2. La contrarevolucion consumada

Frente a la doble crisis de a mediados de los años treinta -- un desastre económico doméstico y el surgimiento del fascismo en Europa -- la reinante burocracia tomo otro giro. En su política exterior Stalin revirtió todos los principios leninistas como también todos su adventurismo izquierdista, en busca de aliados burgueses en vez de internacionalismo proletario. Lo que no se ha entendido muy bien hasta ahora son los eventos decisivos que se llevaron acabo al interior de la URSS.

Mientras que los primeros bolcheviques trataron de trazar una ruta segura entre los divididos poderíos occidentales -- en busca de acuerdos transitorios e prácticos de naturaleza política, militar y económicos -- Stalin trató de consolidar acuerdos de largo alcance. El apoyo que le brindó al Koumintang fue solo la antesala. Al Alemania nazi comenzar a retar la división mundial dictada por los tratados pos guerra, los stalinistas concluyeron bloques militares dirigidos a la preservación de los estados imperialistas, se unieron a la Liga de Naciones (hasta entonces, la “guarida de ladrones”), y ordenó a los partidos de la Comitern a colaborar no únicamente con los socialdemócratas (es-“socialfascistas”) sino también con los partidos burgueses.

Stalin trató de probar su valor verdadero para el imperialismo al aplastar las fuerzas proletarias en la Republica Española; le puso un alto a la revolución española en la etapa capitalista -- asegurando la victoria fascista. Desde ese periodo en adelante, la URSS siempre ha asumido un rol conservador en el escenario mundial, salvaguardando sus propios intereses tanto en colaboración y conflicto con el imperialismo occidental.

El giro stalinista desde el aislamiento al frentepopulismo en el extranjero marcó una profundización de la vía rusa hacia el nacionalismo. Los partidos comunistas en el extranjero de igual manera endurecieron su nacionalismo. Habían sido purgados e endurecidos durante el “tercer periodo” -- únicamente para surgir abiertamente como agentes de colaboración de clases, inclinados a convencer a sus gobernantes burgueses a aliarse con Moscú contra Berlín. Mientras que en la superficie reflejaban los intereses nacionales soviéticos, en su interior sembraban más profundamente sus raíces dentro del nacionalismo local: el partido comunista norteamericano cambio su consigna de “¡Hacia una América soviética!” a “¡El comunismo es el americanismo del Siglo XX!” que fue simbólico. La estrategia frentepopulista ha pasado por muchos cambios a través de los años; por ejemplo, en Francia a finales de los años treinta el “Frente Nacional” stalinista abrazó a los fascistas anti-alemanes domésticos. Pero en contraste a los zigzags stalinistas previos, a quedado como una constante desde esos tiempos.

Un giro domestico hacia la derecha

El giro internacional hacia la derecha de a mediados de los años treinta refleja las necesidades domesticas del stalinismo, un giro similar se llevó acabo domésticamente. Es un hecho curioso que pocos observadores ---marxistas e burgueses -- reconocieron el giro conservador stalinista al interior de la URSS; aparentemente los cegó la violencia del “giro hacia la izquierda” del 1929-30 y la gran purga del Partido Comunista a finales de la década.

La situación internacional ejerció tremenda presión a favor de un giro hacia la derecha: el surgimiento del amenazante e anti-comunista régimen nazi cuya existencia se debe a las políticas de la Comitern de a principios de los años treinta. Las amenazas de Hitler intensificaron los temores reales de los burócratas. Ahora la Unión Soviética se encontraba en grave peligro del imperialismo. Un resultado fue la intensificación del nacionalismo ruso (contrario al soviético); que llegó a su máxima expresión durante la Segunda Guerra mundial con las grotescas exaltaciones de Stalin de las memorias de los generales zaristas y las conquistas imperiales.

Otra consecuencia fue el reforzamiento del control político. Las burocracias del partido, del ejercito y industriales tenían que ser sometidas a una disciplina mucho mas rigurosa que anteriormente para eliminar todos los riesgos de subversión interna. Esta necesidad condujo a grandes purgas que tuvieron el efecto de interrumpir la producción soviética en vez de expandirla. Pero todo esto es harto conocido. Lo que necesita esclarecimiento es la consolidación de la panoplia de métodos capitalistas a partir de a mediados de los años treinta hacia delante, las revisiones de la historia soviética y las practicas que han sobrevivido hasta nuestros días sin cambios esenciales.

Para comenzar, los gobernantes claramente se vieron obligados a desarrollar la industria bélica soviética. La producción armamentista avanzó aceleradamente con el crecimiento industrial general del Primer Plan Quinquenal, se estancó a mediados de los años treinta cuando la economía se encontraba en crisis, y se aceleró de nuevo en el 1936 -- cuando la producción industrial soviética deceleraba denuevo. Es notable mencionar que bajo el pacto Hitler-Stalin, Rusia fue capaz de suplirle armas a Alemania. La carrera armamentista privó a la industria civil de recursos y obligó a amplios sectores de la misma a producir insumos para las fábricas de armamentos.

En la URSS pos guerra, el sector militar es el mas tecnológicamente avanzado de la industria. Para lograr la calidad necesaria para contar con fiabilidad (que en general escaseaba de forma notoria), las empresas soviéticas suplidoras a los militares se le requería competir para lograr los contratos. La calidad y la precisión eran problemas aun mayores en la economía anterior a la guerra, cuando se construía la industria, lanzando masas de trabajadores sin destrezas a las fábricas bajo una disciplina dictatorial. Bajo tales condiciones, la construcción de un sector militar de “más avanzada tecnología” iba a requerir una competencia intensificada como ejecutor de la ley del valor. Por ende, la amenaza de guerra, mediante sus efectos nacionalistas y militaristas, era la fuente principal para la institucionalización de las relaciones capitalistas.

Pero estos no se restringían únicamente a la esfera militar. Todo tipo de instituciones tradicionales fueron restauradas, devolviendo a la respetabilidad soviética a profesionales de la vieja clase dominante como el clero y los abogados. La profundidad de las transformaciones fueron oscurecidas por la violencia de los arrestos en masa y las purgas que los acompañaban, pero estos, como veremos, fueron diseñados para eliminar a todos los opositores de la nueva concepción del socialismo. El mito soviético e burgués de una “continuidad marxista-leninista” desde el 1917 hasta el presente está enteramente en desacuerdo con la realidad.

Un cambio notablemente contrarrevolucionario fue el reavivamiento stalinista de la opresión nacional, contrario al apoyo soviético inicial a los derechos de las naciones minoritarias (incluyendo la autodeterminación). Poblaciones completas (coreanos, alemanes del Volga, tártaros, etc.) fueron deportados de sus lugares de origen. Varias republicas nacionales fueron disueltas y sus poblaciones “asentadas en otros lugares”. Los colonos rusos en las republicas minoritarias se les concedió privilegios, y las lenguas no-rusas fueron rusificadas. El resentimiento nacionalista que se provocó se ha desbordado sangrientamente en el presente.

La competencia e inequidad en el trabajo

Los stalinistas adoptaron técnicas competitivas en todas las esferas. En la agricultura, la colectivización no fue un proyecto socialista sino gerencial. La competencia se utilizo para romper el trabajo colectivo alentando la visión pequeña burguesa tradicional en el campesinado.

En un aspecto importante -- la colectivización resultó ser un cambio menos radical en el modo de producción agrícola de lo que aparentaba a primera vista. El campesino se convirtió en un productor colectivo, pero la tierra que el kolkhoz [finca colectiva] cultivaba colectivamente se dedicaba principalmente a los cereales, y los cereales -- eran el artículo principal de obtención estatal. En otros aspectos el campesino del kolkhoz podía permanecer como un productor privado, cultivando su propia parcela privada -- habilitada para criar un número limitado de animales fuera del sistema colectivo. Aunque las parcelas privadas eran pequeñas, fueron de gran importancia para los campesinos, y de hecho para la totalidad de la economía nacional. Los productos de las parcelas privadas se podían vender en los mercados kolkhozes de los pueblos, y el dinero de las ventas iba directamente a los campesinos individuales, y no al kolkhoz, Entre el 50 al 70 porciento de la producción total de los vegetales, frutas, leche y carnes provenían de las parcelas privadas en el 1937, y una gran parte de esta producción se vendía en los mercados kolkhozes en vez de a las agencias de obtención estatales.

En el trabajo la consigna del día era la “emulación socialista”.

Los incentivos se hicieron mucho mas efectivos, al cambiarse las escalas salariales y los ampliados diferenciales monetarios, mediante la abolición gradual del racionamiento y la mayor disposición de bienes para comprar. Los precios muy altos de las necesidades básicas, durante e posterior al 1934, estimularon la realización de mas trabajo por destajo, para rendir lo requerido.

El creciente paso a tales políticas de incentivacion se sumó a la campaña stajanovista que comenzó en el 1935, donde a los obreros diestros “estrella” se les daba ayuda humana e material para romper las normas de trabajo y establecer tasas elevadas para todos los trabajadores. La intención de la campaña consistía en romper el compromiso de los obreros soviéticos con la equidad como también para crear una nueva aristocracia laboral con profundos intereses en el poder estatal de los burócratas. El nuevo sistema constituía una intensificación de los métodos capitalistas. Trotsky citó al presidente de la Comisión de Planificación Estatal: “El rublo se convierte en el único medio para la realización del principio (¡) socialista de compensación por el trabajo.

Bajo glasnost en la URSS se reveló que las milagrosas proezas de productividad logradas por el héroe original, Stakhanov, eran realmente el trabajo de tres hombres, no uno. Mas aun, el stajanovismo, contribuyo a un aumento de accidentes mineros y, consecuentemente, a una campaña de persecuciones contra “saboteadores”. También hubo oposición obrera, frecuentemente violenta, a la imposición estatal de la inequidad y a un ritmo mayor de trabajo.

El régimen se aseguró que la mujer se sometiera a la doble carga del trabajo domestico e crianza como también al trabajo asalariado, como bajo el capitalismo. Alarmado por la creciente escasez de trabajadores, el estado abolió el derecho al aborto, una de las principales conquistas de las trabajadoras establecido por la revolución del 1917. La propaganda conservadora exaltando a la familia nuclear y la “sacrosanta” maternidad ha sido una constante en la prensa soviética desde aquellos tiempos. En el mismo espíritu, la homosexualidad fue criminalizada.

Entonces desde el punto de vista de los obreros y campesinos, a mediados de la década del treinta, se reestablecieron los métodos capitalistas tradicionales de la competencia dirigidos a estimular la producción. Pero los métodos tradicionales no fueron suficientes: para llevar acabo una genuina contrarrevolución, era necesario aumentar la represión contra los trabajadores, a tal nivel que condujo a Trotsky a denominar al régimen “totalitario”. La literatura y el arte se convirtieron monolíticos y sofocantes. No fue únicamente el partido stalinizado y los soviets erosionados sino todas las organizaciones obreras -- desde los sindicatos hasta los clubes deportivos -- fueron incrustadas con una jerarquía burocrática.

Las leyes laborales fueron drásticamente endurecidas. En primer lugar la libreta jornalera fue reintroducida, en efecto creando un pasaporte interno para la clase obrera. Entonces se restauraron las penalidades de despidos automáticos y perdida de residencia por un solo caso de ausentismo. Tales medidas, originalmente legisladas a principios de los años treinta, habían perdido fuerza debido a que gerentes individuales las ignoraron; y aun en el clima represivo del 1938 cayeron en desuso. Finalmente, en el 1940 los cambios de empleo y el ausentismo (el llegar mas de 20 minutos tarde al trabajo contaba como un día completo de ausencia) se convirtieron en ofensas criminales castigables con la cárcel. Como lo resumiera un observador, “Tomó un poco mas de veinte años para cambiar de la Revolución de Octubre que declaraba las fabricas propiedad de los trabajadores al decreto de Stalin, que redujo a los trabajadores a propiedad de las fabricas.

El ataque stalinista contra los trabajadores fue acompañado por una contrarrevolución en la teoría marxista. Algunas de las contribuciones teóricas de Stalin ya se han mencionado. Para ilustrar mas aun la nueva política de oposición abierta a la equidad dentro de la clase obrera, su ayudante Voznesensky escribió en el 1931 una defensa del trabajo a destajo (pago no de acuerdo a las horas trabajadas sino de acuerdo a las tareas completadas):

En el periodo del socialismo todavía habrá jornales al destajo, ya que esto corresponde mejor al principio de renumeración de acuerdo a la cantidad e calidad del trabajo suplido, y ya que aumenta la productividad del trabajo y garantiza la acumulación socialista.

Sin embargo, Marx había caracterizado al trabajo de destajo como una “forma de salarios mas apropiados a la producción capitalista”, por esas mismas razones. Bajo el NEP algunas normas de trabajo al destajo se habían introducido como mediadas necesarias pero temporeras. La innovación de Stalin consistió en su justificación de la creciente inequidad, en parte citando a Marx. Cualesquiera que fuese la justificación, la tendencia se convirtió dominante. Ya para la muerte de Stalin, tres cuartas partes de los trabajadores industriales soviéticos se encontraban bajo el sistema de trabajo al destajo. Trotsky comentó atinadamente:

Cuando el ritmo de trabajo se determina por la persecución del rublo, entonces la gente no se consumen así mismos ‘de acuerdo a sus habilidades’ -- es decir, de acuerdo a la condición de sus nervios e músculos -- sino en violación de ellos mismos. Este método únicamente se puede justificar condicionalmente y por referencia a una severa necesidad. Declararla como ‘principio fundamental del socialismo’ significa cínicamente el pisotear la idea de una nueva e mas elevada cultura en la suciedad familiar del capitalismo.

La planificacion stalinista

La intensificación de las políticas represivas del trabajo demuestra que la burocracia estaba crecientemente consciente de su separada existencia como explotadora de la clase obrera. Pero sus propias divisiones internas, por encima de las necesidades de los gerentes individuales para correr sus plantas exitosa e competitivamente, convirtieron en algo problemático el llevar acabo los decretos centrales que limitaban la habilidad de los patronos a negociar con su fuerza de trabajo. Estos intereses gerenciales apartes no fueron obviamente el resultado de la propiedad individual de las empresas, o de acciones en corporaciones separadas, como bajo el capitalismo tradicional. Para entender su desarrollo, miremos a los métodos de descentralización que introdujo el stalinismo.

El sistema de planificación es supuestamente el corazón del centralismo stalinista. La administración de la economía se dividía en varios estamentos: la Comisión Estatal de Planificación (Gosplan) en la cúpula; los varios ministerios económicos (estos se multiplicaron de cuatro en el 1934 a doce en 1936, y entonces veinticuatro en el 1939), y mas aun desde entonces, subministerios de producción o territoriales (glavki); y las mismas empresas. A pesar de la jerarquía formal de planificación, donde teóricamente todos los bienes producidos se transferían desde una firma a otra mediante unos mercados al azar pero por decisiones administrativas, la realidad es que la competencia floreció a cada nivel del sistema de planificación. Mientras más elaborada se transformaba la economía stalinista, más competitivos se convirtieron los diferentes intereses: si no sobre las ventas, entonces sobre los recursos, el trabajo, los fondos y las asignaciones.

Respecto a la economía soviética, había -- una revisión fundamental de teoría e practica comenzando a mediados de los años treinta, basado en la interrupción de la vieja teoría e practica. El Primer y Segundo Plan Quinquenal habían logrado a un nivel considerable la industrialización de Rusia; para el 1936, sin embargo, era evidente que la producción por si misma no era la solución a los problemas económicos básicos. ... Como respuesta a tales problemas y debido a la evidente inadecuación de la primera doctrina, ... el énfasis desde a mediados de los años treinta ha sido en la competencia (“emulacion socialista”), en recompensas como incentivos, en las ganancias, en los precios que reflejan mas adecuadamente las condiciones de los mercados, en la “responsabilidad económica”, y en las “leyes económicas”.

Tales políticas son normalmente asociadas con los reformistas de la URSS del presente, pero todo comenzó con Stalin. El autor de un estudio importante sobre la planificación soviética lo resumió:

Dentro de cada ministerio, empresas competían ferozmente por el estatus de privilegio, por cuotas razonables y por ordenes fáciles. La misma clase de competencia existía a un nivel inferior dentro de cada empresa y a un nivel superior dentro de los ministerios. La selva del capitalismo liberal del pasado aparenta un torneo de esgrima comparado con esta sórdida lucha mutua por la obtención de influencias entremezcladas con negociaciones, tratos a cuartos oscuros y chantajes.

Obviamente la “planificación” bajo las condiciones de la lucha por la sobrevivencia en la selva stalinista es difícilmente el mecanismo científico que los fundadores del estado obrero tenían en mente. Es en realidad administración mediante decreto arbitrario. El mero concepto de “competencia socialista” como medio para subordinar a todas las unidades de producción al empuje hacia la maximización de la acumulación hace la planificación genuina imposible: para calcular y prever el rendimiento de cualquier empresa, taller o trabajador individual requiere de prácticas de trabajo regulares, cooperativas y predecibles. Los métodos stalinistas de incentivacion -- el stokjanovismo, trabajo de shock, etc -- elimina esa posibilidad.

De igual manera, el mercado de mercancías fue reemplazado por un sistema de mandatos desde la cúpula, basándose no en una planificación científica que engranaba los recursos con las necesidades sino en un sistema de prioridades. Los sectores de la industria pesada y militares eran favorecidos, y la agricultura e industria liviana eran subordinadas a ellos. Como resultado, la producción “planificada” en las esferas desfavorecidas a menudo estaba por debajo de las metas anticipadas durante los años treinta; estos sectores fueron privados de recursos y abandonados a buscar a gatas lo que encontrasen. Esto significó que, fuera de los sectores mas privilegiados, la economía soviética estaba sujeta a un plan que en efecto aceleraba su descentralización. Diremos mas sobre la planificación soviética en el próximo capitulo.

Las tendencias descentralizadoras en la economía emergiendo en medio de la centralización política y planificación nacional han sido obviadas por marxistas de todas los tipos. Estos ven únicamente la forma externa de las instituciones sin penetrar hasta las contradicciones entre la forma y el contenido. El corazón del asunto fue la intensificación de la lucha sobre la plusvalía y la acumulación. Esa es la esencia de todas las formas competitivas que se afirmaron así mismas al la nueva clase dominante prepararse para asumir el poder.

La ley sovietica

La estructura de la ley soviética fue de igual manera revisada para mediados de los años treinta. La nueva constitución soviética de Stalin del 1936 (aparentemente redactada por Bukharin) removió las ventajas electorales especiales otorgadas a los trabajadores por la constitución original adoptada al principio por la revolución. En su lugar, ofreció un modelo del sistema parlamentario burgués basado en los votos de individuos aislados. Por supuesto, ya para el 1936 de todos modos los trabajadores habían perdido sus derechos democráticos en los soviets; y, por lo mismo, las elecciones tipo burguesas que se habían ofrecido nunca se dieron. No obstante, el cambio simbólico desde un modelo proletario a uno burgués tuvo gran significado. En las palabras de Trotsky, esto significaba la “liquidación jurídica de la dictadura del proletariado”. Para Stalin era una manifestación de que la revolución soviética había alcanzado sus objetivos políticos principales y había terminado oficialmente el periodo de levantamientos.

Para todos los fines prácticos, la constitución de Stalin definía la clase dominante en desarrollo en la URSS:

Los ciudadanos mas activos e políticamente conscientes dentro de la clase obrera, campesinos e intelectuales que trabajan se unen voluntariamente al Partido Comunista de la Unión Soviética, que es la vanguardia del pueblo trabajador en su lucha para construir la sociedad comunista y es el núcleo dirigente de todas las organizaciones del pueblo trabajador, tanto social y gubernamental.

El Partido Comunista incluía no únicamente a la burocracia mayor sino a un cúmulo de gente a cada nivel, incluyendo a miembros de los bajos niveles obreros. Pero la constitución le otorgó a la jerarquía del PC el derecho a señalar el cuerpo entero de los oficiales dirigentes en todas las esferas de la vida. (Así se creo la nomenclatura) Trotsky observó: “Esta formula sorprendentemente cándida... revela la totalidad de lo ficticio del rol político de estas ‘organizaciones sociales’ -- ramales subordinadas de la firma burocrática”. La aseveración de la burocracia sobre su derecho a dirigir todas las organizaciones sociales señala hacia su creciente autoconciencia como un estamento separado en el proceso de convertirse en una clase separada.

En el 1936 Stalin también extendió su dogma de que las relaciones capitalistas habían sido aniquiladas en la Unión Soviética al declarar “la victoria completa del sistema socialista en todas las esferas de la economía nacional es ahora un hecho”. Mientras que la emergente clase dominante no era capaz de presentar una justificación abiertamente legal para su dominio, si podía negarle la legitimidad del dominio obrero.

Stalin razonaba que el proletariado era una clase explotada por los capitalistas y que ya no habían capitalistas; por lo tanto, ya no puede haber mas proletariado, y, por lo tanto, tampoco la dictadura del proletariado. Como argumento silogístico era perfecto. Pero había un pequeño problema. Si el proletariado ya no existía, ¿quien lo había reemplazado a la cabeza del estado? Stalin propuso, un tanto no convincente, que el socialismo soviético ahora encarnaba a la “dictadura de la clase obrera”, añadiéndole que “nuestra clase obrera, lejos de estar privada de los instrumentos y medios de producción, por el contrario, los posee conjuntamente con todo el pueblo”. Mas nada con la aseveración maoísta de que el “estado de todo el pueblo” había sido un invento contrarrevolucionario de Khrushchev que cambio todo lo que Stalin representaba.

Situando las mentiras de Stalin y su teoría enrollada a un lado, los cambios en la ley soviética acompañando la nueva constitución eran muy reales. Lo específico lo ofrece Harold Berman, una reconocida autoridad del sistema legal soviético; citamos algunas secciones específicamente extraordinarias. Primero Berman cita a un libro de un experto financiero soviético de los años treinta, M.I. Bogolepov, explicando como y porque las firmas soviéticas fueron convertidas por ley económicamente independientes:

Lógicamente, [la acumulación de capitales] se podía contribuir enteramente al fisco publico, debido a que el estado es el propietario de la industria. Sin embargo, de hecho, el proceso es mucho mas complicado. Esto es cierto por las siguientes consideraciones: el estado busca crear entre sus gerentes y trabajadores de sus empresas un interés directo en los resultados de sus esfuerzos. Las empresas estatales funcionan como unidades económicas jurídicamente independientes. Cada empresa, habiendo recibido del estado para su uso exclusivo tanto equipo como capital, procede a operar por si mismo, con su propia contabilidad financiera, cuenta bancaria, facilidades de crédito, y, finalmente, con su derecho a realizar ganancias. En la distribución de las ganancias las empresas consideran sus propios requisitos, y contribuyen una suma definida al bienestar obrero, y le provee bonos a los mejores trabajadores.

Berman entonces resume como el sistema se desarrolló en la historia soviética:

Aunque la contabilidad económica (khozraschet) es un concepto que data del periodo NEP, cuando las empresas estatales competían con negocios privados, perdió su realidad durante el periodo del Primer y Segundo Plan Quinquenal, cuando el empuje era hacia la producción casi sin consideración de costos. ... El cambio critico aquí, como en muchos otros aspectos del desarrollo institucional soviético, se dio en el 1936, cuando se ordenó ponerle fin a los subsidios estatales de las empresas. Aunque hubieron innumerables excepciones a esta regla, el principio que estableció ha permanecido: en primer lugar, que cada empresa económica debe ser rentable en el sentido de que el valor monetario de sus operaciones debe exceder la de sus gastos, y en segundo lugar, que cada empresa debe ser responsable financieramente de sus obligaciones.

Las consecuencias de tratar a las empresas soviéticas jurídicamente independientes consistió en que podían firmar contratos entre si, demandar en las cortes si los contratos no se cumplían, y ser recompensadas por daños en las mismas cortes. Cada firma operaba como una corporación gubernamental (“o autoridad”) en los EE.UU.; aunque de propiedad estatal, tenían autonomía financiera e independencia legal. Berman señala que el “director de la empresa es en un sentido igual a un sirviente publico occidental, pero en otro sentido es como un ejecutivo de negocios occidental. Mide su éxito no por el bienestar de la economía en su totalidad, sino por los logros económicos de su empresa”.

Este último punto es crucial. El principio de Marx que declara que “el capital existe y solo puede existir como muchos capitales” fue redescubierto e verificado sin querer por el stalinismo.

Los desordenes del primer Plan Quinquenal aclaró que los agentes estatales de acumulación de capitales tenían que ser obligados a producir “racionalmente”. La economía estatificada permitió violaciones a la ley del valor aun mayores que bajo el capitalismo monopolista tradicional. Para corregir los excesos, se crearon substitutos para la competencia de los mercados -- pero sin remover el poder central de asignaciones hecho posible por las nacionalizaciones. Eso se logró al convertir la variedad de empresas relativamente autónomas. Al asegurar que cada capital tenga que confrontar a otros en el proceso de producción para el intercambio, los gobernantes estaban esperanzados en imponer la disciplina del valor.

Los gerentes cuyos intereses económicos residían en el éxito de sus propias firmas, y no de la sociedad, se convirtieron en agentes de las leyes económicas del capital. Buscaban disciplinar a sus trabajadores y acumular, centralizar y modernizar los capitales- -- no de acuerdo a las necesidades de la nación y ciertamente no de acuerdo a las necesidades e derechos de los trabajadores -- sino para maximizar el valor de la plusvalía a sus disposición. La burocracia central, representando los intereses de la totalidad de los gobernantes, se veían obligados a balancear sus demandas contra los intereses específicos de sus agentes locales. Explicaremos con lujo de detalle las consecuencias de esto en el próximo capitulo.

Las grandes purgas

Las purgas masivas de a finales de los años treinta destruyeron todas las ataduras al bolchevismo dentro del partido y le impartió a la nueva cúpula gobernante de la burocracia -- su estructura organizada y reconocimiento formal.

Las purgas eliminaron a cientos de miles de trabajadores avanzados y oficiales partidarios. El partido se trasformó totalmente en sus niveles superiores--en la cúpula: ya para el Decimoctavo Congreso del Partido en el 1939, el 70 al 90 por ciento de los que ocupaban puestos en el 1934 (en el congreso previo) habían sido removidos, encarcelados o asesinados. Casi la totalidad de los “directores rojos”, los comunistas que habían administrado la industria a partir de los años veinte hacia delante, fueron erradicados. Fueron reemplazados por la “nueva intelectualidad”, la generación de Brezhnev/Kosygin/Andropov en el partido que habían sido adiestrados bajo Stalin, elevados precipitadamente a posiciones de responsabilidad y comprometidos con dominio del partido sobre las masas. Las purgas concretizaron e descentralizaron las estructuras y relaciones sociales establecidas a mediados de los años treinta. De esta manera se produjo la clase capitalista burocrática y el sistema capitalista estatificado que define al stalinismo en el presente.

El alcance de las purgas en su nivel cumbre fue sorprendente. Al final, 100 de los 139 miembros del comité central fueron ejecutados, de igual manera, el 90 por ciento de los dirigentes de los comités centrales de las republicas soviéticas; todo el comité central del la Juventud Comunista; seis de los siete presidentes del Comité Ejecutivo Soviético; el 90 porciento de los Comisarios del Pueblo de todas las republicas, casi toda la Comisión de Controles, el Consejo de Guerra y los dirigentes de la policía secreta y los exchekistas; el 60 porciento de los funcionarios de la Comitern. En las Fuerzas Armadas Soviéticas, el 86 porciento de todos los oficiales superiores y el 50 porciento de todos los oficiales (incluyendo los sin comisión) fueron fusilados, específicamente: 14 de 16 generales del ejercito, 66 de los 199 generales de división, 221 de 377 generales de brigadas, 8 de 8 admirantes, 11 de 11 comisarios.

Las purgas decapitaron y transformaron al partido y hicieron añicos el aparato estatal y al ejercito, el poder armado del estado obrero. Trotsky categorizó estos eventos como una “guerra civil preventiva” departe de la burocracia contra los trabajadores desarmados e desmoralizados.

Ninguna clase dominante se puede dar el lujo de exterminar a la clase que explota, un hecho que le pone límites a su violencia en la lucha de clases. Pero el stalinismo, encaraba una necesidad de eliminar todos los remanentes del poder proletario y todo movimiento e conciencia independiente de clases, y logró además la eliminación de todos los dirigentes revolucionarios e potencialmente revolucionarios de los trabajadores. No solamente los oposicionistas de izquierda fueron destruidos sino también a los exderechistas y aun al núcleo estalinista de a principios de los años treinta: todo vestigio del patrimonio de Octubre se consideraba una amenaza.

Las purgas no se limitaban a los altos dirigentes del partido sino que se extendieron profundamente al interior del proletariado. Cualquier trabajador que se destacase en defensa de los derechos obreros o en la tradición de Lenin era denunciado como trotskista y deportado a los campos de trabajo. Las cantidades precisas de los trabajadores o miembros partidarios asesinados son desconocidas; solamente son posibles estimados. “A los principios del 1918 el partido contaba con entre 260,000 a 270,000 miembros, mayormente personas jóvenes. Aun tomando en cuenta la alta mortandad durante la Guerra Civil [del 1918-1921] se puede asumir que escasamente menos de 200,000 de esta gente estaban vivos a principios del 1939. Pero únicamente el 10 porciento de ellos habían permanecido en el partido”. Los otros habían sido liquidados o simplemente purgados; en cualquier caso el partido ya no era de ellos.

Como resumiera Trotsky, “Para establecer el régimen que es justamente denominado stalinista, no era necesario el partido bolchevique sino la exterminación del partido bolchevique”.

La nueva burocracia

Las purgas crearon numerosas vacantes administrativas, y el emergente estamento de burócratas esperaba para asumir sus puestos: “El partido fue transformado rápidamente a una elite gerencial e técnica bajo el sistema ministerial. En el 1927, solo había nueve mil miembros del partido con educación superior y 751 con educación técnica superior. En diez años, ciento cinco mil miembros tenían educación superior y 47 mil educación técnica superior. El influjo a la economía industrial de especialistas técnicos jóvenes y su promoción a puestos técnicos e gerenciales dirigentes se aceleró por las purgas de oficiales administrativos e económicos en el 1936 y 1937. Los viejos dirigentes glavki bolcheviques fueron liquidados, y la composición del personal gerencial de planta fue alterado significativamente con la purga de los directores rojos....”

Que la nueva burocracia superior era de hecho una clase separada por encima del proletariado es mostrado por las relaciones sociales que se introdujeron durante ese periodo. Proveemos varias descripciones, denuevo debido a que los efectos conservatizantes del periodo contrarrevolucionario no son comúnmente comprendidos.

La creación del andamiaje jerárquico de patronos dedicados, atados por una disciplina, privilegio y poder, fue una estrategia deliberada de ingeniería social para ayudar a estabilizar el cambio. Nació, entonces, bajo condiciones de estrés, desorganización en masa y lucha social, y a los patronos le pidieron que se viesen así mismos como comandantes en una batalla. El partido deseaba que los patronos fuesen eficientes, poderosos, severos, impetuosos, y capaces de ejercer presión de forma ordinaria e despiadada y obtener resultados ‘a cualquier precio’. ... La formación de gerentes despóticos era un proceso donde no se lograban dirigentes sino gobernante.

La nueva clase dominante formada se organizó así misma mediante la nomenclatura, la lista jerárquica de puestos oficiales y los miembros partidarios elegibles para los mismos, combinado con los privilegios de cada puesto. El viejo espíritu comunista que había permeado al partido aun durante la “revolución desde arriba” se había eliminado por la corrupción. El clásico “máximo” partidario que había limitado los salarios de los oficiales partidarios a los salarios de los obreros se consideraba ahora un chiste; el consumo conspicuo se convirtió en la norma, y las tiendas especiales de ventas de lujos ajustadas a los rangos fueron establecidas como la norma que todavía enfada a los trabajadores hasta el presente. Los nuevos gobernantes se veían obligados a comportarse como una elite apropiada. Esto se describe en un recuento que cita a varias entrevistas con especialistas técnicos soviéticos posterior a la Segunda Guerra Mundial.

El endurecimiento de la disciplina del trabajo durante los años treinta fue acompañado, posterior al 1937, por la introducción de relaciones jerárquicas formales. ‘No se daban declaraciones abiertas y nada era dicho en las reuniones o en los periódicos. Pero privadamente nos decían que nos comportáramos diferente’. Las instrucciones orales nos alentaban hacia unas relaciones más rígidas: ‘se desalentaba la confianza entre los superiores y subordinados; a los subordinados no se le permitía sentarse al rendirle informes a los superiores; los informes tenían que ser cortos y únicamente luego de otorgarle una cita; cuando pasaba el director o jefe por un taller, los trabajadores se veían obligados a pararse para mostrarle respecto. Las relaciones jerárquicas también se alentaban fuera de los trabajos. ‘Se nos daban indicaciones para que seleccionáramos nuestros amigos de entre el personal de nuestro mismo rango’. ...

Las nuevas relaciones sociales no solamente transformaron al personal del partido gobernante sino también su carácter de clases. Su base proletaria original se había erosionado temprano en los años veinte, pero el reclutamiento de la intelectualidad en los años treinta se convirtió en una política positiva. Los “leninistas” anti-stalinistas que creen que el “socialismo” debe introducirse a los trabajadores desde fuera de la clase (ignorando el cambio teórico de Lenin descrito en el segundo capitulo) deberían echarle un vistazo a su reflexión en el Partido Comunista stalinista.

Para consolidar su posición, los nuevos burócratas se aseguraron que la movilidad social acelerada desde la clase obrera y el campesinado que les dio la oportunidad de encaminarse hacia la dominación ya fuese tronchada. El cisma entre la burocracia y el proletariado se ensanchó; la burocracia se convirtió en una clase dominante de auto perpetuación.

El influjo de obreros y hijos de obreros hacia las instituciones de educación superior declinó marcadamente posterior al 1933. De igual manera, la promoción de obreros a posiciones administrativas casi se elimina durante la segunda mitad de los años treinta. Los obreros sobresalientes se encontraban ahora protegidos por alto salarios, bonos y otras recompensas, y en sus posiciones sociales e materiales fueron elevados mucho más alto que la mayoría de los obreros, casi al nivel de los rangos superiores de los empleados de planta y los ingenieros. Pero no fueron “promovidos” mas; permanecieron como obreros manuales. Mas aun, y ya para este tiempo la vía a la educación superior estaba abierta para escasamente algunos obreros favorecidos, con la perspectiva de mas tarde ascender al liderato industrial. La idea de darle la dirección de la industria en manos de gente emergiendo de la clase obrera y atada al trabajo, como se había formulado a finales de los años veinte, se había descontinuado, y la orden para asegurar un núcleo obrero en los colegios y escuelas técnicas había sido implícitamente olvidada. Para finales de los años cuarenta se le obstaculizó a los hijos de los obreros la entrada a la educación superior.

Es decir, los obreros diestros ahora eran reclutados a la aristocracia laboral pero ya no a la burocracia. La nueva burocracia trataba de construir una base masiva de apoyo, pero a la misma vez cerraba las puertas a la movilidad de clases detrás de ella misma. Garantizaba la delineación rigurosa de las líneas de clases representadas por la nomenclatura.

La contrarevolucion triunfante

La culminación formal de la contrarrevolución se dio en el Decimoctavo Congreso del Partido en marzo del 1939. Aquí el triunfante partido comunista santificó las nuevas relaciones sociales y se dedicó así mismo abiertamente a la intelectualidad burocrática. Mas allá de este punto era imposible decir que el estado era gobernado en el interés de la clase obrera, por más distorsionado en forma que estuviese. A la clase obrera se le deprivó hasta de sus substitutos en el poder, y la transformación económica ya en proceso durante la mayor parte de la década garantizaba que el estado encarnaba ningunos intereses “objetivos” del proletariado.

Considerando que la Constitución del 1936 había depuesto simbólicamente al proletariado a favor de “todo el pueblo”, ahora el Congreso del Partido le entrego el poder a la nueva burocracia. El reclutamiento al partido se había descontinuado durante las purgas; cuando recomenzó las categorías de la intelectualidad proveían sobre 40%, comparado con poco menos de 2% en el 1929. (El reclutamiento obrero declinó de 81 a 41 porciento; el resto del 15 porciento ambas veces se clasificaron como campesinos.) Desde el 1939 al 1941, los obreros componían menos del 20 porciento de los nuevos miembros mientras que los funcionarios, empleados e intelectuales constituían sobre 70 porciento.

En su discurso ante el congreso, Zhdanov, el secuaz de Stalin, declaró que la preferencia dada hasta entonces a los nuevos miembros obreros había terminado: “El sistema existente, de acuerdo a las reglas partidarias, de admitir nuevos miembros al partido de acuerdo a cuatro categorías diferentes, basándose a el estatus social [i.e., clases] del solicitante, es obviamente incompatible con los cambios en la naturaleza de clases de la sociedad soviética resultante con la victoria del socialismo en la URSS”.

Por “cambios en la naturaleza de clases de la sociedad soviética”, Zhdanov significaba la liquidación de la vieja burguesía y el nuevo rol prominente de los intelectuales. El mismo Stalin reconoció indirectamente la falta de confianza de las masas a ese “amistoso estamento de intelectuales sin clases”, demandando de todos consideración para la nueva clase: “Nuestra nueva intelectualidad requiere una nueva teoría, una teoría que enseñe la necesidad de una nueva actitud cordial hacia ella, atención e respeto para ella, y cooperación con ella en el interés de la clase obrera y el campesinado. Eso está claro, pienso yo”.

Respetada o no, la nueva clase dominante pronto emergió victoriosa de su primera prueba de fuego: la invasión alemana durante la Segunda Guerra Mundial. Durante la guerra, la nueva elite directiva en la industria, el estado y el ejército se consolidó. Aunque estamentos completos de la población soviética inicialmente se abanderaron con las fuerzas invasoras basándose en el odio por las privaciones y la represión que habían sufrido durante una década, las actitudes nazis probaron ser no menos tiernas a las naciones “subhumanas”. Ya para finales de la guerra, los gobernantes stalinistas habían establecido la soberanía sobre las masas renuentes.

La base de apoyo de los stalinistas no se debía ni al socialismo o a la revolución internacional sino al despertar de sentimientos de “defensa a la patria”. Emergieron de la guerra una clase dominante confiada, con su poder solidificado dentro de la URSS y capaz de expandir el stalinismo en el extranjero cuando las condiciones lo demandaran.

>>

<<