1. La contrarrevolución política

Lanzándole una mirada retrospectiva a los cambios creados en la URSS durante la década de los años treinta, es impresionante dos desarrollos notables e inesperados. El primero es la transformación de un país atrasado a un poderío industrial capaz de derrotar los ejércitos de Hitler. El otro es el surgimiento de un estado totalitario que asesino mas comunistas que lo que hubiese soñado Hitler. La contrarrevolución que llevó acabo el dominante partido estalinista creo el “socialismo real” que todavía existe. La ruta que tomó y los problemas de análisis que surgieron son los temas de este capitulo.

Visto que los fundadores del marxismo habían establecido las bases para analizar el progreso de los estados obreros hacia el socialismo, nunca antes se había tomado ninguna consideración sobre la degeneración del dominio obrero. Los oposicionistas de izquierda fueron obligados a generar un entendimiento teórico de la transformación del sistema soviético. No es una casualidad que sus posiciones cambiaron a través del tiempo debido, primero a que confrontaron una realidad cambiante y, en segundo lugar, debido a su creciente entendimiento del asunto.

En la primera sección analizamos el desarrollo del análisis de la izquierda, en particular el de Trotsky sobre el estado soviético y el partido estalinista, a través de tres etapas: en la víspera del rompimiento de Stalin con los bukharinistas; posterior a la “revolución desde arriba”; posterior a la crisis del stalinismo causada por el desastre económico en la URSS y el triunfo del fascismo en Alemania. Luego la parte central del capitulo presenta nuestro propio análisis de la culminación de la contrarrevolución. Finalmente, criticamos las últimas posiciones de Trotsky.

La contrarrevolución social vs. la contrarrevolución política

A finales de la década del veinte del siglo pasado, la oposición de izquierda incluía a varias tendencias teóricas. Una de ellas mantenía que el estado obrero ya se había demolido; mientras que otra, que la burocracia, a pesar de todo, construía el socialismo. Trotsky era de los pocos que mantenían la posición de que la contrarrevolución se llevaba acabo pero que todavía no era triunfante.

Los oposicionistas que creían que el estado obrero ya no existía razonaban que los soviets, los órganos del poder obrero, ya estaban moribundos. Trotsky no retó ese hecho; en vez le señaló hacia la centralidad del partido comunista, la institución obrera que todavía retenía las riendas del poder.

El carácter socialista de nuestra industria estatal -- considerablemente atomizada como está: con una competencia entre los varios trusts y fabricas; con la posición material onerosa de las masas trabajadoras; con un nivel cultural inadecuado de importantes círculos de trabajadores -- el carácter socialista de la industria se determina y asegura de forma decisiva por el rol del partido, la cohesividad interna voluntaria de la vanguardia proletaria, la disciplina consciente de los administradores, funcionarios sindicalistas, miembros de los núcleos de taller, etc.

Si permitimos que esta red se debilite, desintegrándose y rompiéndose, entonces se hace absolutamente autoevidente que dentro de un periodo corto no quedara nada del carácter socialista de la industria estatal, el transporte, etc. Los trusts y fábricas individuales comenzarán a ejercer una vida independiente. No quedara ni una traza de los comienzos de la planificación, que está tan débil en el presente. La lucha económica de los trabajadores va a adquirir un ámbito sin restricciones a no ser que sea por la relación de fuerzas. La posesión estatal de los medios de producción primero se transformará en una ficción jurídica, y mas tarde, hasta esto ultimo será eliminado totalmente.

El reconocimiento que la posesión estatal podía convertirse en una ficción legal escondiendo un poder foráneo sobre los trabajadores fue perspicaz. Trotsky mantuvo que todo no se había perdido, ya que el carácter socialista de las fuerzas productivas y por lo tanto del estado (socialista en dirección, pero todavía no en contenido) dependía de la naturaleza proletaria del partido dominante. La situación se encontraba sobre uno de sus filos, sin embargo, Trotsky veía “un proceso fuertemente avanzado de poder dual” entre la clase trabajadora y la burguesía NEP, paralelo a los meses entre febrero y octubre del 1917 cuando los soviets competían por el poder con el gobierno provisional burgués. El 1928 no era nada parecido al 1917, todavía era necesaria una revolución obrera:

¿Será capaz el núcleo proletario del partido, asistido por la clase trabajadora, de triunfar sobre la autocracia del aparato partidario, que se fusiona con el aparato estatal? Quien responda de antemano que es incapaz entonces no solamente habla de la necesidad de un nuevo partido sobre un nuevo fundamento sino también de la necesidad de una segunda y nueva revolución proletaria. No está mas decir que no se puede afirmar categóricamente que tal perspectiva no sea cierta bajo todas las circunstancias...

Una condición de poder dual es instable, por su propia esencia. Tarde o temprano se tiene que decidir de una manera u otra. Pero como está la situación ahora, la burguesía puede tomar el poder únicamente mediante la vía del levantamiento contrarrevolucionario. En cuanto al proletariado, puede recobrar todo el poder, desmontar la burocracia, y someterla bajo su control mediante la vía de la reforma del partido y los soviets. Estos son los rasgos fundamentales de la situación.

Trotsky resistió ceder cualquier avance de la clase trabajadora que no se haya perdido irrecuperablemente. Le daba la carga de la prueba a los que consideraban al estado derrotado; demandaba pruebas de que el partido y los soviets no podían ser recobrados mediante reformas. A lo largo y lo ancho de la década batalló contra los cínicos que cedían las conquistas de la clase trabajadora en la Rusia y en el extranjero.

De hecho, es indudablemente cierto que la oposición de izquierda pudiera haber asumido el control del partido mediante un movimiento de reformas obreras, aun a las alturas del 1928 -- pero solo a condición de una reafirmación de la revolución proletaria en el extranjero. Eso hubiese hecho posible sacar por la fuerza a Stalin que había declarado en el 1927 que únicamente una guerra civil sacaría del poder a la burocracia.

Pero la posición de Trotsky todavía no se había desarrollado teóricamente. Para ver la razón, citamos primero su distinción posterior entre las revoluciones (contrarrevoluciones) políticas y las sociales. En una revolución social el carácter de clases del estado cambia; el nuevo estado sirve a una clase diferente, a sus relaciones económicas y a sus formas de propiedad. Mientras que en una revolución política el carácter de clases del estado no cambia sino que una sección diferente de la clase dominante se apodera del gobierno y del aparato estatal.

El argumento de Trotsky de que la burguesía necesitaba de un derrocamiento violento para destruir al estado obrero significaba que una contrarrevolución no había ocurrido, a pesar de la rendición a los intereses capitalistas de la burocracia. Pero mas tarde entendió que ya la burocracia había comenzado una contrarrevolución, dentro del contexto del estado obrero -- una contrarrevolución política. No entendió completamente el grado de degeneración del partido hasta a mediados de la década del treinta del siglo pasado cuando eventos externos comprobaron que la reforma pacifica era imposible (vea mas adelante).

Si hubiese ocurrido verdaderamente una contrarrevolución política, se necesitaría una nueva revolución política para que la clase obrera recobrara el poder político. Por eso la construcción de un nuevo partido revolucionario, idea que no estaba en la agenda de Trotsky en el 1928, seria una necesidad. El cambio de perspectiva de Trotsky mas tarde también demostró que el criterio de reformabilidad del 1928 era insuficiente como base para determinar si la URSS era un estado obrero o no: la contrarrevolución política podía ocurrir (y hacer que la reforma partidaria fuese imposible) sin derrocar al estado obrero.

Se puede entender el fracaso de diferenciar entre la contrarrevolución política que ya se estaba llevando acabo y la amenazante contrarrevolución social. Los bolcheviques habían estado durante mucho tiempo conscientes del peligro de una contrarrevolución (social) desde el exterior; ese había sido el destino de la Comuna de Paris y los gobiernos obreros abortados de Hungría y Bavaria posterior a la Primera Guerra Mundial. De igual manera en Rusia, el peligro que veían los oposicionistas era la restauración del capitalismo tradicional por medio de los empresarios y kulaks, conduciendo a un estado burgués subordinado al imperialismo.

Aunque la izquierda estaba consciente tanto de la degeneración como del fortalecimiento de la burocracia, la posibilidad de una contrarrevolución desde el interior era cuestión totalmente nueva. La oposición interpretó el triunfo de la burocracia sobre la clase obrera no como una contrarrevolución política sino como un debilitamiento del estado proletario que, junto a la creación de una “quinta columna” interna, haría fácil el derrocamiento social desde el exterior. Después de todo, la burguesía ya era una clase con la capacidad para gobernar un estado; mientras que la burocracia por mas poderosa e penetrante que fuese, no poseía todavía una base para establecer su nueva dominación de clases.

Pero si la burocracia era capaz de asumir las riendas del poder para si misma, entonces no tenía que depender para sostener su poder en el capitalismo de baja escala de la NEP: podía en su lugar depender del poder centralizado del estado obrero. De hecho, su continua supresión de la clase obrera sentaba los cimientos para un cambio de sus bases de poder. Trotsky juzgo mal el balance de las fuerzas en el 1928 debido a que subestimó el grado de consolidación de la burocracia a favor de sus intereses independientes.

Era natural (y correcto) al encarar la presión imperialista, que la oposición de izquierda viese a la derecha bukharinista inclinada hacia los mercados (descansando sobre los burócratas del NEP y los kulaks), en vez del centro stalinista basado en la burocracia, como la principal fuente política de contrarrevolución. No obstante, ya era posible concebir la destrucción del estado obrero desde su interior, con la burocracia coagulándose de un estamento privilegiado de la clase obrera a una clase reinante endurecida. Esto iba a requerir de la burocracia unos cambios profundos en su modo de operar y en sus relaciones con los trabajadores. Pero ya estos cambios habían comenzado: Cristián Rakovsky, un prominente oposicionista de izquierda, lo había señalado ya para el 1928.

Cuando una clase toma el poder, una cierta parte ... se transforma en agentes del mismo poder. De esta manera surge la burocracia. En el estado proletario, donde no se le permite la acumulación capitalista a los miembros del partido reinante, esta diferenciación antes que nada es funcional, pero luego se convierte social. No digo de clases sino social. Quiero decir que la posición social del comunista que posee un automóvil a su disposición, un buen apartamento, vacaciones regulares y devenga como salario el mínimo partidario seria diferente para el mismo comunista si trabajase en las minas de carbón ...

En menos de dos años, la diferenciación de la cual Rakovsky había advertido había progresado aun más allá de lo que él había pronosticado. La campaña de difamación y violencia se había acelerado; Trotsky había sido expulsado del país, La supresión de la oposición de izquierda fue una derrota enorme de la clase obrera, reduciendo el potencial de reconstitución del poder obrero. Entonces el bloque reinante pasó por un cambio decisivo.

Revolucion desde arriba

Observamos en el segundo capitulo que un aspecto de la teoría de la revolución permanente era la unificación de propietarios de propiedad dispares (terratenientes y burgueses) contra la amenaza del proletariado ascendiente. La situación soviética era paralela: aunque ni el centro o la derecha del partido eran propietarios, Bukharin reflejaba la pequeña propiedad burguesa y Stalin representaba el control burocrático sobre la propiedad estatal. El temor al proletariado ascendiente los unía. Una vez la amenaza obrera se había sofocado, los stalinistas tenían campo libre para concentrar sus ataques contra sus socios con el propósito de establecer un control sin desafíos del capital nacional. Los métodos burocráticos que la derecha había ayudado a esgrimir contra la izquierda ahora se esgrimían contra ellos mismos.

En el 1928-29 la burocracia reinante bajo la dirección de Stalin giró abruptamente de su conservadurismo. Respondiendo a una intensificación de la crisis económica junto a una creciente militancia obrera, apareada por una exacerbación de las tensiones internacionales, giro hacia la industrialización del país a un ritmo aceleradísimo. Bajo el Primer Plan Quinquenal colectivizó forzosamente al campesinado, estableció campamentos masivos de trabajo esclavizado, y dio por terminada la economía NEP. Stalin denominó este giro el “gran cambio”

Reflejando cambios domésticos, la Comitern también endureció su línea en el extranjero. En su “tercer periodo” aventurero expulsaron a los oposicionistas de derecha e izquierda y rechazaron alianzas con la socialdemocracia “social-fascista” -- de esta manera socavando la posibilidad de obligar a los reformistas colaboracionistas de clase a participar en luchas obreras unidas contra el verdadero fascismo y otros ataques capitalistas. El Partido Comunista Alemán, siguiendo esta línea, carga con una gran responsabilidad por el triunfo del nazismo.

La “revolución desde arriba” de los stalinistas fue un desvió violento de sus previas practicas. La colectivización forzada quebró la política de persuasión y ejemplos para convencer al campesinado a que siguiese el programa agrícola socialista. Era, mejor aun, la colectivización del atraso: el estado se apoderó de fincas que operaban bajo condiciones pre-capitalistas. La expulsión de millones de campesinos desde el campo hacia las ciudades creo una nueva fuerza laboral industrial, pero mientras la industrialización aceleraba desde un paso de tortuga a un desenfrenado paso galopante de un día para otro, los trabajadores fueron privados de sus derechos sindicales y otros más con el propósito de desprotegerlos ante los gerentes y burócratas. La población de los nefastos campos de concentración Gulags aumentó desde 30,000 en el 1928 hasta 600,000 en el 1930 y luego a mediados de década hasta dos millones; el trabajo esclavizado se utilizo en los principales proyectos de construcción como el canal del Mar Blanco al Mar Báltico, donde murieron miles.

En la esfera ideológica los stalinistas declararon abolidas las leyes del capitalismo. El economista Strumilin declaró, “No estamos atados a ningunas leyes económicas. No existen ningunas fortalezas que los bolcheviques no sean capaces de tomar por asalto. La cuestión del tempo se encuentra sujeta a la voluntad de los seres humanos”. El mismo Stalin denuncio que “las decrecientes curvas trotskistas’ del crecimiento económico estaban contrapuestas a las “crecientes curvas bolcheviques”.

La nueva “revolución” movilizó a entusiasmados cuadros partidarios deseosos de romper con el estancamiento de a finales del periodo NEP y conducir al país por la vía del socialismo mediante cualesquiera medios necesarios. Pero el Primer Plan Quinquenal contenía menos planificación económica fuera de la exhortación burocrática. Que se ordenaba ordinariamente a la industria a “sobrepasar” a todos los niveles las metas muestra que la “planificación” era cualquier cosa menos científica. A pesar de la fanfarria y retórica evocadora del periodo de comunismo de guerra, el “gran cambio” amplificó las inequidades al interior de la clase obrera y entre trabajadores y gerentes, en vez de reducirla.

Este periodo también fue testigo de lo que se ha denominado como la primera “revolución cultural” socialista en la cual jóvenes comunistas de origen proletario o campesino se les brindó una educación mínima técnica y fueron adiestrados en los métodos de guerra de clases destinados a construir un nuevo mundo para el “nuevo hombre soviético”. Esta energía revolucionaria desviada se utilizó, en vez, primero para purgar al partido de los oponentes de izquierda y derecha al centro burocrático y luego para destruir todo vestigio del poder obrero en el estado.

Sin embargo, a pesar de su brutalidad e consecuencias contrarrevolucionarias, el empuje de industrialización de los años treinta fue un logro sin precedentes. Este hizo posible el avance de la Unión Soviética a partir del atraso hasta lograr ser el segundo poder económico mundial a finales de la Segunda Guerra Mundial -- además, se llevó acabo durante un periodo cuando la mayoría de los países capitalistas se encontraban estancados en la Gran Depresión y, por ende, no eran capaces de expandir sus economías. La llave de este proceso fue el poder estatal centralizado logrado por la revolucion soviética. Este poder le hizo posible al partido movilizar la devoción al socialismo de sus cuadros, focalizar recursos en proyectos selectos de la industria pesada y utilizar a las masas de trabajadores lanzadas a la producción durante la década. Pero igual al capitalismo, los avances alcanzados por los trabajadores fueron revertidos contra ellos mismos. La paradoja de todo esto consiste en que solo en un estado obrero era posible realizar este avance contradictorio.

Trotsky notó otra ironía, “La conclusión es clara,” escribió: “aun aparte de la perspectiva socialista que abre, el régimen soviético es para Rusia en las presentes condiciones mundiales el único régimen pensable de independencia nacional”. El no pensaba que el internacionalismo proletario y el nacionalismo eran idénticos, sino simplemente que el socialismo y la independencia nacional del imperialismo viajaban por la misma vía durante un tiempo. Por lo tanto, el monopolio de comercio exterior era necesario tanto para el estado obrero como para el nacionalismo stalinista: eran fuertes medidas necesarias para desarrollar la economía y mantener la atrasada Rusia fuera de las garras imperialistas.

Stalin entendía todo esto de forma distorsionada; de ahí su rompimiento con Bukharin y su intento de construcción a la fuerza del “socialismo en un solo país”. Contra las perspectivas de la izquierda dirigidas a desarrollar al estado soviético en el contexto de la división mundial del trabajo, Stalin aspiraba a construir un bastión de autoconfianza contra el cerco imperialista. Igual al capitalismo que se había desarrollado en la Europa occidental al consolidar los estados nacionales con el propósito de controlar los mercados domésticos y proteger las nacientes industrias, Stalin también buscaba construir en la URSS un poderío independiente para sobrevivir en un mundo de depredación imperialista.

Pero el costo fue enorme. El poder estatal fue utilizado para imponerles el hambre a los pobres del campo y reducir a niveles abismales los estándares de vida de los trabajadores. La industrialización stalinista se basó en una combinación única de súpercentralización e intensificación de las relaciones capitalistas, una combinación inestable que no era capaz de sobrevivir. Que masas de trabajadores y campesinos hayan sido esclavizadas para la creación de trabajo muerto demostró que la ley del valor tenía al estado obrero agarrado por el cuello.

Interpretaciones de la Izquierda

Muchos izquierdistas comparten con los stalinistas la visión de que el Primer Plan Quinquenal fue un punto de viraje decisivo en la historia soviética, tan profundo en sus efectos como lo fue el 1917. Por ejemplo, Tony Cliff, plantea que el ‘gran cambio” fue la contrarrevolución.

Una rápida acumulación de capitales sobre las bases de un bajo nivel de producción -- debe presionar de forma agobiada el consumo de las masas... La burocracia, transformada en la personificación del capital, para quien la acumulación de capitales es el norte y el todo, debe eliminar a todos los elementos de control obrero, debe sustituir en el proceso laboral la convicción por la coacción, debe atomizar a la clase obrera, debe encajonar toda la vida social-política dentro de un molde totalitario.... [Esto] transforma a la burocracia de un estamento que se encuentra bajo la presión directa e indirecta y el control del proletariado en una clase dominante. ...

El enfoque de Cliff tiene dificultades inescapables. Todo el control obrero y gran parte de “la convicción en el proceso laboral” se había eliminado hacia tiempo bajo el NEP, aunque la disciplina laboral se había transformado cualitativamente más represiva cuando terminó. Tampoco se encontraba la burocracia bajo el “control” de la clase obrera antes del 1929, aun indirectamente, por lo mismo, la “presión indirecta” se mantuvo aun posterior al viraje del 1929.

Más importante aun, el empeoramiento de las condiciones materiales de los trabajadores no fue el resultado indispensable de la acumulación de capitales. Formamos nuestro argumento en el tercer capitulo que la acumulación constituye una tarea burguesa necesaria del estado obrero: el llevarlo acabo no significa de por si la restauración del dominio capitalista. Como dijese Marx en el Manifiesto Comunista, “El proletariado utilizará su supremacía política para arrebatarle, por grados, todo el capital a la burguesía, para centralizar todos los instrumentos de producción en las manos del estado, i.e., del proletariado organizado como clase dominante; y aumentar la totalidad de las fuerzas productivas lo mas pronto posible”. Fijarse en la acumulación stalinista como la causa de la contrarrevolución sugiere que la estrategia de Bukharin de ‘paso de tortuga” hubiese sido lo correcto. La contrapropuesta izquierdista, la industrialización planificada en concordancia con los mercados mundiales, puede ser despachada como una imposibilidad utópica únicamente si se da por dado la continuación de una burocracia dominante e abultada.

A otro nivel, la periodizacion de la contrarrevolución al 1928-29 de Cliff, acredita el gran desarrollo industrial soviético a un estado capitalista. Mantener que el capitalismo traspasó a través de sus propias barreras contra el avance de las fuerzas productivas y expandió tan rápido como lo hizo la URSS todavía marca al capitalismo como progresista y reta el juicio marxista sobre la época de decadencia capitalista. Contra estas implicaciones notamos que ninguno de los estados stalinistas pos-Segunda Guerra Mundial fueron capaces de llevar acabo tales proezas de industrialización, ya que nunca fueron estados obreros. Tampoco la Unión Soviética pos-guerra (y pos-contrarrevolución) sobrepasaron las tasas capitalistas de expansión económica.

Contrario a Cliff, el ex-trotskista Isaac Deutscher veía a Stalin llevando acabo una variante pervertida de la revolucion permanente: una brutal e irracional pero necesaria e progresista que en última instancia seria beneficiosa para la Humanidad.

Por mas “ilegitima” desde el punto de vista marxista clásico, la revolución desde arriba de Stalin tuvo un efecto duradero y en términos de escala un cambio sin precedentes sobre las relaciones de propiedad, y en ultimas instancias sobre la forma de vida de la nación.

Muchos dirigentes de la oposición de izquierda interpretaron similarmente la nueva política de Stalin como la adopción, aunque un tanto distorsionada, del programa trotskista. (La idea de “revolución permanente desde arriba” también se convirtió en un elemento básico del “trotskismo ortodoxo” posterior a la Segunda Guerra Mundial} Si la única alternativa era la burguesía NEP y el proletariado, razonaban estos, y si los stalinistas llevaban acabo una lucha sin cuartel contra la burguesía entonces debería unirse a ellos -- sin importar los crímenes contra los trabajadores que cometiesen en el proceso. Estos capituladores hicieron sus paces con Stalin y estuvieron de acuerdo con servirle al partido en las esferas bajas de la burocracia. De todas formas casi todos murieron en las purgas venideras.

El peligro burocratico

El giro dramático de la burocracia ha sido el foco de teorías sobre una nueva forma de sociedad de clases en la URSS. Escribiéndole a oposicionistas de izquierda dentro de la URSS, Rakovsky plantío la cuestión de la siguiente manera:

Secretarios, presidentes de comités ejecutivos, oficiales de obtenciones, dirigentes de cooperativas, dirigentes de granjas estatales, directores partidarios y no partidarios de empresas, especialistas, capataces, que siguen la línea de menor resistencia, instalan en nuestra industria el sistema de fabricas de máxima explotación y despotismo fabril -- ahí esta el verdadero poder en el periodo de dictadura proletaria que experimentamos en el presente. Esta etapa se puede caracterizar como la dominación por los intereses corporativos de las varias categorías de la burocracia, y la lucha interna entre ellas.

De un estado obrero con perversiones burocráticas -- como definiese Lenin nuestra forma de gobierno -- nos hemos desarrollado en un estado burocrático con sobre vivencias proletario-comunistas. Ante nuestros ojos se ha desarrollado una inmensa clase de gobernantes y se sigue desarrollando. Tiene sus propias subdivisiones internas y crece mediante co-optacion calculada, mediante el directo u indirecto sistema de nombramiento (por la promoción burocrática o el sistema de elecciones ficticias). El factor unificador de esta clase única es esa forma única de poder gubernamental y propiedad privada. “La burocracia tiene al estado en su posesión”, escribió Marx, ‘como derecho de propiedad privada’.

La “clase de gobernantes” en desarrollo en este documento se analiza de forma ambigua. Por un lado es una “clase única” de un estado burocrático que se basa en el poder gubernamental como una nueva forma de propiedad privada. Por otro lado, los métodos de dominación descritos son del capitalismo: el sistema de fabricas de máxima explotación y despotismo fabril implantado sobre lo que es todavía una clase obrera. Los documentos de los oposicionistas no combinaron los dos elementos de su análisis para sugerir que la nueva clase gobernante se basaría en relaciones capitalistas operando a través del estado. De hecho, continuo advirtiendo contra la “contrarrevolución burguesa”, claramente partiendo del retrato de restauración capitalista de Trotsky del 1928. Esta tasación se encontraba atada al análisis político de Trotsky: aunque Bukharin había sido derrotado, el peligro real de contrarrevolución todavía se radicaba en los elementos tradicionales burgueses.

Contrario a sus camaradas, Trotsky no consideraba a la burocracia una nueva clase en vías de desarrollo, aunque concedió que así le parecía a los trabajadores por buenas razones:

Otro elemento de peligro radica en el aparato de la dictadura [del proletariado]. La burocracia ha restaurado muchos rasgos de la antigua clase dominante y así es como lo visualiza la gran parte de las masas obreras. La lucha de la burocracia por su propia preservación sofoca la vida espiritual de las masas al constantemente imponerles nuevas ilusiones que ya no son revolucionarias, y de esta manera obstaculiza el reemplazo de ilusiones perdidas por un entendimiento real de lo que ocurre.

Desde el punto de vista marxista, está claro que la burocracia soviética no es capaz de transformarse en una nueva clase dominante. Su aislamiento y su creciente rol social de mando conducen sin falla a una crisis en la dictadura que no puede resolverse sino no es con el renacimiento de la revolución a un nivel mas profundo, o por la restauración de la sociedad burguesa. Es precisamente el acercamiento de esta segunda alternativa, palpada por todos aunque entendida claramente por muy pocos, que dota al presente régimen con esta extrema tensión.

A pesar de este presagio de la defunción del estado obrero, Trotsky veía a la burocracia requedandose en el limbo entre las clases decisivas, el proletariado y la burguesía. Su insistencia en que la burocracia no se convertiría en una clase dominante descansaba sobre la continua dependencia de la misma en los avances de los trabajadores -- el poder centralizado adquirido al destruir a la burguesía. De hecho, vamos a ver que tanto la burocracia como esta centralización se verían obligadas a transformarse para la consolidación de la contrarrevolución.

El cambio principal en la posición de Trotsky entre el 1928 y el 1930 fue la realización política que Stalin contrario a Bukharin representaba el peligro principal para la revolución. No era debido a que el stalinismo era capaz de seguir una vía independiente sino por lo contrario a que su fuerte agarre sobre el poder estatal podía destruir cualquier resurgimiento proletario y abrir paso a la restauración capitalista. “El stalinismo”, escribió en el mismo documento, es “la preparación para el bonapartismo al interior del partido”.

El centralismo burocrático comienza su carrera como una corriente maniobrando entre dos corrientes extremas partidarias, una que refleja la línea pequeña burguesa, la otra, la proletaria; el bonapartismo es un aparato estatal que ha roto abiertamente de todas las ataduras tradicionales, incluyendo las partidarias, y desde este momento maniobra “libremente” entre las clases como “arbitro” imperioso. El stalinismo prepara el bonapartismo, que lo hace más peligroso porque no sabe que lo hace.

El bonapartismo, el dominio de hombre fuerte que se balancea entre clases contendientes con el propósito de mantener el poder social de la clase dominante, era un fenómeno político conocido e utilizado en los países capitalistas cuando la burguesía era incapaz de dominar bajo su propio nombre. Pero nunca se había considerado para un estado obrero. Al abrir nueva brecha, Trotsky también extendía la analogía política a la Gran Revolución Francesa que era moneda común entre los bolcheviques. Por ende había denominado durante largo tiempo a la burocracia “termidoriana”, advirtiendo de esta manera contra otro giro como el del 1794 cuando los jacobinos radicales dirigidos por Robespierre fueron derrocados y la revolución cambio a una vía más conservadora. Al predecir bonapartismo, Trotsky veía que los stalinistas se librarían de la última ancla de su tradición proletaria, el partido gobernante.

Retrospectivamente, la tasación de Trotsky del ala stalinista, aunque correcta a nivel político fue incorrecta a nivel social. Nunca dio una explicación como un aparato sin timón---sin una base de clase firme, condenado a una vacilación entre clases perpetua, seria capaz de alcanzar el punto donde podía tomar las riendas del poder y echar hacia al lado las fuerzas restauracionistas pro-burguesas. El todavía esperaba una inminente toma de poder burguesa, mientras que la burocracia no tuvo problemas con destruir a la burguesía NEP.

Trotsky todavía pensaba que el proletariado aumentaba su vapor como una locomotora para desatar una inminente erupción que pulverizaría a la burocracia entre dos clases y decidiría el futuro de la URSS. De hecho, trato de explicar la toma de poder únicamente por los centristas stalinistas a la presión ejercida por el inminente levantamiento obrero. De esta manera su análisis del 1930 continuaba:

Tanto en las presentes condiciones objetivas y en los sentimientos suprimidos de la clase obrera, una profunda resistencia a la tendencia termidoriana se esta llevando acabo; pasarse a esta vía termidoriana todavía no es posible sin levantamientos contrarrevolucionarios reales. Aunque sofoca al partido, el liderato no puede evitar escucharlo, debido a que a través de sus canales -- por más incompleto y amortiguado -- se escuchan las advertencias y exhortaciones de las fuerzas de clases. La discusión de problemas, la lucha ideológica, las reuniones y congresos han cedido ante la agencia de información dentro del partido, el espionaje de las comunicaciones telefónicas y a la censura de la correspondencia. Pero aun mediante estas formas solapadas la presión de la clase se hace sentir. Eso significa que los orígenes del viraje hacia la izquierda [de Stalin] y las razones de su brusquedad se encuentra fuera de su liderato.

La hostilidad obrera era abundante al profundizarse el viraje de Stalin y dirigirle ataque tras ataque contra ellos, pero contrario a las esperanzas de Trotsky, nunca alcanzo la erupción. Ni tampoco era responsable la clase obrera del viraje. Los stalinistas, en vez de la presión de rabiza del proletariado al moverse hacia la izquierda, habían tomado la decisión únicamente posterior a la decapitación de la clase obrera al destruir la oposición de izquierda. (Esto, como veremos cuando discutamos los regimenes stalinistas pos Segunda Guerra Mundial, es denuevo una reflexión de la revolución permanente, de forma extendida.)

El error de Trotsky no fue sobreestimar a la clase obrera sino subestimar al empuje interno del stalinismo, un fenómeno histórico sin precedencias. Mediante sus giros y zigzags semiconscientes, los stalinistas crecientemente crearon conciencia que tenían una misión social para crear el“socialismo” como sistema de dominación sobre la clase obrera.

Trotsky analizó obligadamente todos los nuevos desarrollos pero no logro estimar su impacto completo. No veía que Stalin, muy inconscientemente, se dirigía hacia la restauración del capitalismo ruso sobre una base ultranacionalista con el propósito de desligarse del agarre imperialista. La teoría de la revolución permanente condujo a Trotsky a creer que cualquier capitalismo restaurado capitularía casi inmediatamente al imperialismo. La falla en ese razonamiento consistió en que el stalinismo, todavía descansando sobre los cimientos del estado obrero soviético, fue capaz de construir una nación a tal grado que era posible una independencia relativa. (Por el contrario, las revoluciones no-proletarias posteriores a la Segunda Guerra Mundial nunca se librarían del imperialismo hasta alcanzar ni siquiera el mismo grado)

Contrario al fatalismo inherente en Cliff y rampante en Deutscher, no estaba garantizado por ningunos medios que habría una nueva clase dominante. Todavía quedaba una larga lucha para decidir si la clase que tomaba forma seria capaz de destruir al estado proletario -- y no únicamente desposeer a los trabajadores del dominio político dentro del mismo -- y establecer una nueva sociedad de clases.

El stalinismo en crisis

Posterior al primer Plan Quinquenal, Stalin declaró que las relaciones económicas capitalistas habían sido destruidas (con la excepción de remanentes pequeño burgueses). Citando las cinco categorías de la economía soviética de Lenin (tercer capitulo), él afirmó que “la quinta formación socio-económica---la formación socialista -- ahora se mantiene sin retos y era la única fuerza rectora de toda la economía nacional.

Sin embargo, en realidad, la economía soviética estaba encaminada al caos. Las desproporciones sin embargo eran rampantes: las fábricas no tenían materiales y trabajadores; la inflación había aumentado dramáticamente durante el 1933, y en ese mismo año hubo una baja precipitada y sin planificación de inversiones. La “guerra civil” contra los campesinos (descripción de Stalin) condujo a la hambruna de las masas, los campesinos que resistían la colectivización mataban sus animales. Como resultado, el “1933 fue la culminación de la baja mas precipitada del estándar de vida durante tiempos de paz conocido en la historia humana”. El stalinismo había entrado en su primera crisis económica.

Contrario a los capituladores, Trotsky denuncio la industrialización y colectivización a pasos forzados: la acompañante barbarie, irracionalidad y desorganización habían debilitado los cimientos del estado soviético. “La economía soviética en el presente no es ni monetaria ni planificada. Es casi puramente una economía burocrática”. De igual manera, hizo un llamado a favor de un retroceso de la expansión aventurista y por un “año de reconstrucción de capitales”. Esto significaba reemplazar el Plan Quinquenal con un retorno a los mercados -- con la esperanza de más tarde lograr la posibilidad de la planificación científica centralizada y la contabilidad económica. Trotsky también exigió la restauración de los derechos obreros, los soviets, los sindicatos, y la democracia interna partidaria.

Contrario a muchos de sus discípulos modernos, Trotsky entendía que el empuje y las instituciones capitalistas todavía sobrevivían en la URSS. Es debido a ese hecho que identificaba al peligro contrarrevolucionario como uno capitalista, y no una nueva clase sin explicación. Sus escritos y los de la oposición de izquierda se refieran a menudo a mercancías de plusvalía y la acumulación de capitales en la Unión Soviética. Hizo un llamado a favor de los mercados y un regulador monetario---no debido a que admiraba los métodos capitalistas sino debido a que la realidad del atraso debía reconocerse si se iba a vencer la crisis; era decisivo la medida certera del tiempo de trabajo. Los reclamos de los stalinistas del tercer periodo que los bolcheviques no estaban atados a ninguna ley de valor objetiva era una fantasía, triplemente para una sociedad tan económicamente atrasada como la de Rusia.

La naturaleza de los partidos comunistas

La “revolución desde arriba” no cambio por si misma el análisis fundamental de Trotsky sobre el partido gobernante. El giro desde el bloque conservador con Bukharin al izquierdismo fatulo del tercer periodo era el tipo de zigzag centrista que él esperaba; ahora una vacilación hacia la izquierda se daría al ser un esfuerzo inútil el aventurismo. Como tendencia dentro del partido, los centristas burocráticos eran incorregibles. Pero hasta el 1933 Trotsky todavía consideraba a la totalidad del partido reformable, aunque la reforma iba a requerir la decapitación de los stalinistas.

El punto de viraje fue la derrota aplastante de la clase obrera en Alemania. Las políticas ultra-izquierdistas de la Comitern habían permitido a Hitler asumir el poder sin ninguna resistencia proletaria organizada. Trotsky entonces pronuncio que los partidos comunistas estaban muertos como organizaciones revolucionarias al PC alemán (y después toda la Comitern) rehusar reconsiderar su craso liderato engañoso. “Hablar ahora de la ‘reforma’ de la URSS significa mirar hacia atrás en vez de hacia el frente, calmar la mente de uno con formulas vacías”. Se tenía que construir un nuevo partido leninista.

Pero esto también significaba que Trotsky se veía obligado a alterar su posición previa sobre el dominio del partido comunista en cualquier forma distorsionada que comoquiera seria clave para la sobrevivencia del estado obrero. Siendo el partido ahora centrista en su totalidad y no reformable, el único rasgo que mantenía al estado obrero soviético eran las “relaciones de propiedad que había creado la Revolución de Octubre y eran fundamentalmente adecuadas para la dictadura del proletariado”.

¿Cual era el vínculo entre el stalinismo y el estado soviético?

Denominamos al aparato stalinista centrista precisamente debido a que cumple un doble rol; en el presente, cuando ya no existe un liderato marxista, y no saldrá ninguno todavía, defiende a la dictadura [estado] del proletariado con sus propios métodos; pero estos métodos son tales que facilitan la victoria del enemigo en el mañana. El que no entienda este rol dual del stalinismo en la URSS no ha aprendido nada.

La asignación de un rol doble a la burocracia es un asunto que los seudo-trotskistas del presente utilizan para justificar el supuesto aspecto revolucionario del stalinismo pos Segunda Guerra Mundial. Lo que se olvida, en primer lugar, es que el análisis de Trotsky sobre el stalinismo como entidad centrista cambio de denuevo producto de eventos posteriores; sus caracterizaciones eran concretas y dialécticas, y no congeladas. Además, ya él veía la dualidad stalinista como algo parcial, específicamente sin aplicaciones en el escenario mundial:

Con relación a la URSS, el rol de la burocracia... es dual: por un lado, protege al estado obrero con sus propios métodos peculiares; por otro lado, desorganiza y frena el desarrollo de la vida económica e cultural al reprimir la actividad creativa de las masas. Actúa de otra manera en la esfera del movimiento internacional de la clase obrera, donde no queda ni una traza de ese dualismo; aquí la burocracia stalinista actúa en un rol desorganizador, desmoralizador y fatal desde el comienzo hasta el final.

La distinción entre el rol internacional reaccionario y los roles mixtos internos de la burocracia puede en el mejor de los casos ser temporero; en el ultimo análisis el rasgo fundamental de cualquier aparato político es indivisible. La política reaccionaria internacional de los stalinistas reflejaba un rol interno similar. Los métodos por los cuales la burocracia defendía la dictadura proletaria “son tales que facilitan la victoria del enemigo en el mañana”, y no existe nada progresista sobre los métodos de defensa que preparan el terreno para la restauración capitalista.

El sentido de Trotsky del ritmo de decadencia del estado obrero se distorsionaba debido que las formas de propiedad nacionalizada todavía permanecían, aunque los procesos degenerativos aceleraban: la restauración de la competencia interna y el fortalecimiento del impacto de la ley del valor. Retrospectivamente la única ligazón que todavía ataba a la burocracia a la base proletaria era que todavía no estaba consolidada detrás de la contrarrevolución. Todavía una lucha violenta tenia que darse para destruir los vínculos remanentes con la revolución proletaria.

El bonapartismo sovietico

Pronto Trotsky vio a Stalin realizando la versión soviética del bonapartismo que había previsto, concentrando el poder estatal en la cúpula y descansando sobre la maquinaria militar e policíaca:

Stalin vigila las conquistas de la Revolución de Octubre no únicamente contra la contrarrevolución feudal-burguesa sino también contra los reclamos de los trabajadores, su impaciencia y disatisfacion; aplasta el ala izquierda que expresa las tendencias históricas ordenadas e progresistas de las masas obreras sin privilegios; él crea una nueva aristocracia mediante una extrema diferenciación de salarios, privilegios, rangos, etc. Recostándose para lograr apoyo sobre el estamento mas elevado de la nueva jerarquía social contra la más baja -- y a veces a la inversa -- Stalin ha logrado la total concentración en sus manos del poder. ¿De que otra manera puede denominarse este régimen que no sea bonapartismo soviético?

El añadió, “El bonapartismo por su propia esencia no es capaz de sostenerse durante mucho tiempo; una esfera en balance en la cúspide de una pirámide debe caer inevitablemente por un lado o por otro”. El régimen era peligrosamente inestable y en la ausencia de la regeneración del sistema soviético por el proletariado, “El colapso inevitable del bonapartismo stalinista inevitablemente pondría sobre el tapete la naturaleza de la URSS como un estado obrero”.

El bonapartismo stalinista defendía la propiedad de la clase obrera cediéndole a la burguesía mundial. Con su giro brusco hacia la derecha en su política externa (vea mas abajo), se balanceaba entre estamentos de clases en la Unión Soviética como también entre la burguesía y el proletariado en el extranjero.

Trotsky comenzó a trabajar una importante teoría del “estado obrero degenerado” -- un estado obrero que no únicamente estaba mas cerca al capitalismo que al socialismo sino que también se encontraba en movimiento retrogrado hacia el capitalismo.

Mientras que el estado burgués, después de la revolución, se restringe a un rol policiaco, dejando al mercado a sus propias leyes, el estado obrero asume el rol directo de economista e organizador. El reemplazo de un régimen político por otro ejerce una influencia indirecta e superficial sobre la economía de mercados. Por el contrario, el reemplazo del gobierno obrero [en un estado obrero] por un gobierno burgués o pequeño burgués inevitablemente conduce a la liquidación de los comienzos planificados y, subsecuentemente, a la restauración de la propiedad privada. En contra distinción al capitalismo, el socialismo no se construye automáticamente sino conscientemente. El progreso hacia el socialismo es inseparable del poder estatal que desea el socialismo o que se encuentra compelido a desearlo.

En el caso soviético burocratizado, no era únicamente el estado excepcionalmente poderoso, sino también la iniciativa e instituciones obreras habían sido tan aplastadas que los únicos elementos activos de conciencia descansaban sobre el estado. ¿Era ese poder estatal “deseoso del socialismo”? Ciertamente Stalin deseaba eliminar al capitalismo privado y expandir la economía en manos del estado. Pero los stalinistas también vieron necesario aplastar a los trabajadores en el proceso, a pesar de toda verborrea que continuaron soltando. Entonces el régimen de Stalin era ya un gobierno pequeño burgués dentro de un estado obrero. Trotsky veía que se dirigía hacia la liquidación del estado obrero.

Trotsky señaló que la analogía del bonapartismo tenía límites: Después de la caída de Napoleón, “en su esencia la pirámide social de Francia retuvo su carácter burgués”. El capitalismo era un modo de producción en si mismo; una vez la Revolución Francesa había barrido las barreras feudales a su avance, aun las corrupciones de Napoleón, aun la restauración de la monarquía, no era capaz de borrarla. Un estado obrero, sin embargo, es un régimen transicional, y el modo de producción socialista se encuentra lejos de establecerse. El bonapartismo stalinista era la ultima etapa de la vía hacia la independencia de la clase obrera departe de la burocracia; por esa razón su colapso “inmediatamente llamaría a cuestión el carácter de la URSS como estado obrero”.

Trotsky sintetizó su análisis durante este periodo de la siguiente manera:

A pesar de sus éxitos económicos... determinados por la nacionalización de los medios de producción, la sociedad soviética preserva completamente su carácter transicional contradictorio, y, medido por la inequidad de las condiciones de vida y los privilegios de la burocracia, yace mucho mas cerca del régimen del capitalismo que del futuro comunismo.

Al mismo tiempo,... a pesar de una monstruosa degeneración burocrática, el estado soviético todavía queda como el instrumento histórico de la clase obrera en cuanto a que asegura el desarrollo de la economía y la cultura sobre unas bases de medios de producción nacionalizados, y, por virtud de esto, prepara las condiciones para la genuina emancipación de los trabajadores mediante la liquidación de la burocracia y la inequidad social.

En contraposición a las interpretaciones “ortodoxas” de las posiciones de Trotsky, es de notar que aquí él no trata a la propiedad nacionalizada como un criterio formal del estado obrero. La propiedad estatal caracteriza a un estado obrero por una razón material: asegura el desarrollo de la economía e cultura y, por ende, abre la vía hacia la transición al socialismo. Sin embargo, si la propiedad soviética conduciría a lograrlo seria determinado por la respuesta a la crisis económica de los primeros planes quinquenales.

Trotsky distingue entre la sociedad soviética -- el sistema de producción, la estructura de clases, etc. -- y el estado. Esto resume su definición mas precisa del estado obrero, una que toma en cuenta su degeneración y determina cuando el estado ha terminado. La sociedad soviética se encontraba todavía en transición entre el capitalismo y el socialismo, mas cerca al primero. El estado se mantuvo como institución obrera hasta que era capaz, a pesar de su degeneración, de conducir la sociedad transicional hacia el socialismo. En sus años de fundación el estado soviético había conducido, o había tratado de conducirse, en esa dirección.

Trotsky ahora corrigió su analogía sobre el termidor. El termidor no se encontraba en el futuro sino en el pasado. El periodo termidoriano se había iniciado en el 1923 al retirarse Lenin de la actividad política, y ya había finalizado; el bonapartismo lo había suplantado, que significa el final de la contrarrevolución política. Desde ese punto la URSS era un estado obrero degenerado, en movimiento hacia atrás hacia la restauración capitalista. La cuestión que aun perduraba era si su dirección de movimiento todavía era capaz de revertirse.

La respuesta no tardó en darse. El stalinismo bonapartista se transformó, pero no mediante su colapso y la restauración de la propiedad privada atada al imperialismo, como esperaba Trotsky. Su empuje hacia la independencia era mas profundo. Mediante una nueva campaña contra los trabajadores y sus propios vestigios proletarios, la burocracia se estableció así misma como una nueva clase dominante basándose en la institucionalización de la ley del valor dentro de los confines de la propiedad estatal. El estado obrero fue destruido en nombre del socialismo y reemplazado por una forma sin precedentes de capitalismo construido sobre su cadáver.

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