugar, debido a la TDG y el creciente tamaño de las inversiones de capitales, el valor disponible a una empresa dada para la inversión es a menudo menor que la cantidad requerida para invertir en las fronteras de la nueva tecnología, especialmente durante los bajones cíclicos. (“Una baja en la tasa de ganancias es acompañada por un alza en el capital mínimo requerido por un capitalista individual para lograr el empleo productivo del trabajo”.) De ahí que la plusvalía busque los sectores más atrasados en los países subdesarrollados con composiciones orgánicas de capitales menores y, por lo tanto, requisitos menores de capitales.

Entonces están las razones dadas por Bukharin. Aunque las empresas capitalistas tradicionales se encuentran impulsadas a invertir en nueva producción cuando tienen los recursos para hacerlo, los monopolios que dominan una industria en su país son protegidos de las presiones de competencia para reinvertir sus ganancias domésticamente y evitan tales inversiones cuando estos socavan su propia producción existente. De igual manera, para poder vender en países que han erigido barreras proteccionistas altas (incluyendo tarifas), la producción dentro de esos países es necesaria. En el presente, por ejemplo, las empresas japonesas construyen plantas de producción en los EE.UU. con el propósito de circunvalar el proteccionismo norteamericano.

En resumen, mediante la exportación de capitales, los países imperialistas dominantes extraen más plusvalía. Los monopolios domésticos y el imperialismo foráneo son métodos paralelos de superexplotación en los cuales un sector de capitales se nutre de otros. En ambos, los capitales dominantes se apropian de la plusvalía desproporcionadamente. Como resultado, los capitalistas mas débiles cuya “parte favorable” de la plusvalía es expropiada son retenidos; su crecimiento es amortiguado por el canibalismo de los fuertes.

El imperialismo es la última etapa del capitalismo, y tanto los monopolios como los capitales de exportación lo reflejan: no es posible el avance multilateral de las fuerzas productivas. La expansión de las fuerzas productivas en un país o sector de capitales es únicamente posible a expensas de otros sectores. Este no es simplemente un punto geográfico, aunque la división del mundo en un norte dominante y un sur dependiente es la ilustración más notable. Las relaciones de valor se han convertido en grilletes sobre el desarrollo del proceso de socialización de capitales, en este caso la internacionalización de la economía, y su utilización contra el proletariado. Es la operación legítima de las leyes del capitalismo en la época de decadencia.

Los limites del nacionalismo

La percepción de un cambio cualitativo en la exportación de capitales refleja la época de decadencia desde otro ángulo: las fuerzas productivas han alcanzado el límite de la expansión posible dentro de las fronteras de estados individuales. De ahí se hacen necesarios los imperios y los capitales supranacionales. Esta situación tuvo como resultado no solamente la superexplotación colonial sino también la extensión de las relaciones económicas entre los poderíos imperialistas. Pero mientras los capitales son capaces de cruzar fronteras nacionales, no son capaces de trascender el nacionalismo. Cada vez que ocurre la unificación supranacional, se deshace. El Reino Unido durante el Siglo XIX, Alemania durante las dos guerras mundiales y los EE.UU. posterior a la Segunda Guerra mundial alcanzó niveles de dominación que no era capaz de mantener. Como resumiera Trotsky la Primera Guerra Mundial:

¿Porque se da la Guerra? Debido a que las fuerzas productivas se encontraron así mismas muy encogidas dentro del contexto de los estados capitalistas más poderosos. La incitación interna del capitalismo imperialista era la erradicación de las fronteras estatales y la incautación de la totalidad del globo terrestre, aboliendo las tarifas y otras barreras que restringen el desarrollo de las fuerzas productivas. Aquí residen los fundamentos económicos del imperialismo y las causas básicas de la guerra. ¿Cuales fueron los resultados? Europa es ahora mas rica en fronteras y murallas tarifarías que en ningún otro periodo.

El capitalismo todavía se fundamenta en las naciones, que fueron una vez unas instituciones progresistas permitiéndole a la burguesía sobreponerse a las barreras feudales a la producción. La nación-estado fue también fundamental para la preservación de los mercados domésticos para los capitalistas nacionales contra los competidores; sin la misma el desarrollo capitalista en la época progresista se hubiese limitado a unos escasos países. Pero ahora que la economía capitalista ha sido internacionalizada, la nación-estado es fundamentalmente reaccionaria. En vez de avanzar la producción, la retrasa; en vez de promover el intercambio cultural y económico, promueve la guerra. La única solución es el internacionalismo, y la única fuerza social cuyo interés básico no esta atado a la nación-estado es el proletariado. De ahí que el internacionalismo proletario era la política practica de la Revolución Bolchevique con el propósito de escapar de los confines imperialistas.

Como sabemos, el imperialismo representa una inequidad más brutal aun que la de la primera etapa del capitalismo. Aunque a través de la historia del capitalismo ha existido la conquista militar, el capital ficticio, los monopolios y comercio desigual, en esta época son el modo de operación normal del sistema. Los países mas débiles están privados de gran parte de su plusvalía y, por lo tanto, no tienen esperanzas de alcanzar el nivel económico de los poderíos imperiales.

Por lo tanto ningún país ha sido capaz de alcanzar el rango avanzado bajo sus propias fuerzas desde que Japón lo alcanzará durante la última década antes de que el imperialismo se consolidara. Ningunos de los anteriores países atrasados, ni siquiera los que prosperaron durante el boom pos Segunda Guerra Mundial o mediante su monopolio de la producción de petróleo, han alcanzado el rango de poderíos imperialistas. Los viejos poderíos han establecido algunos socios mas jóvenes para ayudar en la explotación de partes del mundo, pero ni siquiera estos son centros independientes de acumulación de capitales. Esta es la prueba final de que nuestra época permanece en decadencia imperialista. La inequidad entre las naciones ha sido establecida de una vez por todas, mientras sobreviva el dominio capitalista.

Un país, sin embargo, logró salir del atraso para convertirse en un superpoderio: la Rusia soviética. La clave para su transformación consiste en que se llevó acabo cuando la URSS era un estado obrero, producto de la revolución socialista producida la misma por las contradicciones del imperialismo.

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