2. La ley del valor bajo el stalinismo

Habiendo visto las consecuencias de la ley del valor bajo el stalinismo, ahora volvemos al análisis propio de esta ley. Como mostramos en los capítulos 3 y 4, la ley del valor fue heredada por el estado obrero soviético y no pudo ser rápidamente eliminada, dado el atraso y aislamiento de la revolución. La contrarrevolución impulsó la explotación de la clase obrera, poniendo así en pleno funcionamiento la ley del valor y sus consecuencias. Pero la continuidad de la propiedad nacional encubre su operación y la existencia del valor.

Por supuesto, la ley del valor está impedida tanto en el stalinismo como en un estado obrero genuino. Pero esto no los hace equivalentes. Un estado obrero atenúa la operación de la ley del valor en interes de los trabajadores, en dirección hacia el comunismo. El stalinismo distorsiona el valor para ayudar a que la explotación sobreviva. Mientras un estado obrero se opone a la ley del valor concientemente, el stalinismo interfiere con ella ciegamente. El capitalismo estatizado solamente intensifica las leyes de decadencia del sistema.

Ahora nos focalizaremos en las varias formas de negación del valor en la URSS desarrolladas por marxistas. La mayoría son variaciones sobre el mismo team: la ley el valor no es una ley objetiva que gobierna la producción “a las espaldas” de los productores y planificadores, sino una técnica que los planificadores pueden usar para decidir que producir. Algunas veces ellos la usan bien, frecuentemente mal, pero está en ellos usarla o no. Los gobernantes y sus teóricos creen que ellos planifican de acuerdo con la necesidad de valores de uso -- y solo emplean el valor, o le permiten operar, para organizar la producción de valores de uso. Esto es la aplicación práctica de la noción de que la ley del valor es una forma racional de administrar la economía.

Flujos de capital

La ley de la tendencia a la igualación de la tasa de ganancia en el capitalista frecuentemente es invocada para probar que el stalinismo no era gobernado por la ley del valor. Stalin, la utilizó definiéndola como la ley arquetípica de la economía capitalista y argumentó que ella representaba una diferencia entre el capitalismo y la URSS:

Totalmente incorrecta es la afirmación de que en nuestro sistema económico, en la primera fase de desarrollo de la sociedad comunista, la ley del valor regula las “proporciones” de trabajo distribuido entre las distintas ramas de la producción. Si esto fuera verdad, sería incomprensible que nuestras industrias livianas, las más productivas, no sean las mas desarrolladas, y porque se da prioridad a nuestras industrias pesadas, las cuales son frecuentemente las menos productivas, y a veces son incluso improductivas.

Completamente idiota, es sin embargo, cualquier afirmación sobre el marxismo que no reconoce que la ley del valor capitalista no previene el desarrollo pleno de la industria pesada. Como hemos visto, la economía soviética hoy en día es dominada por la industria pesada y lo seguirá siendo independientemente de los planes económicos, ya que esa es la norma del capitalismo. Afirmando que la planificación soviética controla el flujo de inversiones de capital y lo concentra en la industria pesada, Stalin, contrariamente a su intención, esta ilustrando la ley marxista de acumulación y concentración de capital reflejada en el dominio de la producción de maquinaria sobre la producción de bienes de consumo.

Por otro lado, afirmando que las industria livianas son las “más productivas”, Stalin recurre a la afirmación de Marx de que una baja composición de capital orgánico produce proporcionalmente más plusvalía. Pero el se olvida la ley de igualación de las ganancias: la plusvalía producida por una dada empresa no coincide con la plusvalía obtenida por ella del mercado. Para Marx no había nada de incomprensible en el flujo de plusvalía hacia la industria pesada: el capitalismo no puede acumular de otra forma.

La intervención de Stalin en disputas teóricas ha sido utilizada por analistas que suponen conocer mejor el marxismo. Por ejemplo, Max Shachtman citó el pasaje anterior opinando al respecto “esto es completamente correcto, y ningún marxista puede disputarlo razonablemente”. El académico Alec Nove tambien acuerda que “Stalin en su último trabajo puntualizo claramente que en una situación donde los recursos pueden ser mas beneficiosamente aprovechados en la industria liviana, ellos sin embargo son destinados a la industria pesada”. Nove destaca que los precios de los productos soviéticos son fijados por los burócratas para dar mayor ganancia a los bienes de producción que a los de consumo y critica “las prioridades fijadas políticamente” -- pero el no puede ver que no hay ninguna basa para tal determinación política.

Luego tenemos a Mandel:

La economía capitalista, sujeta a la tiranía del beneficio, se desarrolla de acuerdo a leyes muy precisas -- tendencia a la caída de la tasa de ganancia, flujo de capital hacia sectores con tasas de beneficio mayores ala promedio, concentración y centralización del capital que conduce al monopolio, etc. -- de las cuales resultan sus características particular hoy en día. La economía soviética escapa completamente de estas leyes. .... A pesar de la inmensa acumulación de capital en la industria pesada, las inversiones continúan yendo hacia este sector, en lugar de distribuirse mas y más en sectores marginales, como ocurre en la economía capitalista en su etapa de declive.

Mandel aplica la falacia de que las altas tasas de ganancia y en consecuencia el capital en una economía capitalista son atraídos hacia industrias con una composición orgánica de capital baja. Él agrega un argumento sobre la prominencia de sectores marginales -- o sea industrias improductivas, en la fase de declive del capitalismo. Pero es ridículo argumentar que la inversión soviética evita el despilfarro - con la inversión dominada por empresas gigantescas y por el estado, cancelando las leyes de concentración y centralización del capital. La economía soviética, lejos de “escapar completamente” de las leyes capitalistas, las cumple de la forma mas adecuada para su época.

Es remarcable que los maestros de la propiedad estatal, a pesar de los consejos de los teóricos sobre que tienen el poder para escapar a las leyes del capital, son misteriosamente forzados por fuerzas misteriosas a obedecerlas. Como en el “capitalismo comunista”, la igualación de la tasa de ganancia en la época premonopolista, aparentemente viola la ley del valor, pero sólo lo hace basándose en la ley del valor, lo mismo es verdad para el sistema stalinista. Y así como la participación proporcional en la plusvalía por parte de los capitalistas crea la ilusión de que el capital -- y n la fuerza de trabajo -- es productivo, lo mismo hace la estatificación produciendo la ilusión de que la propiedad estatal es independiente de los condicionantes económicos. La ilusión es más fuerte en la mente de los marxistas de clase media quienes ven al estado como la agencia de benevolencia ocupada de redistribuir los recursos de la sociedad.

La teoría de los dos sectores

Otro argumento favorito es que en el sistema soviético los medios de producción no son mercancías -- a diferencias de los bienes de consumo que se intercambian por dinero. O sea, que la ley del valor solamente se aplica en el sector de los bienes de consumo. Esta distinción entre las leyes de la producción privada y estatal fue originada por Preobrazhensky y después de los procesos de los años 30, fue asumida por el propio Stalin:

De hecho, los bienes de consumo, que son necesarios para compensar la fuerza de trabajo invertida en el proceso de producción, son producidos y consumidos en un país en el que opera la ley del valor. Es justamente aquí donde la ley del valor influencia la producción.

Para Stalin, la ley del valor gobierna solamente los bienes de consumo por que ellos son producidos para el mercado. Mandel tambien sostiene que una economía puede estar desconectada entre sectores públicos y privados. En una discusión reveladora, él desarrolla la diferencia entre la distribución estatal y privada llegando a una conclusión absurda:

A diferencia de la distribución de bienes de capital entre las empresas estatales, la distribución de los bienes de consumo entre los individuos no está regulada por los planes. Así, el trabajo realizado en las empresas que producen bienes de consumo no es automáticamente trabajo social reconocido como tal. Una proporción de estos productos puede resultar inusable. Estos no pueden realizarse como valor si su valor de cambio no se realiza.

Los trabajadores soviéticos no pueden usar un maletín si este es muy caro ... Y, si estos permanecen sin venderse, el trabajo empleado para su producción se pierde. En contraste, nada previene que el estado utilice la maquinaria, incluso cuando esta es muy cara. En el primer caso, el valor de uso se desperdicia. En el segundo, se realiza. Esta es la diferencia que ningún argumento mas o menos escolástico puede negar tanto en la teoría como en la práctica.

Mandel acierta respecto a los maletines soviéticos, un tipo ejemplo de sobreproducción en una economía capitalista. Si son demasiado caros para que alguien los compre, su valor de uso se desperdicia y su valor de cambio se pierde. Sin embargo, para poner a prueba la conclusión de Mandel sobre la maquinaria soviética, consideremos el equipamiento que fue usado para producir los maletines. Supongamos, junto con Mandel, que tal maquinaria fuera excesivamente costosa. Este exceso de precio conducirá necesariamente a la producción de maletines caros, ya que el valor del capital constante se transfiere a las mercancías para cuya producción es empleado. Luego, los bienes de producción caros necesariamente producirán bienes de consumo caros.

Mandel insiste que nada previene que el estado use esta maquinaria excesivamente cara. Esto es verdad sólo formalmente, no en la realidad: la maquinaria será usada para producir montañas de bienes invendibles. Pero si el valor que estas maquinas producen se desperdicia, al mismo tiempo tambien lo hace su propio valor. El valor de las maquinas ha sido “realizado” por las empresas cuando estas venden los productos producidos, luego la empresa y el estado como un todo han sido perjudicados: ellos no han realizado el valor pagado por la maquinaria. La absurda definición llamando al trabajo desperdiciado en la maquinaria “trabajo social reconocido como tal” choca contra la realidad.

Los economistas soviéticos lo saben muy bien. Un informe dice: “La población tiene suficiente dinero para comprar, ellos solo evitan comprar bienes dada su mala calidad. Al mismo tiempo los bienes de producción tambien permanecen sin venderse, o se acumulan en sectores de la economía cuando son muy necesitados en otros”. Y esto lo dice la burocracia soviética. En un discurso a los trabajadores automotores en Togliatti, la Detroit soviética, Gorvachov previno que “grandes cantidades de trabajo y materiales han sido desperdiciados produciendo artículos y bienes que no se ajustaban a los requerimientos modernos”.

Ahora consideremos el argumento de Mandel de que la distribución de bienes de capital, como la maquinaria que produce bienes invendibles, es “regulada por un plan”. Esto no hace que estos bienes dejen de ser mercancías. Ellos son producidos por una firma para ser vendidos a otra, la cual los usa para producir bienes de consumo para una tercera y así sucesivamente. A pesar del plan, el resultado no es controlado concientemente. EL valor empleado puede ser alterado, disminuido, o como en el ejemplo de Mandel destruido. Esta es justamente la post-valoración característica de la producción de mercancías. No tiene nada que ver con el socialismo y el trabajo social.

A pesar de Mandel, los dos departamentos de la producción están íntimamente conectados, son partes integrantes de la misma estructura económica. No se puede tener una producción de bienes de consumo basada en el valor sin tenerla para los bienes de producción; una esfera no puede ser socialista si la otra es capitalista. El socialismo de Mandel para la mitad de la economía es incluso menos razonable que el slogan de Stalin.

Producción para el uso

Hay otro argumento similar al de Mandel: las empresas soviéticas producen valores de uso pero no valores porque ellas están planificadas de acuerdo a criterios materiales (“balances materiales”); las formas monetarias que existen son simples rémoras de la época capitalista, o posiblemente de la NEP. Los balances materiales soviéticos son intentos de gobernar las relaciones entre las empresas y los ministerios, pero no tienen ninguna relación con los valores de uso. Ellas son instrumentos, utilizados por los planificadores para hacer que las empresas se adapten a las intenciones de los planificadores. Ellas especifican uno o varios aspectos de la producción que deben ser maximizados.

Hay una broma popular en la Unión Soviética sobre una fábrica de maquinarias que con el objetivo de maximizar el peso de su producción fabrica una aguja gigante. Esta exageración refleja sarcásticamente la realidad.

Tomemos un ejemplo. Es conocido que el uso de esquemas óptimos para el envío de mercancías conduce a importantes ahorros. Esta no es una tarea complicada. Muchos artículos y libros han sido escritos y no pocas disertaciones tratan esta cuestión. Sin embargo, la distribución no se hace siguiendo esquemas óptimos. ¿Por qué no? Simplemente porque las organizaciones del transporte, contrariamente a los dictados del sentido común, reciben planes basados en toneladas-kilómetros, mientras los esquemas óptimos minimizan el trasporte en toneladas-kilómetros. Uno puede utilizar centros de computación, y emplear complicados algoritmos, pero ningún resultado será obtenido mientras las organizaciones del transporte tengan objetivos basados en toneladas-kilómetros.

Por ejemplo, si los camioneros deben maximizar la carga y la distancia recorrida (y son compensados según ello), ellos pueden hacerlo sin maximizar el uso productivo del trabajo social -- ellos pueden, por ejemplo, tomar las rutas más largas, o transportar cargas en exceso. Tal sistema, lejos de estar basado en la producción de valores de uso, es precisamente lo opuesto. Es la producción de valores que no necesitan ser valores de uso. El maletín de Mandel y la maquinaria empleada para producirlo son otro ejemplo.

Esto también ocurre, por supuesto, bajo la ley del valor en el capitalismo tradicional cuando los bienes son superproducidos; conduciendo eventualmente a una crisis. En el sistema soviético, donde una empresa puede transferir su déficit a otras sin sufrir consecuencias, toma más tiempo conocer el verdadero valor de una mercancía. Luego la producción de valores inútiles en la forma de valor es incluso más común que el capitalismo tradicional. Una vivida descripción de cómo la economía stalinista puede producir productos inútiles es dada por un representante de Solidaridad en Polonia en 1981:

El gobierno da directivas a los trabajadores, ustedes deben producir tanto; ustedes deben trabajar tanto tiempo. Esta fábrica debe producir este tipo de zapatos, este estilo, esta cantidad. No hay ninguna preocupación por su valor. Los trabajadores producen, Los negocios deben almacenar los productos. La gente, sin embargo, se niega a comprarlos. Luego terminamos desperdiciando todo: dinero, material, energía humana. ¿Para que? Ello no sirve a ningún propósito.

Obviamente, no tiene ningún objetivo útil producir bienes inútiles. Pero puede servir a sectores del capital a aumentar su valor -- si es necesario valor ficticio. Las acciones y otras formas de especulación son una creciente industria en los EEUU, “gastando todo” y no produciendo nada. La bolsa sobrevive debido a maniobras económicas no sobre el valor de uso sino sobre el valor, una categoría fácilmente y frecuentemente distorsionada legalmente. Es necesario recordar que para Marx la ley del valor se vuelve una limitación para la producción; no es un distribuidor racional de recursos como frecuentemente se asume.

La necesidad de forzarse al final de cada periodo de planificación para cumplir con las cuotas asignadas a tiempo tambien destruye la utilidad del valor de uso. Un periodista británico cita este ejemplo:

Un trabajador lituano en una fabrica de televisores me dijo: “No usamos un simple destornillador en la ultima semana. Hemos martillado los tronillos en su lugar. Nosotros canibalizamos partes de unos televisores para ponerlas en otros si lo necesitamos, usamos pegamento y martillos para adaptar los interruptores a los modelos para los que no estaban diseñados. Y todo el tiempo el manager no presiona para trabajar más rápido, para conseguir nuestros objetivos que nos permitan conseguir gratificaciones”.

Los trabajadores de las fábricas en países capitalistas saben que la calidad y la seguridad son frecuentemente sacrificados en beneficio de la productividad. Lo mismo ocurre en el este, y como un resultado del gerenciamiento burocrático para maximizar sus ganancias. Es una prueba más del carácter anti-social (o sea no-socialista) de la naturaleza de la producción soviética.

A pesar de tos los indicadores adicionales, el principal en la Unión Soviética fue el producto bruto interno, medido en rublos. Esto naturalmente impulso la producción capitalista-intensiva de bienes y desalentó la productividad del trabajo en la producción de materiales y equipamientos. Bajo Brezhnev se utilizo como indicador “la producción neta normalizada”, lo que significa el nuevo valor producido en oposición al valor total. Esto incremento el desperdicio de trabajo en contraste con el capital para cumplir con las necesidades de valores de uso de la sociedad.

Teoría del valor de uso

Nuestra teoría de que la economía stalinista tiene como objetivo preservar y maximizar el valor del capital propiedad del estado es superficialmente parecida a otras teorías. Un prominente teorico neomarxsta, Gyorgy Markus, dice que el objetivo de la producción bajo el stalinismo es “la maximización de los medios materiales (como valor de uso) bajo la disposición global del aparato de poder como un todo unificado”. Sin embargo, los burócratas no se preocupan sobre si el producto de sus empresas es útil o no; ellos son premiados por indicadores cuantitativos, no por el valor de uso producido. Markus y otros que razonan como él son confundidos por la desviación del valor genuino de los indicadores soviéticos, pero una distorsión del valor no es la misma cosa que el valor de uso.

Además, teóricamente, el aumento ilimitado de valores, a diferencia de la maximización del valor, no es una meta internamente contradictoria, si el sistema estuviera acumulando valores de uso, seria un éxito. Que tal teoría no pueda explicar el fracaso crónico para producir al menos los bienes que los burócratas necesitan. La implicación de las teorías del valor de uso es que ninguna revolución es necesaria en los regímenes stalinistas: solamente es necesario incorporar reformas y democracia al sistema para que la producción de valores de uso se pueda expandir sin contradicción.

Kuron y Modzelewski argumentaron que el “objetivo de la producción” en el stalinismo es la producción en si misma, “para obtener el máximo de plusvalía”. Pero ellos remarcaron que ellos se referían “a la plusvalía en su forma fisica”, no al valor. A pesar de que su teoría analizando las leyes de movimiento del stalinismo es lo suficientemente profunda para permitirles predecir el continuo declive de las tasas de acumulación, su concepción errónea no los dejo predecir la evolución de las economías stalinistas hacia el capitalismo tradicional, una tendencia impulsada por la necesidad de garantizar el valor mas precisamente y de disciplinar a los trabajadores. Dada la exclusión del valor de su teoría ellos no pudieron ver su rol determinante dentro de la producción en el sistema.

Este error fue amplificado por su argumento de que los administradores formaban una clase separada, la tecnocracia, distinta de la burocracia política, la clase dominante. (Incluso los tecnócratas fueron considerados la clase dominante en Yugoslavia). Dado que son los tecnócratas los interesados en expandir el valor, y dado que ellos solamente son los empleados de la burocracia, Kuron y Modzelewski argumentaron que la burocracia no tiene ninguna compulsión hacia el valor de uso como criterio planificador.

El núcleo de la verdad en la teoría del valor de uso es que en esta época de intervención estatal en la economía, las autoridades centrales de cualquier estado, tanto occidental como oriental, fijan metas basadas en valores de uso en vez de hacerlo con la acumulación del valor. Pero el intento de puentear el valor inevitablemente cae victima de la realidad, el capitalismo se basa en la explotación; el valor, y la lucha de clases asociada a él, distorsionan cualquier esfuerzo de una planificación conciente. Y por ello incluso los gobernantes stalinistas, como veremos, ahora saben que deben impulsar la acumulación de valor para expandir la producción de los bienes que ellos quieren, incluso cuando ellos no saben porque.

Valor sin trabajo asalariado

Mientras Mandel, Markus, y Kuron/Modzelewski sostienen que la teoría del valor es inaplicable al sistema soviético, Cliff argumenta que la ley del valor es introducida en el sistema desde afuera. Él sostiene, que el valor del trabajo no es una mercancía ya que el estado es el único empleador legal. Él identifica la división del trabajo en el stalinismo con la de la sociedad esclavista del Egipto de los faraones -- es “diferente es su grado de esclavitud pero no lo es en esencia”. Esto es porque el trabajador soviético no es libre en el sentido marxista. Los trabajadores son “libres” respecto de los medios de producción -- ellos no son los dueños de las herramientas con las que trabajan. Pero ellos no son libres para cambiar de empleo en busca de mejores salarios o condiciones laborales, dado que cada fábrica es propiedad del mismo empleador, el estado. Cliff escribe en su libro sobre la URSS:

Si una examina las relaciones existentes dentro de la economía rusa, uno concluye que la fuente de la ley del valor, como motor regulador de la producción, no se encuentra dentro de ella. En esencia, la ley que prevalece en las relaciones entre las empresas y entre los trabajadores y el estado no seria diferente si Rusia fuera una gran empresa gerenciada directamente desde un único centro, y si todos los trabajadores recibiesen los bienes que ellos consumen directamente en mercancía.

El estado stalinista tiene la misma posición respecto del tiempo de trabajo total de la sociedad rusa que el dueño de una fabrica tiene sobre el de sus empleados. En otras palabras, la división del trabajo es planificada. ¿Pero que es lo que determina la actual división del trabajo del tiempo total de trabajo de la sociedad rusa? Si Rusia no tuviera que competir con otros países, esta división seria absolutamente arbitraria. Pero las decisiones stalinistas están basadas en factores que escapan a su control, básicamente la economía mundial, y la competencia mundial. Desde este punto de vista, el estado ruso esta en una posición similar a la del patrón de una empresa monocapitalista compitiendo con otras empresas.

En contraste con la teoría monolítica de Cliff que considera un país como una gran fabrica, nosotros ya hemos visto la independencia y rivalidad que existían dentro de la burocracia stalinista. Esta noción ignora la realidad material de descentralización, y competencia, así como tambien el mercado de trabajo -- y tambien acepta la noción de los planificadores stalinistas de que lasa restricciones sobre lo que ellos pueden hacer están impuestas desde afuera. El materialismo dialéctico dicta que cada fenómeno debe ser fundamentalmente explicado por su dinámica interna, las cuales condicionan los resultados de las influencias externas. Diremos más sobre esta teoría monolítica cuando critiquemos a Sweezy mas adelante.

Pero Cliff tiene un problema aun peor. Si su interpretación fuera correcta, luego los trabajadores soviéticos no serian proletarios. Si ellos no viven cambiando su trabajo por un salario, luego la fuerza de trabajo no es una mercancía -- luego el salario y los trabajadores no existirían. Cliff no obtiene esta conclusión: la cual es obviamente falsa. De hecho él se refiere a los trabajadores soviéticos como proletarios, él cita sus salarios, niveles de explotación, etc. Pero él nunca explica esto con su teoría.

En un artículo criticando el colectivismo burocrático de Shacthman, Cliff critica esta teoría por sugerir que los trabajadores soviéticos no son proletarios. “Si Shachtman estuviera en lo cierto y no existe el proletariado en el régimen soviético, el marxismo como método, como una guía para el proletariado como sujeto histórico del cambio, se vuelve superfluo y vacío de contenido”. Esta refutación de Shachtman tambien es una refutación a si mismo.

Bajo cualquier forma de capitalismo, la segunda “libertad” de los trabajadores es ilusoria. Marx precisamente argumento que “El periodo de tiempo en el que son libres de vender su fuerza de trabajo es el periodo de tiempo en el que son forzados a venderla”. Bajo el capitalismo un trabajador es libre si elige morir de hambre. Un trabajador soviético tiene tanta libertad para vender su fuerza de trabajo como cualquier otro trabajador: ellos pueden cambiar empleos dentro e la URSS, y son frecuentemente persuadidos por salarios competitivos y beneficios a hacerlo. El mismo Cliff provee documentos que lo prueban:

Incluso antes del decreto del 25 de Abril de 1956, que permitió a los trabajadores cambiar de empleos dando un preaviso, los cambios de trabajo eran frecuentes. De acuerdo con Bulganin, 2.8 millones de trabajadores (de entre 12 millones) dejaron sus trabajos en empresas industriales en 1954, y 1.45 millones dejaron sus puestos en la construcción; 90 por ciento de los trabajadores de la construcción han estado en su empleo por menos de cinco años, y el 60 por ciento por menos de dos años.

Mas recientemente, de acuerdo con informes occidentales, 20 por ciento de los trabajadores industriales y 28 por ciento de los trabajadores de la construcción dejan su trabajo en promedio cada año; y los porcentajes son mas altos -- 50 y 60 % - para los trabajadores jóvenes de entre 20 y 25 años. Además, “hay amplias estadísticas mostrando que millones de personas cambian de trabajo anualmente de forma voluntaria, ya que tiene el derecho a hacerlo, y migran dentro del país en total contradicción con la intenciones de los planificadores”.

Por otra parte, las empresas frecuentemente compiten por la fuerza de trabajo, reconociendo de hecho que el empleo el valor es la única forma efectiva de distribuir el trabajo. Por ejemplo, el estado paga mejor el trabajo en Siberia. Los trabajadores aceptan ofertas de trabajo en Siberia, no por ser irresponsables, como los burócratas y los académicos piensan, sino porque ellos están vendiendo la única mercancía que tienen por el mejor precio que pueden conseguir. Todo trabajador reconoce su condición universal de proletario.

El derecho de los trabajadores soviético a cambiar empleos según desean fue restringido durante los años duros del stalinismo, justo después de la contrarrevolución. En palabras de Víctor Zaslavsky, “tomo muy poco, aproximadamente veinte años retroceder desde la Revolución de Octubre, que declaro a las fabricas propiedad de los trabajadores, al decreto de Stalin, que redujo a los trabajadores a ser propiedad de las fabricas”. La restauración del derecho de los trabajadores a cambiar de empleo después de las revueltas anti-stalinistas del comienzo de los años 50 fue una victoria importante. Pero esta restauración tambien sirvió a los intereses de la burocracia central, intensificando la competencia por el trabajo e impulsando a los gerentes de las empresas a desarrollar la productividad laboral.

La posición de Shachtman, a veces compartida por Cliff, fue diseccionada efectivamente por otro líder de Socialismo Internacional (IS), Duncan Hallas (aquí el “caso excepcional” significa las teorías que consideran al stalinismo como un tercer sistema, ni capitalista ni socialista):

Lo que esta en discusión aquí es nada menos es que si en la URSS hay un proletariado (en el sentido marxista) o no. Aceptar que no lo hay significa aceptar el “caso excepcional” y socavar las bases fundamentales de la teoría del capitalismo burocrático. Si la fuerza de trabajo no es una mercancía en la URSS, luego no existe el proletariado. Además, si la fuerza de trabajo no es una mercancía no puede haber ninguna relación entre el trabajo asalariado y el capital, y por lo tanto no existiría el capital. Luego no habría capitalismo en ninguna forma.

Exactamente. Pero Hallas no puede admitir que el problema permea toda la teoría del IS. Su punto fue elaborado en un articulo posterior por Alex Callinicos, quien correctamente concluye 1) que el trabajo asalariado es necesario en el capitalismo, y 2) que grandes cantidades de trabajo asalariado genuinamente existen en la Unión Soviética -- lo que significa que el pago en salarios de la fuerza de trabajo no es solo una forma accidental que enmascara un contenido no proletario. Pero Callinicos se detuvo antes de tiempo tambien. El no obtuvo la conclusión de que si los productores son proletarios, luego ellos intercambian su fuerza de trabajo por salarios y a cambio de ello transfieren valor y agregan plusvalía a los bienes que producen para los capitalistas. Ni siquiera él se dio cuenta que estos bienes son en realidad mercancías, dado que contienen el valor que los trabajadores les han dado y son hecha para ser intercambiadas entre diferentes empresas que conforman la economía nacional soviética (Callinicos observó que estas instituciones compiten por la fuerza de trabajo). De haber hecho esto hubiera minado la teoría de Cliff que sostiene que la ley del valor no se genera internamente en Rusia.

En su crítica a mitad de camino, Hallas y Callinicos son poco originales. Aceptando la existencia del trabajo asalariado dejando sin generalizar la producción de mercancías es una idea antigua, originada por Stalin y que fue elevada a la categoría de teoría por Mandel. La perspectiva empírica y burguesa simplemente nota la existencia de los salarios como un hecho. Pero para los marxistas, el trabajo asalariado es mucho más que el pago por un trabajo; es la venta de la fuerza de trabajo como una mercancía especial cuya función especifica es transferir y agregar valor a otras mercancías. Esta es la razón por la cual Marx insistió en que “el capital presupone la existencia del trabajo asalariado”. (En casos excepcionales como el sur de los EEUU antes de la guerra de secesión a mediados del siglo XIX, el capital podía incluso explotar trabajo esclavo -- al menos mientras la relación se mantuviera fundamentalmente capitalista; o sea, mientras la tarea de los esclavos consistía en agregar valor a las mercancías),

Los intentos de Callinicos de reparar la teoría de Cliff insertando el trabajo asalariado como una forma de explotación sin cambiar nada más es simple cosmética. Para llegar a las raíces del problema es necesario refutar la teoría de Cliff que sostiene que la ley del valor no aparece en la URSS debido a fuerzas internas. En cambio, Callincios sostiene que el marco teorico desarrollado por Cliff es aun la base adecuada para analizar el capitalismo de estado. De hecho, los ajustes hechos por Callinicos hacen colapsar el marco teorico desarrollado por Cliff.

Una respuesta a la negación del trabajo asalariado en los estados soviéticos la dio el poeta y trabajador industrial húngaro, Miklos Haraszti, en su obra Trabajo a destajo. Él describe los efectos sobre los trabajadores de las normas fijadas por sus jefes:

Aquel que vende su tiempo, su fuerza, sus habilidades por salarios, ya sea poco a poco, de a ratos, o de una forma total mas transparente, sabe que no trabaja para sí mismo. Él sabe que ha vendido todo, incluso su derecho a determinar cuanto el debe producir. La norma no es más que la esencia de estas conexiones entre los hombres que los científicos sociales llaman relaciones de producción en forma de trabajo asalariado. Bajo condiciones favorables el salario puede ser adecuado, incluso generoso, pero la norma nunca lo es. La norma es los condicionamientos ocultos que determinan el aparentemente voluntario marco del trabajo asalariado. Incesantemente, ella recuerda a aquellos que sueñan con un salario justo, que el trabajo asalariado es el resultado de una constante amenaza sobre nuestras condiciones de vida, la cual prepara el camino hacia una explotación siempre creciente.

Lo que Marx y Engels hicieron para los trabajadores industriales del siglo XIX, Harszti lo hizo para los del siglo XX: él describió no sólo los atributos superficiales del trabajo, sino tambien lo que hay debajo de él. Y esto es lo mismo para el “socialismo” el siglo XX que para el capitalismo del siglo XIX. El trabajo asalariado existe para producir plusvalía.

La fórmula de Mandel de que los sistemas stalinistas combinan “relaciones de producción post-capitalistas” con relaciones de distribución “básicamente burguesas” (Capítulo 3) es precisamente un absurdo. Las relaciones de producción son claramente las más capitalistas, están basadas en la explotación del trabajo asalariado. Las relaciones de distribución divergen de las normas burguesas, pero se mantienen dentro de las “infinitas variaciones y graduaciones” que las relaciones capitalistas permiten.

Competencia no capitalista

Otra crítica del análisis capitalista del sistema stalinista fue desarrollada por Sweezy. En respuesta a la aseveración de Bettelheim de que la competencia por la acumulación de valor transcurre “por medio de demandas de créditos para inversiones en medios de producción que continuamente emanan de las distintas empresas soviéticas” Sweezy replicó que:

Es indiscutible que en el capitalismo los distintos capitales luchan para apropiarse y acumular la mayor fracción posible de plusvalía. En un sentido económico esta es una batalla de vida o muerte: el capital victorioso absorbe a los capitales más débiles, el capital derrotado va a la bancarrota y desaparece. Bettelhei iguala este proceso con los esfuerzos de las empresas soviéticas para conseguir mayores créditos por parte del estado para invertir en medios de producción. Si esta comparación fuera valida, el argumento de Bettelheim daría razones sólidas para establecer similitudes reales (no formales) entre el proceso competitivo entre el capitalismo clásico y la sociedad soviética.

Pero la comparación es totalmente inapropiada. Las empresas soviéticas no son entidades independientes luchando por sobrevivir en medio de la jungla del mercado capitalista; ellas son parte de una estructura burocrática, lo cual es algo completamente diferente. Si uno quiere una comparación valida con el capitalismo, esta debería hacerse entre los burócratas soviéticos y los gerentes de grandes corporaciones como Exxon o General Motors. Ambos grupos obviamente compiten entre ellos, y los individuos pueden progresar o ser despedidos. Pero esto no tiene nada que ver con la supervivencia de las entidades de las que ellos forman parte. Reclamando que estas grandes unidades están manejadas por las mismas leyes económicas tanto en el capitalismo como en la sociedad soviética, Bettelheim está evitando la investigación de cuales son precisamente las diferencias fundamentales entre ambos sistemas.

Sweezy insiste en que no hay nada comparable entre el sistema soviético y el capitalismo occidental. Sus afirmaciones de que las rivalidades internas entre los burócratas y administradores son las mismas en ambos sistemas, pero que no hay competencia entre capitales en el sistema soviético. Pero su analogía muestra lo contrario de lo que él intenta probar. La principal función de los gerentes en el capitalismo occidental no es competir sino explotar a los trabajadores, y este rol es totalmente comparable con el de los burócratas soviéticos.

Además, la ley del valor opera dentro de las gigantes firmas multinacionales. Los monopolios estimulan la competición entre distintas plantas de su propiedad para presionar a los trabajadores a producir mayores beneficios. Esto es típico de las automotrices en los EEUU. Obviamente, el impulso conciente de la competencia no significa introducir la ley del valor; solamente refleja las demandas de una ley preexistente.

Recordemos que para Marx la competencia no es la fuerza impulsora del capitalismo sino el mecanismo para aplicar las leyes ocultas de explotación y acumulación. En el stalinismo el mecanismo de la competencia directa ha sido reemplazado por una pseudo planificación, pero la necesidad de acumulación aun gobierna la economía. Las unidades económicas no viven y mueren según su competitividad debido a la intervención del estado, pero ello no implica la supresión de la ley del valor. Lo único que hace es extender las “violaciones” de la misma que corresponde a la época monopolista del capitalismo.

La comparación de Sweezy de los burócratas stalinistas con los gerentes capitalistas ilustra este punto: las unidades de las corporaciones son cerradas o reestructuradas según sus beneficios, incluso en los casos en que son afectadas por otras firmas del monopolio que producen escasos beneficios. La ineficiencia es una característica del sistema soviético, Y el cierre de empresas ha comenzado a ocurrir bajo el nuevo régimen de Gorvachov. No solo en los regímenes soviéticos hay una competencia encubierta sino que tambien existe el mismo tipo de relación entre entidades subordinadas que en occidente. Ambas ocurren dado que los grandes capitales solo pueden afrontar con éxito la lucha de clases mediante métodos competitivos. Ellos pueden esconder la ley del valor, pero no puede esconderse de ella demasiado tiempo.

La ley del valor de la burocracia

En contraste con Mandel, Cliff, y Sweezy, los teóricos soviéticos después de la muerte de Stalin determinaron que la ley del valor opera en su economía. Prontamente discutiremos lo que ellos quieren decir, pero primero es necesario -- dada la extendida impresión de que las economías stalinistas son independientes de la ley del valor -- probar que lo que los economistas soviéticos sostienen. Citaremos tres autoridades occidentales al respecto.

En el periodo 1956-8 comenzaron una serie de discusiones sobre la teoría y la práctica económica que culminaron con el reconocimiento de que los precios deberían estar basados en la ley del valor como fue determinado por Marx.

Los economistas debatieron la relevancia de la ley del valor en el sistema económico soviético. Una gran mayoría llego a la conclusión de que esta opera en la economía, incluyendo las transacciones dentro del sector estatal, y que la idea contraria de Stalin era equivocada.

Eventualmente, se acumularon suficientes pruebas para demostrar que la categoría valor existía. Frente al todavía vigoroso sector antimercado, la mayoría de los economistas soviéticos sucumbieron a la evidencia y aceptaron que en todos los sectores la economía soviética produce mercancías. Esto significa que los productos son intercambiados y no directamente apropiados y distribuidos. Los productores no se pueden apropiar de los productos sin vender los suyos propios en intercambio. Los precios y la moneda eran categorías económicas indispensables, y la existencia de un mercado, aunque sea “socialista”, no pudo ser denegada. Todas las conclusiones extraídas de esta realidad deben ser reconocidas y la negación de tal realidad debe ser eliminada de la economía soviética.

Un teórico pionero en tal uso del valor fue Oskar Lange, un líder económico stalinista en la Polonia de posguerra. él escribió:

Marx considero la ley del valor como un principio guía que regula la distribución de recursos en la economía socialista. Hay, por supuesto, diferencias en la forma de operación de la ley del valor bajo el capitalismo y el socialismo. En el capitalismo se aplica baja el automatismo impersonal del mercado; en el socialismo sirve como normativa par la distribución de recursos por parte de las autoridades planificadoras.

Marx no considero que la ley del valor sea nada por el estilo, como explicamos en el capítulo 3. El racionalismo de Lange esta diseñado para la planificación de los burócratas quienes prefieren ignorar las consecuencias de la explotación y la lucha de clases -- hasta que encuentran, con o sin la ley del valor, que no pueden evitar las crisis y el decaimiento del capitalismo. ¿Cómo se usa la ley del valor? Los llamados “balances de valor” expresados en términos monetarios son adoptados para ordenar los sectores de la economía soviética.

Los balances de valor determinan la relación de los distintos elementos de la economía en términos monetarios. Las balance de valores de la economía nacional son usados como base para establecer las proporciones socioeconómicas, la relación entre consumo y acumulación en el ingreso nacional, entre la producción de medios de producción y bienes de consumo, entre el verdadero ingreso de la población y su aprovisionamiento de bienes.

La contabilidad de la economía soviética es tan esencial que esta inscripta en la nueva constitución de 1977. Según su artículo 16:

La economía se maneja por medio de planes estatales para el desarrollo económico y social ... y combinando la dirección centralizada con al independencia del gerenciamiento y la iniciativa individual, amalgamando empresas y otras organizaciones, para lo cual debe hacerse uso activo de la contabilidad, beneficios, costos, y otros factores económicos e incentivos.

Ni siquiera los archicapitalistas EEUU abrazan tan fervorosamente la obtención de beneficios en su constitución. Este documento burgués esconde sus objetivos bajo la frase “obtención de la felicidad”.

Los teórico anti-valor siempre destacan que los beneficios en la URSS no son lo mismo que el capitalismo occidental: es una categoría de los planificadores, no el resultado de la competencia. Es verdad, los beneficios stalinistas son una herramienta utilizada para sustituir a la competencia que desarrolla las leyes internas del capitalismo. Pero ella también esta controlada por la ley del valor y limitada por la cantidad total de plusvalía extraída de los trabajadores. Así como los capitalistas piensan que sus ganancias no provienen de la explotación sino de su éxito competitivo, los marxistas de clase media creen que los beneficios de los planificadores son independientes del valor, o sea, de la explotación.

Los planificadores esperan que tomando la realidad del mercado en cuenta podrán administrar su economía mejor, con una medida mas precisa del valor de las mercancías. Ellos no pueden medir el tiempo de trabajo científicamente, debido a los intereses en puja entre distintos sectores. Ellos tampoco tienen un método adecuado para determinar el valor después de la producción, como ocurre en el capitalismo tradicional. En una esfera ellos tienen una solución: el comercio entre países “socialistas” se realiza según los precios del mercado capitalista mundial, de tal forma que cada país esta seguro de que no es estafado. Este método no puede ser empleado fácilmente al interior de los países, al menos que los burócratas abandonan cualquier intento de control sobre la economía. Luego todo lo que ellos pueden hacer cuando tratan de usar la ley del valor para fijar precios es trasladar su problema dejando de tener precios arbitrarios para tener precios imprecisos.

La teoría de Marx no fue diseñada para determinar precios precisos sino para demostrar el funcionamiento del capitalismo; sobre todo sus contradicciones de clase. No fue diseñada para ser “usada” por aquellos que explotan al proletariado. Luego no hay nada en los libros de Marx sobre que hacer con ella. Los teóricos stalinistas tienen que luchar sobre estas cuestiones en las que Marx nunca se preocupo en pensar. ¿Debemos aplicar los valores originales de las mercancías o sus precios de producción? ¿Debemos tener en cuenta los intereses? ¿La renta? ¿La oferta y la demanda? Todos estos problemas fundamentalmente no tiene respuesta: ellos también pueden debatir como “usar” la ley de la gravedad para aprender a volar saltando desde la terraza de edificios.

Lo que los burócratas pueden hacer es controlar es costo monetario de cada mercancía, asumiendo (falsamente) que esto mide el tiempo de trabajo invertido de una forma aproximada a la realidad. Pero ellos aparentemente también ignoran el problema del trabajo socialmente necesario y solamente toman en cuenta cuanto una mercancía ha costado, necesariamente o no. (Esto es otro resultado de considerar que el valor es una categoría racional en lugar de objetiva.) Así ellos llegan a la formula “a mayores gastos, mayores precios” -- un procedimiento que lo único que garantiza es el aumento de precios. Esto frecuentemente los fuerza a combatir el aumento de precios con subsidios masivos, los cuales se vuelven más difíciles a medida que la crisis se profundiza.

La medida del valor según los costos llevo a un académico a la siguiente conclusión realista:

Dado que el carácter único de muchos proyectos de inversión es en la practica muy difícil valorizar el trabajo de diseño y construcción excepto si se lo hace en termino de costos. Así una maximización de las ganancias puede llevar a una maximización de los costos. Así el área de la economía soviética que mas necesita alejarse del culto de la producción es la que mas esta a su merced. Mientras uno puede poner la crudeza de la primera industrialización soviética dentro de una perspectiva histórica, y ver cierta lógica dubitativa en las reformas hechas desde 1965, ahora debemos hacernos al pregunta de que inversión soviética es o ha sido planificada en alguna forma.

La inestabilidad de una planificación determinada por el valor ha llevado aciertos economistas soviéticos a rechazar que la teoría del valor tenga alguna relevancia en la sociedad moderna. Interesantemente, cuando los planificadores soviéticos se alejan de la ley del valor porque esta no sirve a sus propósitos, ellos se refugian en la teoría burguesa de la utilidad marginal. Pero esto también es un intento de describir la sociedad capitalista mediante una ley. Sin embargo, ellos parecen incapaces de usar cualquier herramienta excepto aquellas derivadas por los capitalistas para gobernar sus economías. Más apropiadamente, son las verdaderas leyes capitalistas las que se vuelven contra ellos y destruyen todas sus herramientas.

Los teóricos marxistas que deniegan la existencia de la ley del valor en los sistemas stalinistas tienen un gran problema. Si la ley del valor no regula la economía, luego el “principio planificador” o cualquier otra manifestación de la conciencia humana debe hacerlo. Si es así, ¿Cuál conciencia”?. Obviamente no la de los trabajadores, quienes tienen poco que decir de cómo funciona el sistema. Luego, solamente puede ser la conciencia de los burócratas. Pero su comprensión indica que ellos operan bajo la ley del valor. Con lo que la negación de la ley del valor no lleva de vuelta a la ley del valor.

Por supuesto, cuando las ideas de los planificadores se muestran inadecuadas y la economía no se desarrolla de acuerdo con ellas, es porque siguen las leyes capitalistas que están sobre sus espaldas. No hay escapatoria: el valor dirige la economía burocrática, no importa que los burócratas lo nieguen o lo usen para fortalecer su sistema.

Evadiendo la ley del valor

La ley del valor fue veladamente reconocida por los teóricos stalinistas después de que ellos la hubieron aprendido a usar en la práctica contra los trabajadores. Esto termino con un antiguo debate. Bukharin sostuvo que la ley podía ser usada para planificar, dado que ambos criterios no eran antagónicos. Preobrazhensky sostuvo que ambos eran antagónicos pero que la ley del valor podía ser limitada por la planificación. Sin embargo, la concepción dominante durante el periodo de industrialización forzosa fue que la ley del valor había sido eliminada por la planificación. Ningún cambio en este dogma fue permitido por años.

Voznesensky escribió en 1940 “la ley del valor ha sido abolida en la URSS, a pesar de que la cantidad y calidad del trabajo son la medida de la producción, consumo e intercambio”. En su lugar “en la economía soviética la planificación como directiva de la política económica tiene fuerza de ley”. Esto fue un hecho para la teoría stalinista del final de la década del 20, de acuerdo con el cual nada evita a los bolcheviques hacer lo que se proponían.

Pero al comienzo de los años 40 la cuestión se volvió a reabrir. La teoría de Preobrazhensky era un encubrimiento sutil (tal que es reflejado por la actuales teoría pseudo-marxistas), pero la teoría de Bukharin describía mejor la realidad del capitalismo stalinista. Por lo tanto la línea oficial reviso el dogma de que la ley del valor podía ser ignorada:

Estuvo enraizada en nuestra educación y libros de texto la idea falsa de que en las economías socialistas no hay lugar para la ley del valor. Esta idea esta en absoluta contradicción con muchas afirmaciones del marxismo clásico y con toda la experiencia de la construcción del socialismo. .... La idea de que en el socialismo la ley del valor no juega ningún rol esta en contradicción con el espíritu de la economía política marxista-leninista. ... Por el contrario, ella funciona en el socialismo, pero lo hace de una forma transformada.

Por el contrario, Marx y Engels sostuvieron repetidamente lo contrario, el valor es inexistente en el socialismo (el mismo será gradualmente eliminado durante el periodo transicional del estado obrero). Además de nuestra discusión del capítulo 3 al respecto, podemos citar también la siguiente afirmación de Engels:

Tratar de abolir la forma capitalista de producción estableciendo “un valor verdadero” es equivalente a tratar de abolir el catolicismo estableciendo “un papa verdadero”, o establecer una sociedad en la cual los productores controlen sus productos por medio de la lógica aplicación de una categoría económica la cual es la expresión suprema de la subyugación de los productores por sus propios productos.

La idea de suprimir la ley del valor contradice la propia experiencia de la construcción stalinista; el objeto de la transformación de los años 30 fue su reforzamiento. Readoptar la ley en le teoría fue un reconocimiento tácito de la disciplina capitalista era necesaria, para la fuerza la fuerza de trabajo en primer lugar, pero también para los burócratas. Ello significa que la economía estaba en las manos de unidades separadas y autónomas que no tenían otra alternativa que relacionarse entre ellas por medio del intercambio del valor de sus productos; o sea sus mercancías. El giro de la teoría stalinista fue un reconocimiento de que el sistema operaba sobre una forma alternativa de competencia, la cual de alguna forma ejecutaba las leyes internas del capital para mantener y profundizar la explotación del proletariado.

El momento del giro teórico no fue accidental. Cuando un estado capitalista se enfrenta a un enemigo extranjero, necesita unificar a todas las clases en apoyo de la clase dominante -- mucho mas cuando la existencia de la nación esta en peligro, como ocurrió con la URSS durante la segunda guerra mundial. La maximización del capital nacional es el objetivo, luego el valor fue aprobado. Sin embargo las circunstancias cambiaron. La liberada ley del valor implicaba una restricción cuando la URSS tenía que reconstruirse después de la devastación de la guerra y el comienzo de la guerra fría. En ese momento es cuando Stalin codifica la teoría de los dos sectores. Le dijo a los planificadores que en la industria pesada, la esfera central de las necesidades de la clase dominante, ninguna ley arbitraria podía dictar que producir y que no. Mientras que para los bienes de consumo dedicados a las masas, los planificadores necesitaban la ley del valor para “ejercitar su influencia”; o se mantener la producción de bienes de consumo tan baja como los salarios, pero permitiendo a los consumidores la libre elección dentro de ese marco.

Los marxista de clase media cuya objeción al stalinismo es su mala planificación tienen en esencia los mismo objetivos que este. Ellos también quieren usar la racionalidad de la ley del valor -- obviamente con buenos objetivos. Poniendo de lado sus absurdidades teóricas, esto significa tomado seriamente que el stalinismo es un sistema reformable, uno en el cual los buenos planificadores pueden substituir a los malos dentro de la misma estructura. El programa adecuado luego es democracia. Veremos las consecuencias de tal razonamiento en el capítulo 8.

>>

<<